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Primero fue la falta de “acomodadores”, luego, las hordas que consumen pochoclo, beben baldes de gaseosas y comentan la película a los gritos, como si estuvieran en el living de su casa, y ahora…¡ no hay boletería !
No se si en todos los cines, pero en el Multiplex de Pilar, ya no hay dónde comprar una miserable entrada. Antes, no hace mucho, el año pasado, coexistían las personas que vendían entradas, con unas máquinas que hacían lo mismo, una especie de “banelco del cine”.
A diferencia de la atención personalizada, en esas terminales uno podía acceder a las promociones de «2 x 1», presionaba la pantalla sobre la película que quería ver, elegía el horario, si tenías alguna promoción, pasabas tu tarjeta…y listo, tenías tus entradas. Pero ahora, ni eso.
Ya no se puede ir al cine de manera espontanea a ver «qué están dando” y sacar allí las entradas. Ahora hay que hacer un trámite virtual.
Sólo podés acercarte a una terminal que te pide tu número de documento y el “código de reserva”, porque se entiende que vos ya sacaste tu entrada desde tu computadora o teléfono celular. No hay forma de comprarla ahí.
El espacio que tenía la boletería sirve ahora para vender más y más pochoclo, gaseosas y casi cualquier cosa que podamos consumir dentro de la sala
Los que “cortan” los tickets a la entrada te dicen que no pueden hacer nada, que “así es el sistema”. Fue tristemente conmovedor ver a una mujer con dos hijos, mas o menos de ocho y diez años, tratando en el lugar de sacar entradas a través de su teléfono, y no lograrlo.
No se si es en todos los cines, pero la cadena Multiplex es una de las más extendidas en el país, así que habrá que tomar recaudos a la hora de querer ir a ver una película.
No es nada más, ni nada menos, que una razón más que “la gente vaya cada vez menos al cine”.
La cosa es más sencilla. Estos tipos creen que gracias a eso se ahorran un par de salarios. La gente no irá y el pochoclo se lo tendran que meter...en el bolsillo. Mira que es mucho pochoclo...
Hace años que la estúpida moda de masticar pochoclo, de rumiar durante toda la película y de revolver en enormes baldes, se instaló en la enorme mayoría de los cines. Sólo los pocos en los que había "cine arte" no vendían esa golosina. Súmese a eso los imbéciles que molestan con sus celulares y no son capaces de apagarlos durante una hora y media, más los que hablan, ir al cine dejó de ser una salida para ir a ver un filme. Mucha gente que concurre al cine imita a Homero Siimpson: engullen todo (comida, bebida, película) sin preguntarse en ningún momento por el sentido de cada cosa que hacen. La "pequeña" diferencia es que tampoco parecen darse cuenta de que Homero Simpson es una sátira del hombre mediocre.
Todo esto comenzó hace años, cuando en la películas de EE. UU. se vía a los asistentes a los cines con los bales de pochoclo y las botellas de Coca. De ahí que esta cultura, como siempre, prendiera en nuestra sociedad, muy permeable a todo lo que viene "enlatado" de Hollywood.
Hace rato que dejé de ir al cine. Bajo las películas que quiero ver o tengo Netflix. Salgo a caminar con mi señora a disfrutar del aire libre y no me encierro en un lugar que hace mucho tiempo dejó de ser agradable, por todo lo que "importamos" de otros países. Lástima que no procuramos hacer lo mismo con los hábitos que valen la pena. Saludos
A esa incivilizada "cultura yanki" se le opone el cine que no te deja entrar con comidas o bebeidas y si tiene boletería. Es un poco mas caro pero confortable y rentable para el dueño/ s. Enmarcados en una decoración años 40 al 50 del siglo pasado.