Faltan exactamente cinco meses para ir a votar. En rigor de verdad, muchos en el interior del país lo harán antes, comenzando por neuquinos y rionegrinos, que el próximo 16 de abril elegirán gobernador. Las provincias gobernadas por partidos provinciales decidieron anticipar esas citas lo suficiente, cuestión de no quedar embretadas con la ola que pueda teñirlas de un color nacional si no se adelantan.
Pero hay una fecha de no menor importancia, que es la del 24 de junio, cuando a las 12 de la noche de ese sábado se cierren todas las listas nacionales que participarán de las elecciones de este año. Apenas tres meses faltan para entonces, y menos si se tiene en cuenta que buena parte de las dudas irán develándose antes.
Por ejemplo, si el expresidente Mauricio Macri irá en busca de un “segundo tiempo”. O si su némesis, Cristina Fernández de Kirchner, dejará de lado su decisión de no participar de estas elecciones por estar “proscripta”.
El líder del PRO está en Europa y todo indica que se abstendrá de intentar regresar a la Rosada. No porque le falten ganas, pero es consciente de las limitaciones que la realidad le imponen. Hoy su imagen está mucho más fortalecida que cuando dejó el poder -por demérito ajeno, más que genuina recuperación propia-, mas no lo suficiente como para garantizarse el triunfo en un balotaje. La verdad es que él está convencido de que gana “caminando” las PASO en Juntos por el Cambio, y se tiene muchísima fe para las generales. Pero admite que su figura genera tal rechazo en un importante porcentaje que le sería muy difícil gobernar. Las 14 toneladas de piedras podrían llegar a ser una constante en una eventual segunda gestión, y no le gusta la imagen que le devuelve el espejo de su amigo chileno Sebastián Piñera.
No obstante, el llano permite mostrar a un Macri mucho más “político” que lo que era hasta que dejó la presidencia. Ya despojado del corset que le imponían Marcos Peña y Jaime Durán Barba, este es un Macri “mucho más zorro” que el que habitó la residencia de Olivos, según cuentan quienes lo han frecuentado en los últimos tiempos. Muestra un poder de seducción más grande que el que tenía siendo presidente, y su cintura política se ha estilizado. Hasta lo visitó Facundo Manes, con el que ha tenido idas y vueltas, y ninguno sale espantado de esos encuentros.
Así y todo, nadie se anima a sugerir que a este Macri sin filtro le hubiera ido mejor que el custodiado por Marcos Peña.
El otro polo de poder de la Argentina agrietada es la vicepresidenta, quien fue mutando su decisión de abstenerse de participar en las elecciones venideras. Al día siguiente de conocerse la sentencia que la condenó a seis años de cárcel e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, anunció que no sería candidata atribuyendo su decisión a la intención de no contaminar con su condena al resto del Frente de Todos. Pero en una aparición posterior ya modificó su discurso, y comenzó a considerarse “proscripta”. No sería candidata no porque no pudiera, sino porque no la dejan.
Es la postura que mantiene ahora todo el Frente de Todos -algunos con matices-, y en su aparición del viernes en Río Negro no modificó ese argumento. Por el contrario, la vice dobló la apuesta al emprenderla contra el sistema democrático. Puntualmente afirmó que “no estamos ante un Estado democrático constitucional”, frase que no puede pasar desapercibida tratándose de quien es y el cargo institucional que ostenta.
En el marco de los 40 años de democracia ininterrumpida, mérito de todos que marcará todo el transcurso de este 2023, esa referencia de la vicepresidenta que replicará seguramente el kirchnerismo duro opacará semejante conmemoración. Debe tomarse como parte de una estrategia vinculada a la cuestión judicial que involucra a la vicepresidenta de la Nación.
¿Cristina será candidata? Más allá del operativo clamor que tuvo este sábado un mojón clave, con una consigna tan histórica como anacrónica -“Luche y vuelve”-, la vicepresidenta no estará al frente de las listas del Frente de Todos. No solo por lo que dice -que si fuera candidata, semejante anuncio dispararía sus causas y agilizaría todas las instancias hacia su condena definitiva-, sino porque, como Macri, no tiene la certeza de ganar. Y además, sabe que lo que viene no será nada sencillo y no quiere “opacar” con una gestión muy complicada lo que considera su “legado” de dos mandatos que autopercibe “exitosos”.
El “luche y vuelve” de este fin de semana forma parte también de un plan que pone al kirchnerismo fuera de este gobierno. Es verdad que no se sienten identificados con la administración de Alberto Fernández, pero la realidad es que todos son funcionarios, y la prueba más contundente la exhibió en su momento el radical Rodrigo De Loredo cuando cuantificó que la gente que responde directamente a la vicepresidenta controla el 71% de los recursos del Estado, contra apenas un 23% que lo hace gente que reporta al Presidente.
De un presupuesto total del Estado que asciende a 15.550.000 millones de pesos, 11.015.283 millones son manejados por kirchneristas y camporistas. De hecho, poco más de la mitad, 6,4 billones de pesos, administran la ANSeS y el PAMI, conducidos por Fernanda Raverta y Luana Volnovich, camporistas puras que reportan directamente a Máximo y Cristina Kirchner.
Así y todo, el kirchnerismo se desentiende de los errores de esta administración. Es una estrategia electoral que mantuvo siempre. La otra parte del plan que lleva adelante es demoler la credibilidad judicial. Una herramienta clave en ese sentido es el juicio político que se desarrolla contra los cuatro miembros de la Corte Suprema, todo lo cual debe contribuir en limar a esos jueces en particular y a la Justicia en general, de modo tal de establecer que la condena a la vicepresidenta, y las que puedan venir en otros juicios en marcha forman parte de un plan cuyo único objetivo es eliminar políticamente a la figura política más importante de las últimas décadas. Proscribirla, tal como se hizo con el general Perón, el parangón deseado.
Debe preocupar que, a 40 años de democracia, se vaya a desconocer en un futuro mediato un eventual resultado adverso al oficialismo actual.
En este contexto el presidente Alberto Fernández persiste en su postura de no desistir de participar en las PASO. Alguien que lo conoce bien y tiene diálogo directo y frecuente tanto con él como con Cristina, confió a este medio que en realidad sabe que no podrá ser candidato, aunque lo desee. Simplemente porque no tiene chances de reelegir. Solo desea no bajarse antes de tiempo, porque sería transformarse anticipadamente en un pato rengo.
Así y todo él insiste en que nadie mide mejor que él dentro de su espacio. Se entiende que no incluye a su compañera de fórmula, porque se bajó de una eventual candidatura. La realidad es que los últimos días trascendieron números de un eventual balotaje, con diferentes candidatos, menos Fernández. Y en todos gana Juntos por el Cambio, mas sin hacer una gran diferencia. En ese contexto, el candidato más competitivo pareciera ser Sergio Massa, que quedaría a apenas dos puntos de Patricia Bullrich, en el resultado más parejo de todos los escenarios.
El ministro de Economía insiste en que no será candidato. Pero tal vez pensando en serlo es que circuló los últimos días la posibilidad de que, ya cumplida la meta de cerrar el canje de deuda, pueda llegar a dejar el cargo. ¿Para ser candidato sin cargar con el lastre de una inflación difícil de bajar? Suena difícil, pues el expresidente de la Cámara de Diputados es una figura que con su presencia ha logrado calmar a los mercados y más allá de que no haya podido bajar la inflación, no hay otro a mano que pueda cumplir semejante rol.
Mientras tanto, en Juntos por el Cambio miran preocupados las encuestas que muestran a ese espacio sin la luz de ventaja que tenía. Por el contrario, hablan de un escenario de “tres tercios”, que los tiene delante, pero sin gran diferencia. Y con un Frente de Todos sin CFK en sus listas.
Como dato preocupante, una fuente que integra la Mesa de conducción de JxC confió a este medio que en todos los casos, esa fuerza pierde votos según quien sea el candidato que vaya a imponerse en las PASO. Ocurre lo contrario con los libertarios, donde Javier Milei es la única figura convocante y como tal “retiene todos los votos”. Dato anexo: sin Cristina en las listas, esas encuestas muestran al FdT tercero.
Falta mucho para las elecciones, pero hoy por hoy, como se ve, la moneda está en el aire.