Después de 36 años sin logros mundiales, a pesar de haber estado muy cerca otras veces, finalmente este domingo 18 de noviembre nos consagramos de manera inobjetable.

Salvo la final de 1970 y el suplementario de 1978 no veía a un equipo someter totalmente a otro durante 80 minutos de juego. Un “baile” histórico.

Pero como siempre, los imponderables suelen aparecer, más si hay calidad en el oponente, y el partido terminó definiéndose a nuestro favor de una manera inesperada- y hasta injustamente angustiosa- si tenemos en cuenta el partido hasta allí desarrollado.

El equipo francés se hubiese ido conforme si todo terminaba 2 a 0 10 minutos antes del final.

Se logró el objetivo soñado merecidamente, en base a organización, táctica-estrategia, confianza y cohesión en un grupo que conformó un verdadero equipo para lograr la meta que se habían propuesto.

Nada quedó librado al azar y bienvenido que haya sido así porque esa es la senda a seguir.

La mancha en el traje nuevo fue responsabilidad exclusiva y excluyente del peor gobierno de la historia argentina desde el regreso de la democracia y de la clase política en general.

Resulta inevitable que en nuestro país los políticos pretendan colgarse de triunfos que no le pertenecen y que solamente les importe, y busquen, la foto que los inmortalice y vender la historia épica de que son los artífices de todo. Con eso sacan chapa y captan votos.

No existe un solo ser pensante al que le resulte más que claro que hacer llegar un micro desde ezeiza hasta el centro de la ciudad un día de semana con piquetes y cortes en las entradas a la capital, es una misión imposible.

Imaginen eso multiplicado por mil.

Pero la improvisación perversa de los políticos siempre se impone y entonces basta con decretar un feriado a sabiendas que una sociedad ávida de festejar cualquier cosa (es un cable a tierra ante años de desánimos y frustraciones) iba a hacer el resto.

Porque nuestras masas se desbordan fácilmente ya que carecen de inhibiciones y límites, sin perjuicio de esa tendencia a pensar más en lo individual que en lo colectivo que inevitablemente iba a convertir en caos lo que debería haber sido una fiesta para disfrutar.

Al gobierno y a los políticos en general poco les importan los deportistas y la sociedad si no le son útiles a sus caprichos veleidosos.

Un amigo periodista me hizo llegar un “paper” titulado “Traslado de la Selección Argentina de Fútbol y Comitiva a Casa de Gobierno” elaborado por el gobierno para la ocasión que es un decálogo de intenciones que resultan dislocadas cuando no existe la manera de operativizar efectimanente lo imaginado y escrito.

El fracaso estaba asegurado.

Y los disturbios, desmanes, saqueos y muertes estuvieron a la orden del día tapados por “la manifestación popular”.

No había que ser un iluminado para ordenar y organizar una celebración.

Se trataba de determinar un lugar abierto (Parque Roca, por ejemplo), armar un escenario y cercar el mismo apropiadamente con un traslado del seleccionado en helicóptero desde el predio de ezeiza, se hace la ceremonia y los festejos y todo empieza y termina en un horario prefijado.

No voy a decir que es infalible y que no van a existir desbordes, pero hay posibilidad de abortar rápidamente todo y evitar el bochornoso espectáculo visto ayer.

El caos y lo dantesco se mantuvo por horas y hasta se impidió que ambulancias, bomberos, vehículos de seguridad y ciudadanos que tenían que trabajar pudiesen transitar la ciudad y parte de la provincia.

El transporte público desapareció hasta altas horas de la noche.

Y ahí aparecieron las voces de siempre que parten justamente de quienes son responsables del desastre, sus operadores en redes sociales y periodísticos: “que es imposible de contener”, “que se trata de una legítima manifestación popular”, “que somos así y está en nuestro ADN”, “que somos pasionales”, “que nos merecemos una alegría” y un sinfín de “frases emotivas” para justificar lo injustificable.

Los políticos felices por montarse en logros ajenos que sirven como comprimidos de amnesia ciudadana y dar rienda suelta al populismo de baja estofa a través de un feriado nacional; los medios televisivos que obtienen records de ratings durante horas y que juntan carretillas de ingresos por publicidad; los publicistas que ganan millones a futuro con la propaganda subliminal que imponen sus productos; la AFA, organización espuria si las hay, que recibirá millones de dólares supuestamente pesificados oficialmente para dibujar el reparto de la torta y los grupos concentrados que reciben su tajada.

Utilizaron la estampita de la selección, esta vez, que les ha servido para repartir migajas a un pueblo que no pudo obtener lo que quería (ver a los campeones) pero que a nadie le importa salvo cuando los necesitan en las urnas.

Como suelo decir en los logros y triunfos la Gloria Siempre es de Dios.

En este caso el honor es para los jugadores de nuestra selección, el cuerpo técnico, comitiva y colaboradores que obtuvieron merecidamente el trofeo mundial de manera indiscutible y trayendo un soplo de alegría a millones de argentinos y a muchos que en el resto del planeta son fanáticos de nuestra selección.

Pusieron de relieve su enorme calidad y capacidad, todo el esfuerzo y el trabajo para estar a disposición, una especial dedicación y la necesaria pasión ( no la irracional) para lucir orgullosos la medalla de dignos representantes de nuestro fútbol.

Intentarlos convertirlos en sus rehenes los políticos, pero no sucumbieron a sus pretensiones.

Supieron poner límites a los aprietes, al destrato, a la persecución y al ninguneo.

Por eso el castigo que ensayó el gobierno fue organizar el caos con la excusa de la fiesta popular.

Los integrantes del seleccionado se resistieron y eso los hace doblemente campeones, porque ningún título sirve, ni ningún triunfo es válido cuando no se respetan valores.

Y a nuestra orgullosa Selección Nacional de Fútbol le sobró calidad de juego y moral para convertirse en eternamente ganadora. Salud CAMPEONES.

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