No puedo dar certeza de la presencia de los extraterrestres
en la antigüedad. Menos aún, si me baso en ciertos autores que, desde la década
del ‘60, investigan la posible visita de astronaves en tiempos lejanos. Los
resultados indican que se quedan en la ficción científica o, mejor aún, una
mezcla entre ciencia ficción y arqueología fantástica.
Uno de los pioneros es Erich von Daniken, quien se toma su
tiempo para plasmar sus ideas en sus diversas obras. Sin embargo, parte del
primer paso de una investigación científica: determina un problema, hecho o
fenómeno. Luego, intenta una explicación: es la hipótesis, la posible solución
que se formula a partir del problema planteado.
Grosso modo, expongo las tres hipótesis directrices
de la obra del suizo:
1. Las inteligencias extraterrestres visitan el planeta
Tierra en tiempos inmemoriales y su accionar es reflejado por los artistas del
lugar en dibujos, pinturas, esculturas y en narraciones. Estos visitantes,
“dioses” o “ángeles”, proceden de otros planetas.
Daniken los interpreta, como es lógico, con su visión
moderna. Por ese motivo, compara la iconografía protohistórica y prehistórica con el diseño
de los trajes de la NASA. Hace un falso paralelismo. Desde su mirada "pareidólica",
cree que las poblaciones arcaicas eternizan los trajes espaciales y los
vehículos que utilizan los extraterrestres.
Como paradigma, expone en su obra el llamado “astronauta o
cosmonauta “ de Palenque, ubicado en una región maya del Yucatán, México; y las
llamada “pistas“ de Nazca, en Perú.
2. El ser humano actual evoluciona con la ayuda de los
visitantes intergalácticos. Según esta hipótesis, nuestros antepasados no tienen
la inteligencia suficiente como para desarrollar determinados artefactos y
construcciones. Sería una maquinaria que se anticipa al tiempo. Los modelos son:
pirámides de Egipto o una pila eléctrica de Babilonia, entre otros.
3. En el corte machista de la obra de Daniken, los
astronautas extraterrestres son de sexo masculino y tienen relaciones sexuales
con nuestras hembras. En cierta manera, la humanidad deviene de un cruce
interespacial.
Si esta humanidad está mejorada, no quiero pensar lo que
seríamos si hubiésemos evolucionado sin una carga genética extraterrestre
mejoradora...
A mi entender, en las tres hipótesis existe una mezcla
entre ignorancia en el saber arqueológico y biológico y un marcado etnocentrismo
o eurocentrismo. No puedo descartar una importante dosis de pareidolia:
refleja lo que “ve” su mente. (Ver notas sobre la pareidolia en Tribuna
de Periodistas. O como dicen los muchachos de la esquina que utilizan el saber
popular: ve lo que quieren ver.
Si me centro en el “astronauta” de Palenque asumo, sin
lugar a dudas, que Daniken desconoce la cosmogonía y la cultura maya. Para no
aburrir al lector, trataré sobre el hombre de Palenque en una nota aparte.
Asimismo, arma un rompecabezas con las piezas que él mismo
dispone. Hace trampa. Juega a la generala con los dados cargados.
Como expreso en mi nota anterior: “escritos
como los de la dupla Pauwels-Bergier abusan,
sin tapujos, de falsos razonamientos: post hoc ergo proptec hoc (después de
esto, luego por esto). O sea, reúnen y digitan el material que les conviene
a sus ideas; lo descontextualizan en espacio y tiempo y, recién allí, lo
acomodan para que cierren sus conclusiones. De ciencia: nada”. Lo mismo vale
para el suizo.
En cuanto a una humanidad
híbrida, dice el antropólogo Kenneth L. Feder citando al astrónomo Carl Sagan:
“las posibilidades de que dos especies diferentes, inclusive de nuestro propio
planeta, sean compatibles y produzcan descendencia son muy remotas. Una de las
pocas excepciones a esta regla es la de los caballos y los burros, aun en esta
caso, cuando dos especies íntimamente relacionadas se aparean, la cría es
estéril. La posibilidad de que dos especies que evolucionaron en planetas
distintos, pertenecientes a dos sistemas solares diferentes, aunque cuenten con
el equipamiento físico apropiadamente compatible para aparearse ( ni qué decir
sobre la compatibilidad de DNA [ADN: Ácido desoxiribonucleico: material
genético; la molécula que contiene nuestro código genético], necesaria para el
logro de descendencia), resulta tan increíblemente improbable que escapa a todo
cálculo imaginable. No obstante, estas son precisamente las implicancias que
deben deducirse de la hipótesis de von Daniken. Como subraya Sagan, es más
probable que un ancestro humano haya tenido éxito en su apareamiento con una
petunia que con una criatura del espacio exterior; por lo menos, el ancestro
humano y la petunia evolucionaron aquí, en el planeta Tierra”. (1)
Por otro lado, no puedo dejar de lado el etnocentrismo, que
“consiste en considerar a nuestro propio grupo con su particular cultura como el
parámetro a partir del cual se analizarán y juzgarán a los otros grupos”. (2)
Se sabe, con certeza científica, que el etnocentrismo —en
mayor o menor medida— es universal.
Un apóstrofe. Hace unos cuantos años, durante la gesta
privatizadora y desnacionalizadora de Carlos Saúl Menem, almuerzo en un
restaurante y un mozo —con el que tengo un buen trato— me dice sobre el
Presidente: “el turco es un hijo de puta”. Me resulta gracioso porque mi
interlocutor tiene una piel cobriza oscura, como la del presidente citado. Sería
para nuestros discriminadores vernáculos: un negro. Justamente, la clase media
alta expresa del riojano que es un “negro de mierda”, aunque cuando los favorece
lo ven “alto, seductor y de ojos celestes”. En ambos casos, “turco” y “negro”,
mencionado por exponentes de dos estratos sociales distintos, coinciden en algo:
la discriminación, el etnocentrismo y, sobre todo, la ignorancia, la gran
ignorancia. Es obvio que los turcos son de Turquía y los árabes de Arabia. En
cuanto a “negro” tiene una carga ideológica que sobrepasa al color de la piel.
Peor aún, es el discriminador quien se justifica: “son negros, pero negros de
mente”. La carga valorativa negativa sigue. Para estos ignorantes la negritud,
sea física o mental, es negativa.
En el caso de Daniken, estamos ante un eurocentrismo: lo
europeo es superior al resto del mundo. Lo deducimos de sus ejemplos
paradigmáticos que, en líneas generales, son tomados de África, Asia y América.
Rara vez cita a Europa.
Como bien observa Feder “resulta (...) bastante curioso
que von Daniken nunca se pregunte quién ayudó a los antiguos griegos a construir
el Partenón, o qué hombres del espacio instruyeron a los romanos para que estos
pudieran levantar el Coliseo. ¿Por qué no? Estos monumentos son tan
impresionantes como los que menciona von Daniken. El Partenón tiene cerca de
2.500 años; el Coliseo, casi 2.000. Aun en el caso de Stonehenge , en
Inglaterra, von Daniken permanece extrañamente tranquilo y sólo lo menciona muy
brevemente en ‘Chariots of the gods’ aunque (...) trata finalmente este tema en
(...) ‘Pathways to the gods’”. (3)
Y si hablamos de etnocentrismo y misoginia me pregunto
aunque sea contra-fáctico:
¿habrán conocido estos extraterrestres a las mujeres argentinas? Según uno de
los tantos mitos nacionales, son las mujeres más lindas del mundo.
¿Habrá influido esta mejora de cruces interestelares a la
República Argentina? No creo. No puedo olvidar la capacidad intelectual del
presidente Menem. Y qué decir de quienes lo votaron en dos y tres oportunidades.
¿Y la “cultura Tinelli”?
Para finalizar y sin rodeos: los “dioses” están con nosotros. “Dios es
argentino” aunque no lo sepa von Daniken.
Por algo tenemos “la mano de Dios”... ¿o no?
Néstor Genta
Citas bibliográficas y reconocimiento de fuentes
1. Keneth Feder L. “Fraudes, mitos y misterios”, Edit. Atlántida. Buenos Aires. 1991. p. 189.
2. Mancusi I. Mariana y Facio Claudio A. Antropología social. Aportes y reflexiones desde América Latina. Edit. Docencia. Buenos Aires. 191. p.58.
3. Keneth Feder L. Op. Cit. p. 206.