No creo en las explicaciones
psicológicas, sino en las resultantes de diversos factores que confluyen en un
hecho concreto. Adolph Hitler fue un dictador genocida, pero no un mero loco. ¿Acaso
este personaje no fue el emergente de la crisis de 1929 en la que todo el
capitalismo se hundió? ¿No es más que nada un producto de la democracia plural
de Alemania de posguerra en la que estaba sumida en una enorme catástrofe social
y política a causa de la citada crisis y las reparaciones de guerra que tuvieron
que pagarles a los vencedores? Más allá del genocidio y la guerra —que son
centrales desde todo punto de vista ético y humano— este genocida logró mediante
política económica, muy orientada a lo bélico, desarrollar la industria alemana,
y a pesar de ser un asesino masivo, más que un loco, podemos decir que él no
estaba “solo” sino que tenía atrás a toda una estructura burocrática, política,
y financiera.
Lo mismo Stalin, que pese a haber
cometido delitos de lesa humanidad en pos de construir el socialismo, tuvo
méritos políticos y económicos, que a la vista quedaron venciendo al III Reich y
luego dominando la mitad del mundo.
Los hechos recién mencionados no son
dignos de festejo. Nada justifica algo que esté por encima del Hombre. Los
ejemplos aquellos son producto de la causalidad y son dignos de análisis, tal
como el caso de Hugo Chávez.
Chávez es el emergente de un problema
estructural en Venezuela. Millones en riqueza petrolera nunca fueron
distribuidos en quienes menos tienen: la mayoría de la población. Eso tenía
que explotar por algún lado, y quedó en evidencia con la llegada de este militar
que se constituyó el representante de más de la mitad de la población
venezolana. Amén de ello, también ganó cada una de las elecciones en las que se
presentó, así como también perdió su referéndum, y lo reconoció. Primera
diferencia, Joseph Stalin dominaba en una dictadura totalitaria, y eso está probado por
la historia. Hitler regía otra, y así también fue probado con los años. Chávez
pudo haber tenido algunos avances que sobrepasaron el límite republicano, pero
hasta hoy, ese país sigue siendo una democracia. Si luego se queda con la suma
del poder público, lógicamente, todos los demócratas del mundo deberían
señalarlo.
Claro, se me dirá que el deber es
advertirlo antes de que suceda. Pero no se puede acusar a alguien por sus
tendencias, sino que solamente señalarlas. Se puede atacar lo que se ha hecho,
no lo que aún no se hizo.
Estas tendencias jamás podrán ser
psicológicas, sino el emergente de dicha situación. Las explicaciones
psicológicas como las médicas, son herederas del positivismo, doctrina
científica hegemónica del Siglo XIX y con centro en el Imperio Británico, y tuvo
como exponente el darwinismo social de Spencer. Muchas otras explicaciones del
tipo médicas en las cuales había un modelo de sociedad sana, y ciertos elementos
de la misma estaban enfermos, merecían la atención de estos ideólogos que
propugnaban la extirpación del elemento insano para ponerlo en el “correcto
orden natural” de la sociedad. El orden natural, obviamente, era la
hegemonía inglesa sobre los mares y tierras del mundo, como lo es hoy EEUU.
La locura y los delirios atribuidos
entonces, al presidente venezolano, son meros apuntes de opinión psicológica,
que no dejan de ser nada más que la personalidad de un hombre, que justamente
por lo que es, tiene el carisma que tiene, y que nada explica la política
exterior e interior de un país, que tiene que ver más con luchas de poder.
Daniel Blinder