Sergio Massa regresará este miércoles a la Cámara de Diputados, ya no como el presidente que fue hasta hace menos de dos meses, sino el ministro de Economía que tendrá como objetivo inmediato conseguir la aprobación del Presupuesto 2023.
Sergio Massa regresará este miércoles a la Cámara de Diputados, ya no como el presidente que fue hasta hace menos de dos meses, sino el ministro de Economía que tendrá como objetivo inmediato conseguir la aprobación del Presupuesto 2023.
Nadie imagina que pueda reiterarse esta vez el rechazo del año pasado. Ya no preside el bloque oficialista Máximo Kirchner, quien con un intempestivo discurso -ese en el que repitió 8 veces: “Aprendan a escuchar”-, terminó de alterar los ánimos ya de por sí caldeados en la oposición, acelerando una votación con derrota cantada. Lo reemplazó el santafesino Germán Martínez, quien como corresponde a un jefe de bloque en una cámara en la que no le sobran votos, tiene que andar eligiendo qué batallas dar. Así, debió postergar dos veces una sesión porque no tenía los votos para aprobar la prórroga de seis impuestos. Hasta que sí los tuvo.
Difícil de entender la ¿estrategia? del año pasado con el Presupuesto. Ingresado el proyecto el 15 de septiembre, el ministro de Economía de entonces tardó tres meses en concurrir a la Cámara baja para explicarlo, cuando eso suele suceder entre las dos semanas siguientes a la presentación. Para cuando Martín Guzmán se presentó ante los diputados para explicar su Presupuesto con números muy cuestionables, el Frente de Todos ya había perdido las PASO y las generales y, lo que es peor, ya no tenía aliados que le garantizaran la aprobación. Por eso pasó lo que pasó.
Este año será distinto, sobre todo teniendo en cuenta que el ministro de Economía es alguien que conoce bien el Congreso y hasta puede llamar personalmente a quienes tienen las llaves de las leyes, si es necesario negociar personalmente. Por otra parte, ya hay señales alentadoras para el gobierno, como las palabras del diputado de Evolución Radical Emiliano Yacobitti, que esta semana tuiteó: “Tras analizar la ley destacamos, en primera instancia, que las variables macroeconómicas son más razonables que las presentadas en el Presupuesto anterior, lo que posibilitaría que podamos contar con una aprobación en general”. También sonó contemplativo el presidente del bloque Pro, Cristian Ritondo, al decir que “el presupuesto de este año es más sencillo, lo que no quiere decir que lo acompañemos o no, esa es una decisión que tomaremos en conjunto después”.
Igual, hay muchas cosas que Massa tendrá que explicar. Por ejemplo, cómo piensa bajar 30 puntos la inflación y tener crecimiento en un año electoral.
Con los números muy ajustados, en la Cámara baja hay varios temas que tienen dictamen, mas siguen esperando por no contar el oficialismo con los votos para llevarlos al recinto. Es el caso del proyecto de Compre Argentino, o la reforma de la Ley de Alquileres, aunque en este último caso ninguno de los dos sectores mayoritarios tiene los votos para ganar, por eso el tema sigue empantanado.
Esta dinámica no es la del Senado, donde se hace lo que manda su presidenta, y se aprueba todo lo que la mayoría casi permanente que tiene el oficialismo les permite, aun aquellos proyectos que no tienen posibilidades de avanzar en la otra Cámara.
Es lo que sucede con las leyes judiciales: reforma judicial; Ministerio Público y Consejo de la Magistratura. Ahora el kirchnerismo en el Senado ha agregado la ampliación de la Corte Suprema. En Diputados no hay ninguna chance de que ese proyecto vaya a discutirse en comisión siquiera.
Es lo que llevó a muchos a preguntarse por qué apuró el Frente de Todos el tratamiento de ese dictamen que tuvo que cambiar abruptamente para conseguir los apoyos necesarios. Así, la Corte de 25 miembros, representativa de todas las provincias, pasó a ser una de 15, número acorde a los proyectos de Adolfo Rodríguez Saá y Alberto Weretilneck. Ese debate venía postergado porque precisamente esos dos senadores se mostraban renuentes a la propuesta de una Corte XL de los gobernadores. Como la orden era que saliera sí o sí esta semana, se adaptó el número, quedando claro que lo que importa al oficialismo en definitiva es cambiar la actual composición del Tribunal Superior.
Y tenía que suceder esa demostración de fuerza el jueves, en vísperas de la exposición que Cristina Fernández de Kirchner haría ante el tribunal oral que la juzga, donde hizo un discurso político, en el que no rebatió pruebas, sino más bien confrontó procedimientos. Fue una continuidad de lo que ya había hecho en su primera exposición ante el TOF N°2, cuando dijo que ella ha elegido la historia. “A mí me va a absolver la historia”, enfatizó.
Esa es la principal preocupación de la exmandataria. No le teme a la cárcel, que no sucederá -ningún presidente en la Argentina corre ese riesgo-, sino a un fallo condenatorio que vaya a figurar en los libros donde aspira verdaderamente a ser absuelta.
No dejó de sorprender el motivo de la sesión del jueves en el Senado, que se dio de bruces con las voces que dentro del propio kirchnerismo venían abogando por la posibilidad de avanzar en un diálogo con la oposición. Con Mauricio Macri en particular, alternativa que sorprendió, pero que estuvo acompañada por una serie de factores, partiendo del atentado contra la vicepresidenta. Si bien no la llamó, el líder del PRO se solidarizó inmediatamente con su antecesora y cuando él mismo denunció amenazas, el diputado Eduardo Valdés -de buenísima relación tanto con Alberto Fernández como con Cristina– le dejó un mensaje de solidaridad.
Ya José Torello -amigo de la infancia de Macri y hoy senador nacional- había tendido puentes con la vicepresidenta, con la que llegó a reunirse y se ofreció sino como nexo, al menos mensajero entre ambos, y eso fue lo que dio pie al run-run sobre un eventual encuentro. Fue en ese contexto que Oscar Parrilli dejó abierta la posibilidad de un diálogo entre ambos exmandatarios, pero es el mismo que el jueves en su discurso volvió a hablar del “escándalo de los jueces que visitaban a Macri en Olivos”, y dejó esta sentencia: “Con esta Corte no hay gobierno que aguante, ni ustedes, ni nosotros. Con estos cuatro mafiosos que hay hoy en la Corte, porque son mafiosos”.
En Juntos por el Cambio descreen de cualquier posibilidad de diálogo entre ambos líderes de la grieta, y hablan de una movida “multipropósito”: 1) el original, dar una señal de consenso en tiempos sensibles; 2) acercarse a Macri para mantener ambos la centralidad; 3) privilegiar al exmandatario de modo tal de ningunear a los otros candidatos del PRO, Rodríguez Larreta en particular. Ya un encumbrado dirigente kirchnerista deslizó recientemente con ese objetivo aquello de que el jefe de Gobierno ya no es tomado como un interlocutor, pues el líder de la oposición es Macri. Tienen en cuenta la imagen negativa del expresidente, de ahí tal decisión.
Si hablamos de centralidad, es la que ha perdido el Presidente de la Nación, que finalmente tuvo esta semana su debut presencial en la ONU, donde buscó protagonismo a través de… su vicepresidenta y el atentado que sufrió. Muy poco feliz resultó verlo probando guitarras en un estudio musical neoyorkino, en vísperas de asistir a la Asamblea General de Naciones Unidas.
Tan descolgado como el encuentro mantenido por el secretario Matías Tombolini con directivos de la empresa Panini Argentina e integrantes de la Unión de Kiosqueros, “para evaluar la situación del mercado de figuritas del Mundial”. Fue la propia Secretaría de Comercio la que se encargó de difundir la disposición de ese organismo en abrir “un canal de diálogo” y poner “a disposición nuestros equipos legales y técnicos para colaborar en la búsqueda de posibles soluciones”.
El encuentro de Tombolini, cuya difusión fue acompañada por una fotografía donde se ve a una docena de personas reunidas con caras muy serias para analizar semejante controversia en un país donde los precios de septiembre ahora amenazan con escalar a un 8%, no causó buena impresión en la cima del Ministerio de Economía. Así se lo hicieron saber al mediático funcionario.
Peor le cayó a Sergio Massa la noticia de que quienes fueron beneficiarios del “dólar-soja” quedarían impedidos de comprar dólares en el MEP o en el contado con liqui. La complicada relación entre el gobierno y el campo volvió a resquebrajarse, ante lo cual el Banco Central debió dar marcha atrás, a instancias del ministro de Economía. No sin antes resistirse durante horas.
La medida original del Banco Central fue adoptada luego de que su titular fuera confirmado por el presidente Alberto Fernández hasta 2028.
Su pliego, junto al de los otros directores del BCRA, ingresó al Senado el jueves, en el inicio de la sesión de ampliación de la CSJN. Poco después una senadora cristinista recordaría al diputado del Pro Francisco Sánchez por haber pedido la pena de muerte para la vicepresidenta, y “después de esto, intentan matar a Cristina”. Y en ese contexto la Corte, eje de todos los males a juzgar por el oficialismo en esa sesión, “tardó dos días en repudiar el intento de asesinato”. Todo tiene que ver con todo.