Puede sonar extremo, pero en la práctica no lo es. Hay elementos que permiten determinar que la que pasó fue la peor semana para este gobierno. En vísperas de cumplirse (este martes) los primeros 100 días de Javier Milei en la Casa Rosada, la que pasó fue una semana que arrancó complicada y terminó peor.
El sábado surgió el tema de los sueldos de los altos funcionarios del Ejecutivo nacional, difundido por la diputada Victoria Tolosa Paz, que contó que el Presidente -que había hecho campaña en la semana contra el aumento de las dietas de legisladores- firmó un decreto el 29 de febrero donde se subió el 48% su salario y el de ministros, secretarios y subsecretarios de Estado.
A continuación, el mandatario apeló a la regla 1 de su manual de política, y culpó del tema a Cristina Kirchner, afirmando que lo sucedido era “producto de un decreto firmado por la expresidenta en el año 2010”, que ahora derogaría. Fue la propia CFK quien a continuación se trabó en un contrapunto con Milei sobre el tema, que el Presidente buscó dar por concluido pasada la medianoche y ella reanudó a la mañana del domingo. Quedó claro que el aumento no había sido producto de ninguna cláusula automática, sino de un decreto que él mismo firmó y tuvo luego que derogar. Para el núcleo duro mileísta, el León salió “indemne y ganador” de esa polémica, pero para la mayoría quedó claro que había sido un grosero error de su parte mezclarse como lo hizo en la discusión por las dietas legislativas, desconociendo lo del 48% que se había autoasignado antes.
Error que confirmó el lunes bien temprano cuando sobreactuó la situación echando por televisión al secretario de Trabajo, Omar Yasín, reconocido por propios y extraños como alguien idóneo para una de las áreas clave de esta administración. El Presidente volvió así a apelar a la regla 1 de su manual, convencido como está de que la imagen está por encima incluso de la gestión.
El tema ya venía haciendo ruido desde el aumento de los legisladores, donde obviando la división de poderes Milei se metió de lleno. Fue lo que tuvo en cuenta Victoria Villarruel, cuando en su condición de presidenta del Senado decidió desatender la “orden” dada para retrotraer los aumentos. Convencida de que eso afectaría la frágil convivencia en una Cámara alta donde había logrado alinear los planetas en diciembre hasta que el DNU 70/23 le alteró todo, al punto tal de frenar la actividad del Cuerpo durante el verano. Advirtió a la Casa Rosada que eso iba a incidir en la relación con los jefes de bloques, indispensable para seguir resistiendo el tratamiento del DNU en el recinto, pero le contestaron que no importaba: que en última instancia eso terminaría contribuyendo al discurso oficial contra la casta.
Finalmente Villarruel arrancó la semana accediendo al pedido que directamente le hizo su compañero de fórmula, pero ardió Troya cuando ella incluyó en el temario de la sesión convocada para el jueves siguiente el debate del DNU. Volvieron entonces a agitarse los fantasmas que giran en torno a la relación entre el Presidente y su vice, y la sangre pareció llegar al río cuando el miércoles los tanques de las redes fueron directamente por la cabeza de la vicepresidenta (no es literal, en varios mensajes, los trolls pidieron “colgarla en Plaza de Mayo”). Si bien el comunicado de la Oficina del Presidente no la nombró especialmente -salvo el párrafo que hablaba de “victorias de corto plazo”-, todos interpretaron que el durísimo mensaje estaba dirigido a ella. Sobre todo por el contexto: la regla número 2 del manual político de Milei establece que todo enemigo recibirá de inmediato el ataque simultáneo y sistemático de los tanques en las redes sociales. Un modus operandi que el gobernador Ignacio Torres detalló cuando contó que el asesor presidencial clave Santiago Caputo le advirtió que si no se callaba “vamos a sacar todos los tanques a las redes”. Martín Lousteau daría cuenta al día siguiente de esa táctica.
En ese comunicado, la Oficina del Presidente hablaba de “tratamiento apresurado” del DNU, y a modo de ejemplo expresaba que el tema “se encuentra próximo a una definición de la Corte Suprema de Justicia”. Lo cual no es enteramente cierto, más bien lo contrario. Si algo quiere evitar este y cualquier Tribunal Supremo es inmiscuirse en temas que debe solucionar la política, y sobre todo cuando el DNU está recibiendo finalmente tratamiento legislativo. Por si quedaba alguna duda, en la semana Horacio Rosatti volvió a hablar en contra de la judicialización de la política en su paso por AmCham. “No se cumple con la seguridad jurídica y se la desafía cuando se judicializan cosas que tienen que ser resueltas por la política”, dijo.
La exposición de la dura interna entre el Presidente y su vice -desmentida enfáticamente en los días posteriores por el propio Milei y el vocero- no hizo más que opacar el triunfo legislativo -módico, pero triunfo al fin- que el oficialismo logró el miércoles en Diputados, al no conseguir la oposición quórum para tratar el tema de la movilidad jubilatoria.
La semana negativa del Gobierno se completó al día siguiente con el severo traspié registrado en el Senado, donde por primera vez se le rechazó en una cámara un DNU a un presidente en ejercicio (el Frente de Todos forzó el rechazo también en el Senado de tres decretos de necesidad y urgencia de Mauricio Macri cuando éste ya no era presidente, en 2020, solo para dejar sentado ese precedente). Dos cosas para tener en cuenta: si algo así no había sucedido hasta el presente es simplemente porque desde que rige la ley que reglamenta los DNU hubo gobiernos con mayorías legislativas; y al único gobierno con minoría en las dos cámaras, el de Cambiemos, se le hizo absolutamente cuesta arriba lidiar con las consecuencias de dictar decretos que después debía defender legislativamente con muchísimas dificultades.
El Gobierno con menor cantidad de legisladores propios en la historia argentina debe tener en cuenta esos datos, pues llegará el día en el que dejará de surtirle efecto la victimización. Les pasa a todos los gobiernos. La realidad es que la no negociación puede haberle rendido a La Libertad Avanza para su discurso “anti casta”, pero a cien días de gobierno es el oficialismo menos productivo de la historia democrática. Recién el jueves pasado -antes de lo del DNU- se aprobó la primera ley de la actual gestión, al darle el Senado la media sanción que faltaba al proyecto sobre lavado de activos.
¿Corre riesgo el DNU 70/23 en Diputados? De momento no. El peor escenario mostraría para el oficialismo 123 diputados dando quórum y votando en contra. Como ya hemos dicho y repetido aquí, el oficialismo cuenta a su favor que los exJxC que podrían voltear el DNU siguen resistiéndose a sumarse al kirchnerismo en una movida semejante. Habrá que ver hasta cuándo UP sigue siendo “mancha venenosa”. Sobre el tema, una fuente consultada por este medio admitió que “dada la fragilidad del Gobierno, no vamos a hacer nada para complicarlo. Pero cerró advirtiendo que, si desde el Gobierno se sigue atacando al Parlamento, “en algún momento tendremos que defender la institucionalidad”.
Con todo, algo comenzó a cambiar en el Gobierno esta semana. Como tomando nota de los acontecimientos, comenzó a hacer circular un borrador del proyecto de la nueva ley de Bases, que es el que adelantamos la semana pasada, mucho menos abarcativo que el anterior. Además del acercamiento hecho con los gobernadores, el viernes convocó a quienes eventualmente tendrán que sostener el proyecto durante el debate: el ministro Guillermo Francos habló con las autoridades de los bloques PRO y UCR, y este lunes continuará con Miguel Pichetto. Con ellos debe asegurarse los números para este debate. Escuchó también sugerencias sobre qué hacer con el DNU, no solo para evitar que se lo rechacen, sino para aprobarlo. Radicales y Nicolás Massot, de Hacemos Coalición Federal, sugirieron transformarlo en un proyecto de ley o varios -incluso sumar algún tema en la ley ómnibus- para mantener su vigencia y hasta rescatar temas frenados por la justicia. Igual, va a ser difícil convencer al Gobierno en esto.
Un tema que también se metió de lleno en la agenda esta semana fue la situación en Santa Fe. Mientras el sábado el presidente elegía la manera de contestarle a Cristina quedándose con la última palabra, un joven sicario mataba por nada a un empleado de una estación de servicio en Rosario. Patricia Bullrich es el escudo ideal del presidente ante esta crisis, pero la situación exige respuestas urgentes y soluciones concretas. Más allá de palabras de ocasión, como en tantos otros temas el presidente mostró poca empatía en este caso. La ministra de Seguridad sugirió que Milei visitaría la provincia en pocas semanas, pero el vocero presidencial la desmintió al día siguiente, por razones de seguridad. El presidente, que no dudó en viajar a Israel hace algunas semanas y planea estar en Ucrania este año, esquiva ponerle el cuerpo a un conflicto local de compleja resolución. No solo ello: tampoco llamó por teléfono al gobernador Maximiliano Pullaro.