Primer acto
El nuevo director de la AFI, Agustín Rossi, afirma que el misterioso avión fantasma venezolano con tripulación iraní varado en Ezeiza debe haber llegado a la Argentina en un vuelo de instrucción de manejo: “es una cuestión muy simple, le estaban enseñando a pilotear el avión, y me da la cuenta -más o menos- porque son cinco iraníes y 14 venezolanos. O sea, los iraníes estaban instruyendo a dos tripulaciones -más o menos- para ese avión”.
Más o menos entre sorprendido y más o menos entusiasmado, el periodista Pablo Duggan, de C5N, le preguntó en esa entrevista al aire y en vivo si esa era la información que tenía. El jefe de los espías argentinos, muy serio y sin sonrojarse, le contestó: “no, pero es una deducción mía”.
Segundo acto
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, en el marco de una conferencia sobre educación del Grupo Clarín en el museo MALBA, le dice a TN muy críptico que detrás del evento del misterioso avión sospechado internacionalmente de servir al terrorismo habría gente que pretende: “tapar la existencia de una tabacalera en Paraguay que es de un socio de un político argentino”.
Una forma un tanto enrevesada de involucrar al expresidente Macri con el expresidente paraguayo Horacio Cartés y tratar de insinuar que podría tener algo que ver con el misterioso avión, porque antes había aterrizado en Ciudad del Este, Paraguay.
Tercer acto
El jefe de Gabinete, Juan Manzur, consultado por los periodistas qué le parecía la apreciación del jefe de la AFI de que en el avión fantasma estarían dando clases de aviación, dijo nervioso: “Bueno, es la impresión de alguien que conduce un área importante del Estado”.
Tres tomas y falta de comunicación
No es de un capítulo de Los tres chiflados, sino tres tomas de la desopilante falta de comunicación de crisis en torno al vuelo sospechado que se descubrió por culpa de la niebla que lo obligó a desviarse a Córdoba antes de volar a Ezeiza. Irán, Venezuela, kirchnerismo: un combo siempre muy raro que requiere buena comunicación de crisis, si no se quieren generar muchas sospechas de cosas muy turbias.
Los expertos en comunicación de crisis tienen una suerte de “botiquín de primeros auxilios” para empresas o gobiernos que entran en problemas inesperados. Uno de los remedios es tener un comité de crisis en el que se sientan las autoridades y quienes serán los voceros más aptos ante los medios acompañados de todos los expertos y técnicos que necesiten.
Ese comité tiene que contar con la presencia de expertos en comunicación que pueden ayudar rápidamente a entender y anticipar qué preguntas tendrán los medios y cómo caerían determinadas respuestas ante las diversas audiencias.
El objetivo de ese comité es antes que nada recabar toda la información: lo peor que puede pasar en una crisis es no saber realmente qué está pasando y no tener todos los datos y que los medios tengan mejor información.
¿Rossi, el nuevo jefe de la inteligencia, estaba torpemente tratando de inventar por su cuenta el relato de la escuela de aviación? ¿Se reunió con sus agentes para tratar de saber qué estaba pasando? ¿En ningún momento se reunieron el Presidente, su jefe de inteligencia, su jefe de gabinete, ministro del Interior y de Seguridad para poner toda la información sobre la mesa y pensar cómo explicarlo a los medios?
Toda crisis inaugura un escenario
Sobre el escenario que inauguran las crisis se enfocan las cámaras, las luces y se concentran los medios y abre una ventana de tiempo a la que la opinión pública está atenta. Cualquier error de comunicación sobre esas tablas y en esa ventana de tiempo tendrá enormes repercusiones y marcará de entrada el transcurso del resto de la crisis.
A esta altura queda claro que lo de la academia iraní de manejo de aviones fue un relato incongruente y pensado aisladamente por Rossi, sin consultar con sus propios “espías” y sin evaluar con nadie que no iba a resultar muy creíble.
Fuentes del propio gobierno filtraron la información de que la tripulación había apagado el transponder entre Córdoba y Ezeiza: la forma en que un vuelo no puede ser rastreado, lo cual además de prohibido es algo que solo hacen terroristas, como los aviones estrellados contra las Torres Gemelas. ¿Habrá sido esa una de las lecciones de los instructores iraníes a sus discípulos venezolanos? ¿Sería una suerte de clase práctica de elusión de radares?
La credibilidad sobre ese escenario de crisis en el que están enfocadas las cámaras es clave, y la impronta que deja el gobierno sobre ese escenario es de muy poca confianza. De ahora en más, cualquier cosa que argumente en torno al avión sonará a falso, aunque no lo sea.
Como uno de los objetivos de ese comité -que evidentemente el gobierno no tuvo- es evaluar cómo reaccionar y qué mensajes transmitir, y hacerlo todo velozmente, no hay tiempo para “ver qué pasa y cómo caen los “globos de ensayo” tan típicos del kirchnerismo: ante el trasfondo de los atentados a la AMIA, la embajada de Israel, la misteriosa muerte del fiscal Nisman, la valija llena de dólares del venezolano Antonini Wilson de 2007, después del traspié inicial en el manejo de la crisis del avión fantasma, cualquier explicación que quiera dar el gobierno del presidente Alberto Fernández será recibida como falsa por la opinión pública.
Sin embargo, el presidente Fernández tiene un buen “ejemplo” de manejo de crisis en el kirchnerismo: la muy misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman en 2015. Si bien la pericia de Gendarmería dejó bien claro que a Nisman lo mataron y había sobradas razones para sospechar que la orden vino desde muy “arriba”, el gobierno de Cristina Kirchner logró de entrada tener un mensaje unificado: Nisman se habría suicidado porque habría comprobado súbitamente que no tenía la información que estaba por transmitir en pocas horas al Congreso. Todo el gobierno unido transmitió un solo mensaje: “Nisman se suicidó”.
El propio Alberto Fernández, que en su momento escribía en los medios acerca de que no había dudas de que a Nisman lo mataron, desde que fue nombrado candidato se sumó al coro de voces que afirman que Nisman se suicidó: mensaje bien unificado.
Pablo Duggan, el mismo periodista que entrevistaba el pasado lunes en el canal C5N al jefe de la AFI relatando la historia de la academia de manejo aéreo, escribió Quién mató a Nisman: un libro que sostiene férreamente la tesis del kirchnerismo de que el fiscal se suicidó.
Pero Alberto Fernández, al no hablarse desde hace más de tres meses con su vicepresidenta, pierde la oportunidad de que la expresidenta la explique cómo se hace para que todo el gobierno tenga en torno a un tema crítico un “relato” unificado, aunque no sea cierto. Al no hablarse, no le puede transmitir ese “know how”.
En italiano, hay un dicho para estas ocasiones: “se non e vero, e ben trovato”. Aunque no sea verdad, podría serlo.
El problema es que el presidente Fernández cree que es un muy buen comunicador. Tampoco se puede hablar de trabajo en equipo cuando el señor Fernández nunca trabajó en equipo. El señor Rossi es un delincuente disfrazado de funcionario, así que la credibilidad que tiene es menor a 280 grados bajo cero. Dan vergüenza, pena, furia... todo junto.
Y el transponder apagado era parte del curso???
Al jefe de la "Agencia de Inteligencia" le quisiera explicar algo de sus recientes "inteligentisimas" declaraciones. La hora de vuelo de este avion cuesta 30.000 DOLARES, cuando la hora de instruccion en el simulador mas avanzado del mundo cuesta, 450 Dolares, creo que aunque no tiene inteligencia esto lo entendera