El arte de consagrar o aniquilar
Los Jaimitos derivan del hallazgo conceptual del portal El Disenso.
Representan el trasvasamiento generacional en materia de sociología estomacal.
Pugna interna de los profesionales de la “comunicación política”.
Jaimitos porque fueron formados por don Jaime Durán Barba, El Equeco, pensador del Ecuador.
Equequitos que funcionaron como efectivos sicarios.
Aplicaron artísticas estrategias de consagración o aniquilación que Durán Barba planificaba sigilosamente.
Contabilizaron méritos innumerables. Expresaron aciertos electorales en el continente. Padecieron retrocesos limítrofes con los papelones.
Como aquel intento de descalificar con campaña sucia a Daniel Filmus, El Psicobolche.
Y todo por la gran impertinencia de Filmus. Enfrentó, en 2007, a Mauricio, El Ángel Exterminador.
Con frecuencia, la salpicadura de la mala praxis se transforma en mancha históricamente indeleble.
Pedantería de la superioridad
Move Group es la consultora que facilitó la victoria de Santiago Caputo, El Monotributista (Clase B).
A los 38 años, supo imponer la pedantería de la superioridad intelectual.
La palabra justa, firmeza para decidir y el Marlboro apagado entre los labios.
El trabajo medular de Santiago fue ampliamente reconocido por el presidente Javier Milei, El Psiquiátrico.
Estampó adjetivos generosos. “Arquitecto primordial del triunfo”.
Junto a la señora Karina, La Pastelera del Tarot, y Javier compusieron con Santiago el triángulo de poder que sostiene la petulancia libertaria.
La geometría puede convertirse en rectángulo. Cuando oportunamente incorporan a Nicolás Posse, El Premier del Silencio.
Se trata de otro ejecutivo rescatado, amigo de Javier desde el periodo compartido como proletarios en la Corporación América.
Es Posse otro cuadro que emerge desde el Grupo Eurnekian. Como Guillermo Francos, El Gentleman.
Pero lamentablemente el Premier del Silencio atraviesa por un lapso desafortunado.
Probablemente podrá recuperarse si en la dupla con el ministro Luis Toto Caputo, Virgencita, consigue los venerables 15 mil millones de dólares que Javier reclama para acabar con la obstrucción del cepo.
El plantel de los Jaimitos se completa con valores de la magnitud de Guillermo Garat, Diego Hampton (que se hace llamar Derek), Tomás Vidal y en especial con Rodrigo Lugones. Todos los Jaimitos, Santiago incluido, respetan, se reportan a Rodrigo.
La pelota del trasvasamiento
Trasciende que Rodrigo (Lugones) acapara poco menos poder que el que detenta El Psiquiátrico. O La Pastelera.
A Rodrigo se lo apunta, en efecto, como el “jefe” real.
Reside en Madrid y se encuentra en permanente contacto online con Buenos Aires.
Formación radical, tierna adolescencia de Franja Morada.
El poder de Rodrigo (o la posibilidad de pelear) nace de la punta de su padre Mario Lugones, El Señor de las Prepagas.
Trata con solvencia los dossiers relativos a la salud. Desde el ministerio de referencia hasta el PAMI, con escala en las cajas de ANSES.
Por don Mario probablemente brotó el vínculo espiritual con el pragmatismo de los radicales magistrales.
También Rodrigo pudo haber conquistado la consideración desenfadada de Luisito Barrionuevo, El Bandeja.
El Bandeja es el competente sindicalista que se presenta como un «hacedor de presidentes». Tuvo suerte con Carlos Menem, El Emir.
Pero no le fue bien con Roberto Lavagna, La Esfinge. Tampoco con Milei.
Es Bandeja el creador superior de coyunturas románticas. La penúltima alude al enigmático apasionamiento preelectoral de El Psiquiátrico.
A los efectos módicos del despacho importa señalar que el Jaimito Rodrigo trabajó inicialmente para instalar el aburrimiento profesional de Fernando De la Rúa, El Radical Traicionable. Que después colaboró como “jefe de despacho” del legislador Diego Santilli, El Bermellón (hoy figura en el casting de los próximos ministros).
Hasta que Rodrigo llegó al cenit del maestro don Jaime para modificar sustancialmente la epopeya personal, salpicada solo por la mugre del episodio Filmus.
Desdicha de la que Rodrigo tomó conocimiento en México, cuando se dedicaba a masacrar (o aconsejar) por instrucciones de don Jaime.
Mientras consagraban a Mauricio como estadista ejemplar flotaba en el aire la pelota del trasvasamiento generacional.
Los septuagenarios años de don Jaime debían ser suplantados por los treinta y tantos o cuarenta de la banda de discípulos de vanguardia.
La generación del Streaming, del Podcast y del Tik-Tok amagaba con superar a los desbordados que aún no captan la sofisticación de la telefonía celular.
Un fenómeno inquietante que advierten tardíamente los editores que desparraman fortunas monstruosas en la inutilidad superada de los grandes diarios.
Y de los canales carísimos de aire, destinados a la estrategia de cesar. O a dejar de ser, en efecto, un negocio.
La Revolución Conservadora
El Jaimito Rodrigo supo ingeniarse para armar con los otros consultores (Santiago, Guillermo, Dieguito o Derek) la trama que se proponía adueñarse de los presupuestos de campañas. Con el objetivo transparente de conquistar el poder.
O al menos la ambición de manejar la inversión inmobiliaria que alude a las transformaciones edilicias en el ámbito de la comunicación.
A Santiago, en la distribución de roles, le correspondió hacerse cargo del “loco” Milei.
El transgresor que más sabía, entre los candidatos, de herramientas como el Podcast, el Streaming y el Tik-Tok.
Javier se había convertido virtualmente en el animador de la campaña (que no existía).
Bajaba con Santiago el delirio absoluto de “la dolarización”, la utopía de la “destrucción del Banco Central”.
Impulsaron el combate “hasta la muerte” contra “la casta” política de los ladrones.
Debía Santiago fundamentar, con eficiencia, la condición de “arquitecto” primordial de la revolución conservadora.
Mientras tanto Rodrigo planeaba entre los diversos proyectos estomacales y ligaba, cuando correspondía, honorarios.
Algunos procedían de fondos relativamente antagónicos. Acaso de la señora Mayra Mendoza, Flor Robada de Quilmes, pilar de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Antigua organización que necesitaba de los vientos más favorables para encarar el desafío del trasvasamiento.