Reconfigurados
De pronto Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, abandona las reposeras veraniegas de Cumelén y desembarca en la caliente Buenos Aires para bailar tiernos boleros con el presidente Javier Milei, El Menem Trucho.
Es la consumación del gran desfalco político, inspirado en la peor tergiversación electoral.
Los 29 puntos obtenidos por Milei durante las PASO de agosto (el sufragio más inútil y tarifado de la historia) se transformaron en enigmáticos 56 en la segunda ronda de noviembre.
Los reconfigurados involuntarios del desfalco de 27 puntos no fueron solo los que sufragaron por el peronista Sergio Massa, El Profesional, quien alcanzó, con “ayudines”, el 44%.
Fueron sobre todo los radicales relativamente tenues de Emiliano Yacovitti, El Caudillo Universitario (los que son presididos por el indemne Martín Lousteau, El Personaje de Wilde).
Entre los reconfigurados figuran también los transparentes románticos de la estancada Coalición Cívica.
Completan las estremecedoras palomitas de la Mutual PRO que acompañaron las ensoñaciones presidenciales de Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
La reconfiguración propone hoy un fantástico escenario de fragmentos simulados que amenaza con convertirse en otra grieta.
Doble comando
En un rincón, quedan los pudorosos republicanos de la derecha (casi) extrema.
Fundamentalistas del capitalismo liderados en doble comando por El Menem Trucho y El Ángel Exterminador.
En el otro rincón se amontonan los equivocados que retrasan y se obstinan con la metodología del populismo.
Deben hacerse cargo, para colmo, del 57% de la pobreza.
La franja contiene a los sobrevivientes de la patología kirchnerista (que mantiene de rehén al peronismo).
Son quienes tendrían que acordar, en adelante, con los radicales de Yacovitti.
Aparte tendrían que entenderse -y lo peor, coincidir- con los románticos calificados de la transparencia que siguen las alucinaciones conspirativas de la señora Elisa Carrió, La Derrotada Exitosa.
La patología kirchnerista (que aún controla la complejidad del peronismo) tendría también que organizar epopeyas populares con la izquierda esclarecida que representa la doctora Myriam Bregman, Natalia Sedova. Pero sin dejar nunca afuera a los entrañables desposeídos que siguen la orientación revolucionaria de Eduardo Belliboni, El Trosco Sentimental.
“No se la tome con Llaryora”
Quien percibe con claridad la proximidad del desfalco es La Doctora. Sorprende, otra vez, con la sigilosa administración del silencio y de la palabra calculada.
Ser protagonista, mientras se calla, es -de por sí- un mérito destacable. La manifestación ostentosamente explícita de poder.
Pero La Doctora enerva cuando reaparece y habla. Agita.
Para descalificar reacciona desde el recatado Guillermo Francos, El Gentleman.
Hasta la alborotada psiquiatría de la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien.
Inspira al misticismo materialista del ministro Caputo (mientras se aferra desesperadamente a la virgencita).
Sin embargo, el documento de 33 folios que suscribe La Doctora contiene costados valiosos para el análisis estratégico que ambicione superar la opacidad de la medianía coyuntural que oscila alrededor del «showman de La Rosada». Y sugiere espacios para el análisis político más elemental.
Como si le dijera al presidente: “No se la tome con Llaryora, debe insultarme a mí”.
El estadista jesuita
Pese a la fragilidad del aislamiento, Milei volvió empoderado de Italia. Con prepotencia de campaña.
Disfruta con énfasis de los minutos de popularidad.
Saluda en los aviones de línea a los argentinos que lo contemplan con perentoria admiración. Coloca su gesto habitual para las selfies.
Ni siquiera registró el feroz sopapo parlamentario.
Al contrario, lo supo tergiversar al mejor estilo patológico del kirchnerismo. Hasta transformarlo en un suceso.
Fue un acto de sinceramiento institucional. Demostró “quién está a favor del cambio”.
Y quienes son “los traidores, los gobernadores al servicio de la casta, los políticos que quieren robar”.
Y por supuesto también la señora Lali Espósito, La Novia del Cadete.
Milei volvió fortalecido por la piedad jesuítica de don Jorge.
Se nota a la distancia que el cura competente de Flores aprendió pronto el oficio diplomático de estadista.
Resistió la tentación lícita de despachar a los poderosos hermanos con ajustados puntapiés en las ideologías.
Prefirió inventariar los alfajores de dulce de leche.
Y atender los fervorosos delirios con los que Milei se propone dar vuelta a la Argentina como a una media.
Para transformarla exitosamente, Su Santidad.
Y con una profundidad superior a la del Menem original.