El discurso del presidente Javier Milei de apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso se puede dividir en tres segmentos temporales: ayer, hoy y mañana.
En el ayer colocó a la decadencia argentina, que él la ubica, sin mucha precisión, en la década del 30’, pero especialmente, en los últimos 20 años.
Para ellos se sirvió de números demoledores. No solo el aumento de la inflación, de la deuda, la caída del PBI, y por ende, el ascenso exponencial de la pobreza, sino que “repartió culpas tanto al kirchnerismo, la CGT y los movimientos sociales, como al radicalismo.
A los primeros, le espetó el caso del Chaco, donde la entrega de planes sociales sin control derivó en la trata de personas. Es decir, los atacó diciendo que eran ellos los que explotaban a los pobres.
Al radicalismo, su “falta de republicanismo” por el silencio cómplice ante la detención de dos personas, y el pedido de captura de una tercera, por haber insinuado en un chat privado que al gobernador Gerardo Morales, le habían sido infiel.
Todo eso en medio, como expresé antes, de los pavorosos números macroeconómicos y sociales con los que asumió la presidencia.
En el HOY son toda la serie de medidas que tomaron para, por un lado, alcanzar “superávit gemelos”, cortar gastos superfluos “de la casta política” (choferes, viajes en avión, cantidad de secretarías) comenzar con reformas en el estado (Inadi, Telam, Aerolíneas Argentinas), más recortar al 80% la obra pública, reducir planes sociales “truchos” e ir terminando con un centenar de regulaciones de la economía.
Obviamente dejó de lado que el mayor peso de ese ajuste se lo llevaron las jubilaciones, y en menor medida, los salarios del Estado.
Para el mañana, Milei planteó “El Pacto del 25 de Mayo”, pero condicionado a la aprobación en poco más de 60 días de un nuevo pacto fiscal y la “Ley de Bases”.
Esto no solo le volvió a dar la iniciativa, sino que “acomodó” el debate, (que había sido bastante desprolijo) y lo que es más importante, se llamó a dialogar con los sectores que son permeables a un cambio.
El desafío es ver cuánto de estos cambios son aprobados, y de los 10 puntos propuestos, algunos con demasiada ambigüedad – como el tema de la representación política – pueden ser tratados por el Congreso.
EL VASO MEDIO LLENO, O MEDIO VACÍO – Con menos de 90 días de un gobierno en hiper minoría, Milei sigue marcando la agenda. Eso se debe no solo a su empuje personal, y al de su equipo, sino también tener en frente una oposición atomizada y desprestigiada.
Ese es el medio vaso “lleno”, pero el “vacío” es cuánto puede lograr en la negociación. El tiempo no está de su lado. Sin inversiones, el ajuste por el ajuste mismo no le alcanzará más que para administrar de manera eficiente y prolija (al contrario del kirchnerismo) una pobreza creciente.
El camino recién está empezando porque habrá que ver “la letra fina” de lo que envíe al Congreso y lo que termine saliendo. Ese es el comienzo.