¿Se puede estar peor? Sí. Pero es difícil: el humor social de los argentinos llegó a un mínimo histórico que aterra. Da miedo ver en las últimas encuestas de opinión un diagnóstico tan sombrío de las expectativas de los argentinos y comprobar su enorme enojo con la política.
El 85 por ciento de los argentinos desconfía de los políticos. Resultado de esa desconfianza es que las expectativas a futuro nunca estuvieron tan bajas: los argentinos entraron en un “default” de humor social que podría tener aún peores consecuencias que defaultear la deuda con el FMI.
Según la última encuesta de la consultora Taquion, apenas el 16 por ciento tiene sentimientos positivos sobre el futuro de la Argentina. La encuestadora que dirige Sergio Doval muestra un panorama particularmente sombrío en el ánimo de los más jóvenes. En el segmento por debajo de los 38 años, las expectativas positivas y el sentimiento de confianza y esperanza hacia el futuro ronda apenas el 12 por ciento. El resto siente incertidumbre, desconfianza y preocupación. El caso de los mayores es apenas un poco menos grave, pero la visión esperanzada de los “viejos” tampoco supera el 20 por ciento: aun los más “curtidos” en fracasos de la Argentina la ven negra.
¿En qué te han convertido, Argentina?
Parafraseando la famosa pregunta en el debate electoral de Mauricio Macri a Daniel Scioli, el sondeo de Taquion muestra un empeoramiento tan notable del humor social que se refleja en las ganas de emigrar de los argentinos. El caso de los más jóvenes es, previsiblemente, el más alarmante: el 85 por ciento de la Generación Z, que hoy tienen menos de 25 años, preferiría emigrar, si tuviera la oportunidad.
En el caso de los millennials -de 25 a 38 años- es el 75 por ciento. La generación siguiente, llamada en la jerga sociológica “X”, de 39 a 55 años, también preferiría emigrar, si pudiera, mayoritariamente: el 64 por ciento. Solo los “Baby Boomers”, de más de 56 años -que por edad la tendrían más difícil para reiniciar sus vidas en otro país- prefieren mayoritariamente quedarse.
No hay encuestas de opinión pública en Ucrania en estos momentos de guerra, y ya más de dos millones de ucranianos -5 por ciento de su población- buscó refugio de las balas en el exterior en dos semanas de guerra.
Pero el humor social argentino se parece al de una sociedad en guerra con su clase dirigente: la desconfianza en los políticos, los sindicalistas y la justicia ronda el 85 por ciento. Cuando el diputado libertario Javier Milei ataca en sus discursos a “la casta política” está llegando al corazón y la mente de la gran mayoría de los argentinos.
De hecho los votantes que llevaron a los liberales a la Cámara de Diputados en las últimas elecciones legislativas son los que se manifiestan más proclives a emigrar: el 88 por ciento de los votantes liberales manifestó deseos de irse del país.
El único segmento en el que los sueños de poder irse de la Argentina son minoritarios es el de los votantes del Frente de Todos en las elecciones legislativas del año pasado. Aún así, no son pocos los propios electores del oficialismo kirchnerista que preferirían emigrar, si pudieran: el 42 por ciento.
Obvio: son pocos los que finalmente se animan a dar el paso de dejar el país por falta de capital y oportunidades. La mayoría de los casos de emigración de los últimos meses fue de empresarios, familias de clase media alta y jóvenes profesionales con buena demanda laboral en el exterior.
La falta de expectativas abarca a todos
Para comparar y evaluar en perspectiva la opinión pública argentina con el resto del mundo, valga la última encuesta de la consultora francesa Ipsos en Estados Unidos para la cadena de noticias ABC News: semanas antes de la guerra, decepcionados por la gestión del presidente Joe Biden, las expectativas optimistas de los estadounidenses habían bajado de 64 a 45 por ciento contra los primeros meses de su mandato.
Para Ipsos, los norteamericanos están “muy pesimistas”. Recordemos: apenas el 16 por ciento de los argentinos ve un futuro promisorio.
Este diagnóstico sombrío de la opinión pública argentina interpela por igual a gobierno y oposición, porque los votantes ya no esperan nada del gobierno del presidente Alberto Fernández, pero tampoco esperan demasiado de la oposición de Juntos o Juntos por el Cambio.
El mandato del presidente Mauricio Macri terminó en una nueva frustración para los argentinos, y en los más de dos años que pasaron desde que el anterior gobierno se convirtió en oposición, ninguno de sus líderes presentó un plan o una visión de futuro del país distinta que pudiera regenerar las expectativas de los argentinos.
En la “previa” al triunfo de Macri, en 2015, los argentinos estaban muy descontentos con el gobierno de Cristina Kirchner, pero veían su futuro con mejor ánimo: no había una epidemia de deseo de emigración y -mucho menos- en los más jóvenes.
¿Se puede vaticinar en base a ese descontento con la “casta política” que lo más probable sea que en 2023 el candidato con más chances sea el economista despeinado Javier Milei?
Del gobierno se puede esperar poco, si aun consiguiendo el voto en el Congreso para acordar una renegociación de la deuda con el FMI, no se anima a esbozar siquiera un mínimo plan económico propio.
Pero la oposición tampoco se atrevió hasta ahora a presentar ese plan que podría regenerar algo las expectativas negras de los argentinos. Uno de los motivos de ese inmovilismo opositor que impide ofrecerles a los argentinos una visión de futuro más alentadora se debe a que es una fuerza política demasiado diversa y, como falta mucho para que diriman sus candidaturas de cara a las presidenciales de 2023, no se animan a unificar un proyecto.
Pero también hay otro impedimento en la oposición para ofrecerles a los argentinos un panorama que les mejore un poco el ánimo: presentar un plan implicaría admitir hoy que en el mandato anterior de Cambiemos, el presidente Macri no lo tuvo. Y como el propio expresidente todavía no se animó a llevar la autocrítica hasta el nivel de admitir que no tenía plan, ninguno de sus colegas y rivales internos se anima a desairarlo. Ningún potencial candidato opositor se atreve a decir “yo tengo el plan que le faltó a Macri”.
Para peor, muchos asesores de marketing político de la oposición están convencidos de que los candidatos no deben presentar planes económicos, tal como postulaba siempre el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba. “A nadie le interesa escuchar planes económicos”, sostenía.
Quien asesore a la oposición para la campaña electoral 2023 deberá rever esas teorías: las generaciones más jóvenes, que quieren emigrar, son las que más les reclamaron ideas y planes a los candidatos en las últimas elecciones.
Justamente fueron esos jóvenes los que votaron masivamente por el economista Milei en la ciudad de Buenos Aires: si no consigo emigrar, por lo menos quiero que mi país se parezca un poco más a esos países a los que me iría a vivir, sostienen.
Por eso los consultores que trabajen para oficialistas y opositores que quieran ganar en las presidenciales del año próximo deberán a toda costa procurar sacar al humor social argentino del default.