“Estos tipos nos quieren hacer creer que esta piba
momificada es de acá.
No saben nada: son cosas hechas por los extraterrestres. A mí no me engañan....” (Comentario de un turista argentino ante la momia de la
llamada “Reina del Cerro” —niña ofrendada a las divinidades incas en el Cerro Chuscha— en el Museo de Arqueología de Alta Montaña, Salta, enero 2008).
A partir de hoy, voy a dedicar algunas notas a la
“fanta-arqueología” o arqueología fantasiosa o arqueología fantástica. Si bien
ya he trabajado sobre el particular en varios informes, quiero centrarme en
brindar otro punto de vista sobre los “astronautas” o “inteligencias
extraterrestres” que, según algunos “estudiosos”, nos visitan en tiempos proto y
prehistóricos.
Un verdadero maestro de maestros de la fantasía arqueológica es el suizo Erich
von Däniken, quien ,en 1868, lanza un libro muy exitoso: “Recuerdos del
futuro”. Este tipo de “investigaciones” abonan un terreno muy fértil y no tardan
en aparecer epígonos aquí, allá y acullá. La semilla de la ignorancia crece sin
parar y es muy difícil eliminarla. (Ver: John Sladek.
Los nuevos apócrifos, publicado por Tribuna de Periodistas).
La decisión de publicar algunos textos sobre esta
“arqueología” tan particular la tomo en mis recientes vacaciones, en las que
visito las provincias de: Santa Fe, Córdoba, Salta, Tucumán y Jujuy. En las
tres últimas, concurro —entre otros lugares de interés arqueológico— a las
llamadas ruinas de Quilmes (Tucumán) y a la reserva arqueológica “Menhires del
Valle de Tafí” (Tucumán). Asimismo, recorro las ruinas de los tilcaras (Quebrada
de Humahuaca, Jujuy) y, en Salta, disfruto del Museo de Arqueología de Alta
Montaña (MAAM). Justamente, en este sitio salteño —cuidado y prolijo como pocos—
presencio una exhortación que se suele dar en situaciones similares. Al
contemplar los descubrimientos arqueológicos expuestos en una de las salas, un
turista comenta —en voz alta— que nuestro planeta es visitado en tiempos muy
lejanos por una civilización extraterrestre de inteligencia superior que deja su
conocimiento en diversos lugares. Menciona el “astronauta maya” de Palenque, las
“pistas” de Nazca, etc. También discursa sobre los “poderes mentales”, la
clarividencia y el “tercer ojo”. Curiosamente, noto como algunos visitantes
dejan de leer los carteles informativos del museo para acercarse a este
ocasional docto expositor. En breve, la charla se potencia. Se mezcla todo:
curaciones mágicas, sacrificios humanos, OVNIS, genocidio, etnocentrismo, etc.
Desde la década del ‘70, soy un ávido lector de todo tipo de
pseudociencias. Incluso escribo sobre ellas sin ningún tipo de pensamiento
crítico. Obviamente, estos pecados de juventud son atribuibles a mi inocente
ignorancia. Por eso, es común que al recordar ese pasado —del que no reniego—
ajeno a toda metodología de la investigación, es que gusto parafrasear al gran
escritor José Martí: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas”.
El poeta cubano se refiere a los Estados Unidos de América; en tanto que yo: al
orientalismo, el neo-espiritualismo y a las mancias.
Por esos años, uno de los primeros trabajos que llega a mis
manos es “El despertar de los brujos” [o “El retorno de los brujos “] de Louis
Pauwels y Jacques Bergier. Los autores sostienen que: “es posible que nuestra
civilización sea el resultado de una larga lucha para obtener de las máquinas
los poderes que poseía el hombre primitivo, permitiéndole comunicarse a
distancia, elevarse en el aire, liberar energía de la materia, eliminar la
gravedad, etc”. 1
Concuerdo con el científico Kenneth L. Feder, de la
Universidad Central del Estado de Connecticut, EUA, quien dice sobre esta obra
que : “sus reclamos respecto de las pirámides egipcias, las cabezas macizas
talladas en piedra de la Isla de Pascua, las antiguas culturas del Perú y demás
artefactos, sitios y culturas arqueológicas se basaban en información errónea,
en una tergiversación de los hechos y en una falsificación de los datos
arqueológicos y del estudio del pasado”. 2
Generalmente, escritos como los
de la dupla Pauwels-Bergier abusan, sin
tapujos, de falsos razonamientos: post hoc ergo proptec hoc (después de esto,
luego por esto). O sea, reúnen y digitan el material que les conviene a sus
ideas; lo descontextualizan en espacio y tiempo y, recién allí, lo acomodan para
que cierren sus conclusiones. De ciencia: nada.
Considero que el maestro de
maestros de la “fanta-ciencia” es Erich von Däniken. Obras como
“Recuerdos del futuro”, “Regreso a las estrellas”, “El mensaje de los dioses” y
“El oro de los dioses” son joyas de su imaginación creativa-lucrativa. No solo
edita libros, sino que sus trabajos son llevados al cine y a la televisión.
Obviamente, este tipo de literatura exitoso-lucrativa
despierta la mente de la empresa editorial y se gestan continuadores que retoman
los mismos tópicos con una cognición similar. Por ejemplo: Peter Kolosimo,
Andrew Tomas, Louis Charpentier y Robert Charroux.
A fuer de sincero, debo manifestar que Rober
Charroux precede a von Dänikenen un quinquenio. Incluso, parece que el suizo lo
plagia: “Cuando estalló el asunto del plagio, Robert Laffont ya tenía en sus
manos la traducción acabada del libro de von Däniken, y se disponía a
publicarlo. Editor sagaz, Laffont sabía que sería más lucrativo publicar la obra
de Von Däniken, aunque fuese un plagio, que llevarlo a los tribunales.” 3
No es casual que la ficción científica preceda los trabajos
clásicos de los Däniken: “la ciencia-ficción como género literario popular se
data en los finales de la década de los ‘20 y comienzos de la de los ‘30 con el
auge de las revistas ‘pulp’ como Amazing Stories, Weird Tales (...) un estudio de los cuentos de aquellas publicaciones permite
encontrar los mismos elementos presentes en la teoría de Von Däniken. Visitas
extraterrestres en la Prehistoria aparecen en narraciones de autores como Barshofsky (1936), Clarke (1950)... Las civilizaciones desaparecidas pese a su
gran desarrollo tecnológico fueron otro tema común en las obras de Merritt
(1918), Lovecraft (1931)... y de numerosos escritores europeos como Moselli
(1925) y Augilard (1923 y 1931). Incluso las ‘coincidencias’ son aún más
evidentes en la obra de Hamilton (1923) en la que se atribuye a los marcianos
la erección de los moais de la isla de Pascua o de Carsac (pseudónimo literario
del conocido prehistoriador Bordes) que en 1956 imaginó a un extraterrestre
aterrizando en la Tierra por un accidente en su astronave y consiguiendo,
gracias a sus conocimientos tecnológicos, provocar una evolución cultural
acelerada en los Neandertales con lo que debe convivir. Sin embargo, en ningún
autor son más evidentes los paralelismos con la teoría de los astronautas en la
antigüedad que en la obra del italiano Rapuzzi que en dos novelas ‘Érase una vez
un planeta’ (1954) y ‘Cuando yo era aborigen’ (1955) imaginó dos
civilizaciones extraterrestres en el sistema solar, la irresponsabilidad de una
de ellas provoca la destrucción de su propio planeta (creando lo que hoy se
denomina Cinturón de Asteroides) y causando graves daños en Marte cuyos
pobladores deben emigrar a la Tierra y Venus. En nuestro planeta se unen con los
aborígenes creando una raza nueva muy evolucionada. Sin embargo, con el paso del
tiempo surgirán enfrentamientos entre las dos colonias creadas (Mu y la
Atlántida) que se destruirán mutuamente por lo que sólo quedará de ellas el
recuerdo en forma de mitos”. 4
El libro nexo entre la ficción
científica y la “fanta-arqueología” es “El retorno de los brujos” de Bergier y
Pauwels, que publica publicó Gallimard en 1960.
En España, en 1966, el escritor Domingo Santos saca a la
luz la novela “Los dioses de la pistola prehistórica”. Trata sobre “el hallazgo
en un yacimiento arqueológico francés del Paleolítico Superior de una pistola
protónica. Eso lleva a un grupo de científicos, de una época en la que ya
existen esas armas, a viajar hacia atrás en el tiempo para determinar si el
hombre prehistórico tuvo contacto con seres extraterrestres. Al final, resulta
que estamos ante una paradoja temporal y que serán los expedicionarios que van a
buscar el origen de la pistola quienes la dejen en el pasado. Para acabar de
liarla, Santos introduce un epílogo con visitantes alienígenas que están
haciendo un experimento en la Prehistoria, detectan la radiación del arma y
achacan su anacrónica existencia a la llegada a la Tierra de una especie
extraterrestre hostil. 5
Supongo que dicho autor no advierte en ese periodo el
negocio de promocionar su obra desde el realismo fantástico. Hoy por hoy, mucha
gente cree que lo que expone Dan Brown en "El Código Da Vinci" es verdad. Algo
similar ocurre con la obra de Lobsang Rampa (ver mi informe: El fraude Lobsang
Rampa, ni lama, ni tibetano, ni budista. Publicado en Tribuna el 14 de
Diciembre de 2003).
En 1983, la gran actriz Shirley Maclaine publica “Fuera, en
el limbo”, “En la cuerda floja” o “Lo que sé de mí” (según las distintas
traducciones) . Allí, al mencionar los orígenes de nuestra civilización plantea
un interrogante lógico: “¿Por qué la inteligencia superior tiene que haber
venido de otro mundo?”. Sin embargo, concluye que von Daniken está en lo cierto
sobre la intromisión de inteligencias extraterrestres.
Cuenta Feder que la estadounidense “tuvo que retractarse
públicamente de esta postura durante la filmación de una miniserie de televisión
basada en ‘Fuera, en el limbo’ que tuvo lugar en América del Sur. Parece ser que
el gobierno peruano reconoció el implícito insulto cultural que representaba el
hecho de que norteamericano alegara que la antigua cultura peruana era tan
avanzada que los peruanos no podían haberla producido por sí mismos sino que
necesitaron la ayuda de extraños extraterrestres”. 6
El matemático y divulgador científico Martin Gardner
expresa que para la protagonista de “La fuerza del cariño”: “los platillos
volantes (...) vienen del espacio exterior, quizá impulsados por la ‘energía del
pensamiento’, que es mucho más rápida que la luz (...) cree que los
extraterrestres están ansiosos por ayudarnos y que han visitado la Tierra muchas
veces en el pasado (...) En Perú, David [su maestro espiritual] le contó que
había aprendido toda su sabiduría secreta de Mayan, una hermosa joven procedente
de un planeta sito en las Pléyades, que le pidió que transmitiera su sabiduría a
Shirley. Cuando Johnny Carson, en su ‘Tonigh show’ (7 de septiembre, 1983),
quiso saber por qué los extraterrestres nunca se han puesto de acuerdo con
nuestro gobierno. Shirley respondió [que] los extraterrestres probablemente lo
han hecho (...) pero nuestro gobierno lo oculta para evitar el pánico”. 7
El gran científico Carl Sagan escribe una obra excelente
“El mundo y sus demonios”. Un material sobresaliente, típico de una mente
brillante. Por supuesto, tiene muchas críticas desfavorables de parte de los
enemigos del saber científico. Recuerdo que un vendedor de una librería de
neoespitualismo, me comenta que por buena suerte Sagan tiene cáncer. Y se lo
debe, según este vendedor, a su odio a los OVNIS. Como un castigo divino. En
fin...
Sagan, en el mencionado libro que no me canso de
recomendar, arremete contra la difusión que dan a estas supercherías los medios
de comunicación. Expresa que: “a lo largo de los años han ido apareciendo gran
cantidad de series de televisión crédulas, acríticas y ‘especiales’ sobre
percepción extrasensorial, canalización, el triángulo de las Bermudas, ovnis,
antiguos astronautas [la negrita no pertenece al escrito original],
Big-Foot [Pie Grande] y cosas similares. La importante serie ‘In
Search of...’ empieza con una renuncia a la responsabilidad de presentar una
visión equilibrada del tema. Se ve en ella una sed de maravillas que no está
templada ni siquiera por el escepticismo científico más rudimentario.
Prácticamente cualquier cosa que uno diga ante la cámara es verdad. La idea de
que pueda haber explicaciones alternativas que se decidirían según el peso de
las pruebas no aparece nunca. Lo mismo ocurre con ‘Sightings’ y ‘Unsolved
Mysteries’ —en los que, como sugiere el propio título, se aceptan muy mal las
soluciones prosaicas— y un número incontable de otros clones. ‘In Search of...’
toma con frecuencia un tema intrínsecamente interesante y distorsiona
sistemáticamente la prueba. Si hay una explicación científica racional y una que
requiere la explicación para-normal o psíquica más extravagante, podemos estar
seguros de cuál se destacará.
Un ejemplo casi al azar: se presenta un autor que
dice que más allá de Plutón hay un gran planeta. La prueba que aporta son sellos
cilíndricos de la antigua Sumeria, cincelados mucho antes de la invención del
telescopio. Dice que los astrónomos profesionales cada vez aceptan más sus
puntos de vista. No se hace mención siquiera a que los astrónomos —que estudian
los movimientos de Neptuno, Plutón— y las cuatro naves espaciales que hay más
allá no han sido capaces de encontrar un solo rastro del supuesto planeta. Los
gráficos son indiscriminados. Cuando un narrador que no sale en pantalla habla
de dinosaurios, vemos un mamut lanudo. El narrador describe un aerodeslizador;
la pantalla muestra el despegue de un transbordador espacial. Oímos hablar de
lagos y llanuras inundadas, pero se nos muestran montañas. No importa. Las
imágenes son tan indiferentes a los hechos como la voz en off. Una serie llamada
‘The X Files’ (‘Expedientes X’), que presta un flaco servicio al examen
escéptico de lo paranormal, se inclina claramente hacia la realidad de las
abducciones por extraterrestres, los poderes extraños y la complicidad
gubernamental para encubrir prácticamente todo lo que pueda ser interesante. Lo
paranormal casi nunca resulta ser un engaño o una aberración psicológica o una
mala interpretación del mundo natural (...) La tensión dramática residiría en el
descubrimiento de cómo las malas interpretaciones y engaños podían generar
fenómenos paranormales aparentemente genuinos. Quizá podría aparecer un
investigador siempre decepcionado con la esperanza de que la vez siguiente un
caso paranormal sin ambigüedades pudiera sobrevivir al escrutinio escéptico. Hay
otros defectos evidentes en la programación de la ficción científica de
televisión. ‘Star Trek’[‘Viaje a las estrellas’, por ejemplo, a pesar de su
encanto y su acusada perspectiva internacional y entre distintas especies,
ignora a menudo los hechos científicos más elementales. La idea de que Mr. Spock
pueda ser un cruce entre un ser humano y una forma de vida de evolución
independiente en el planeta Vulcano es genéticamente mucho menos probable que
cruzar con éxito un hombre y una alcachofa. La idea, sin embargo, sirve de
precedente en la cultura popular a los híbridos extraterrestres/humanos que más
tarde se convirtieron en un componente central de la historia de la abducción
por extraterrestres. Debe de haber docenas de especies extraterrestres en las
distintas series televisivas y películas de ‘Star Trek’. Casi todas son
variantes menores de humanos. La causa debe de ser una necesidad económica —el
coste se reduce a un actor y una máscara de látex— pero es un bofetón en la cara
de la naturaleza estocástica del proceso evolutivo. Si hay extraterrestres, creo
que casi todos tendrán un aspecto devastadoramente menos humano que los Klingon
y Romulanos (y estarán en niveles totalmente distintos de tecnología). ‘Star
Trek’ no se enfrenta a la evolución. En muchos programas y películas de
televisión, incluso la ciencia casual —las frases que no son esenciales para un
argumento ya desprovisto de ciencia— se hace con incompetencia. Cuesta muy poco
contratar a un licenciado que lea el guión para conseguir una exactitud
científica. Pero, por lo que yo sé, eso no se hace casi nunca. Como resultado,
tenemos pifias como mencionar ‘parsec’ como una unidad de velocidad y no de
distancia en la película —ejemplar en muchos otros aspectos— La guerra de las
galaxias.
Si esas cosas se hicieran con el mínimo cuidado, incluso se podría
mejorar el argumento; ciertamente, podrían ayudar a transmitir un poco de
ciencia a una gran audiencia. En la televisión hay gran cantidad de
pseudociencia para los crédulos y una cantidad razonable de medicina y
tecnología, pero prácticamente nada de ciencia, especialmente en los grandes
canales comerciales, cuyos ejecutivos tienden a pensar que programar ciencia
significa un descenso en la audiencia y la pérdida de beneficios, y no les
importa nada más. Hay empleados de emisoras con el título de ‘corresponsal
científico’, y un programa de noticias ocasional que se dice dedicado a la
ciencia. Pero casi nunca se habla de ciencia en ellos, sólo de medicina y
tecnología. Dudo que en los canales haya un solo empleado cuyo trabajo sea leer
el ejemplar semanal de ‘Nature’ o ‘Science’ para ver si se ha descubierto algo
digno de mención. Cuando se anuncian en otoño los Premios Nobel de Ciencia, hay
un ‘gancho’ de noticia perfecto para la ciencia: una
posibilidad de explicar por qué se dieron los premios. Pero, casi siempre, lo
máximo que oímos es algo así como: ‘... ojalá se llegue pronto a descubrir un
remedio para el cáncer. Hoy en Belgrado...’ ¿Cuánta ciencia hay en los debates
de radio o televisión, o en los temibles programas matinales de los domingos en
que personas de mediana edad se sientan alrededor de una mesa para estar de
acuerdo unos con otros?
¿Cuándo oyó usted por última vez un comentario inteligente
sobre ciencia por parte de un presidente de Estados Unidos? ¿Por qué en todo el
país no hay ni un solo espectáculo cuyo protagonista sea alguien dedicado a
descubrir cómo funciona el universo? Cuando se celebra un juicio por asesinato y
se le dedica tanta publicidad que todo el mundo menciona casualmente las pruebas
del ADN, ¿dónde están los programas especiales en horas punta dedicados a los ácidos nucleicos y a la herencia? Ni siquiera puedo
recordar haber visto una descripción precisa y comprensible en televisión de
cómo funciona la televisión. El medio más eficaz, con ventaja, para provocar
interés en la ciencia es la televisión. Pero este medio enormemente poderoso no
hace apenas nada para transmitir las satisfacciones y los métodos de la ciencia,
mientras que su ingenio de ‘científico loco’ sigue resoplando. En encuestas de
principios de la década de los noventa, dos tercios de todos los adultos de
Estados Unidos no tenía ni idea de qué eran las ‘autopistas de la información’;
el cuarenta y dos por ciento no sabía dónde estaba Japón; y el treinta y ocho
por ciento ignoraba el término ‘holocausto’.
Pero en una proporción de más del
noventa por ciento habían oído hablar de los casos criminales Menéndez, Bobbit y
O. J. Simpson; el noventa y nueve por ciento sabía que el cantante Michael
Jackson era sospechoso de haber abusado de un niño. Quizá Estados Unidos sea la
nación mejor entretenida de la Tierra, pero el precio que pagamos es muy alto.
Encuestas en Canadá y Estados Unidos del mismo período muestran que los
espectadores de televisión desearían que hubiera más ciencia en la programación.
En Norteamérica hay un buen programa de ciencia en la serie ‘Nova’ del Sistema
de Emisión Pública y, a veces, en los canales de Descubrimiento o Aprendizaje, o
la Compañía Emisora Canadiense. Los programas de ‘The Science Guy’ de Bill Nye
para niños pequeños en el Sistema de Emisión Pública son rápidos de ritmo,
presentan gráficos, alcanzan a muchos reinos de la ciencia y, a veces, incluso
iluminan el proceso de descubrimiento. Pero todavía no se refleja en los canales
la profundidad del interés público en la ciencia con una presentación absorbente
y precisa...por no hablar del inmenso bien que resultaría de una mejor
comprensión pública de la ciencia”. 8
Un texto para releer y reflexionar. Lamentablemente, Sagan
muere en 1996: “el mundo y sus demonios” están libres de su sabiduría y
elocuencia. Para evitar que esos “demonios” afecten la salud mental y el
bolsillo de los contribuyentes, dedicaré el espacio subjetivo de Tribuna de
Periodistas para ocuparme de temas como: las hipótesis y el etnocentrismo de von Daniken; la trepanación de cráneos, el tercer ojo y el poder mental;
el “astronauta maya” de Palenque; las piedras de Ocucaje; las pistas de Nazca;
entre otros.
Néstor Genta
Citas bibliográficas y reconocimientos
1.Pauwels Louis y Bergier Jacques. El despertar de los brujos. Citado por Feder L. Keneth en "Fraudes, mitos y misterios", Edit. Atlántida. Buenos Aires. 1991. p. 15.
2.Feder Keneth L. "Fraudes, mitos y misterios", Edit. Atlántida. Buenos Aires. 1991. p. 14.
3.Calvo José Luis. Para entender a los extraterrestres. Cita la obra "Para entender a los extraterrestres. Estudio etnológico de una creencia contemporánea" de Wiktor Stoczkowski. ARP-SAPC http://www.arp-sapc.org/lecturas/extraterrestres.html
4.Calvo José Luis. Para entender a los extraterrestres. ARP-SAPC http://www.arp-sapc.org/lecturas/extraterrestres.html
5.Gámez Luis Alfonso. Los dioses astronautas de la Prehistoria.
http://blogs.elcorreodigital.com/usuarios/lagamez
6.Feder Keneth L. Op.Cit.p.208.
7.Gardner Martin. La nueva era. Alianza Editorial. Madrid. 1990.pp.56/7.
8. Sagan Carl. "El mundo y sus demonios". http://www.bibliotheka.org/ver.php?nro=10620