De a poco la carrera electoral parece estar llegando a su final. Falta mucho, y seguramente traiga consigo mayor volatilidad en cuestiones políticas y económicas pero la vuelta de página parece estar cada vez más cerca.
El dólar a 900, la inflación descontrolada, los problemas de empleo, los jubilados que no dan más y una realidad que parece ser la principal protagonista de un final de época que espera por una Argentina distinta.
El coloquio de IDEA tuvo lugar esta semana que pasó en la ciudad de Mar del Plata. Los planteos, exposiciones y hasta las conversaciones de pasillo dejaron plasmado tal vez el camino que debe transitar la Argentina a partir del 10 de Diciembre próximo. Todo el empresariado coincide en lo que muchos planteamos desde hace tiempo. Estabilizar la macroeconomía, salir de un cepo cambiario que ha quebrado al BCRA y a buena parte del comercio internacional, terminar con la inflación, readecuar el Estado a niveles razonables y uno de los aspectos más desafiantes: generar empleo de calidad y terminar con el esquema de planes sociales subordinados a los políticos de turno.
Todos parecen entender que el país no puede seguir inmerso en estos niveles inflacionarios. Al debate del bimonetarismo o la dolarización (alternativas que habían sido planteadas como la nueva grieta del debate político) se le sumó un nuevo jugador: la Moneda Digital Argentina. Esta especie de criptomoneda planteada como reemplazo de los billetes en circulación parece un delirio más de lo propuesto por un oficialismo agobiado por su propia ineptitud. El planteo es tan ridículo que pretende que se digitalice compulsivamente a muchos argentinos que hoy no tienen ni luz, ni cloacas, ni acceso a una red de gas en un contexto donde el 43% de la economía es informal donde el “Estado presente” no parece estar llegando.
Sin embargo las elecciones generales se acercan y tal vez se comiencen a conocer algunos trazos algo más definidos de lo que se plantea para la nueva Argentina. Las frases hechas como “volver al orden” o “si gana la derecha se perderán derechos” deberán dar paso a justificaciones algo más razonables de lo que cada candidato pretende hacer con el país a partir de su asunción en caso de ganar las próximas elecciones.
Tal vez hay un consenso entre un sector mayoritario de la sociedad: entendimos que así no podemos seguir. Esto no implica necesariamente que un sinfín de promesas sin sustento ni explicación nos conforme en una Argentina sin destino donde nosotros pagamos desde hace tiempo las consecuencias de un populismo voraz que solo nos ha detenido a un costado del camino del mundo, alejados del desarrollo, empobreciéndonos cada día más.
Lo que viene será sin dudas el gran desafío que debemos enfrentar entre tanto desorden que se ha adueñado de nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestro futuro.