Por fin se le dio a Hugo
Chávez algo por lo que tanto bregó en las últimas semanas, intentando tapar
con un dedo el sol que le representan la derrota en el referéndum por la reforma
constitucional del 2 de diciembre último y, a mediados de ese mismo mes, el
arresto en Miami de dos conocidos empresarios y un abogado ligados a la
boliburguesía chavista que cayeron en las manos del FBI tras intentar
presionar al ya famoso maletero Guido Antonini Wilson para que no hablara
sobre el origen y destino de los 800.000 dólares que, con total desparpajo,
transportó desde Caracas a Buenos Aires hace algo más de cinco meses. Un tema
que en estas horas amenaza con volverse aún más ríspido para los gobiernos
argentino y venezolano ya que en estas horas estaban a punto de ser presentadas,
por los fiscales que llevan el caso, las pruebas que incluyen filmaciones y
grabaciones que comprometen seriamente a los acusados y, por ende, a ambos
gobiernos, que en estos días viven comiéndose las uñas.
Después del gran fracaso
circense y mediático de los últimos días del año, cuando Chávez, junto al
presidente argentino Néstor Kirchner y otros funcionarios sudamericanos
se quedaron esperando vanamente la entrega de las dos rehenes y el niño Emmanuel
prometida por las FARC, tras el golpe propinado por el presidente colombiano
Alvaro Uribe al denunciar que el niño no estaba en poder del grupo
guerrillero sino en una institución social de Bogotá, y la inmediata marcha
atrás de las FARC, que quedaron al descubierto en su mentira, ahora Chávez
vuelve a tomar un poco de aire desplegando ante los medios del mundo su alharaca
por el final feliz de esta historia, al recibir finalmente a las secuestradas
Clara Rojas —madre de Emmanuel— y Consuelo González de Perdomo
en el Palacio Miraflores, sede del gobierno venezolano.
En esta oportunidad Chávez
ni siquiera pudo acercarse a la frontera con Colombia para llenarse de gloria
como pretendía cuando concurrió con su amigo Kirchner a Villavicencio, la
localidad de ese país donde a fin de año iban a recibir a ambas rehenes y se
quedaron con las manos vacías. Es que ahora el presidente Alvaro Uribe no
permitió la presencia de ningún funcionario venezolano en su territorio ni
tampoco ningún despliegue mediático de la situación. Solamente el ingreso de
personal autorizado de la Cruz Roja y de dos helicópteros venezolanos, pero
pintados con el emblema que caracteriza a esa institución humanitaria. Otro
golpe más para el vapuleado ego de Chávez, necesitado desesperadamente de
una figuración que al menos oculte, mientras pueda, tantos problemas que acosan
a su gobierno y a él mismo.
Sin embargo, la entrega de
ambas rehenes —las FARC no los llama así ni tampoco “secuestrados”, sino
“retenidos”— tuvo algunas irregularidades bastante notorias, que además
de ser observadas en los videos de los canales de televisión que transmitieron
la entrega de las rehenes fueron ratificadas por nuestras fuentes venezolanas.
Cabe señalar que obviamente
estamos en un todo de acuerdo con la liberación de estas rehenes, que en los
hechos representan una parte muy pequeña de los 600 secuestrados, la mayoría
colombianos, algunos norteamericanos e incluso bastantes venezolanos —a los que
Chávez no parecen preocuparle— en poder de las FARC. Pero se observaron algunos
detalles que no cayeron muy bien entre la sociedad venezolana y los muchos
observadores que siguieron esta cuestión.
Una pinturita
En primer lugar, Clara
Rojas y Consuelo González de Perdomo no lucieron a su arribo a
Venezuela —nos preguntamos por qué no a Colombia si son dirigentes políticas
colombianas— como si hubieran estado seis años en la selva, en las precarias
condiciones en que las FARC tiene a sus rehenes.
La madre de Emmanuel —el
niño es fruto de sus relaciones íntimas con uno de los guerrilleros— lucía un
elegante conjunto de pantalón, camisa y zapatos de color blanco, con una
chaqueta sin mangas que extrañamente tenía sobre uno de sus costados el logo de
la clásica propaganda chavista en el que se leía “Venezuela ahora es de
todos”.
Por su parte, Consuelo
González de Perdomo estaba vestida con un prolijo conjunto de pantalón y campera
gris azulado con zapatos blancos. Ambas, peinadas de peluquería y con sus cejas
depiladas y pintadas. Detalles que a cualquier mujer no se le escapan, y que
seguramente coincidirán en que las dos rehenes, más que permanecer seis años en
la selva colombiana, parecían concurrir a un desfile de modas del peluquero y
promotor de modas argentino Roberto Giordano.
Baste comparar sus
presencias con el aspecto que presenta, en una fotografía reciente, otra de las
dirigentes políticas secuestrada por la misma época que las hoy rescatadas, la
franco-colombiana Ingrid Betancourt, cuyo aspecto tras más de un lustro
de cautiverio puede es devastador.
Clara Rojas Consuelo González de Perdomo
Otro de los detalles que nos comentaron nuestras
fuentes —y que también es visible en las tomas de la televisión— es que ambas
rehenes entregadas por las FARC vestían otras ropas al ser halladas en la selva
por la Cruz Roja y ser conducidas a los helicópteros, por lo que fue evidente
que hicieron un cambio de vestuario durante el viaje que las depositó en
Caracas, previo paso por el aeropuerto fronterizo de Santo Domingo para abordar
un avión.
Por otra parte, no dejó de resultar llamativa la
efusividad —besos y abrazos— que intercambiaron en los saludos de despedida con
los guerrilleros que las condujeron hacia el punto de encuentro con la Cruz
Roja, si se tiene en cuenta que habían sido quienes supuestamente les hicieron
pasar las de Caín en su cautiverio.
También extraña fue la actitud observada al
reencontrarse con sus familiares: eran éstos los que se veían más emocionados,
mientras a las ahora ex rehenes no se les movió un pelo de sus buenos peinados,
mostrando una actitud fría, prácticamente sin lágrimas, mientras Clara Rojas
ni siquiera preguntaba por su hijo Emmanuel y tuvo que recordárselo una
periodista. Tampoco mostró muchos sentimientos al hablar de su hijo durante una
entrevista de la cadena radial colombiana Caracol.
El gestor
Pero hay otros
detalles algo más tortuosos que el aspecto rozagante y el buen vestir de
Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo. No son pocos en Venezuela
que comentan las andanzas del flamante ministro del Interior y Justicia del
gobierno chavista, el ex capitán de la Armada Ramón Rodríguez Chacín. El
currículo de Rodríguez Chacín muestra que participó en el fracasado golpe de
estado de Hugo Chávez, en 1992, contra el presidente Carlos Andrés Pérez,
siendo encarcelado y amnistiado dos años después. Durante el gobierno de
Rafael Caldera (1994-1999) estuvo en la clandestinidad, siempre operando a
favor de Chávez hasta que éste llegó a la presidencia en 1999. Ya había ocupado
su actual cartera de Interior y Justicia en 2002, año en que fue acusado de
mantener una doble identidad, ya que portaba documentos con el nombre de
Rafael Alberto Montenegro. Es que el gobierno chavista es muy generoso a la
hora de repartir documentos de identidad venezolanos falsos a aliados de diverso
pelaje, sean hombres de su propio riñón, fundamentalistas islámicos refugiados
en algunos “santuarios” de Venezuela, narcotraficantes colombianos o también
guerrilleros y “comandantes” de las FARC.
Precisamente
Rodríguez Chacín comenzó a mantener estrechos contactos con esta
organización –a la que ya no puede denominarse “guerrillera” pues dejó hace rato
los ideales que la lanzaran al ruedo en los años ’60 para dedicarse al más
productivo negocio del narcotráfico- ya en los primeros años de la década de
1980. Ya con Chávez en el gobierno, esos aceitados contactos se
profundizaron y, con la obvia “luz verde” del nuevo presidente, hicieron que las
FARC tuvieran libre tránsito en el lado venezolano de la frontera con
Colombia, se permitiera la instalación de campamentos guerrilleros y, por
si fuera poco, se otorgaran cédulas de identidad venezolanas a muchos de
sus principales hombres, se llevaran a familias enteras de los mismos a residir
en Venezuela con la protección del Estado venezolano, se aceptara a los
más jóvenes en las universidades y se empleara a estos familiares en organismos
estatales. Además se crearon entidades bajo la fachada de “organizaciones no
gubernamentales” o fundaciones que en los hechos hacen llegar dinero a las FARC.
De cuestiones como
éstas, el gran artífice fue el ministro Ramón Rodríguez Chacín, además de
haber facilitado, pocos meses atrás, la llegada del propio comandante de las
FARC Luciano Marín Arango, más conocido por su nombre de guerra
“Iván Márquez”, desde “algún lugar de la
selva colombiana” hasta el propio Palacio Miraflores para una entrevista con
Hugo Chávez, de la que también participó la senadora colombiana Piedad
Córdoba. Una entrevista en la que el guerrillero fue el único a quien se le
permitió ingresar a ese ámbito del gobierno venezolano tranquilamente con su
pistola en la cintura (ver foto). Por otra parte el hombre, uno de los
principales encargados del manejo de la comercialización de cocaína desde
Colombia hacia el resto del mundo, es objeto de una recompensa de 5 millones de
dólares por parte del Departamento de Estado norteamericano por cualquier dato
que permita su ubicación y/o detención. Algo que ni hizo pestañear a Chávez y
compañía.
“Iván Márquez”, Chávez y la senadora colombiana
Piedad Córdoba
Precisamente por sus buenos oficios y conocimiento
de las FARC, a Rodríguez Chacín le fue encomendada la misión rescate que
fracasó estrepitosamente en el pasado fin de año y esta última que finalizó con
éxito, aunque en esta oportunidad, como se dijo antes, sin poner pie en
territorio colombiano.
Las fuentes señalan también
que con Ramón Rodríguez Chacín en el ministerio de Interior y Justicia de
Venezuela, las FARC tendrían asegurado un fuerte bastión a través del cual se
incremente el apoyo logístico y económico a la organización, a manera de
intercambio por su colaboración con el gobierno de Hugo Chávez. Una
colaboración que además de “neutralizar” a venezolanos disidentes y productores
agropecuarios fronterizos –algo esto último que viene ocurriendo con mayor
frecuencia-, tendría alcances también en el multimillonario negocio del
narcotráfico. Pero estas últimas cuestiones serán motivo de otro artículo
aparte.
Conclusión
Como se dijo al comienzo, a
Hugo Chávez este rescate le permitió tomar un poco de aire frente a
tantos castigos recibidos durante el último mes del año que acaba de finalizar.
Claro, cómo no iba a estar eufórico el hombre, que había creído en la fracasada
tentativa anterior que iba a ganar el Premio Nobel de la Paz.
Cuando las rehenes
rescatadas bajaron de los helicópteros en Santo Domingo, Chávez les decía a los
periodistas colombianos que les hacían preguntas que “las dejaran tranquilas”.
Pero cuando aquellas arribaron al aeropuerto caraqueño de Maiquetía dio rienda
suelta a su show: las esperó con la mitad de la Asamblea Nacional, una patrulla
del Ejército y su banda de música.
Sin embargo, volvemos a
destacar que resultaron bastante irregulares ciertos aspectos que rodearon la
aparición de Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo. A muchos
de ellos ya los hemos señalado.
Hay otro que se comenta en
cerrados círculos venezolanos, y es el que indica que en realidad las dos
rehenes de las FARC se encontraban en realidad ocultas desde hace algunos meses
en la extensa hacienda que el ministro Ramón Rodríguez Chacín posee en el
estado fronterizo de Barinas, y que de allí –previo montaje de la “obra”- fueron
trasladadas a un punto de encuentro que supuestamente designaron las FARC en el
lado colombiano, con sus famosas “coordenadas”. Un tema lo bastante grave como
para que sea investigado mucho más a fondo.
Para cerrar, por ahora, este
tema, transcribimos a continuación en forma textual lo señalado hace pocas horas
por la periodista venezolana Aleidy Coll, quien respecto a este rescate señaló:
“No sé ustedes, amables lectores, pero la imagen de
las ¿secuestradas? doña Consuelo y Clara, no son los rostros y cuerpos de
personas que han permanecido sufriendo seis años en cautiverio, en manos de las
FARC que han asesinado a tantísimos colombianos.
“Clara Rojas, con moñera y perfecto corte de pelo se
despidió hasta con un fuerte beso y apretón de aquellos guerrilleros ¿que la
tuvieron como rehén a lo largo de seis calamitosos años?. La vimos en mejor
estado físico que cuando las FARC dieron la primera y segunda fe de vida. La ex
senadora Consuelo González de Perdomo también con un excelente corte de pelo y
hasta arregladita con secador. Bien vestida y de excelente semblante. Maquillada
de forma moderada, y en ningún momento dio muestras de preocupación por los seis
años alejados de la familia.
“De veras, en peor estado estaban los familiares de estas ¿rehenes?,
a pesar de que se encuentran hospedadas en el hotel Meliá Caracas. Por ejemplo
la madre de Clara Rojas y su hermano Iván le partían el alma al mundo, ¡cuántas
lágrimas, cuántos sacrificios!. También la hija y demás familiares de doña
Consuelo. Sólo se les vio alegría cuando se enteraron por los medios
audiovisuales que ya estaban en manos de la Cruz Roja.
“Haciendo memoria y revisando los archivos
fotográficos de la salida de William Niehous de su cautiverio, mucho más corto
por cierto, no entendemos qué tipo de guerrilleros tenían a estas dos orondas
damas. El pobre Niehous sin lentes y con un pelo blanco y largo, sin decir de la
poblada barba.
“Para los más jóvenes les
recordamos a Richard Boulton, el esposo de la ex Miss Venezuela, Marena Bencomo.
También el joven empresario venezolano estuvo en manos de los irregulares menos
tiempo que estas dos damas y salió cual guerrillero barbado y peludo. Flaco y
con un semblante que denotaban el hambre, la miseria a que fue sometido por sus
captores.
“Vamos más acá, ¿se
acuerdan del cautiverio de Sergio Omar Calderón, el querido ‘Cura’
Calderón?…bueno salió hablando de todos los Santos, de Dios, de la Virgen y con
un rostro que denotaban la mala vida que llevó en un cortísimo tiempo.
“Volviendo a las ¿secuestradas?, sentí como si ambas tenían en la espesa
selva no solo a un buen peluquero, sino también a un modisto que les permitió
cambiar de trajes en varias oportunidades.
“Siendo honesta, y al
estilo colombiano, siento que estamos ante un supremo montaje de alguien que usó
a estas dos damas. Siento que estaban en manos de alguien desde hace algunos
meses para robustecerlas (para cambiar la imagen de matones e irregulares de las
FARC). Tal vez algunas de las fincas de ‘los oligarcas bolivarianos’ sirvió de
reclusión para el parapeteo de estas señoras que, repetimos, distan mucho de
aparentar haber estado en manos de las FARC, asesinos de tantos buenos y
honestos colombianos.
“Que me perdonen, pero que no tienen aspecto de haber estado secuestradas
¡no lo tienen!. Recuerden los apretones y los besos a la hora de despedirse de
sus captores. El tiempo dirá la verdad”.
Carlos Machado