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El riesgo inflacionario potencia las alternativas más extremas

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El escenario más claro que esperábamos tener a estas alturas, superadas las PASO, no existe. Más bien es todo lo contrario. Tan es así que el Fondo Monetario Internacional decidió incorporar al diálogo al flamante ganador de los comicios. No es lo que se esperaba la semana anterior, cuando se especulaba fuerte que solo el ganador o ganadora de la interna de Juntos por el Cambio sería sumado a las conversaciones. Claro, se imaginaba que la principal oposición superara en votos al oficialismo, más allá de que individualmente cada rival de esa animada interna sumara menos.

 

Un Sergio Massa como el candidato más votado era la especulación más extendida para el momento en que se abrieron los comicios. A la luz de los hechos, fue una construcción conveniente que se hicieron todos los factores de poder, convencidos de que la Argentina es, pese a sus crisis recurrentes, un oasis en un mundo lleno de candidatos disruptivos que dan la nota pateando el tablero. En efecto, para el resto del mundo, nuestro país era un fenómeno especial pues a pesar de nuestra pendiente perpetua no mutaba hacia ideas alocadas, tal vez por la existencia perenne de un peronismo que se las arregla para cambiar la piel según el soplido del viento.

Hoy esa peculiaridad ya no existe. Cualquiera sea el resultado final que vaya a tener Javier Milei en octubre, se ha encaramado a un escenario habitado por figuras disruptivas como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Giorgia Meloni, Gabriel Boric… Pedro Castillo. Este último nombre es citado cada vez más, a la hora de las comparaciones: un candidato que ganó por un magro porcentaje, sin ninguna fortaleza parlamentaria, que terminó preso cuando optó por cerrar el Congreso. Hola qué tal…

Horacio Rodríguez Larreta, que pasó de la confianza extrema a la frustración infinita; que consumada la derrota se opacó de tal manera de que ni siquiera se le viera bien la cara en la foto de la unidad recreada el miércoles en el Jardín Botánico, tenía la firme expectativa de contar con un voto oculto que terminara beneficiándolo. Fallaron los asesores que lo convencieron de que ante las crisis el electorado se convierte en conservador y evita los extremos. A muchos se les quemaron los papeles el domingo pasado. El “voto oculto” existía, pero lo tenía Milei.

El candidato libertario es ciertamente un político bisoño y por ende tan distinto que en lugar de decir el día después que siempre confió en ganar, admitió que el resultado lo tomó totalmente de sorpresa. Si para todo es sincero, habrá que tomarlo en serio cuando ahora se manifiesta convencido de que va a ganar en octubre. Exagera tal vez al alardear que lo hará en primera vuelta, cuando apenas superó en las PASO los 30 puntos, y el margen que incluye a los tres principales candidatos es de menos de 3 puntos (2,77). Pero tal fue la espectacularidad del resultado que hoy nadie se atreve a descartar un imposible.

Como ya hemos dicho, hoy Milei tiene más votos que el domingo 13 de agosto. Y menos que mañana… Pero habrá que esperar a que transcurra el tiempo, que se calmen las aguas. Lo ha dicho el consultor Carlos Fara: “Las encuestas de las próximas 3 semanas no sirven hasta que baje la espuma”.

El primer sondeo pos-electoral conocido sobre el final de la semana mostró a Javier Milei primero (26,5%) entre quienes dijeron que seguro lo votarían, seguido por Sergio Massa (18,6%) y Patricia Bullrich (18,5%). El ministro de Economía firmaría ya mismo ese resultado en octubre, pero es el que recoge el mayor rechazo: 59,5% nunca lo votaría. A Bullrich eso le pasa con el 45% y a Milei con el 41,2%. A su vez, el líder libertario es el que tiene el techo electoral más alto: 52,1%; seguido por Bullrich, con el 47,4%. Cualquiera de los dos podría ganar en primera vuelta con esos procentajes.

Massa es el más complicado, según la encuesta de CB Consultora: tiene el techo electoral más bajo, con 34,9%.

Así y todo el ministro es moderadamente optimista. El tercer lugar lo dejó en una fea posición, pues le dio el título de haber hecho la peor elección del peronismo; pero el hecho de que impensadamente haya ganado Milei le devolvió las esperanzas. Distinto sería si el libertario y JxC hubieran invertido sus resultados. Con todo, Massa piensa en un balotaje con La Libertad Avanza, en cuyo caso -dicen cerca suyo- “la damos vuelta”. Su confianza radica en un mayor empeño puesto en la elección por los jefes peronistas que se desentendieron el domingo pasado (léase gobernadores), o buscaron salvar el pellejo cortando boleta (intendentes); una fiscalización menos interesada en cuidarle el voto a Milei también ayudará bastante a conseguir los votos que dejen al ministro por arriba de la candidata de Juntos por el Cambio, esa es su aspiración.

Lo malo -en el marco de este razonamiento- es que la economía se ha complicado más y no tiene perspectivas de mejorar. Contra todas sus promesas, terminó devaluando el día después de las elecciones y se anticipa para agosto y septiembre inflación de dos dígitos. El dólar se disparó y nadie puede descartar que cuando se vote la divisa norteamericana no haya llegado a los cuatro dígitos. Así y todo,

Massa dejó claro que continuará en el cargo hasta el 10 de diciembre. Pese a que desde su propia fuerza, y sobre todo el diputado Eduardo Valdés -con terminales en Alberto Cristina-, han pedido que deje el Palacio de Hacienda para abocarse a la campaña. El se ha mostrado muy enfático en descartar tal posibilidad y es lo que realmente cree mejor: nadie le asegura que un eventual sucesor vaya a enderezar el barco en lo que resta hasta las elecciones, y dejar el cargo hundiría su relato en el que se reivindica como quien tomó “la papa caliente”. O el “tomuer”, según sus palabras recientes.

Rivalizar con Milei es más sencillo y conveniente, y por eso Massa ha decidido invisibilizar a Patricia Bullrich. En la campaña hablará solo del peligro que implica un Milei presidenciable, y a Juntos por el Cambio solo se referirá para endilgarles a Macri y el préstamo del FMI. El botín al que aspira son los votos de su amigo Larreta. Al menos una parte de ese 11,3%, que serían en detrimento de Bullrich.

Milei, por su parte, le apunta a Bullrich, convencido de que ahí pueden estar los votos que le sean más afines. Dicen que está realmente enojado con ella y su marido, a los que acusa de haberles jugado sucio, y la afinidad con la exministra de Seguridad en buena parte de la campaña ha mutado hacia el rechazo.

Como una rueda que gira, la líder de JxC (cargo que el propio Macri le adjudicó) opta por no hablar de Milei y deja claro que su pelea es con Massa. O el kirchnerismo, para decirlo en los términos que siempre le dieron más rédito a Juntos. Las expectativas de Bullrich están en que aparezca el “voto útil” que generalmente acompañó a Cambiemos/JxC en las instancias definitivas, y también que el oficialismo se hunda más conforme evoluciona la crisis económica.

Mientras va delineando su eje de campaña, sacará a la cancha en estos días a Carlos Melconian -su más que probable ministro de Economía- para ocupar el rol de intérprete de lo que hay que hacer en materia económica. Saldrá a cuestionar la dolarización y en su habitual tono didáctico tendrá que hacer entender la inconveniencia de tal “entelequia”.

Pero antes deberá recalcular su campaña y ordenar la interna. No tuvo buenas noticias este fin de semana. Con poco, Javier Milei les complica la vida. Está angelado y lo que dice, bueno o malo, cobra vuelo enseguida. Marcar la agenda es un activo invalorable en tiempos de campaña. Dos meses es mucho tiempo, pero el que lleva ventaja tiene más chances de ampliarla.

Y fue así que el libertario le armó un lío a JxC. Con poquito, apenas diciendo que si es presidente Macri será su representante ante el mundo. Casualidad o no, enseguida Elisa Carrió renunció a ser candidata al Parlasur. Argumentó razones de salud, pero la verdad es que el candidato al que ella bancaba perdió la semana pasada, y en Parque Norte ni la nombraron cuando subió al escenario.

Un legislador porteño de la Coalición Cívica, Facundo Del Gaiso, quien es nada menos que quien encabeza la lista de candidatos a diputados por la Ciudad de Juntos por el Cambio, posteó al mismo tiempo que se conocía la renuncia de Lilita el siguiente texto: “Hace 20 años que a Elisa Carrió le dicen de todo cuando anticipa y cuando las cosas se cumplen le dicen ‘Lilita tenía razón’… Javier Milei: ‘Si soy presidente, Macri va a ser mi representante ante el mundo’”.

A diferencia de anteriores elecciones de Cambiemos y Juntos por el Cambio, la Coalición Cívica tuvo esta vez pocos lugares en las listas y verá muy disminuida su participación legislativa a partir del 10 de diciembre.

Javier Milei tiene dos activos: 1) va primero y todos bailan a su ritmo; y 2) la economía tiende a empeorar. La inestabilidad lo beneficia, pues el crecimiento del enojo afianza su figura y un estallido podría hacerlo ganar en primera vuelta.

 
 

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