Lo que empieza mal es difícil que termine bien. El 18 de mayo 2019 Cristina dijo: “Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos; él como candidato a presidente, y yo, como candidata a vicepresidente". Raro, desconcertante. Políticamente astuto.
Parece irracional que en este caso la Nº 2 elija por su cuenta, sin consultar al partido al que dice pertenecer, a su candidato a presidente. Pero es lo que sucedió. Cristina había probado, sin suerte, separarse del peronismo y mandarse por su cuenta. No le alcanzó.
De ahí la presidencia de Alberto Fernández. Se supone que siendo Alberto un gran operador judicial, político y periodístico (lo fue con Néstor Kirchner) le podría solucionar a Cristina sus muchos problemas con la justicia. Y además, se supone, que se le exigía sumisión absoluta.
Hasta ahora ninguna de las dos cosas sucedió. Alberto se desespera por caerle bien a Cristina, pero ella sigue con problemas judiciales, aunque lo obligó a desprenderse de su muy querida compañera de facultad y socia en el estudio como ministra de Justicia, Marcela Losardo.
Losardo fue una razonable ministra, pero no le solucionó ningún problema a Cristina. Resultado, Alberto obedeció y ahora el ministro de justicia es Martín Soria, nombrado por Cristina. La vice reta públicamente al Presidente. Alberto se ríe y trata de hacerse el gracioso.
No alcanzó. Después de las PASO que fueron terribles para el gobierno, CFK le ordenó a su gente en el gobierno, excepto a las que manejan cajas importantes, que renunciaran de mentira. Alberto sumisamente negoció, al único que defendió fue a Santiago Cafiero.
Cafiero fue a parar a cancillería para vergüenza del país. CFK escribió una carta que se hizo pública acusando a Alberto de la derrota electoral. Y pareció que las relaciones se rompían para siempre. No se hablaban, se mandaban mensajes por terceras personas.
Una situación incómoda, que con el tema del FMI se volvió insostenible. Alberto, y el 80% del país, entendían que había que negociar con el FMI cuestión de no car en default. Cristina y su 30% optaban por el default, soñando con la ayuda económica de Rusia y de China.
Alberto, sumiso, intentó conseguir esa ayuda en Rusia y en China. Rusia estaba por invadir Ucrania y China es demasiado hábil comercialmente y sólo presta en yuanes, que sólo sirven para comprarle insumos… a China. Volvió de su viaje a esos países con las manos vacías.
El acuerdo con el FMI era imprescindible. Las condiciones únicas, casi no exigen nada de lo que normalmente exigen. Mamá Cristina ordenó a su hijo Máximo que renunciara a la presidencia del bloque del FdT. Máximo lo hizo y se quedó en su banca. Necesita los fueros
Cristina debe, para conservar su núcleo duro, alejarse de todo lo que tenga olor a EEUU y el FMI. Su núcleo duro, ese mítico 30%, ¿no sabe que el FMI no es un banco, que está conformado por más de 180 países, entre ellos la Argentina? China es el 3º aportante del FMI.
La votación por el acuerdo con el FMI en diputados salió con más votos de la oposición que del FdT. La Cámpora y sus 35 diputados votaron en contra y en el senado 13 senadores de la Cámpora y cristinistas, también votaron en contra. Cristina abrió la sesión y se retiró.
El cristinismo quiere hacer muy evidente que no tiene nada que ver con el acuerdo con el FMI. Es decir, el inevitable ajuste que viene, aunque no tiene que ver con el FMI, al gobierno no le queda más remedio que ajustar, la realidad se impone. CFK no quiere quedar pegada al ajuste. Piensa en el 2023.
La situación entre el Presidente y su Vice es de una tensión insoportable. Los medios enloquecidos hacen cálculos sobre la próxima ruptura. Calcularon que sería a través de una carta de CFK el 24/3, algo que no sucedió. Se preguntan para cuando la ruptura.
El 24/3 la Cámpora hizo una impresionante y multitudinaria muestra de poder. El “Cuervo” Larroque, figura emblemática de la Cámpora, aclaró públicamente que Alberto había sacado en la elección del 2019 sólo un 4% del total del 48%. Y si Massa sacó el 10%, el 34% restante fueron votos de Cristina.
Cuestión que el Presidente sepa quién es la socia mayoritaria de esta extraña pareja gubernamental. Un claro mensaje a Alberto para que se entere a quien le debe obediencia ciega. Hay momentos, escasos, en que el Presidente parece asumir su cargo. En general no lo hace.
La Argentina toda se pregunta, ¿romperán hoy, mañana, cuando el FMI desembarque acá? Preguntas inútiles para llenar líneas y saturar espacios radiales y televisivos. No pueden romper, se odian, probablemente piensen distinto, pero se necesitan. Alberto para sostener su precaria gobernabilidad. Ella con la esperanza de solucionar sus problemas judiciales.
Cristina juega con la idea de desdoblar las elecciones. Las presidenciales se dan por perdidas en el Instituto Patria. Pero al anticipar la elección en la provincia de Buenos Aires a la nacional, CFK, aprovecharía el conurbano que le responde y se presentaría como candidata a senadora. Serían 6 años más de fueros.
No van a romper. Van a seguir ignorando la pobreza, la inseguridad, copiando al fallido *Diocleciano en materia de inflación, alejándose de los reales problemas de la gente y jugarán al “te esmerilo el poder”, todos los días. Y así hasta el 10/12/2023.
Una pregunta inquietante. Si las encuestas en el mundo entero se vienen equivocando desde hace tiempo (deben cambiar el sistema con el que preguntan) ¿hay que creer que Cristina tiene un 30% de votos asegurados?
El planeta compró las invencibles FFAA rusas. Putin estaba convencido que todo el Donbass ucraniano y ruso parlante, iba a recibir a su ejército con alegría. Ya hace un mes que invadieron Ucrania, y ésta sigue en pie. La realidad tiene la costumbre de derribar mitos y leyendas urbanas. Volviendo a CFK, ¿tiene a pesar de todo un 30% de intención de voto?
*Diocleciano, emperador romano entre 284 y 306, dC, famoso por el llamado Edicto Diocleciano del año 301, que congeló más de 1.000 precios para frenar la inflación. Fracasó.