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EL NO A CHÁVEZ

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UN MENSAJE A LOS POPULISTAS DEL CONTINENTE
UN MENSAJE A LOS POPULISTAS DEL CONTINENTE

    La lección fue dura. Hugo Chávez debió salir a dar la cara después de permanecer más de seis horas negándose a hacerlo, y eso recién después de que culminaran ciertas negociaciones para que acepte salir a reconocer su derrota. Esa derrota sufrida por el voto mayoritario del “No” en el referéndum por el cual la ciudadanía debía aprobar o rechazar su proyecto de reforma constitucional.
    En la conferencia de prensa brindada luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) suministrara recién a la 01.15 del lunes –por fin- los datos finales del escrutinio, que ya conocía desde las 20.00 horas de este último domingo 2 de diciembre, y con una voz grave y pausada, que contrastaba palmariamente con sus bravuconadas y amenazas en las semanas previas a la votación y en los actos finales de cierre de campaña, Chávez aceptó el triunfo de la oposición a la reforma.
    Esa llamativa demora del CNE en brindar los resultados finales del referéndum habría radicado, de acuerdo a nuestras fuentes venezolanas, en la orden de Chávez de que no se difundieran hasta tanto él mismo tomara una determinación. Es que ya sabía que el triunfo del “No” había sido amplio, pese a los artilugios desplegados para cometer fraude tales como numerosas cédulas de identidad con el mismo nombre y fecha de nacimiento y distintos números, el voto “emitido” por muchas personas fallecidas, las agobiantes demoras en las mesas de votación -hasta aquí, cualquier parecido con las últimas elecciones en la Argentina no es simple casualidad-, sumado al manipuleo y deficiencias de las máquinas electrónicas utilizadas para votar.
    No se sabe aún qué tipo de determinación había pensado en tomar el presidente venezolano, pero muchos estiman que no hubiera sido una precisamente basada en actos que estuvieran enmarcados en aspectos puramente democráticos. Tales eran, al conocer los resultados finales que le fueron entregados antes de su difusión oficial, la furia y la resistencia del bolivariano a reconocerlos.
    Según nuestras fuentes finalmente habría influido, para que Chávez no tomara una decisión temeraria y condenable, la presencia en la Sala de Situación del Palacio Miraflores, sede del gobierno, del general retirado Raúl Baduel, hasta hace cinco meses ministro de Defensa, acompañado de algunos oficiales superiores que le responden (otros indican que estos oficiales estaban en el lugar pero que Baduel aguardaba afuera). Recordamos que nos hemos referido al general Baduel –quien dio hace alrededor de un mes la gran sorpresa a Chávez al pronunciarse contra la reforma constitucional y llamar a votar por el “No”- en una nota anterior, haciendo referencia a su “despegue” de quien fuera su amigo y a quien había vuelto a reponer en el poder tras el golpe de Estado del 2002.
    Lo cierto es que en esa sala situacional, donde también estuvo presente el dirigente “pseudo-opositor” Julio Borges, alguien que no pocas veces negoció aparte con Chávez, se llevó a cabo otra negociación: permitirle al presidente –única condición que éste aceptaba para salir a reconocer su derrota- que ordenara al CNE dar como resultado final una diferencia muy exigua a favor del “No”, quedando ésta “oficialmente” en un 1,41%, cuando la realidad habría sido que la negativa a la reforma triunfó por un margen de alrededor de un 10%.


¿Una nueva política?

    Este triunfo sobre Chávez –y lo expresamos así pues fue él mismo quien en el acto de cierre de campaña por el “Sí”, enfervorizado en medio de sus habituales bravuconadas y amenazas a opositores, estudiantes y prensa independiente, había dicho que “votar por el No es votar contra Chávez”- tiene un vector primordial.
    Fueron precisamente los estudiantes universitarios los que en los últimos dos o tres meses se sacudieron la abulia política que se había hecho carne en la sociedad venezolana, tomaron la posta abandonada por los políticos de una oposición que había quedado totalmente paralizada y mirándose el ombligo –con la excepción quizás del abogado constitucionalista Hermann Escarrá, de quien dicho sea de paso no se sabe nada en estos momentos- y comenzaron a salir a la calle a expresar su rechazo a la reforma constitucional chavista.
    El resultado de esta “asonada pacífica” estudiantil ya es conocido, y de ello también dimos cuenta en nuestra nota “Tensión en Venezuela”: en las semanas previas al referéndum, los estudiantes llenaron las calles, tanto en Caracas como en diversos estados del país, y pese a los palos, gases y balas de goma de los represores del régimen y a otras instancias más graves que se sucedieron, dieron un ejemplo conmovedor.
    Ello no podía sino contagiar a esa sociedad venezolana que al fin también se sacudió la modorra política y la indiferencia, hasta acompañar a los jóvenes en sus marchas, todo lo cual desembocó en la multitudinaria concentración en la caraqueña avenida Bolívar, la principal de la capital, para el cierre de la campaña por el “No”. Una concentración que desbordó esa avenida en su totalidad y que pretendió ser minimizada por el presidente Chávez, ignorando las fotografías y videos que dieron la vuelta al mundo, salvo que sólo haya visto las filmaciones que sus organismos de información tomaron para “consumo presidencial”, o sea enfocando algunos grupos más pequeños que se encontraban al final de esa marcha, pugnando por entrar en una avenida Bolívar que ya estaba colmada.
    El otro logro para este triunfo del “No” debe ser adjudicado, sin duda, a la decisión final de la mayoría del electorado de concurrir a votar. Es que hasta pocos días antes del referéndum las opiniones en tal sentido estaban muy divididas y casi mayoritariamente se proponía la abstención como una forma de presentarle batalla al chavismo. Un recurso que en realidad sus promotores se resistían a ver como suicida, ya que a Chávez le convenía y sus organismos de acción psicológica se ocuparon bien de motorizar la idea, pues en caso de mayoría abstencionista hubiera triunfado fácilmente. La cuenta era sencilla: sus votos contra unos pocos de los opositores que hubieran concurrido a votar.
    En cambio, también se le debe a los estudiantes su llamado a concurrir a votar por el “No”, decisión que adoptaron en una reunión cumbre unos diez días antes del referéndum y que también terminó por contagiar a gran parte de la sociedad, pese a los esfuerzos desesperados de algunos dirigentes que dicen ser opositores y a la acción psicológica chavista.
    Podemos convenir, entonces, en que todo este despliegue estudiantil fue la bandera que se decidió a levantar también la ciudadanía venezolana, que acabó echando por tierra este proyecto de reforma constitucional que Hugo Chávez elaboró para su exclusivo beneficio. Una reforma a 69 artículos de la Constitución de la que también dimos cuenta en notas anteriores sobre la actualidad venezolana.
    Asimismo, puede deducirse que en este gran país asomará, en un corto plazo, una nueva alborada política. Es evidente que las arcaicas posturas de los partidos políticos tradicionales ya quedaron, o quedarán muy pronto, sepultadas en el olvido. Los venezolanos no deberán dormirse sobre los laureles y tendrán que aprovechar muy bien este gran paso dado con la victoria del “No” en el referéndum. Posiblemente de aquí en más vengan tiempos de reorganización política y la aparición de nuevos líderes que sepan adaptarse a la nueva situación, y sobre todo que sepan enfrentar los cinco años que le quedan a Chávez en el poder.
    No será tarea fácil, porque el egocéntrico mandatario –que creía hasta aquí que todo lo podía comprar o todo lo podía lograr mediante sus habituales amenazas y bravuconadas- es lo bastante ladino como para, luego de haber tenido que tragarse el resultado del referéndum junto a su rabia contenida, volver a las andadas para procurar seguir encaramándose como el monarca de su país y el líder de América Latina. Su delirante anhelo de considerarse el heredero de Fidel Castro e imponer su “nueva revolución socialista” en el continente.
    Tras el triunfo del “No”, muchísimos ciudadanos dieron rienda suelta a su euforia y salieron a celebrar el resultado en las calles de Caracas. Sin embargo Chávez, que no pudo con su genio, pretendió aguarles la fiesta advirtiéndoles que “administren bien esta victoria”. Unas palabras que viniendo de quien vienen suenan más a amenaza.
    Pero al menos ya ha tenido un impactante toque de atención: verse este último domingo 2 de diciembre ante un espejo y descubrir lo que implacablemente le hicieron ver los votantes por el “No”.
    Que el rey está desnudo.

 

Carlos Machado

Tres momentos antagónicos

-En la foto de arriba, los festejos por el triunfo del “No”.

-En la del medio, la desazón de los chavistas por la derrota.

-En la última un símbolo: una tarima preparada para festejar el triunfo del “Sí” con un muñeco inflable representando a Chávez que quedó como él, desinflado.

   

 

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