Con marchas y contramarchas previsibles para un gobierno con las características del que ha ganado el balotaje; con designaciones sorpresivas y los consiguientes heridos que conlleva la elaboración presurosa de un gabinete nacional en el término de tres semanas; con demoras incomprensibles y otras lógicas, el presidente electo va construyendo una gestión que ya comenzó, sin fecha precisa, pero que es evaluada de modo tal que Javier Milei ya está ejerciendo un cargo para el que fue elegido y formalmente comenzará a desempeñar dentro de una semana.
Con un presidente invisibilizado desde la campaña, que tenuemente se ha mostrado los últimos días, mientras que el derrotado candidato oficialista cayó en el ostracismo, el papel del ganador del 19 de noviembre atrae toda la atención. En ese contexto, busca hacer lo que más sabe y en lo que mejor le ha ido: comunicar. Lo hace con sus gestos, con una metamorfosis que hoy lo muestra moderado y pragmático, sin que ello implique una pérdida de adhesión de la masa que lo votó.
No faltará el folklore que vistió su campaña y para eso buscará el domingo que viene darse un baño de popularidad desde las escalinatas del Congreso, donde se presentará ante una multitud que sus seguidores ya están convocando. Hablan de reunir un millón de fieles, cifra inalcanzable en la práctica, pero lo que sume servirá para darle la épica buscada a una asunción que se dividirá en tres capítulos: jura y posiblemente también traspaso de atributos presidenciales ante la Asamblea Legislativa; mensaje a sus seguidores en la explanada del Palacio del Congreso; y jura de ministros en el Salón Blanco de la Rosada.
Milei realizó un viaje relámpago esta última semana a Estados Unidos, uno de los dos países que privilegiará en las relaciones internacionales de su gestión, según anticipó en la campaña (el otro es Israel), confirmando el alineamiento que pretende mantener en el futuro. Una vuelta de la Argentina a Occidente, como grafican entusiasmados desde el círculo rojo. El balance de su viaje fue positivo, según confiaron en su entorno, donde prefieren no explayarse ante la consulta sobre la disyuntiva que plantea la relación del futuro presidente con Joe Biden y Donald Trump. El exmandatario norteamericano se ha mostrado muy entusiasmado con el triunfo del Milei, al punto tal de anticipar su presencia en la asunción del 10D. Desde la Casa Blanca deslizaron que no tolerarán que el argentino se inmiscuya en la campaña de ese país, no porque una eventual adhesión de Milei pueda influir, sino simplemente porque la Argentina está pidiendo un apoyo de Washington que cuanto menos implica moderación.
A su regreso de Estados Unidos, el presidente electo se reunió con su (reducida) tropa legislativa. Diputados y senadores electos, muchos de los cuales recién entonces compartieron un momento con su líder. Con las presidencias de ambas cámaras aún en veremos, sobre todo los primeros elevaron entonces su clamor en favor de que uno de los propios fuera encaramado al frente de Diputados, contrariando las especulaciones que durante días mantuvieron vivas las chances de Cristian Ritondo y Florencio Randazzo.
El presidente del bloque Pro era número puesto desde el 19N, cuando ni bien cobró fuerza la certeza de que Milei había derrotado a Sergio Massa posteó en sus redes una imagen suya blandiendo una motosierra, a modo de celebración. Esa noche se abrazó efusivamente con el presidente electo, con el que fortaleció la relación en los últimos tiempos en la Cámara, compartiendo incluso la presentación del único proyecto que impulsó el libertario como diputado. Durante la jornada, había comandado una importante red de fiscales que cuidó los votos de La Libertad Avanza. Y por si fuera poco, era el candidato para presidir la Cámara baja que le había propuesto Mauricio Macri a Javier Milei.
Sin embargo la figura del exministro del Interior y Transporte de Cristina Kirchner comenzó a sonar fuerte días después, conforme avanzaba el entendimiento de LLA con el gobernador Juan Schiaretti. La candidatura de Randazzo era apadrinada por Guillermo Francos, en quien Milei delegó la relación del gobierno con el Congreso. Para el futuro ministro del Interior, el hombre de Chivilcoy era el candidato idóneo para manejar los hilos en una Cámara donde el próximo oficialismo será inmensa minoría. El ex candidato a vicepresidente de Schiaretti prometía generar una fragmentación del actual oficialismo una vez esté en el llano y de ahí sumar voluntades para las leyes libertarias.
Ritondo aseguraba sumar de entrada al menos medio centenar de diputados propios al oficialismo, y desde esa base construir las mayorías necesarias. Lo de Randazzo era un poco más difuso, pues los “propios” podían contarse con los dedos de una mano: el cordobesismo tendrá 5 diputados en la próxima conformación de la Cámara y de esos una es Natalia de la Sota, que en la campaña apoyó fervientemente a Sergio Massa. Así y todo, el schiarettismo contaba con el favor de Francos, mucho más cómodo manejándose con el peronismo, como lo demostró en la semana, al asistir al cónclave de los gobernadores peronistas, mientras los de Juntos por el Cambio celebraban su propia reunión.
Con semejante adversidad numérica como punto de partida, ninguno de los dos la tenía sencilla. En este contexto, Milei optó por una alternativa aún más complicada y de incierto destino. Inclinó la balanza en favor de Martín Menem, un joven diputado riojano de familia célebre, pero siendo él un advenedizo en las lides legislativas. Con apenas dos años como legislador provincial, le tocará lidiar con el Congreso más adverso que recuerde gobierno alguno, solo comparable al de Hipólito Yrigoyen, que en 1916 llegó al poder con apenas 45 diputados radicales contra 70 opositores, y 4 senadores propios, en una cámara de 30.
Muy probablemente haya incidido en la decisión de Milei la cuña que el miércoles metió Cristina Kirchner al descartar que el actual oficialismo fuera a reclamar para sí la presidencia provisional del Senado. Tanto ese cargo como la presidencia de Diputados “le corresponden -dijo- a un o una representante de La Libertad Avanza”. Más que un gesto, fue tomado como una señal de que solo votarían a un diputado y un senador del partido de Milei, no necesariamente a aliados. Está claro que el kirchnerismo celebra que el presidente electo haya terminado inclinándose por alguien inexperto. Las otras alternativas -sobre todo la de Randazzo- podían representar un intento de fragmentar la unidad de UP.
El hijo de Eduardo Menem -que durante más de una década fue presidente provisional del Senado- será seguramente votado por una abrumadora mayoría, igual que el senador propio que vaya a elegir el presidente electo como segundo en la línea sucesoria, Francisco Paoltroni. Después, afrontará en un diciembre caliente la prueba de fuego de aprobar las tres primeras leyes que mandará Milei al Congreso: la reforma del Estado, la de Emergencia y el Presupuesto 2024. Trabajosamente, como sea, saldrán, porque es inimaginable que se opongan a las primeras medidas de un gobierno que acaba de llegar respaldado por el 55% de los votos.
El problema lo tendrá más adelante, cuando la espuma baje, el ajuste comience a causar sus efectos y los problemas afloren conforme la crisis perdure. La pelea legislativa será “ley por ley”, con un Congreso donde además el oficialismo será minoría en todas las comisiones, aunque le dejen la presidencia de las más importantes. Jugarse con un presidente propio le pone un freno a la posibilidad de que el sector mayoritario del Pro se sume a La Libertad Avanza en un interbloque que podría darle cierta paridad con UP, que si no se rompe se mantendrá como primera minoría.
La situación enojó a Mauricio Macri, que el jueves suspendió su reunión con Javier Milei. Venía molesto el expresidente con Patricia Bullrich por haber aceptado ir como ministra, cuando él preferiría que los miembros del Pro solo ocuparan las segundas líneas del gobierno. Al menos en la primera parte, que será -piensa- el turno de los “fusibles”. Lo de Ritondo era parte de la alianza parlamentaria que entendía debía formalizarse con LLA.
Para cuidar las formas, Macri saludó el desembarco de Patricia Bullrich y Toto Caputo en el gobierno de Milei. Lo hizo a través de la red social X, con un mensaje muy fácil de interpretar: habló del nombramiento de ambos por parte de Milei para “su primer equipo”, y luego les deseó a ambos “el mayor de los éxitos en este compromiso personal que asumen”. Lo decidieron ellos, no el Pro.
También dejó su mensaje Guillermo Francos en un reportaje que dio también el viernes, por la mañana. Recordó que “la gente votó un cambio”, poniendo claro que La Libertad Avanza es lo que hoy representa lo que antes personificaba JxC; y en referencia a Macri, aclaró que si bien fue importante su participación en la elección, “no compró acciones” en La Libertad Avanza. Un lenguaje empresarial que maneja bien Francos y entiende perfectamente el expresidente.