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Fundamentalismo islámico en América Latina

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PARTE II
PARTE II

 

La red venezolana

    Volviendo a la infiltración del terrorismo islámico y los enviados iraníes en Venezuela, sumados a los elementos radicalizados de otro signo, y a la buena acogida y respaldo que les brinda el gobierno de Hugo Chávez, retomaremos otra parte del trabajo de Kenneth Rijock sobre la cuestión.
    En tal sentido señaló que el 11 de septiembre de 2001, en las oficinas de los ejecutivos de un importante banco de Venezuela ubicado en la isla Margarita, de acuerdo a lo reportado por varios testigos, el champán fluía en forma abundante. El motivo: los ataques terroristas de ese día a las Torres Gemelas. De esa forma los banqueros, quienes estaban implicados en canalizar dinero a conocidos grupos terroristas en el Medio Oriente, celebraban morbosamente el “éxito” de Al Qaeda ese luctuoso día.
    Rijock indica que las acciones emprendidas por ese banco para apoyar organizaciones terroristas a través del financiamiento de sus actividades nunca se penalizaron con sanciones de la OFAC (Office of Foreign Assets Control-Oficina de Control de Activos Extranjeros), o con cualquier otro tipo de sanción por parte de ese país. La OFAC es una dependencia adscripta al Departamento del Tesoro de Estados Unidos que administra y hace cumplir las sanciones económicas y comerciales contra países extranjeros señalados, terroristas, traficantes internacionales de narcóticos, y aquellos involucrados en actividades relacionadas con la proliferación de armas de destrucción masiva. Mantiene un listado de individuos, países y organizaciones de todo tipo (comerciales, políticas, militares, etc.) que son objeto de sanciones por parte del Departamento del Tesoro. Este listado se conoce popularmente como la Lista Clinton. Si una organización establece relaciones comerciales o políticas con uno de los entes señalados en la lista se expone a formar parte de sofisticadas redes de lavado de activos y/o financiación del terrorismo; también se expone a sanciones y vetos.
    Al respecto Rijock se pregunta: “¿Por qué Estados Unidos es renuente a enfrentar a Hamas, Hezbollah, ETA y sus financistas en Venezuela y el Hemisferio Occidental?; ¿es como declaró el ex titular de la Reserva Federal, Allan Greenspan, que todo es por el petróleo?; ¿asusta a Estados Unidos que Chávez suspenda el suministro petrolero?”. Preguntas hasta ahora incontestables, obviamente, por parte del gobierno de Bush.
    Siguiendo con su reporte, Rijock se refiere a las operaciones de Hamas y Hezbollah en el Hemisferio Occidental: “Ellos están haciendo dinero a través del tráfico de drogas, la venta de armas, el contrabando de personas y otras diversas actividades ilícitas, todo lo cual eventualmente redunda en que las ganancias de todos estos delitos eventualmente son enviadas a sus comandantes en el Medio Oriente”. Otro punto señalado es la emisión masiva de documentos de identidad venezolanos (cédulas y pasaportes) a radicales islámicos a quienes se les permite entrar al país. El consulado de Venezuela en Maicao, Colombia, ha sido reportado como el que provee estos servicios a un gran número de personas en tránsito desde el Medio Oriente hacia destinos desconocidos. “La próxima vez que usted se encuentre con un venezolano que no hable español, usted podría estar viendo a un terrorista en persona”, afirma Rijock.
    Luego señala que Venezuela ha servido por largo tiempo a los terroristas como punto de transición para entrar a Estados Unidos, y como un refugio para sospechosos de terrorismo que huyen de este país luego de despertar el interés de las autoridades. Esto incluye a sospechosos bajo la mira del FBI, a lo cuales se les considera conectados con la voladura del World Trade Center.
    Por otra parte, el investigador sostiene que también los terroristas de la organización separatista vasca ETA solicitados en España han encontrado un puerto seguro en Venezuela, país que actualmente les paga 600 dólares a la semana para todos sus gastos, e indica: “Ellos no se ganan ese dinero de ninguna manera, no tienen que trabajar, el dinero es pagado pura y simplemente para su sustento mientras viven libremente en el país”.  
    Finalmente, brinda algunas referencias sobre Carlos Lanz Rodríguez, el funcionario venezolano que refugió a Mustafá Setmarian Nacer, el Pelirrojo, en el estado de Bolívar. Lanz Rodríguez, ex comisario de la DISIP y actual presidente de la compañía estatal ALCASA, como señalamos anteriormente, formó parte del denominado Grupo de Comando Revolucionario, fuerza armada de la Liga Socialista que el 27 de febrero de 1976 secuestró y tuvo cautivo por más de tres años, en lo que se considera el secuestro más largo de la historia venezolana, al industrial norteamericano William Niehaus, por quien se pidieron 700.000 dólares de rescate, y que finalmente fue liberado por la policía en junio de 1979.
    Para complementar este cuadro sobre el fácil tránsito y refugio que encuentran los militantes islámicos radicalizados en Venezuela, podemos agregar detalles que acabamos de obtener de fuentes confidenciales de ese país.
    Por ejemplo, uno de los jefes de las milicias de Hamas, a quien se conoce con el apodo de “Waly”, tiene su “cuartel” en la ciudad de Barquisimeto, capital del estado Lara, y actualmente trabaja como asesor del gobernador Luis Reyes Reyes.
    Más atrás en el tiempo, nos trasladaremos hacia el aeropuerto internacional Simón Bolívar, cuando el 8 de marzo de 2002, a las 21.29 horas en el vuelo 397 de la compañía Delta Airlines, llegaba Hakim Mamad Alí Diab Fattah. Este árabe nacido en Venezuela había sido objeto hasta hacía poco de vigilancia internacional, ya que había tomado lecciones de vuelo en dos escuelas de Nueva Jersey a las que asistía Hani Hanjour, quien estrelló el avión del vuelo 77 de American Airlines contra el edificio del Pentágono el 11 de septiembre de 2001. El FBI había arrestado a Fattah en Estados Unidos y lo deportó, tras descubrir que utilizaba documentos de identidad falsos.
    Miembros de alto nivel de los servicios de inteligencia de Venezuela actualmente han arrojado cierta luz sobre ese misterio. El general Marcos Ferreira, quien había renunciado por entonces a su cargo en la Dirección de Extranjería (DEX), señaló que la DISIP recogió a Fattah directamente en el avión y lo escoltó hasta un vehículo estacionado en la pista. De acuerdo con algunos funcionarios de seguridad, Fattah representa la punta del iceberg que indicaría que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, estaría conectando redes terroristas internacionales con los servicios de seguridad del país, el sistema financiero y las corporaciones estatales, como parte de sus planes para transformar a Venezuela en una base terrorista.
    Miles de terroristas árabes, así como narcoguerrilleros colombianos, son protegidos por la DISIP, cuerpo que está a su vez bajo el control de la DGI (Dirección General de Inteligencia) cubana, de acuerdo con miembros de la inteligencia venezolana. Mientras tanto, diplomáticos europeos en Caracas confirman que ciudadanos cubanos operan las secciones clave de contraterrorismo y de análisis de inteligencia de la DISIP.
    En tal sentido, el general Marcos Ferreira manifestó a la revista norteamericana “Insight on the News” que “abandoné mi cargo cuando me cansé de hacer el trabajo sucio para Chávez, con los cubanos vigilándome por encima del hombro”, afirmando que el ex ministro de Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacón, y otros colaboradores del presidente lo presionaron en reiteradas ocasiones para “lavar” documentos de identidad de terroristas y narcotraficantes que estaban de tránsito en Venezuela. Asimismo, señaló que tenía órdenes de engañar a las autoridades estadounidenses en cuanto a las actividades de una red financiera del Hezbollah, cuyos archivos fueron solicitados por el FBI tras los atentados del 11-S.
    Según Ferreira, Chávez giró instrucciones para destruir los registros de diez recaudadores de fondos de Hezbollah, que presuntamente realizaban transacciones financieras dudosas en las islas de Margarita, Aruba y Curazao y en las ciudades de Maracaibo y Valencia. El presidente venezolano también disolvió unidades militares clave contra el terrorismo al despedir a 16 funcionarios de inteligencia, altamente experimentados y formados en Estados Unidos, para la época de los atentados terroristas en Nueva York y Washington. Una líder de los círculos bolivarianos, Lina Ron, celebró el acontecimiento con la quema de la bandera estadounidense, en el centro de Caracas.
    Algunos informes de la investigación, rescatados de documentos quemados y mostrados a “Insight on the News”, especifican que dos de los sospechosos buscados por el FBI -Fathi Mohammed Awada (cédula de identidad V-6.282.373) y Hussein Kassine Yassine (cédula V-6.293.922)-  retiraron 400.000 dólares de una sucursal del Banco Confederado, en Isla Margarita, antes de trasladarse al Líbano en diciembre del año 2001. El informe concluye que los individuos estaban “incursos en transacciones dudosas, que validan las sospechas del gobierno estadounidense”. Las transferencias de dinero nunca fueron registradas por el superintendente de bancos, un funcionario designado por Chávez.
    Fuentes de inteligencia conocedoras del encubrimiento expresan que Chávez retiene información sobre los árabes, algunos de los cuales fueron importantes colaboradores financieros de su campaña presidencial. El informe también menciona a Nasser Mohammed al Din, descripto como un poderoso empresario y amigo personal de Chávez, en cuya casa de Isla Margarita el presidente permanece en sus frecuentes visitas a esa isla, que siempre fue uno de sus lugares favoritos para las reuniones privadas con el líder cubano Fidel Castro.
    La Isla Margarita parece ser el centro de una vasta red financiera terrorista, que se extiende por el Caribe hasta Panamá y las Islas Caimán, donde tres afganos que viajaban con pasaportes falsos paquistaníes fueron arrestados cuando entraban desde Cuba con 200.000 dólares en efectivo, en agosto de 2001. De acuerdo con las autoridades coloniales británicas, en los esfuerzos por lavar dinero a través de los bancos de las Islas Caimán también estaban implicados empresarios árabes.
    Los vínculos de Chávez con el terrorismo internacional datan de los días de su sangrienta rebelión militar, en 1992, contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, en la cual resultaron muertas cerca de 100 personas. Después de ser recibido con honores en La Habana por Castro, Chávez se trasladó a Trípoli y a Bagdad. “Regresó con mucho dinero para formar su Movimiento Bolivariano Revolucionario y lanzarse como candidato a la Presidencia”, señala el coronel Pedro Soto, partidario del mandatario por esa época. Posteriormente Chávez realizó visitas de Estado a Libia, Irak e Irán en febrero de 2001 y firmó acuerdos de cooperación con Muhammar Khaddafi, Saddam Hussein y los mullahs en el poder de Teherán.
    Un análisis de los archivos de la DEX mostrados a “Insight in the News” indican que sólo en 2001 y 2002 se entregaron 3.799 documentos de identidad venezolanos fraudulentos, de los cuales 1.745 fueron emitidos a través del puesto fronterizo de San Antonio. Al verificar los números repetidos de los documentos, el general Ferreira determinó que se habían entregado 2.520 cédulas falsas a colombianos, y que el segundo grupo más grande, de 279, fueron para árabes, a los que invariablemente se describió como “sirios”.
    Ahora que los leales a Chávez y los asesores cubanos han tomado firmemente el control de los servicios de inteligencia venezolanos, es muy poco probable que se hagan mayores esfuerzos por realizar un seguimiento de los portadores de documentos fraudulentos. Posiblemente, miles de terroristas con documentos falsos podrían formar parte en este momento de lo que las fuentes de seguridad informantes describen como una “fuerza paralela” que Chávez estaría formando, tanto para afianzar su poder en Venezuela como para colaborar a difundir el terrorismo por todo el hemisferio occidental.
    El 3 de octubre de 2006 la policía hizo detonar dos artefactos explosivos que poco antes había dejado, a uno y otro lado del edificio de la embajada de Estados Unidos en Caracas, un militante de Hezbollah-Venezuela. Uno de los artefactos estaba colocado en el estacionamiento de la embajada y el otro al lado de una escuela. La detonación hizo aparecer panfletos de esa organización, a manera de publicitar la “presentación en sociedad” de la misma. El portador de los explosivos fue rápidamente detenido ya que rondaba por el lugar, esperando las explosiones, y algunos testigos lo denunciaron por haberlo visto muy nervioso. Se trataba de un estudiante en una universidad “bolivariana”, José Miguel Rojas Espinosa, de 24 años de edad y practicante de la religión musulmana, sobre quien Hezbollah-Venezuela hace referencia como “el primer mujahidin, un ejemplo de fuerza y dignidad por la causa de Alá, el primer prisionero de guerra del Movimiento Islámico Revolucionario en Venezuela”.
    En la mochila que portaba este “mujahidin” se hallaron libros de religión islámica, cables, detonadores, envases con pólvora negra y otros elementos para armar explosivos, y en los allanamientos realizados en su domicilio se encontró además documentación de la organización, entre ella textos llamando a la Yihad en América Latina y otros firmados por el líder de Hezbollah en la región, Teodoro Darnott, que reproduciremos más adelante. También se encontraron diagramas y explicaciones sobre cómo armar otros explosivos con tecnología casera, aptos para el combate y atentados urbanos, como uno fabricado con una garrafa de gas, allá denominada “bombona”, a la que se le adosa un detonador para hacerla explotar y es llamada “cilindro bomba”.
    La fecha elegida para la colocación de los artefactos explosivos no es casual. Sus autores pretendieron evocar otro 3 de octubre de algunos años antes, cuando militantes de Hezbollah dinamitaron en Beirut las barracas de los “marines” norteamericanos destacados allí, matando a muchos de ellos.
    Es que los mujahidines son muy afectos a los aniversarios.


Nicaragua y países vecinos

   
En pocas semanas se sucedieron distintos ejemplos del avance de radicales islámicos en otro país cuyo gobierno se cuenta entre los predilectos de Hugo Chávez para sumarlo a la “revolución bolivariana” y a quien, como a otros, dispensa grandes cantidades de ayuda económica y tecnológica en la superficie, y maletas rellenas de dólares de contrabando: Nicaragua.
    Este país gobernado por el sandinista Daniel Ortega, alguien a quien Chávez ha incorporado a su grupo de amigos latinoamericanos dilectos conformado también por el líder cubano Fidel Castro, el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Rafael Correa y el argentino Néstor Kirchner, ha recibido a fines de julio de 2007 a tres ciudadanos libios sin visa provenientes de Venezuela.
    Se trata de Fahti Ahmed Agnijiyoua, Gadmour Mayloud Mofthahim e Ittaieb Jumaa Hussain, quienes obtuvieron ese desusado beneficio gracias a los buenos auspicios de la Directora General Consular, Lotty Bendaña Vogel, quien envió una notificación “urgente” a la Directora de Migración y Extranjería, María Antonieta Novoa, para que autorizara el ingreso sin visa de esos tres ciudadanos libios que arribarían el 28 de julio de 2007 a través del itinerario Caracas-Lima-Panamá-Managua. Una copia de esa notificación –y así figura al pie de la misma (ver más abajo)- fue remitida al secretario privado del presidente para Asuntos Internacionales, Mohamed Lashtar, también de origen libio, y reproducida por el diario nicaragüense “La Prensa”, que en forma reiterada solicitó una entrevista a la Directora General Consular sin que hasta el momento obtuviera respuesta alguna al requerimiento.
    No deja de resultar llamativo que precisamente Mohamed Lashtar sea uno de los contactos que figura en nuestra nota de marzo de 2007 titulada “¿Ayuda nuclear de Argentina a Irán?-El largo viaje de un reactor atómico”, donde entre otras cuestiones nos referíamos a la realización de un Encuentro Latinoamericano y Caribeño de  Trabajadores Nucleares realizado en México en septiembre de 2005 con la participación de delegaciones de Argentina, Cuba, Venezuela y México, nota de la cual reproducimos el siguiente segmento: “Al cabo de dicho encuentro, las delegaciones de los cuatro países declararon, entre otros conceptos, su decisión de “establecer una coordinación que enlace a todos los trabajadores latinoamericanos de la tecnología nuclear, como primer paso hacia una Federación Latinoamericana de Trabajadores Nucleares; establecer una comunicación permanente que permita el intercambio de experiencias en aplicaciones nucleares, ‘tanto energéticas como no energéticas’; intercambiar experiencias en la generación de energía por reactores nucleares. Lo llamativo de la cuestión -aparte del interés de venezolanos y cubanos por introducirse en los vericuetos de la energía nuclear de la mano de un país más experto en la materia como Argentina-, son las comunicaciones que después del último encuentro se cursaron a muchos contactos de otros países. En tal sentido, pudo saberse que se dirigieron correos electrónicos, entre otros, a individuos identificados como: Mohamed Lashtar; Prakash Key; Gamal Khalifa (estos tres de indudable origen islámico); Bo Lindblom (sueco); Michel Lowy (francés); y Zbigniew Kowalewski (polaco); así como también a miembros del gobierno venezolano, a algunos destinatarios de España y, en Argentina, a la Corriente Patria Libre y al Movimiento Liberación, ambas organizaciones marxistas ligadas entre sí”.  
   
Esos correos electrónicos fueron remitidos al término del citado encuentro en México, en septiembre de 2005. Mohamed Lashtar ya fue mencionado como el secretario privado de Daniel Ortega para “Asuntos Internacionales”. Según pudimos averiguar, Prakash Key sería una compañía dedicada a la manufactura y venta en el rubro hardware, con sede en Bangalore, capital del estado de Karnataka, en la India.
    En cuanto a Gamal Khalifa, cuyo nombre correcto sería Jamal, las averiguaciones practicadas nos permitieron obtener –sin confirmar hasta el momento si se trata de la misma persona- que era uno de los cuñados de Osama Bin Laden, el líder de Al Qaeda. Jamal Khalifa había conocido a Bin Laden en la década de 1970 en la Universidad de Yeddah, Arabia Saudita, y fue con él a Afganistán para combatir a las tropas soviéticas. Tras su regreso Bin Laden arregló el matrimonio entre su compañero y una de sus hermanas.
    El 30 de enero de 2007 Jamal Califa fue asesinado mientras dormía en su residencia de Madagascar por un grupo de unos 30 hombres armados que le robaron además todas sus pertenencias. Probablemente entre éstas se encontraría una fortuna en diamantes, ya que Jamal explotaba y comercializaba piedras preciosas. Casualmente una de
formas de transacción utilizada por Al Qaeda desde que sus fondos bancarios fueran investigados y congelados por Estados Unidos y sus aliados.
    Por otra parte Jamal Khalifa, junto a Ramzi Youssef –autor del primer atentado al World Trade Center en 1993 que está cumpliendo una condena en Estados Unidos-, fundó en Filipinas, en 1991, una célula de Al Qaeda denominada Abu Sayyaf, en cuya creación también había participado Abubakar Janjalani, otro amigo personal de Osama Bin Laden y compañero de ruta de éste en sus andanzas por Afganistán. Janjalani fue abatido por la policía filipina en 1998. Cabe señalar que Filipinas era uno de los principales puntos de blanqueo de dinero para financiar organizaciones terroristas como Al Qaeda, hasta que Manila cambió la legislación bancaria por la presión de Washington tras el 11-S. De hecho, Jamal Khalifa también era requerido por el gobierno filipino, de allí probablemente que encontrara un refugio más seguro en Madagascar, hasta que finalmente halló allí la muerte (Continuará).

Carlos Machado

 

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