En sigiloso silencio, con solo las advertencias de unas pocas voces que no fueron escuchadas debidamente, fue creciendo exponencial y gravemente el consumo de drogas entre niños y adolescentes en la ciudad de Mar del Plata.
Para llegar al día de hoy a una situación preocupante y casi sin retorno. ¿Cómo se sale de esto, cuando a las terapias llegan personas adictas con severo daño cognitivo y físico?
Desde los distintos centros especializados en el tema, ya sea públicos o privados, avisan que el consumo es muy alto, que no hay recursos suficientes en ningún nivel del Estado (municipal, provincial y nacional), y que hay una alarmante desfinanciación del sistema de prevención por parte del Gobierno de Javier Milei. Eso hace que infinidad de chicos adictos queden directamente sin atención, con todo lo que ello implica.
A eso se suma la falta de políticas públicas en la materia, y la ausencia de un abordaje integral del problema
Pero lo peor de todo es que no hay estadísticas. Si las hubiera, se podría hacer un diagnóstico más preciso y poder solicitar la asistencia necesaria. La sensación que se transmite es que al tema no se da la cabal importancia que abarca, ni más ni menos, al futuro inmediato de la Argentina.
En Mar del Plata los casos son muchos y ello se nota por el colapso que viven las instituciones que se dedican al tratamiento de las adicciones. En la ciudad funciona el SEMDA (Servicio Municipal de Atención a las Adicciones), dependiente del Departamento de Salud Mental de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de General Pueyrredon.
Se trata de un servicio que brinda tratamiento ambulatorio, pero no posee la estructura necesaria para abastecer una demanda que crece día a día. Con sólo siete personas que allí trabajan, de los cuales pocos son profesionales (más algunos psicólogos que se desempeñan en algunos de los 33 Centros de Salud de Atención Primaria que posee el distrito), sus trabajadores están totalmente desbordados.
“El consumo problemático de sustancias psicoactivas y alcohol constituye una realidad compleja, poli causal y de múltiples dimensiones entre los cuales la historia personal, infancia, familia, la espiritualidad como así también la educación, el medio, el entorno y el campo laboral, entre otras, constituyen una cantidad de factores predisponentes y condicionantes de la problemática”, afirma la página del organismo.
El diagnóstico allí descripto es altamente cierto, pero en la práctica se ve otra cosa, no sólo a nivel municipal.
Para el abordaje de consumos problemáticos, en la esfera de la provincia de Buenos Aires se encuentran los CPA (Centro Provincial de Atención en Salud Mental y Consumos Problemáticos), y a nivel nacional, la SEDRONAR (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), que trabaja en forma articulada en Mar del Plata con la Posada del INTI, una ONG “que aborda la Prevención, Asistencia e Integración Social de Trastornos Psicofísicos y Sociales diversificada en diferentes Programas”.
En Julio pasado, la ONG anunció que cerrará una de sus tres sedes tras decidir finalizar su convenio con la Sedronar, encargada de gestionar becas para usuarios sin recursos económicos para tratamientos de consumos problemáticos.
Ello implicaría que alrededor de 45 pacientes dejarán de recibir tratamientos y hay 14 puestos de trabajo en peligro a raíz de esta medida. La atención en la institución, en caso de no revertirse el desfinanciamiento, comenzará a segmentarse mediante obras sociales y prepagas, según informó el diario La Capital.
“Hay mucho discurso y mucho relato, pero la realidad es que Ley de Salud Mental nunca se aplicó”, le dice a este medio un operador del SEMDA.
Dicha norma, promulgada en 2010 pero recién reglamentada en 2013, “tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional, reconocidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos, con jerarquía constitucional, sin perjuicio de las regulaciones más beneficiosas que para la protección de estos derechos puedan establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.
Los puntos centrales de la ley son priorizar acciones y servicios de carácter ambulatorio. Además, garantiza los derechos de los pacientes neuropsiquiátricos a no ser discriminados, a la singularidad, a la atención en un ambiente apto con resguardo de su intimidad, entre otros.
El cierre del Hospital Bonaparte anunciado por el Gobierno Nacional, dedicado, justamente, a la salud mental, parece agravar la situación.
“La triste verdad es que no se abren instituciones nuevas, lugares de alojamiento, centros de día, espacios de contención, ni en Mar del Plata y en todo el país”, destaca el operador consultado.
“Por ejemplo, el Municipio de General Pueyrredon no cuenta ni con centros de día propios ni con servicio de internaciones”, añade.
Otro operador profesional del organismo municipal va más allá: “No se hace hincapié en el trabajo interdisciplinario ni intersectorial, no hay equipos de trabajo. Y también hay una notable falta de prevención, como el trabajo organizado en talleres y clubes”.
Y remata: “No es sólo falta de recursos, es directamente falta de ideas también, de voluntad, de asumir el problema cómo es”.
En el Servicio Municipal de Adicciones de Mar del Plata, según pudo averiguar este medio, se hacen admisiones grupales cada 15 días. A la cantidad de chicos que ya están en tratamiento prolongado, se suman quincenalmente entre 15 y 20 jóvenes más, lo que torna muy difícil un adecuado abordaje.
Para peor, cada vez son más chicos los pacientes: ya están pidiendo auxilio familiares de niños de 11 y 12 años. Un horror.
La droga más utilizada en la ciudad por este franja etaria es la llamada “pipa”, es decir, la cocaína fumada, que posee una muy alta toxicidad. Se cree que su consumo hoy afecta a más del 90% de las personas bajo tratamiento en las comunidades terapéuticas.
Se consume de manera similar al “paco”, pero la sustancia tiene una composición diferente, en la que el polvo se transforma en sólido, se vuelve una piedra, y se fuma mediante pipas de fabricación casera, con caños de metal, vidrio o plástico a los que se le suma un filtro de virulana o hilos de alambre.
“El consumo es muy compulsivo, con flashes de 15 o 20 segundos, por lo que la persona termina fumando todo el tiempo”, dijo Fabian Messina, titular de la Posada del Inti en declaraciones a los medios.
En 2016, el 23% de los pacientes de Posada del Inti consumía esta droga, pero la cifra creció al 32% en 2017, al año siguiente pasó a ser el 49%, en 2019 se elevó al 57%, en 2022 alcanzó el 89% y hoy supera ampliamente el 90%.
“La deserción escolar que produjo la pandemia agravó el problema, pero ya había empezado antes”, asegura uno de los operadores del SEMDA.
“No hay políticas públicas, ni acá ni en todo el país, no sólo para prevenir el consumo sino también para tratarlo”, avisa un funcionario de una CPÄ provincial con sede en Mar del Plata. Y agrega que “hay sólo buena voluntad pero sin recursos y bajos salarios, es muy difícil”.
Si hay consumo alto, es evidente que también hay tráfico. Los expertos siempre han destacado que Mar del Plata está lejos de convertirse en una nueva Rosario, ya que, sostienen fuentes judiciales de la ciudad, lo que se ve mayormente son pequeñas operaciones de narco menudeo.
Pero lamentablemente tampoco aquí hay estadísticas confiables. El propio titular de la Fiscalía Temática de Estupefacientes, Leandro Favaro, un hombre de La Cámpora, hace no mucho afirmó que “mi hipótesis es que en los últimos 30 o 35 años, nunca ha parado de crecer el tráfico de drogas. No solamente en Mar del Plata, sino en todo el país”.
“Ciertamente hoy no encuentro ninguna variante que me haga pensar que el crecimiento del narcotráfico ha disminuido o se ha estancado. Es decir, la situación en el país es muy compleja, no veo posibilidad de que pueda revertirse en el corto plazo y Mar del Plata no escapa a lo que pasa en gran parte del país”, agregó.
Cocaina fumada
El narcomenudeo antes mencionado denotaría una actividad más propia en sectores de bajos recursos. Y aquí en dónde quizá haya que poner el foco.
Aunque hace pocos días el INDEC informó que la pobreza trepó en la ciudad al 46%, en los primeros días de agosto, el Observatorio de la Deuda Social Argentina publicó que enGeneral Pueyrredon, la densidad de habitantes en situaciones de vulnerabilidad había crecido y más de la mitad de los habitantes de Mar del Plata y Batán eran pobres: 52,2% en Mar del Plata y Batán. En cuanto a la indigencia, el porcentaje era del 10,2%.
Sobre ese dato, se asienta otro aún más preocupante: de acuerdo a estimaciones del Consejo de la Niñez, la pobreza infantil alcanzaría en la ciudad al 53%.
A su vez, Mar del Plata es una de las ciudades bonaerenses con más cantidad de causas iniciadas por tenencia de drogas para consumo personal, de acuerdo a estadísticas públicas difundidas por el propio Ministerio Público Fiscal de la provincia de Buenos Aires, en su habitual reporte anual “Informe de Estadísticas Penales”.
En el caso del Departamento Judicial Mar del Plata (que también incluye a Balcarce, Mar Chiquita y General Alvarado) el informe reporta que fueron 3.109 las causas iniciadas a 2023, lo cual representa un 4,07% del total provincial.
El informe analiza las causas iniciadas a nivel provincial por tenencia de drogas para consumo personal, y en ese contexto, destaca en que la mayor cantidad de aquellas causas están concentradas en cinco distritos judiciales entre los que aparecen Dolores 14,08%, Morón (12,58%), Mar del Plata (9,67%), Azul (8,35%) y San Nicolás (8,25%), que en conjunto hacen el 52,93% del total de las investigaciones iniciadas.
Por último, desde el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), se informaba en julio del año pasado, que la ciudad balnearia tenía 13.449 hogares que se encuentran ubicados en 71 asentamientos precarios.
Por Antonela Martina