Hasta ahora teníamos un gobierno que encerraba dos visiones de economía: una, la de Alberto Fernández y Martín Guzmán; la otra, la de Cristina Kirchner y podríamos decir, Axel Kicillof.
¿Cómo se dividían las aguas? Fondo Monetario Internacional (FMI) sí, Fondo Monetario Internacional no. Acuerdo con el FMI sí, acuerdo con el FMI no. Aumento de tarifas sí, aumento de tarifas no.
Estas dos posiciones, dentro del Frente de Todos, se están radicalizando. La llegada de Batakis, en parte por todo lo que no se hizo en la era de Guzmán, es para llegar a una renovación del crédito que tiene que renovarse en septiembre con el Fondo Monetario Internacional.
La llegada de Batakis implica un ajuste más riguroso. Más ajuste fiscal. Batakis pretende llegar a zonas del estado donde no llegaba Guzmán. Y un aumento de tarifas controvertido, que no sabemos qué eficiencia va a tener.
La posición pro Fondo, la posición de Alberto Fernández, se radicaliza. Más ajuste.
Del otro lado, ya no es Cristina Kirchner la que lleva la voz cantante, parece estar desbordada por la izquierda. Empezamos a ver cosas dentro de este oficialismo kirchnerista, dentro del Frente de Todos, que no estaban manifestadas. Como si apareciera el inconsciente de distintos actores que conviven dentro de una coalición: Juan Grabois con Eduardo Belliboni.
Grabois, kirchnerista, ligado a Cristina. Belliboni, un dirigente del trotskismo, del polo piquetero, del polo obrero. Estas dos cosas, peronismo y troskismo, reforma peronista, revolución troskista, nunca las habíamos visto tan cerca. Están cerca y en la calle.
Y empiezan a decirse cosas que tampoco eran tan habituales: ya no es la negativa un acuerdo con el Fondo, ya dentro del Frente de Todos hay un discurso a favor de la revolución.
El ajuste de Batakis ya no se encuentra con la negativa de Cristina, con la que se encontraba Guzmán. Ya no es La Cámpora, es mucho más a la izquierda de La Cámpora.
Hubo en las últimas semanas dos congresos: un congreso del partido comunista revolucionario, pro chino, que forma parte del Frente de Todos; y un congreso del Movimiento Evita, que lidera Emilio Pérsico. En esos dos congresos se dijeron cosas poco habituales.
Aparece un discurso más radicalizado frente a la intensidad del ajuste. Y aparece también la necesidad, de estas organizaciones, sobre todo los movimientos sociales, de mostrarle los dientes a su propio gobierno, que los quiere marginar o limitar. De hecho, Batakis se niega a la propuesta de un salario universal, de un salario mínimo dirigido a todo el mundo.
Batakis se enfrenta a esto. Se enfrenta a una organización del Frente de Todos que habla de reponer las leyes universales del marxismo, del leninismo y del maoísmo. Ni en China hablan de eso. Y Emilio Pérsico habla de un cambio revolucionario. Se vuelve a usar la palabra revolución dentro del peronismo.
Esta es la escena con la que debe lidiar, ya no Alberto Fernández, Batakis, que parece tener más convicción que él en el programa que deben llevar adelante. Una Batakis que, daría la impresión, duerme con el enemigo.