Pocas imágenes grafican mejor el momento que atraviesa el presidente Alberto Fernández, y su gobierno en general, que las que lo mostraron el jueves pasado en el lanzamiento de la obra del gasoducto troncal, en Vaca Muerta. Casi arrastrado por un temporal de viento, despeinado, con frío y rodeado, sino de enemigos, de oficialistas que no lo reconocen como su jefe directo. Anunciando una obra que interrumpió al llegar porque había licitado el gobierno anterior y que encima inaugurará la próxima administración.
Y si queremos ir más lejos, ese fue un detalle más de un gobierno en el que a nadie se le ocurrió reprogramar el acto en un espacio cerrado cuando el pronóstico del tiempo adelantaba lo que después todos vieron.
Fue una anécdota de la que el mismo Alberto F. se reirá quizá en el futuro, pero no es el modo como debe ser visto un presidente en esas circunstancias.
Debería tenerlo claro, cuando un día antes se presentó en José C. Paz, en un escenario amigo que le montaron para aumentar su autoestima y donde hizo caso a la recomendación de “mostrarse más enérgico”. “¡Un carajo estamos perdidos!”, exclamó y repitió en referencia a 2023. Si hasta la imagen, captada por celular, aumentaba la sensación de endeblez.
No parecía el presidente estar hablándole a la oposición. Más bien la advertencia parecía dirigida a Cristina Kirchner y su hijo Máximo, con el que dicen que la relación no tiene vuelta atrás.
Esos mensajes dirigidos a los propios son casi inéditos tratándose de un gobierno. Pero si vamos un día más atrás, al martes, ese trasfondo también se le podrá encontrar al anuncio del ministro Martín Guzmán del paquete de bonos para reforzar ingresos. Con el presidente sentado a su derecha, el jefe del Palacio de Hacienda habló de “recuperación económica”, buscando difundir un mensaje de optimismo que la realidad desautoriza. Ante un auditorio cuyos rostros denotaban una sensación muy distinta.
El ministro de Economía voló después a Washington para reunirse el viernes con Kristalina Georgieva, tras cuyo encuentro aclaró que “las metas fiscales no se van a cambiar”. Si ya tenía motivos para viajar preocupado, se llevó más dudas al saber datos de la inflación de abril. El ya anunció antes de que se confirmara el récord de marzo que ese sería el índice más alto del año, y que a partir del segundo trimestre el costo de vida tendería a la baja. No es lo que le confirmó el titular del INDEC en la semana. Parece que se viene un índice cercano a los 6 puntos.
Todos auguran una inflación anual superior al 60%; y lo que es peor, muchos economistas sugieren que hoy esa la base. Las paritarias de los gremios más poderosos están rondando esa cifra. Es el camino que abrió el Sindicato de Comercio, con el 59,5% acordado. Se trata de la actividad privada más numerosa, con 1,2 millones de trabajadores y cuyo parámetro alcanzado buscarán replicar los principales gremios cegetistas en las próximas semanas.
En un contexto económico tan crítico, la política apareció plantada en un mundo lejano cuya discusión estuvo centrada toda la semana en torno al Consejo de la Magistratura. La jugada sorpresiva de Cristina Fernández de Kirchner sorprendió a propios y extraños y le generó un triunfo pírrico de un vuelo no muy elevado. Porque de confirmarse los cargos como oficialmente se anuncian, el Consejo de la Magistratura seguirá empatado: mucho desgaste para tan poca compensación. Veremos.
La realidad es que conforme los parámetros cristinistas, la jugada se mantuvo en la máxima reserva hasta último momento, y solo trascendió la noche del martes porque algunas listas de los nuevos bloques comenzaron a circular y fue así que el presidente del ahora interbloque Frente de Todos se vio obligado a confirmar la movida. Si no se hubiera anunciado al día siguiente, en conferencia de prensa en horas de la mañana.
Un senador que quedó en el bloque más grande confesó que se enteró de la partición de su bloque a las 23.30 del martes. Eso sí, el esmero puesto en los números como quedarían ambos bloques no fue el mismo que con los nombres de los protagonistas. La consigna era poner de un lado a los senadores que tuvieran gobernadores propios, y del otro a los senadores más afines al Instituto Patria. Según ese esquema, el jujeño Guillermo Snopek pasó a revistar en Unidad Ciudadana; lo mismo que el chubutense Carlos Linares, o la neuquina Silvia Sapag, muy identificada en su caso con CFK. El salteño Sergio “Oso” Leavy no tuvo problemas en dejar el bloque de José Mayans, pero nadie objetó que la santacruceña Ana María Ianni se quedara en el bloque referenciado en la vicepresidenta.
El que no quiso saber nada con cambiar de bloque fue el correntino Carlos “Camau” Espínola, que rompe la regla pues el gobernador de su provincia es radical.
Muy kirchnerista, la chaqueña María Inés Pilatti Vergara pasó al Frente Nacional y Popular, dijeron que porque su gobernador es Jorge Capitanich. Pero en realidad es porque ella ya es consejera de la Magistratura, por la mayoría. Lo mismo que Mariano Recalde, quien sin embargo figuró originalmente en el bloque Unidad Ciudadana. Camporista de la primera hora, siendo consejero por la mayoría no podía estar en UC, creada para oficiar como segunda minoría. Después de ser corrido Recalde al Frente Nacional y Popular, se anunció que el representante por la segunda minoría sería el rionegrino Martín Doñate, y en lugar de Recalde fue la puntana María Eugenia Catalfamo al bloque K.
En Diputados para muchos fue un acting el planteo hecho por el jefe del bloque oficialista, Germán Martínez, contra la decisión del presidente de la Cámara de oficializar a la radical Roxana Reyes como representante de la segunda minoría. Porque en realidad Sergio Massa no tenía mayor margen de maniobra. Diputados no es el Senado, donde las cosas hoy están más parejas, pero el oficialismo mantiene una ventaja indescontable. Massa no tenía mucho más para hacer y mucho menos podía partir el bloque. En cambio con su resolución mantiene la línea alcanzada cuando el acuerdo con el Fondo, y de paso hasta podría llegar a sumar cierta discordia en el seno de Juntos por el Cambio, al salir favorecido el radicalismo y no el Pro.
La pregunta del millón es si Unidad Ciudadana volvió para quedarse y tal vez representar una división del Frente de Todos en general y el peronismo en particular. Hay quienes se aventuran a anticipar una réplica de la fractura en Diputados para noviembre, cuando deban elegirse los consejeros en su totalidad. En el Senado, quedarían igual: dos senadores para el oficialismo por la mayoría y uno más por la segunda minoría, tres en total; contra un radical por la primera minoría. En Diputados hoy el oficialismo tiene un solo representante, JxC dos y el interbloque Federal el restante.
Si las cosas se mantuvieran así para noviembre, el Frente de Todos podría quedarse con dos consejeros por la mayoría, el Pro con uno por la primera minoría y la UCR el restante por la segunda minoría. Pero si el FdT también se partiera, alumbrando un bloque grande de -por ejemplo- 70, y otro de 48, sería mayoría y segunda minoría. Se quedaría así con 3 consejeros y el Pro retendría el restante.
Esto se resolvería aprobando una ley que diera certezas en una cuestión como se ve tan “maleable” como la elección de consejeros en ambas cámaras. Para eso habría que introducir cambios en la media sanción proveniente del Senado. El camporista Martín Doñate se mostró dispuesto a aceptar cambios en el texto aprobado en el Senado, pero JxC no quiere saber nada. Si se aprobara un proyecto con mayoría simple, el Senado podría ratificar el texto original por la misma mayoría simple que hoy ostenta. Y no hay visos de que se vayan a poner de acuerdo.
Consejera de la Magistratura, Graciela Camaño (interbloque Federal) se muestra a favor de la presencia de la Corte en la Magistratura, más no presidiendo. Eso no lo acepta Juntos por el Cambio, cuyo referente en la Magistratura, Pablo Tonelli señala que eso sería como “poner a Cristina en el Senado y pedirle que no presida”. Una fuente de la principal oposición advirtió contra una aprobación con modificaciones que se transformen en “una trampa cazabobos… Y acá no hay bobos, hay vivos…”, señaló a este medio.
Mientras tanto en el Senado el cristinismo arranca el tratamiento de un proyecto para ampliar la Corte Suprema. Tendrán número para aprobarlo, más no en Diputados. Movidas para buscar el beneplácito de los propios y cascotear a la CSJN. Lo mismo que el proyecto sobre “rentas inesperadas” anunciado por Martín Guzmán para financiar los bonos para reforzar ingresos, pero de cuyo texto nadie del oficialismo ha visto ni una línea. No lo aprobarán en Diputados y eso bien lo sabe el oficialismo. Pero está claro que la intención de anunciarlo fue tan solo mandar una señal al cristinismo, al que denuestan en privado, mas tratan de congraciarse en público.