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Ollas de consumo en Argentina

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La representación más contundente de un potencial proyecto de muerte.
La representación más contundente de un potencial proyecto de muerte.

"Juntarse a fumar porro es como juntarse a una ronda de mate".

"Nos juntamos a consumir para cuidarnos entre nostros. Para que ninguo se zarpe".

"Nos juntamos porque la droga nos da sentido de libertad. De amor".

 

...

Durante muchos años esta imagen fue una representación social ajena. O mejor dicho, lejana.

México, Colombia, y el Triángulo Norte Centroamericano (Honduras, Guatemala, El Salvador) fueron los pioneros de esta configuración degradatoria. El espectáculo callejero de las drogas.

Convertir momentos privados en públicos en esa pérdida paulatina pero sostenida de limites. Es que la droga quita el nivel de "represión" que se necesita para la vida en sociedad.

Bajando más por el continente movilizado y atravesado por las redes del Narcotráfico que se nutren de una estructura demandante en ascenso, Brasil también comenzó a ser parte del conglomerado de ollas que muestra los estragos de la droga.

Pero el espejo también viene del norte. De aquel país que dice combatir lo que en realidad administra. Regula. Se trata de Estados Unidos. El gigante que niega la epidemia por consumo de opiáceos de Trump a Biden.

Claro, investigar la industria ilegal de medicamentos/precursores sería ir contra una poderosa estructura de poder que supo tejer la matriz subterránea del delito con velo moral.

Tampoco Petro, en Colombia, apuesta a cambiar las lineas del desastre sino que busca acomodar el caos de los cocacoleros al homologar toxicidades de sustancias lícitas e ilícitas en una cruzada de acuerdos y favores pendientes. Misma línea de facilidades de López Obrador en México. Donde la puja por el manejo del fentanilo genera cruces con las mafias chinas.

Argentina, tan lejos y acelerada, agudizó en 2014 su debacle social y su imparable ascenso criminal que envuelve décadas. Que ya se devoró una generacióm y va por otra.

Contaminación individual para mostrar, que el tejido social, siempre puede estar peor. A punto tal de romperse. Ya roto.

El avance del Narcotráfico, su posterior consagración y su sostenida constatación, aceleran los procesos de degradación. La instalación del Narcomenudeo en los barrios incrementó la distorsión de la barriada.

Acompañan, a los integrantes de las ollas, las letras de la apología. El arte de tánatos que simula eros.


"Nos juntamos porque queremos experimentar".

"No hay rosca, nos juntamos".

"Con la droga me voy para no ver tanta mierda". "Nos vamos, veni conmigo". 

Las ollas de consumo se acomodan en cualquier lugar del territorio nacional pero tienen su mayor visibilidad en la región centro. La que aumentó, en un año, un 5% la concentración de violencia por narcomenudeo. Pasando del 65% al 70%.

Las mismas se acumulan en los enclaves más sangrientos. Rosario, Conurbano Bonaerense y Córdoba Capital. A su vez, hay también, presencia en el NOA tomado por la depredación de la pasta base. La máquina adictiva que aniquila voraz.

Tanto es así, y conforme a la investigación, que el ingreso en Argentina a la cadena narcocriminal baja con la misma celeridad que el ingreso a las huestes del consumo. Es que el consumo y sus operadores devinieron en una causa ciega que declaró la abolición de la prevención. Y desde ya, del tratamiento.

A los 6 años hay niños "sapos" y "mirillas". De los soplones a los avisadores. Alertadores de presencia policial o de banda contraria.

A los 7 años el alcohol está tan naturalizado que el consumo de marihuana se vuelve un ritual exótico.

Menos edad, menor percepción de muerte.

De todo esto se nutre el narcomenudeo en los barrios. Y los narcomenudistas, dependiendo el tipo de estructura de venta de drogas que comanden, además de comercilizar la sustancia, facilitarán espacios para su consumo. Una realidad que se observa en operativos realizados en Paraguay pero también en Argentina.

Las ollas de consumo no están reducidas a una villa. Se configuran en casas de cómodas economías que matizan la promiscuidad posterior.

Se configuran en pasajes. Bajo puentes. En plazas y parques. En las cárceles. Donde los estupefacientes circulan a voces ilegalmente y en lugar de trabajar para revertir el fracaso penitenciario, iluminados del derecho, lo buscan institucionalizar.

Escenas de la vida cotidiana. Son parte de un paisaje tenso, perturbado, hostil. El paisaje que la anomia impulsa y que rompe los lazos de solidaridad y las intervenciones sociocomunitarias.

Las ollas son un fracaso colectivo. Integral. Estigmatizante y selectivo conforme al escenario y a la estética del consumista.

...
Cuando comienzan a formarse las ollas de consumo es porque no hay seguridad ciudadana o bien, porque la estrategia trazada no responde a la realidad. Se impone el abandono del estado que no contempla la falta de voluntad y deja, en manos del consumidor, la decisión de bordear la cornisa criminal. El espectro de convertirse, culposamente, en un delicuemte.

La comodidad de algunas autoridades de bregar por ciertas libertades individuales que pueden cambiar el curso de una historia individual y desviar el cauce de un destino social.

Todo en el marco de la ausencia impiadosa de luchas proactivas.  De la falta indigna de seguridad sanitaria. Las ollas de consumo son pertenencia al mismo tiempo que depósitos de seres humanos inanimados que el estado entrega.

Argentina se encamima a perder, con jactancia y esmero, a una nueva generación en las drogas y solo apenas, contados territorios, trazaron líneas de trabajo al respecto.

Los otros hijos de la droga. Los emergentes de sociedades que no estuvieron a la altura de generar continentes.

"Pegate el viaje de tu vida y deja de romper las pelotas que no hay salida". "La yuta también fasea, no me jodas negra". "Acá hay faciitadores en todas partes, te la traen a tu casa. Te expones si quieres o si no tienes recursos suficientes". 

 
 

9 comentarios Dejá tu comentario

  1. Con gobernadores q apañan a deliveries de galopa y ministros de seguridad que aconsejan descartar y pegar de la buena, nada bueno podemos esperar

  2. Los que venden las drogas no ven estos cuadros de miseria desgarradoras ? No sienten un poco de asco de si mismos? verguenza alguna? tal vez? nada? Algún cargo de conciencia a la hora de irse a dormir en una cama caliente dentro de una buena casa? Comiendo bien gracias a las siniestras ventas y ganando mucho dinero gracias a las drogas? Es de espanto el ver a estos chicos, que son todos adolescentes, con sus vidas destrozadas, sucios mugrientos vestidos en harapos, consumiendo.... agrupándose entre ellos como buscando calor humano, aprobación por lo que saben que están haciendo mal. Respaldo moral, sabiendo lo inmoral que es esto. Dentro de cada uno de ellos hay un ser humano que sufre. Posiblemente tengan momentos de lucidez en que quieran dejar de consumir pero recaen en la adicción. Ya están tomados. Y son estos mismos jóvenes que salen a robar, y hasta se dejan violar por dinero para salir a comprar mas droga. Cuantos de ellos han matado? usando puñales, y armas? La pregunta cruel es donde están sus padres? donde sus madres? Si hay que buscar culpables,lo son en partelas politicas actuales, lo son los que venden la droga. y lo son los que los trajeron a este mundo. Los mas responsables de la vida de miseria en que dejan crecer a sus hijos. Si ellos a la vez consumen, así se desarrolla toda una era llena de vicios, vagancia, delincuencia, cero valores, arrastrados al que les de, al que los mantenga. Pobres almas, pobres de lo mas pobres. No ya de dineros. Sino de sus vacias existencias. Lo que falta aca por todos lados es el servicio social, trabajadores sociales que recojan a toda esta gente marginada, enviciada, de calle, y le den refugio, baños, comida,atención médica, sacada de piojos, higiene personal, rehabilitación, desintoxicación de la droga, buen trato comprensivo . Eso es ser solidario. Rescatar al drogado del infierno en que viven. Y de eso, nunca, jamas de los jamases escuché a la sra Cristina de Kirchner , , siendo presidentA y siendo vivepresidentA emitir JAMÁS una sola palabra, de preocupación por ayudar al droga-adicto. Eso es ser solidario. No quien vote por quien. Ni quien de mas planes o subvenciones al garete. De no existir programas de esta índole, jamás lograremos rescatar a toda una generación de pobres drogados, enfermos y discapacitados, producto de esta angustiante situación existencial.

  3. El problema de la drogadicción tiene base en la “finalidad del consumo”, como creer que esa mierda te mejora la vida, que te da súper poderes, o te transporta a un mundo fantástico,…la realidad es que muy lejos está de todo eso, El caer en la droga es una muestra de debilidad intelectual, falta de integridad personal y de amor a sí mismo. El aumento del consumo ilícito masivo de las drogas demuestra un avance en la degradación personal del individuo y creo que es en esto donde hay que trabajar, si se quiere terminar con el narcotráfico. Concientizar a los jóvenes sobre el daño que provocan las drogas, está bien pero no alcanza, además se debe educar para formar mejores personas, mas integras. El mejor camino hacia un mundo sin narcotráfico, es el de una sociedad que rechace el consumo de drogas, “sin consumo se termina por erradicar el narcotráfico, combatirlo por la fuerza, “no sirve de nada”, porque mientras haya quienes quieran consumir, seguirán apareciendo quienes las vendan.

  4. Contala como quieras, con película o sin película, pero con Videla no tomaban fábricas, no tomaban colegios y no tomaban Villa Mascardi. .

  5. ""Con la droga me voy para no ver tanta mierda"." Al consumidor de droga, Hay que explicarle que debe él comenzar por educarse, aprender, asi tendrá herramientas para que la mierda esa que le rodea poder cambiarla y superar tss problemas y quizás de alguien cercano a él. Otra no hay, pero como el la Argentina no se educa mas sino alecciona, les lavan el koko y los convierten en cabeza de termo, en inútiles útiles, por eso tienen la necesidad de drogarse, si es en ronda mejor. Que eso viene de viejas culturas , que al no tener las posibilidades de una vida moderna, sana y con tecnología, no hace falta concurrir a uno o varios shamanes y fumar con ellos.

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