En la sociedad actual, la educación financiera es una habilidad crucial que todos deberíamos adquirir, en lo posible desde niños. Sin embargo, ¡qué difícil es hacerlo cuando la familia apenas llega a cubrir las necesidades básicas y no hay un peso que quede a fin de mes!
Lo que sí podemos hacer es fomentar el ahorro y empoderar a estos niños para que tomen decisiones financieras responsables, incluso cuando lo que imperan en casa son las limitaciones económicas.
En primer lugar, debemos establecer metas claras. Esto animará a los niños a definir sus objetivos de ahorro específicos y realistas y les dará el insumo motivacional necesario para buscar su propósito (un juguete, un artículo escolar, o algún dinero para gastar en juegos electrónicos, el karting o lo que sea). Esto ayudará a desarrollar hábitos financieros y el enfoque de mediano y largo plazo.
Otra enseñanza importante es la diferencia entre necesidades y deseos. Sin embargo por lo general los gastos de los niños van a estar relacionados con sus deseos, más que con sus necesidades. No nos engañemos, cubrir las necesidades de los niños es nuestra responsabilidad como padres. Eso no impide que les enseñemos a diferenciar una cosa de la otra para evitar gastos innecesarios.
Asignarles una pequeña cantidad de dinero diaria, semanal o mensual ayudará a que aprendan a dar valor al dinero y a gastarlo responsablemente. También podemos enseñar a hacer un presupuesto para que aprendan a registrar y controlar sus gastos y establecer prioridades.
Es esencial proporcionar a los niños la oportunidad de practicar el ahorro en su entorno familiar. Darles alcancías o recipientes en los que puedan separar su dinero y fomentar depósitos regulares de ahorro les enseña a valorar y respetar sus ahorros personales. Al alentarlos a no tocar ese dinero a menos que sea para alcanzar sus metas, se les enseña la importancia de la disciplina y la perseverancia y la planificación a futuro.
En resumen, enseñar a ahorrar a los niños de familias de escasos recursos es un paso crucial hacia la sostenibilidad económica y la autonomía financiera. Mediante el establecimiento de metas claras, la diferenciación entre necesidades y deseos, la comprensión del valor del dinero, la elaboración de presupuestos y la práctica de hábitos de ahorro, se puede equipar a estos niños con las habilidades necesarias para tomar decisiones económicas responsables y alcanzar una mayor estabilidad financiera a lo largo de sus vidas.
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