Ya está. El presidente venezolano Hugo Chávez finalmente se puso públicamente la camiseta de las FARC, al oficializar su apoyo a esa organización terrorista. Un apoyo que no es reciente sino que en realidad viene desde hace años, pero que queda ahora sellado y firmado con la propuesta que el bolivariano lanzó al mundo —concitando sólo rechazos hasta de sus “amigos”, a excepción del nicaragüense Daniel Ortega— para que las FARC dejen de ser llamadas “terroristas” y pasen a ser denominadas “fuerzas beligerantes”.
De todas maneras Chávez, ejerciendo su habitual terquedad e ignorando como siempre los “avisos” internacionales, no se amilanó por ese rechazo a su propuesta y ya ofreció a las FARC una oficina en Caracas hasta con status diplomático. Además reforzó su alianza con la organización narco-terrorista volviendo a colocar en el ministerio de Interior y Justicia a quien lo había ocupado en los difíciles primeros meses del año 2002, el ex capitán naval Ramón Rodríguez Chacín, un hombre que conoce muy bien a las FARC desde hace años y, podría decirse, bien desde adentro.
El ministro —propietario de una extensa hacienda en el estado Barinas, cuna de la familia Chávez, en la zona fronteriza con Colombia— es sospechado de tener algo más que buenas relaciones con los narco-terroristas. No sólo les facilitaría el libre tránsito por territorio venezolano y documentación local para que se muevan fácilmente tanto en Venezuela como hacia el exterior, sino que también en su hacienda los principales comandantes de las FARC hallarían un cómodo alojamiento cuando les es necesario ubicar sus posaderas en tierras chavistas.
Por ejemplo, allí habría sido introducido desde Colombia el comandante Luciano Marín Arango, que actúa con el nombre de “Iván Márquez” —uno de los principales manejadores del negocio del narcotráfico, con una recompensa pendiente de 5 millones de dólares ofrecida por su captura por el gobierno norteamericano— antes de ser conducido a la entrevista con Hugo Chávez realizada en noviembre último en el propio palacio de gobierno en Caracas, donde el visitante pudo contar con el inusual beneficio de estar allí presente con su arma en la cintura.
También son muchos los que creen en Venezuela que es en la hacienda de Rodríguez Chacín donde en realidad estuvieron alojadas un tiempo las dos rehenes recientemente liberadas, Clara Rojas y Consuelo González, y sacadas de allí nuevamente hacia Colombia antes de aparecer como “rescatadas” tras “veinte días de caminata por la selva”, como exageró la mediática senadora colombiana Piedad Córdoba —también amiga de las FARC—, que por su parte se mantuvo extrañamente viviendo en Caracas varios meses sin regresar a su país, lo que acaba finalmente de hacer, sin dejar de profesar diariamente su adhesión al presidente Hugo Chávez y a sus ideas sobre la “revolución socialista bolivariana”.
Se cree que esta firme relación entre ambos tiende a que la senadora proyecte en su país precisamente esa “revolución bolivariana” de Chávez, y de hecho la lidere. Eso sí, Piedad sigue los pasos de los extraños gustos socialistas por los caros productos del “Imperio”, y se la ha visto y fotografiado en Caracas recorriendo los exclusivos locales comerciales del Sambil o las Tiendas Zara, abarrotándose de vestidos, zapatos y carteras de primera marca y aumentando su colección de turbantes.
En cuanto a Clara Rojas y Consuelo González, quizás se deba a esos días de buen pasar en la hacienda de Rodríguez Chacín que a ambas rehenes, al ser conducidas hacia Caracas, se las viera tan lozanas y arregladas, sin rastro alguno de sus seis años de cautiverio ni de un largo andar por la selva bajo la inclemencia del sol, las lluvias, los insectos y las ramas y espinas en su camino.
Un pacto de silencio debe haber, en tal caso, para que ambas no revelaran esa parte de la verdad sobre el último tramo de su cautiverio.
Polvo blanco, negocios negros
Es cada vez más evidente la sociedad entre Hugo Chávez y las FARC en el negocio del narcotráfico. La oficina antidrogas norteamericana (DEA sus siglas en inglés) había sido expulsada por Chávez en 2005 de Venezuela, con la excusa de “realizar espionaje”. Con ello el presidente venezolano allanó el camino para el libre desenvolvimiento del “negocio” por parte de las FARC, necesitadas de trasladar los laboratorios de procesamiento de hojas de coca —que se cosechan tres veces al año— desde la selva colombiana, donde venían sufriendo el creciente acoso de las fuerzas militares, hacia territorio venezolano.
No obstante la DEA —no en vano los norteamericanos cuentan con toda la tecnología apropiada— prosiguió monitoreando la actividad de las Narco-FARC a través de fotografías satelitales, agentes encubiertos y soplones. Es así como llevan conformado un voluminoso archivo sobre muchos de los movimientos efectuados en tal sentido por los socios-delincuentes de uno y otro lado de la frontera colombo-venezolana, así como también los movimientos de dinero y cuentas de varios “peces gordos” de la boliburguesía bolivariana.
También han registrado, por ejemplo, vuelos de avionetas hacia pistas clandestinas cercanas al delta del río Orinoco, donde se embarcan envíos de cocaína hacia Estados Unidos y Europa en barcos de carga o de menor calado. Envíos mayores serían embarcados en la flota de los buques-tanque petroleros de Wilmer Ruperti, otro de los amigos de Hugo Chávez a quien mencionamos en nuestra nota referida a uno de sus socios, Alex Del Nogal, el narcotraficante detenido en septiembre último en Italia y recientemente liberado bajo extrañas circunstancias, por lo cual, de no mediar una nueva detención en su camino de regreso a Venezuela por parte de países que lo requieren, como Suiza y Estados Unidos, Alex vuelve a su país dispuesto a retomar el manejo de esos negocios.
Con poca diferencia de días, hace algunas semanas habían sido interceptados en el Caribe por la Marina británica dos barcos venezolanos cargados de cocaína, que llevaban destino desconocido. Y el pasado domingo 13 de enero fue incautado por agentes de la DEA, en el aeropuerto de Fort Lauderdale, en Florida, el avión con matrícula venezolana YV219T, que traía a bordo 68 kilos de cocaína, siendo detenidos sus dos únicos tripulantes. El avión, que había hecho una escala previa en República Dominicana, pertenece a la empresa Serami (Servicios Aéreos Mineros), cuyos hangares –al decir de muchos que conocen el movimiento de sus aeronaves- “deberían ser revisados”.
Para más nervios de Hugo Chávez, cuya capacidad de reacción últimamente está limitada sólo a los insultos desde el atril de su programa dominical “Aló Presidente”, diversas personalidades estadounidenses salieron en los últimos días a decirle en la cara, ya abiertamente, que está ligado al narcotráfico y que su país se ha constituido, lisa y llanamente, en el puente ideal para que las Narco-Farc exporten cocaína hacia diversas regiones del mundo.
Porque ya no se trata solamente de destinos como Estados Unidos y Europa. Según fuentes de inteligencia colombianas, las FARC, además de expandir su mercadería hacia el resto de Sudamérica a través de la frontera sur de Colombia y de la Amazonia venezolana, estaría en tratativas de hacerlo también hacia un nuevo “mercado” como Rusia. Probablemente aquí su interlocutor válido sea la mafia rusa, de rápido y constante crecimiento a partir de la década de 1990 tras la caída del comunismo y siempre dispuesta a comerciar —ilegalmente, claro— con lo que sea, ya se trate de personas, drogas, protección, armas o plutonio.
En tanto, ya son moneda corriente los vuelos de avionetas que cruzan desde Colombia hacia Venezuela, generalmente por la noche, como indican numerosos habitantes de los Andes venezolanos y de estados fronterizos como Zulia, Monagas, Táchira o Anzoátegui.
En pocos días Chávez debió escuchar los embates que le lanzaron John Walters, responsable de la política antinarcóticos de Washington, y Miles Frechette, ex embajador de Estados Unidos en Colombia entre 1994 y 1997. El primero señaló desde Bogotá que “Chávez es el gran facilitador del narcotráfico en su país”. Por su parte Frechette afirmó que el presidente venezolano “permite la operación de aviones que entran y salen de su país con droga”.
En declaraciones a la cadena colombiana Caracol, el diplomático aseguró que los radares instalados en los territorios de Colombia y otros países de la región “captan claramente todos los vuelos que salen de Venezuela. Son vuelos que parten hacia las islas del Caribe, hacia Centroamérica y hacia México, con droga que pasa de la frontera colombiana al lado venezolano”.
“Todo eso está captado electrónicamente, es decir, no hay manera de negarlo”, agregó el ex embajador, y subrayó que se trata de algo “incontrovertible”, a pesar del silencio o los desmentidos de Caracas. Frechette dijo además que “una enorme corrupción” se instaló en Venezuela a partir de la decisión de Chávez de expulsar de Caracas a los agentes de la DEA, lo que hizo en 2005 al acusarlos por supuesto espionaje. Finalizó la entrevista con algo que parece un aviso para quien corresponda: “Llegará el momento en el que una aeronave de los traficantes se accidentará y de ella descenderán venezolanos que van a confesar cuáles son las conexiones que existen en Venezuela para facilitarles el envío de la droga”.
No son pocos los que en Venezuela están evaluando actualmente —si bien es algo sobre lo que todavía no arriesgaremos opinión— que esta embestida de la DEA y de diversos voceros norteamericanos significa que ese organismo antidrogas y el Departamento de Estado tienen muchas más cartas aún contra Hugo Chávez que las que están mostrando en estos días. En tal sentido volvió el recuerdo del general panameño Manuel Noriega —acusado de narcotráfico—, contra quien en 1989 el entonces presidente de Estados Unidos, padre del actual, lanzó una fulminante operación militar —también sangrienta ya que costó la vida de muchos civiles panameños— capturándolo y manteniéndolo detenido por varios años en una cárcel norteamericana, y que hoy está a punto de ser extraditado a Francia alargando así aún más su condena.
En tal sentido, algunos especulan con el recuerdo de que, cuando se acercaban los tiempos de un recambio presidencial en Estados Unidos, los republicanos en el gobierno solían generar una guerra o al menos una intervención militar en algún país como pretexto para reforzar las chances de su partido en la nueva contienda electoral.
Queda pendiente de averiguación, además, si tendría algo que ver con los conflictos creados por Chávez la supuesta reactivación de una flota “dormida” hace algunos años, con asiento en Atlanta, cuyo radio de acción abarcaba precisamente desde el área del Caribe hasta las cercanías de las costas del norte de Sudamérica.
Se trata de la “Operación Sociedad de las Américas II”, que volverá a poner en marcha el Comando Sur de Estados Unidos “como parte del esfuerzo permanente para fortalecer las relaciones con el Caribe, Centroamérica y Sudamérica”. Esta operación es el segundo despliegue naval realizado por un portaaviones en el Caribe en más de nueve años, y “ayudará a fortalecer los lazos militares y a promover la seguridad y estabilidad en el hemisferio occidental mediante ejercicios de entrenamiento con naciones socias y proyectos comunitarios en varios países”, según la Armada norteamericana.
Participarán alrededor de 7.500 marines, será llevada a cabo por el Grupo de Ataque 10 y liderada por el portaaviones “USS George Washington”, e incluirá dos cruceros armados, uno de ellos el “USS Monterrey”, el destructor “USS Stout”, la fragata “USS Underwood” y un ala aérea de 60 aviones, dos submarinos de ataque y un barco de reaprovisionamiento. Por lo que se aprecia, una fuerza de despliegue bastante importante para encarar un simple ejercicio naval.
No menos ambiguas fueron las palabras del contraalmirante Joseph Kilkenny, comandante del Grupo de Ataque del portaaviones “USS George Washington”: “Sabemos que la mejor manera de formar sociedades es a través de las comunicaciones y operaciones. Para poder responder ante una crisis internacional, por ejemplo tensión entre dos países, como fuerza multinacional, necesitamos trabajar en nuestra inter-operabilidad y permitir a las naciones en la región saber quiénes somos y qué podemos ofrecer”.
Lo cierto es que puede ser una casualidad, pero esta flota se reactiva luego de nueve años –los mismos que lleva Hugo Chávez en el poder-, y concretamente existe, como dijo el contraalmirante Kilkenny, un conato de crisis internacional, en este caso entre Venezuela y Colombia, aliada de Estados Unidos, y tensión entre dos países, aquí por partida doble: entre Venezuela y Colombia y entre Venezuela y Estados Unidos.
De allí que muchos venezolanos estén ya comparando —quizás algo apresuradamente, quizás no— la situación de Chávez con la del actualmente preso general panameño Manuel Noriega.
El largo brazo de las Narco-FARC
En mayo del año 2005, el diputado argentino de la oposición Guillermo Cantini dirigió un pedido de informes al gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner en la que se destacaban estas preguntas: “¿La Secretaría de Inteligencia tiene información sobre actividades de las FARC en Argentina?; ¿qué operativos han desarrollado para contrarrestar esa presencia?; ¿advirtió algún servicio de inteligencia exterior sobre esas actividades?; ¿qué registro posee el Banco Central sobre el flujo de dineros provenientes de Colombia y viceversa?”. Ese pedido, que como es habitual en la gestión de los Kirchner no obtuvo respuesta alguna, refleja el alcance logrado por los carteles de las FARC en Sudamérica.
Para varios analistas, desde mediados del año 2000 las FARC tienen presencia activa en la Argentina, la cual se ha incrementado durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Según el abogado argentino y experto en terrorismo Ramiro Anzit Guerrero, quien asesora a varios gobiernos en materia de contraterrorismo y seguridad, la infiltración de las FARC en diversos países sudamericanos, entre ellos la Argentina, es facilitada por células políticas de esa organización terrorista. De acuerdo al experto, en los últimos años se ha movido con plena libertad Jairo Alfonso Lesmes Bulla, alias “Javier Calderón”, considerado el canciller de las FARC para el Cono Sur y encargado en esa región de las actividades ilícitas. Junto a él, narcotraficantes y terroristas de diferentes países se hospedarían en el céntrico Hotel Bauen, de Buenos Aires, administrado por el gobierno de Venezuela con recursos de PDVSA y a través de una cooperativa.
Cabe señalar que es frecuente ver transitando por ese hotel —además de diversas personas con apariencia y acento “caribeño”— a conocidos personajes del izquierdismo vernáculo, como Hebe de Bonafini, su asistente Sergio Schocklender, el payasesco pro-bolivariano y pro-iraní Luis D’Elía y algunos personajes cercanos a la Corriente Patria Libre y a la Asociación Mutual Sentimiento, conformada por ex guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y otros “luchadores sociales”.
En noviembre último, el diario colombiano “El País”, de la ciudad de Cali, publicó una investigación bajo el título “Los carteles de las FARC tienen copado el sur del continente”. Un trabajo muy interesante del cual rescatamos algunos detalles.
“Javier Calderón” posee, según el experto Anzit Guerrerro, una estructura de apoyo en Brasil, que junto con Paraguay y Argentina conforman la llamada Triple Frontera. Informes del Departamento de Estado norteamericano indican que las mafias brasileñas están negociando con el grupo terrorista a través de sus bases en Paraguay. Las autoridades han establecido que la droga sale desde el sur de Colombia en pequeñas avionetas hasta pistas clandestinas de ese país. Después va a Brasil, donde abastece al mercado local y sigue hacia Estados Unidos, Europa, Japón y África.
De esta ruta, según el gobierno de Paraguay, se encarga un guerrillero de las FARC conocido como “Hermes”, quien además habría asesorado a los responsables del secuestro y posterior asesinato de Cecilia Cubas, hija del ex presidente paraguayo Raúl Cubas. En la actualidad se sabe que “Hermes” reside en Brasil y que está vinculado con grupos narcotraficantes de ese país. Su papel habría cobrado mayor importancia tras la captura de “Fernandinho”, el principal nexo del Frente 16 de las FARC con la mafia brasileña.
Los millones de dólares que genera el narcotráfico arrasaron con la creencia ancestral de los indígenas que le otorga poderes curativos a la hoja de coca. Eso ha convertido a Bolivia en el tercer productor mundial de cocaína, después de Colombia y Perú.
Con tres cosechas anuales, que les genera mensualmente las ganancias que pueden obtener en dos años, cocaleros bolivianos de Chapare, en Cochabamba, se han aliado con las FARC desde el 2000 y construyeron lo que denominan “pozas” para el procesamiento de cocaína.
Igualmente, en Chile, las autoridades han localizado laboratorios para el refinamiento de la droga, los cuales fueron relacionados con los nexos de las FARC en ese país. Hace poco la policía chilena capturó a Jairo Cuarán Collazos, miembro del Frente 29 de las FARC, y tiene datos sobre la presencia que tuvo en ese país Luis Hipólito Ospina, conocido con el alias de “El Musulmán”, a quien han calificado como “uno de los más temibles terroristas”.
Según “El País”, las selvas que separan a Colombia de Venezuela, Perú y Ecuador, al igual que algunos gobiernos, se convirtieron en cómplices silenciosas del trasegar de la droga. De acuerdo con el Centro de Investigaciones Criminológicas de la policía colombiana, las FARC mantienen como principales organizaciones narcotraficantes al Frente 43, al mando de “John 40”, y al Frente 16, del que fue cabecilla Tomás Medina, alias “Negro Acacio” —muerto por las fuerzas militares en septiembre último—, y que en la actualidad lidera alias “Arialdo” o “Beto”.
En Perú, las autoridades de la región de Loreto han advertido que las FARC están destinando millones de dólares al cultivo de coca y que han disminuido sus laboratorios en la Amazonia colombiana. De igual forma se conoce la presencia de carteles de las FARC en las regiones de Ramón Castilla y Maynas. Incluso, a través de la frontera con ese país, han ingresado armas intercambiadas por droga y que pertenecían a los grupos terroristas Sendero Luminoso y al Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA).
Una situación similar se ha registrado en Ecuador, donde las autoridades de inteligencia han considerado a Erlinton Solarte como jefe de actividades de las FARC en ese territorio. Además de ello, a Solarte se lo responsabiliza de la conformación de una red de clínicas en las que son atendidos los guerrilleros heridos en combate con el ejército colombiano, ubicadas especialmente en Quito y Nueva Loja.
En cuanto a Venezuela, además de lo ya expuesto anteriormente, debe señalarse que el principal nexo de las FARC en ese país era Norberto Casas, alias “El Boyaco”, perteneciente al Frente 16, quien hasta hace poco tuvo relaciones con los principales carteles venezolanos de la droga, entre ellos organizaciones conformadas por oficiales que lo habían ayudado a fugarse de la DISIP —el organismo de inteligencia policial de Venezuela—, donde estuvo detenido. Recordamos que esta fuga de “El Boyaco” fue citada en nuestro artículo sobre el narcotraficante Alex Del Nogal, quien fue uno de los que precisamente ayudó a esa fuga cuando, como premio a ciertos favores que le hizo a Hugo Chávez, fue designado como uno de los responsables de la DISIP.
Se estiman en 117 las pistas clandestinas al servicio del narcotráfico que se encuentran hoy operando en suelo venezolano.
Tan importante como su expansión en América, las FARC han fortalecido sus negocios con países de los demás continentes. En esa labor han sido fundamentales Gerardo Aguilar Ramírez, alias “César” y Nancy Conde Rubio, alias “Doris Adriana”, ambos pertenecientes al Frente 1. Son ellos quienes coordinan la producción y exportación de cocaína hacia Europa.
Por último, si bien tiene los textos un tanto borrosos, creemos conveniente reproducir el gráfico publicado por el diario “El País” en su investigación, que contiene los principales contactos de las Narco-FARC en Sudamérica:
Conclusión
Hay mucho más material y mucha más tela para cortar respecto de esta sociedad para el crimen que envuelve al presidente venezolano Hugo Chávez y a las FARC en un mismo paquete en el que se entremezclan la inter-colaboración con mutuos fines políticos, la provisión de armas a la organización terrorista por parte del gobierno bolivariano y el infame negocio de la producción y comercialización de cocaína a nivel internacional, con Venezuela como un inmejorable puente de oro tendido para facilitar ese tráfico.
Sin embargo, ya suficientemente extenso se ha hecho este informe como para concluirlo, aunque esto no termina aquí ya que seguirán las investigaciones y sus resultados por cuanto los acontecimientos, como se ha señalado en otros artículos, están corriendo más rápido que su proceso y llegada al lector.
Cerraremos este artículo con un texto que obtuvimos de nuestras fuentes venezolanas, y que define sintéticamente el actual papel de las FARC dentro del “socialismo del Siglo XXI” que propone Hugo Chávez y la obtención de financiamiento a través del narcotráfico y otros delitos:
“¿Cuál es la importancia de la FARC para el socialismo del siglo 21?
“Las FARC son sin duda alguna el cartel de la droga más poderoso e importante del planeta. Controla desde los sembradíos de la hoja de coca hasta la elaboración de la pasta de cocaína y su distribución a los distintos intermediarios, que la llevan al mundo entero.
“De todos es sabido que los movimientos subversivos de izquierda encuentran su financiamiento en el tráfico de droga y hoy cuando las viudas del comunismo pretenden reeditar su nefasta ambición de poder, cuando Bolivia ha multiplicado por mil su producción de hoja de coca, cuando se pretende reorganizar los macabros grupos subversivos peruanos, quienes también han multiplicado su producción de hoja de coca selva adentro, las FARC cobran vital importancia para el nuevo plan Internacionalista, que parte, como siempre, de La Habana y tiene su principal aliado en Caracas.
“Las FARC son prácticamente un eficiente “Narcoducto”, que nace en los Andes suramericanos y termina en las costas de Estados Unidos y Europa. Una infraestructura que debe ser mantenida funcional y con buena salud a como dé lugar, para garantizar una buena parte del presupuesto de este proyecto comunistoide que el petróleo venezolano no alcanza a cubrir” .
Carlos Machado