El gravísimo episodio de espionaje ilegal sobre un montón de personas relevantes del oficialismo y de la oposición que explotó en las manos de Sergio Massa a días del crucial ballotage, volvió a poner sobre el tapete el asesinato del Fiscal Alberto Nisman y reviste características truculentas para la democracia, aún para ésta tan maltrecha que vivimos los argentinos, pero ¿tendrá relevancia al momento de votar? ¿Cuánto incide en el ánimo de los ciudadanos, de cara a la inminente elección, la generalizada corrupción que se expone, diariamente, a cielo abierto?
Si la respuesta puede medirse en función de lo sucedido en la primera vuelta, substanciada en la estela del yacht “Bandido”, con el cual se paseó el camporista Martín Insaurralde por el Mediterráneo con una felina modelo, deberíamos concluir que muy poco, ya que éste consiguió entronizar a su heredero, Federico Otermin, como Intendente de Lomas de Zamora, mejorando nada menos que en 50.000 votos los resultados obtenidos en las PASO. No debemos olvidar, además, que el delfín es uno de los principales manchados por los “chocolates” de la Legislatura provincial.
El por qué de esa irracional conducta de los ciudadanos de a pie ante las urnas sólo puede explicarse si recordamos la gigantesca y tan exitosa fábrica de pobres que ha sido el kirchnerismo, que aplasta a nuestro país desde hace veinte años. Quienes se limitan a intentar sobrevivir en medio de la miseria más atroz, sin agua ni cloacas, sin seguridad y sin asfalto, sin educación y sin salud, en manos del violento narcotráfico, sólo pueden pensar en lo inmediato: ver cómo hacen para comer ellos y sus hijos con ingresos que la desbordada inflación deteriora a ojos vistas y ya son comparables a los de Haiti. Así, la corrupción generalizada no entra en el ángulo de su mirada ni de su pensamiento, como tampoco lo hace el largo plazo y, como natural consecuencia, cambian su voto por un colchón, unas chapas o una bicicleta, entregando así el futuro a estos crápulas que, como se saben impunes, exhiben sin vergüenza sus fastuosas vidas.
La chapucería y, sobre todo, la monumental impericia que han demostrado estos personajes (si los mandan a espiar, tocan el timbre) es un balde de agua helada sobre las pretensiones de Cristina Fernández de poner en la picota a los jueces que, en breve, deberán decidir, si no sobre el bien oculto botín robado a las arcas públicas, al menos sobre su libertad y la del tan laborioso y reelecto Máximo Kirchner. Todo el mamarracho del juicio político a los ministros de la Corte Suprema se derrumbó porque su principal impulsor, el Diputado Rodolfo Tailhade, aparece claramente como jefe de esta franquicia blue de la Agencia Federal de Investigaciones.
Seguramente, en el debate de candidatos a Presidente que se realizará mañana, Javier Milei interpelará duramente al Aceitoso al respecto, ya que uno de los esenciales engranajes -Fabián “Conu” Rodríguez- de esa pestilente maquinaria aún revista, y en un cargo relevante, en las filas de la Dirección General Impositiva, la megabase de datos que el Gobierno utiliza para apretar a los ciudadanos molestos y a las empresas díscolas, y que depende del propio Massa. Además, los dos diputados que responden a éste en la Comisión de Juicio Político (Ramiro Gutiérrez y Micaela Morán) han permitido a la canalla kirchnerista contar con el quórum necesario para su payasesco show contra los jueces supremos, y demorar el dictamen de esa Comisión hasta después del ballotage para no afectar más sus chances electorales, y quizás también como una tentativa de extorsión a las víctimas.
Si, como espero, el Peluca triunfa el 19 de noviembre, el Aceitoso comenzará a frecuentar los pasillos de Comodoro Py, y los muchos amigos que ha cosechado, por las buenas o por las malas (con carpetazos alimentados por estos espías), en los tribunales federales deberán esforzarse para intentar evitarle muchas noches de insomnio. Ha violado todas las normas electorales y, para solventar su campaña, ha manoteado sin pudor alguno tantos dineros públicos que agravó aún más el estado agónico de la economía nacional; ayer mismo, el Jefe de Gabinete (el candidato a Vicepresidente, Agustín Rossi) y el Ministro de Economía (el mismo Massa) ampliaron el gasto de este año en casi $ 400.000.000.000.= (cuatrocientos mil millones de pesos). Y, por si fuera poco, habrá llegado el momento en que deberá explicar a los jueces y fiscales, que girarán como veletas por los nuevos vientos políticos, cómo ha construido su incalculable fortuna.
Precisamente, ante la inminencia del ballotage, siguen vigentes algunas preguntas cruciales: en la medida en que los gobernadores, intendentes, diputados y senadores ya han obtenido o reocupado sus sillas, ¿pondrán en movimiento, con la misma intensidad, el pesado y carísimo aparato peronista para beneficiar a Massa, capaz de cualquier traición? La renovada liga de mandatarios provinciales, ¿querrá empoderar a un nuevo macho alfa con estas características para que los lleve a la rastra? Cristina Fernández, que ha logrado quedarse con la Provincia de Buenos Aires para, desde allí, hostigar al futuro gobierno nacional, ¿ayudará a que su futuro pero inevitable asesino político se haga con el poder para borrarla del mapa? Y el paranoico e hijísimo Máximo, ¿seguirá mirando sin reaccionar cómo sus más leales soldaditos van cayendo mientras los otros, ajenos a su “orga”, sobreviven? La moneda sigue estando en el aire, y las contradictorias encuestas que circulan por las redes no permiten superar la incógnita.