Totalmente corrido del día a día en materia de gestión y obviamente ausente de la campaña, Alberto Fernández debe haber recordado esta semana -hasta con cierta añoranza- los días en los que acababa de ganar por paliza las PASO y se animaba a sugerir el valor razonable que debía tener el dólar.
Con la economía descontrolada tras el inesperado -para los mercados- resultado de las elecciones primarias que habían dejado supuestamente herido de muerte al Gobierno macrista, el entonces candidato del Frente de Todos aseguraba por radio Mitre que la divisa norteamericana había llegado a un punto de equilibrio y que no había argumentos para que siguiera aumentando. “El dólar a 60 pesos está bien, es un valor razonable”, dijo entonces.
Exactamente cuatro años después, pero ahora antes -no después- de las PASO, la divisa norteamericana alcanzó la barrera psicológica de los 600 pesos. Diez veces más de lo que el entonces futuro presidente había sugerido como razonable. Toda una paradoja; pareciera una venganza del destino.
Limitado hoy a un papel meramente protocolar, convertido a lo sumo en un observador de la actualidad, el inquilino de Olivos está hoy más atento a redactar las notas que formarán parte de sus memorias, en las que aquella transición entre las PASO y las elecciones generales son parte de la etapa en la que se autopercibía un futuro estadista. El repaso de los archivos lo muestra alertando entonces sobre la advertencia del Fondo Monetario respecto a que en diciembre de ese 2019 las reservas netas podrían llegar a 6 mil millones de dólares, cosa que lo alarmaba “mucho”. Lo que daría hoy el Gobierno por tener esa cifra…
Todas las expectativas están puestas obviamente en el resultado que van a revelar las urnas. Con las encuestas como instrumento de medición cuestionadas como nunca, la única certeza es la incertidumbre. Así se llega a una elección clave, que marcará como cada PASO el pronóstico definitivo para octubre.
Estarán atentos los mercados, dispuestos a reaccionar en función de lo que estimen pueda suceder entonces, a partir de lo que anticipe esta elección. Si se diera el resultado que la sensación térmica electoral vislumbra, que es un primer lugar para la sumatoria de los candidatos de Juntos por el Cambio; un Sergio Massa levemente por encima del 30%, pero a una distancia importante mas no concluyente de la principal oposición; y un Javier Milei por debajo de los 20 puntos (aunque no tanto), sería un escenario que mantendría la calma en los mercados este lunes. Así dicen quienes esperan un tránsito manso hacia una victoria opositora posterior, con un ministro de Economía que no quede desperfilado hasta diciembre.
Hay quienes sostienen que una victoria amplia de JxC que garantizara ya el cambio de mando en diciembre abriría un panorama más seguro. Ahí es donde se encienden alertas por un candidato oficialista herido electoralmente, pero capaz de quemar las naves en busca de revertir el resultado, poniendo más en riesgo aún una economía tan deteriorada.
Está también la posibilidad de un oficialismo capaz de revalidar la fidelidad de sus votantes y un Juntos por el Cambio con menos porcentaje del que se imagina, por las peleas sin fin y el crecimiento de un Milei impredecible… Ese sería un escenario más que complicado, alertan desde la city.
Para curarse en salud y que no ocurra lo que sucedió tras las PASO de 2019, cuando Mauricio Macri se dio de bruces contra una realidad electoral inesperada y el dólar se fue a la estratósfera, es que los bancos han tomado recaudos con la llegada de más de 300 millones de dólares el viernes, para hacer frente a una eventual corrida este lunes. ¿Qué palabra usar para estos recaudos? El periodista Marcelo Bonelli habló de “plan muralla”; otros directamente hablan de “blindaje”, dándole entonces la derecha a Patricia Bullrich, que cuando la semana anterior usó ese término le tiraron con artillería pesada desde todos los sectores. Hubo sobre todo “fuego amigo”.
Final teñido de tragedia
Fue una campaña atípica en la que la mencionada falta de instrumentos de medición aportó su dosis de incertidumbre. En ese contexto no desentonó su final intempestivo. El asesinato de una niña de 11 años registrado en Lanús desató tal reacción que en una suerte de efecto dominó los candidatos fueron suspendiendo sucesivamente los cierres. Primero fue Néstor Grindetti, en su doble condición de precandidato a gobernador y alcalde de la localidad donde mataron a Morena; luego uno a uno todos fueron bajando sus actos de cierre.
Tal fue la repercusión que tuvo el caso, que muchos se preguntaron si el hecho tendrá impacto en los resultados de este domingo. Con los encuestadores llamados a silencio desde el miércoles de la semana anterior, porque así lo establece la ley, no hubo datos concretos para mensurar el impacto de esta tragedia, pero sí algunas opiniones de consultores que sugirieron que la inseguridad es un tema que si bien suele figurar en el podio de las preocupaciones de la sociedad, no tiene un correlato electoral proporcional a la repercusión mediática. Con todo, en el Gobierno no podían ocultar sobre el final de la semana su preocupación por la dimensión que semejante episodio tendría en la elección, sobre todo en el distrito que más le importa al oficialismo, el bonaerense. Máxime cuando en las horas siguientes hubo otro hecho conmocionante como fue el caso del humilde cirujano asesinado de un disparo en la cabeza para robarle el auto en Morón.
“Fue demasiado cerca de la elección”, deslizaba el viernes un miembro del Ejecutivo con cierta resignación. Se verá. Hay quienes soslayan el efecto con un antecedente que sirve para la comparación: el homicidio del kiosquero de Ramos Mejía Roberto Sabo, en noviembre de 2021, que generó tal repercusión que motivó también la suspensión de los cierres de campaña de las generales. Eran elecciones intermedias -distinto que este caso-, mas no parece haber tenido mayor consecuencia electoral. En La Matanza, donde sucedió ese trágico desenlace, ganaron los de siempre.
Quienes todo lo ven en función del efecto sobre el voto, sugirieron que la exposición de la seguridad como tema de campaña obligado en vísperas de ir a las urnas, generarían un “beneficio” para la exministra de Seguridad de Mauricio Macri. Otros sugirieron que un hecho tan estremecedor potenciaría el “voto bronca”, léase Javier Milei. Ambas consideraciones son inobjetables.
También es cierto que el jefe de Gobierno porteño ha hecho del tema de la seguridad otro eje de su campaña, esgrimiendo datos de su distrito que lo posicionan muy bien. Diego Santilli, su candidato bonaerense, fue además el encargado del área hasta ganar las elecciones en 2021 y asumir como diputado nacional. Rodríguez Larreta quedó brevemente en el ojo de la tormenta la tarde/noche del jueves, cuando un militante de la izquierda extrema, exguerrillero de las FARC, murió justo cuando era detenido por efectivos de la Policía de la Ciudad. El episodio sirvió para amalgamar a Juntos por el Cambio y tanto Patricia Bullrich como Cristian Ritondo salieron en defensa de esa fuerza y su jefe, Rodríguez Larreta. Mientras tanto, la izquierda en su conjunto y el kirchnerismo extremo salieron a militar el tema en busca de un nuevo “caso Maldonado” que pudiera serles funcional. Duró hasta que la autopsia reveló lo que desde un primer momento se había dicho: la muerte fue por un infarto y no por un uso desmedido de la fuerza. Lo cual no implica que no sigan insistiendo con el tema por tiempo indeterminado.
Vale como ejemplo que recién esta última semana el juez federal de Rawson que investiga la causa Maldonado sobreseyó a todos los gendarmes que eran investigados. Insólito que debieran transcurrir seis años para esta conclusión, lo que habla de una justicia con tiempos inauditos que termina siendo parte (principal) del problema.
Así y todo, Sergio, el hermano del militante ahogado en un río chubutense en 2017, insistió: “Hoy se acaba de confirmar el pacto de impunidad para Patricia Bullrich y la Gendarmería nacional”.
En este contexto el candidato principal del oficialismo llega a la elección incómodo, no solo por la carencia de dólares, sino también por no poder hacer campaña con un tema que siempre formó parte de su menú electoral, como es la seguridad. Vale como dato, por ejemplo, que en 2017 presentó junto a su mano derecha de entonces en el Frente Renovador, Graciela Camaño, un proyecto para bajar la edad de imputabilidad a 14 años. Ni por asomo se le ocurrió ahora recordarlo.
Al cerrar su campaña con un video difundido por YouTube, Massa hizo hincapié en su paso por el Ejecutivo municipal de Tigre y lo hecho allí en materia de seguridad. No pudo ir más allá, acotado por una candidatura donde como prioridad no debe desatender al electorado kirchnerista. Y menos teniendo a un competidor en la interna que lo corre por izquierda.
DI MAUO no siga haciendo análisis políticos que NO PEGA UNA. O no entiende, o no ve nada.
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