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Sobresueldos en la Justicia

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ACARA Y EL DESTINO OCULTO DEL DINERO DE LAS PATENTES
ACARA Y EL DESTINO OCULTO DEL DINERO DE LAS PATENTES

    Cada año, cerca de un millón y medio de argentinos propietarios de automóviles se presenta ante algún registro para patentar un vehículo nuevo o transferir uno usado. 

 

    Lo que pocos automovilistas saben es que el costo del trámite incluye una serie de pagos ocultos que sirve para financiar ciertas actividades del Ministerio de Justicia, por ejemplo, la construcción de cárceles y tribunales, sobresueldos para muchos empleados de la cartera y los haberes completos de casi la mitad de los 45 profesionales que trabajan en la Oficina Anticorrupción. 

    "Es así, no se lo voy a negar. No es lo ideal, pero, optimizado, el sistema te permite hacer muchas obras, como, por ejemplo, construir cárceles," se sinceró el secretario de Justicia, Jorge Pérez Delgado, ante la consulta. 

  Tampoco saben los automovilistas que las placas patentes argentinas, además de ser muy caras si se toma en cuenta el costo de todo el papelerío, son anticuadas y su autenticidad es muy difícil de verificar, lo cual ha dado lugar a un incipiente mercado negro de placas falsificadas.

    "No nos pusimos a estudiar la conveniencia de la placa. Es un tema que, admito, es susceptible de revisión", dijo Pérez Delgado.

    Los trámites no son sencillos ni baratos. Para un auto nuevo hay que pagar arancel, comprar formularios, certificar firmas ante escribanos, dar el coche de alta en la Dirección de Rentas, sacar la cédula verde y adquirir un juego de placas. El costo de patentar un 0 km de 15.000 pesos es de más o menos 150 pesos.
    Para entender por qué tenemos las costosas placas que supimos conseguir, hay que remitirse al origen del negocio.
    El cobro de placas patentes y documentación del auto lo maneja Acara, una entidad gremial empresarial que agrupa al 90% de los concesionarios de autos.
    La entidad de concesionarios funciona como "ente cooperador" del Ministerio de Justicia. ¿Qué es un ente cooperador? Gracias a una ley de 1985, los distintos ministerios pueden delegar ciertos negocios en manos de "entes cooperadores".
    Lo que el Estado recauda a través de estos "entes" no aparece en el presupuesto nacional: son "cajas" que no auditan los organismos de control de Estado y que sirven, por ejemplo, para pagar sueldos de personas que trabajan para el Estado, pero tributan como autónomos bajo contrato con los entes cooperadores. Por medio de este mecanismo, decenas de empleados del Ministerio de Justicia, incluyendo casi la mitad de los 45 empleados de la Oficina Anticorrupción, cobran su sueldo directamente de Acara.


Contratación directa

    El sistema también sirve para hacer contrataciones directas, sin pasar por el proceso licitatorio, como hizo Acara en 1997, cuando le compró 1,5 millón de cédulas verdes a la imprenta Ciccone Calcográfica.
    De los entes cooperadores del Ministerio de Justicia -entre ellos hay entidades muy conocidas, como el Colegio Público de Escribanos y la Editorial La Ley- también salen los fondos para pagar el alquiler de la oficina del Ombudsman nacional y la compra de edificios para crear nuevos juzgados comerciales y partidas para financiar, por ejemplo, la construcción de la cárcel de Ezeiza.
    Al menos esto es lo que reconocen importantes funcionarios del Ministerio de Justicia, porque no existen mecanismos para monitorear el manejo de estos fondos ni evitar que se empleen en campañas políticas o cosas peores.
Los gremios estatales llevan años intentando colocar un veedor en el ministerio para monitorear el uso de estos fondos, pero hasta ahora han fracasado.
    Casualmente, la Oficina Anticorrupción abrió una carpeta para revisar el funcionamiento de los entes cooperadores al descubrir por medio de declaraciones juradas, que funcionarios de igual jerarquía perciben distintas remuneraciones.
    "Varios ministerios tienen entes cooperadores, que vienen a conformar, de algún modo, un Estado dentro del Estado. Y no es el único: hay cientos de profesionales que trabajan para el Estado, pero cobran sus sueldos de los organismos internacionales, y esto produce grandes distorsiones. Un abogado puede estar cobrando 2000 pesos por mes del Estado y a su compañero de oficina, que hace el mismo trabajo, le paga 7000 pesos por mes el Banco Interamericano de Desarrollo. Este es uno de los temas pendientes para una futura reforma del Estado", dijo un joven funcionario del Ministerio de Justicia.


Cinco estrellas

    Además de financiar gastos ocultos del Ministerio de Justicia, los usuarios de automóviles financian el funcionamiento de Acara. El ente cooperador tiene un edificio en la calle Lima al 200 que, más que una repartición pública, se asemeja a un hotel cinco estrellas: paredes recién pintadas, muebles nuevos, guardias de seguridad en cada piso, decenas de secretarias jóvenes, impecablemente vestidas en idénticos uniformes de blusa blanca, saco y minifalda gris. En la recepción brilla un cartel plateado con el nombre Edificio Acara inscripto en letras de molde.
    Ni en el ministerio ni en Acara nadie quiso informar el monto de la comisión que Justicia le paga al ente cooperador para que le administre los registros de automotor.
    "Son cifras que no manejo. Acara se queda con una comisión, pero no le puedo decir qué proporción", dijo Pérez Delgado.
Oscar Cortis, gerente de Acara, explicó que esa entidad tiene dos fuentes de ingresos: las cuotas sociales de sus 800 socios, que pagan un promedio de 100 pesos por mes, y la comisión que perciben por manejar los fondos del ministerio. Cortis no quiso ir más allá. "¿Qué es esto, una inquisición? Esta es mi casa y yo no tengo por qué dar información que le compete exclusivamente al Ministerio de Justicia", señaló, ofuscado.
    Lo interesante es cómo el Ministerio de Justicia, por medio de Acara, le traslada sus costos ocultos a los automovilistas.
    A falta de un "bono para la construcción de cárceles" o un "fondo especial para la Oficina Anticorrupción", Acara le cobra a cada registro automotor un precio exorbitante por formularios comunes y corrientes y artículos de librería de uso obligatorio.
    Así, por ejemplo, cada legajo de auto debe guardarse en una carpeta de cartulina verde con un sello del ministerio. Por esta carpeta, similar a tantas otras que cuestan centavos en las librerías, Acara les cobra 20 pesos cada una a los registros del automotor.
    El "formulario 60", de dos carillas por triplicado, tres hojas en total, Acara lo cobra 15 pesos cada uno. Los "formularios 12", 16 pesos cada uno. Las placas, que le cuestan seis pesos, las vende al doble. Los precios, por supuesto, los fija el Ministerio de Justicia.


Gastos excesivos

    "Estamos en el proceso de auditar los gastos de patentamiento porque nos parecen excesivos," dijo el secretario de Justicia. También dijo que desde que asumieron las nuevas autoridades, se suspendieron las compras directas de los entes cooperadores.
    La tercera pata del negocio la conforman los Registros de Propiedad Automotor, que son negocios lucrativos que no requieren ninguna especialización ni inversión previa y que tradicionalmente se reparten entre amigos y familiares de políticos en forma prebendaria.
    "Es un tema delicado, pero nuestra intención es establecer normas de idoneidad y límites temporales al manejo de los registros," señaló Pérez Delgado.
    Un alto funcionario del ministerio agregó: "Estamos avanzando lentamente porque hay intereses muy grandes en juego y le estamos moviendo el piso a mucha gente. Pero no somos kamikazes, hay que tener mucho cuidado. No somos inamovibles, como son los jueces."

 

Santiago O´Donnell
Diario La Nación

 

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