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¿Qué son los discursos de odio y qué se debate en la Argentina?

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Tras el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, dirigentes del oficialismo y la oposición debatieron sobre la incorporación de la expresión "discursos del odio" en los repudios institucionales al ataque.
Tras el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, dirigentes del oficialismo y la oposición debatieron sobre la incorporación de la expresión “discursos del odio” en los repudios institucionales al ataque.

Tras el atentado sufrido por la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, dio un mensaje por cadena nacional en el que afirmó: “Estamos obligados a recuperar la convivencia democrática que se ha quebrado por el discurso del odio que se ha esparcido desde diferentes espacios políticos, judiciales y mediáticos de la sociedad argentina”.

 

En tanto, la discusión en torno a la sesión especial de la Cámara de Diputados de la Nación del último sábado entre el oficialismo y la oposición, convocada para repudiar el atentado, giró en torno a la incorporación o no de la palabra “clima de odio” en el texto que iba a votarse, algo que finalmente no ocurrió.

En esta nota te contamos cómo se definen los discursos de odio y qué opinan los especialistas sobre la regulación del tema.

 

¿Qué es un discurso de odio?

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define a los discursos de odio como “cualquier tipo de comunicación verbal, escrita o conductual, que ataca o utiliza lenguaje peyorativo o discriminatorio con referencia a una persona o un grupo sobre la base de quiénes son. En otras palabras, sobre la base de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad”.

Sin embargo, “hay que aclarar que una crítica a un espacio político no es un discurso de odio sino un aspecto central de cualquier debate democrático. Para que exista un discurso de odio, debe existir una incitación a la violencia y ser inminente, actual y grave”, explicó a Chequeado Agustina Del Campo, directora del Centro de Estudios en Libertad de Expresión (CELE) de la Universidad de Palermo.

La especialista ejemplificó: “Los alegatos de hecho y de derecho de un fiscal, en el marco de una causa penal, limitados a la causa, incluso en términos que por su trascendencia o vehemencia sean chocantes, no pueden ser catalogados como discurso de odio”.

Por su parte, el Comité de Ministros del Consejo de Europa indicó en su Recomendación 15/2015 que “el discurso de odio debe entenderse como fomento, promoción o instigación, en cualquiera de sus formas, del odio, la humillación o el menosprecio de una persona o grupo de personas, así como el acoso, descrédito, difusión de estereotipos negativos, estigmatización o amenaza con respecto a dicha persona o grupo de personas y la justificación de esas manifestaciones por razones de raza, color, ascendencia, origen nacional o étnico, edad, discapacidad, lengua, religión o creencias, sexo, género, identidad de género, orientación sexual y otras características o condición personales”.

En este sentido, Del Campo aclaró que, “en líneas generales, a nivel internacional los discursos de odio están relacionados con minorías, pero las 2 convenciones existentes, como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana de Derechos Humanos, son más abarcativas respecto de los grupos de personas”.

 

Legislación contra discursos de odio en la Argentina

La Argentina no cuenta con una ley específica que sancione los discursos de odio. La Convención Americana, que desde la reforma constitucional de 1994 es parte de la Carta Magna, dice en su artículo 13 inciso 5: “Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) subraya en este documento que “las dificultades a la hora de abordar el discurso de odio y legislar al respecto empiezan con su definición, ya que no existe un acuerdo a nivel internacional sobre lo que significa el discurso de odio”.

En este sentido, Amnistía Internacional advierte que “los gobiernos tienen el deber de prohibir aquellos discursos que promuevan el odio e inciten a la violencia, pero, abusando de su autoridad, muchos silencian la disidencia pacífica con leyes que criminalizan la libertad de expresión. Para ello, se invoca a menudo la lucha contra el terrorismo, la seguridad nacional o la religión”.

En las últimas horas, la titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), Victoria Donda, convocó para el próximo 8 de septiembre al Consejo Federal de Políticas Públicas Antidiscriminatorias con el objetivo de “debatir una legislación contra los discursos de odio que pueda ser enviada al Congreso de la Nación en el corto plazo”. Sin embargo, tras críticas públicas de la oposición y expertos en la temática, la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, afirmó hoy que el Gobierno nacional no evalúa impulsar una ley para penar los discursos de odio.

Los especialistas en derecho a la información y libertad de expresión son cuidadosos respecto de tener legislación sobre el tema. En diálogo con Radio Nacional, el doctor en Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, Damián Loreti, dijo: “Yo no creo que esto lo arregle el Código Penal. Si haces una lista de quienes fueron llevados a juicio o procesamiento -que es un modo de restringir la libertad de expresión también- por el uso de la palabra pública, me acuerdo del caso [Luis] D’ Elía, de los 6 periodistas del 7D, del mago Daelli, el uso de canciones, ahora denunciaron por incitación a la violencia colectiva a quienes cantan ‘si tocan a Cristina que quilombo se va armar’. Hay límites en los cuales nos preguntamos a qué Justicia le vamos a pedir qué cosa”.

Por su parte, “bajo el concepto de ‘discurso de odio’ puede caerse en políticas que instalen la censura o se promuevan prácticas de autocensura”señaló en Twitter el ex relator Especial para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA) y ex director de la Agencia de Acceso a la Información entre 2017 y 2020, Eduardo Bertoni. Y concluyó: “Por supuesto que los discursos de odio son un problema y hay que ocuparse. Tal vez hacerlo en momentos de conmoción no sea lo más apropiado”.

 
 

11 comentarios Dejá tu comentario

  1. Lo único válido para poner LIMITES AL ODIO ES AL ESTADO Y NO A LA CIUDADANIA EN TODAS SUS EXPRESIONES ORGANIZATIVAS Y DE DIFUSION. Además está el código penal para SANCIONAR LAS CALUMNIAS E INJURIAS....¡SIEMPRE Y CUANDO ESTAS NO SEAN DE INTERES PUBLICO! Paradojicamente los articulos que exceptúan a lo AFECTE AL INTERES PUBLICO, DE TODA SANCION fué promovida y promulgada por Cristina Fernández. La cortemos con esta estupidez que solo sirve para distraernos de los PROBLEMAS REALES DE FONDO. Por otra parte, LOS LEGISLADORES deberían poner fin de una vez por todas a este "debate" que en realidad es una HERRAMIENTA DEL CONTROL DEL AUTORITARISMO CRISTINISTA. Si no quieren RECLAMOS NI QUEJAS, pues....¡GOBIERNEN BIEN QUE NADIE ENTONCES SE ENCARGARA DE REFREGARLES LO FRACASADOS QUE SON! ¿O NO SABEN QUE HOY HAY MAS INFLACION, POBREZA, INDIGENCIA Y MENOS ESPECTATIVAS DE EVOLUCION POSITIVA QUE EN DICIEMBRE DE 2019? Esto es por su INOPERANCIA GUBERNAMENTAL Y no por el "imperio", ni la "pandemia" o la "invasion Rusa a Ucrania". Es mas si hubieran CONTINUADO con el proceso de licitatorio que dejo el gobierno anterior para la construcción del gasoducto desde Vaca muerta, HOY es muy probable que ESTUVIERAN EXPORTANDO GAS A EUROPA y no que los barcos gasificadores en lugar de llevar el gas Argentino, nos están trayendo gas de los Arabes. El ESTADO DE-MO-CRA-TI-CO bajo ninguna circunstancia puede IMPONER ni por LEY NI DECRETO limites a la EXPRESION CIUDADANA en nombre de "evitar el odio". A otro publico con ese verso. LOS QUE SOMOS CONSCIENTES DE NUESTRO PODER DE CIUDADANOS DEBEMOS OPONERNOS FERREAMENTE A QUE PRETENDAN AVANZAR SOBRE NUESTROS DERECHOS. ¿Desde cuando LOS MANDATARIOS le van a poner LIMITES A LOS MAN-DAN-TES? Si no les gusta o son "sensibles" y se ofenden con facilidad, pues RENUNCIEN y dediquense a otra cosa.

  2. Tal cual G. No solo el lenguaje seudo inclusivo es discriminador, hasta cosas como el movimiento Black lives matter, también es discriminador. Tanto es así que impulsó violencia feroz en varios países. La palabra GORILA, referida a los no peronistas, es por lejos el origen de muchos modos, por ejemplo yegua, o yarará (que es descriptivo y no propone ni instiga a la violencia) Creo que como dice la nota: "hay que aclarar que una crítica a un espacio político no es un discurso de odio sino un aspecto central de cualquier debate democrático. Para que exista un discurso de odio, debe existir una incitación a la violencia y ser inminente, actual y grave”. Por ejemplo, si yo saliera a decir que me daban una ganas salir con un camión y jugar al bowling con los muchachos en Juncal y Pueyrredón.

  3. No existe discurso de odio. Hoy Discurso de Odio = Ayer Blasfemia. ¿Podrán los Legisladores ocuparse de temas más trascendentes, o es muchos pedir por parte de los humildes pagadores de sus emolumentos por demás sustanciosos?

  4. Porque no se ocupan en BAJAR LA INFLACION, BAJAR LA CANTIDAD DE POBRES E INDIGENTES, DEJAR DE REGULAR LA ECONOMIA CON CEPOS Y AUTORIZACIONES ABSURDAS, DEJAR DE PROHIBIR IMPORTACIONES O EXPORTACIONES, BAJAR LAS RETENCIONES, BAJAR LA CANTIDAD DE EMPLEADOS PUBLICOS QUE CRECE MAS QUE LA CANTIDAD DE PERSONAS O HABITANTES, DEJAR DE ECHARLE LA CULPA A LA GUERRA O AL COVID DE NUESTRO ESTANCAMIENTO QUE NO LO TIENEN NUESTROS VECINOS, TENER UNA AGENDA EXTERIOR DE ACUERDO A EUROPA Y EEUU Y NO CON VENEZUELA, CUBA, Y NICARAGUA, ACABAR CON LOS PIQUETES QUE CORTAN CALLES Y ENLOQUECEN A MEDIO MUNDO, DEJAR DE HABLAR DEL ODIO YA QUE SABEMOS BUSCAN LA CENSURA, QUE EL BCRA DEJE DE IMPRIMIR BILLETES Y QUE EL GOBIERNO NO PUEDA GASTAR MAS DE LO QUE RECAUDA, CERRAR LOS ABSURDOS MINISTERIOS QUE SOLO OCUPAN VAGOS A COSTA DEL ERARIO, CERRAR AEROLINEAS ARGENTINAS Y TODA EMPRESA DEL ESTADO QUE DE PERDIDAS. Si el gobierno hace parte de lo expuesto, tengan por seguro que no habrá ningún discurso " odiador " solo habrá competencia política y gente que piensa distinto, y al que se pase la raya, tendrá el Código Penal de ayuda. Y RECORDAR QUE EL ODIO ES UN SENTIMIENTO QUE NO POSEE UNA PERSONA INTELIGENTE.

  5. Lo que quieren debatir en la Argentina no es el odio sino si suspendemos la Justicia para que Cristina no tenga la condena que merece. Cualquiera que haya vivido lo suficiente y que haya sido testigo de los manejos de los gobiernos sabe perfectamente que las acusaciones contra Cristina y su banda son más que verosímiles porque la evidencia está en todas partes. Precisamente los que saben el mal que le hacen al país el déficit la inflación y la corrupción, lo que mas desean es que por una vez y si es posible para siempre, los actos de corrupción y latrocinio desde el poder tengan su merecido castigo en lo Civil, en lo Penal, y también en lo político. Pero no lo desean por odio ni por resentimiento; lo desean profundamente por una mezcla de vergüenza, tristeza, y miedo de que se siga repitiendo. Porque la impunidad, y el miedo a "que quilombo se va a armar", en lo único que resulta es en más miseria y eso no evita el quilombo sino que lo alienta, en los cortes, en la inseguridad, en políticas fiscales confiscatorias, en la corrupción que privilegia la ineptitud complaciente y en la destrucción de la riqueza y del futuro para las siguientes generaciones. La responsabilidad cívica que pide justicia real, no se funda en el odio. La justicia no es ni por amor a las víctimas ni por odio al acusado. La justicia es la forma de subirle el precio al delito, aumentar las chances de que sea esclarecido y castigado, no para convertir a inteligentes impunes en tontos atrapados, como pensaría Cipolla, sino para que cada vez haya menos gente dispuesta a embarcarse en el fraude y el delito pensando que va a salir impune. La justicia no es ni para el muerto ni para el asesino, es para los vivos que todavía quedan. Por eso el hecho de que Cristina y su banda paguen por sus desastres y por su corrupción y por su desgobierno, no es cuestión de odio personal hacia ellos, sino de amor impersonal hacia todo el resto de los presentes, y de los por venir, que se merecen la posibilidad de tener un futuro.

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