Los modos del Gobierno siguen siendo un tema… Lejos de circunscribirse al estilo presidencial, van extendiéndose entre los funcionarios, que descuentan que mérito al adaptarse y adoptar el estilo verborrágico de su líder.
En su presentación ante el Coloquio de IDEA, el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, destrató a la oposición diciendo que “el 75% de la población sabe que son una manga de delincuentes impresentables y unos burros”.
Dos días después, el presidente visitó por primera vez ese ámbito empresarial en esa condición y si bien estuvo más bien moderado, cuando un periodista de C5N le preguntó por la reforma de la ley que reglamenta los DNU y si la iba a vetar si se aprobaba, él dijo que sí: “Obviamente”, porque en el fondo “están tratando de hacer un golpe de Estado; cambiar las reglas de juego a mitad de camino. ¿A vos te parece que es normal eso?”. Y sobre las protestas universitarias, les recomendó a los estudiantes que “no se dejen engañar por los delincuentes. Yo no voy a cerrar la universidad pública, no la vamos a arancelar, pero lo que no voy a permitir es a los chorros que viven de robarle la plata a los alumnos”.
Caputo siente que hoy tiene el respaldo del que no gozó en su primer paso por la función pública, con Mauricio Macri. Tampoco en tiempos de Cambiemos quería ir al Congreso, donde la oposición lo esperaba agazapada por la toma de deuda, pero el presidente de entonces le ordenó que fuera. Y le fue más o menos bien hasta que la entonces diputada Gabriela Cerruti recibió un papelito suyocon un mensaje y se armó un escándalo.
Desde entonces, no quiere ir más al Congreso, a pesar de que es uso y costumbre que los ministros de Economía presenten personalmente la ley de leyes. No es obligación, eso sí. Y el presidente Milei quiso sacarle presión presentándose él en persona en el recinto de Diputados el 15 de septiembre. Para la oposición no es lo mismo; el presidente hizo un stand up, sin responder preguntas, que es lo que debería hacer Caputo si concurriera. Que no lo hará, a pesar de que hay en curso un proyecto con dictamen para citarlo. No pasará de ahí: así como cuando citaron a la ministra Sandra Pettovello, Caputo no irá. La oposición lo sabe, e insiste igual para que al menos no le salga gratis la rebeldía.
Para justificarse, el ministro de Economía ha dicho que no piensa “prestarse a un show” en el Congreso. Curiosa manera de relacionarse con otro poder, cuya función constitucional es esa: interpelar al oficialismo, mientras no se infrinjan las reglas.
Los funcionarios cercanos al presidente justifican sus modos diciendo que esa es su forma de ser y no la va a cambiar. Está claro que ellos están convencidos de que eso le sigue redituando ante los propios, pero difícilmente le reporte beneficios semejante accionar en los mercados, o en aquellos que se espera inviertan en el país. ¿Qué tipo de inversor llegaría convencido si el propio presidente está agitando la posibilidad un golpe de Estado?
Con todo, no parece que los modos vayan a desvelar hoy al Gobierno: el riesgo país siguió bajando la última semana y el maltrato del Toto Caputo a la oposición fue coronado por un fuerte aplauso de su auditorio empresarial.
Así y todo, no significa que tengan razón. Esta última semana se entregó el Premio Nobel de Economía y Javier Milei no estuvo nominado, más allá de las expectativas que él mismo abrió en ese sentido (entiéndase la ironía). Por el contrario, los tres académicos que se hicieron acreedores a la distinción 2024 esta última semana lo recibieron “por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan a la prosperidad”.
Los trabajos premiados demuestran que para la generación de riqueza no bastan los indicadores económicos o los recursos naturales. Éstos deben estar acompañados de instituciones sólidas para permitir que las inversiones tengan el adecuado clima de negocios y contribuyan así al desarrollo individual y social, explicó a propósito de esta distinción Alfredo Vítolo, presidente de Fores, una asociación civil destinada al fortalecimiento de la justicia a través de la investigación, asistencia técnica y capacitación.
El Gobierno se muestra despreocupado frente al conflicto universitario. En lo más alto del poder consideran que lo peor en ese sentido ya pasó y que la continuidad de las tomas terminará perjudicando a quienes las promueven. Por eso mantiene a su ejército de trolls activo en la materia y a la prensa amiga agitando permanentemente en contra de esa protesta. Algunos sostienen que no debiera tomarla a la ligera: las protestas estudiantiles tienen un componente especial; se sabe cómo empiezan y no cómo terminan.
Vencida en el recinto, la oposición amigable busca ahora modificar el presupuesto destinado al sector, pero no es cosa sencilla. El Gobierno se ha sentado sobre la plata y aclara que cualquier desvío de recursos debe salir de algún lado. No será fácil esa discusión en el Congreso.
Un Congreso donde el Gobierno siente que las últimas batallas ganadas lo han fortalecido enormemente en un lugar donde es infinitamente débil. El tercio y fracción que ha conseguido en dos oportunidades consecutivas para mantener vetos, le ha dado tranquilidad, aunque los números son demasiado ajustados y las lealtades volátiles. Igual, el presidente está tan confiado que ya promete los vetos para todo lo que lo moleste.
El que anticipó sobre la reglamentación de los DNU tiene que ver con un debate que arrancó la última semana, previo emplazamiento alcanzado en el recinto. Se trata de un tema que le quema los papeles a más de uno. Al kirchnerismo, que es autor y defensor de la norma desde que en 2006 la impuso la propia Cristina Kirchner como senadora, y casi 20 años después busca avanzar en sentido contrario. Y al Pro, que tiene iniciativas propias para cambiar el sistema y que ahora se ve interpelado defendiendo exactamente lo contrario. A modo de chicana, la oposición presenta entre los proyectos de cambios uno de Patricia Bullrich y hasta hay de Silvia Lospennato, a quien se la vio durante el plenario del martes pasado -en su condición de presidenta de Peticiones, Poderes y Reglamento- incómoda y sin intervenir durante el debate.
La reglamentación que comenzó a tratarse en comisiones, y que debería tener dictamen en dos semanas establece un cambio sustancial en el sistema vigente. Recordemos que los Decretos de Necesidad y Urgencia conservan su validez en la actualidad mientras no hayan sido rechazados en las dos cámaras. Y no hay plazos para su tratamiento, más allá de algunos que sí existen pero tampoco se cumplen.
Entre los cambios que se pondrán a consideración está el de que los DNU tengan un vencimiento para el caso de no ser tratados en el recinto. Y que deberían ser aprobados en ambas cámaras para mantener su vigencia. Cambios sustanciales e inesperados para un gobierno como el de Javier Milei, que erróneamente considera esa herramienta como clave, y ha cimentado parte de su gestión en el mega DNU 70/23, que fue rechazado en el Senado, pero que la oposición dialoguista protege en Diputados, al coincidir con buena parte del mismo y estimar que su caída sería un duro golpe para la actual gestión.
Esa oposición dialoguista tiene entre sus pilares al inoxidable Miguel Pichetto, de quien la semana pasada destacamos el discurso que expresó durante el debate por el veto. Allí le reprochaba al Gobierno no haber construido una mayoría parlamentaria institucional, y mantener “una apuesta a la confrontación”. Y también le endilgó estar haciendo un ajuste “al estilo de Martínez de Hoz”. Milei no le perdonó sobre todo eso último y ante la consulta del periodista Antonio Laje, dijo que Pichetto “es aliado del ‘partido del Estado’, es un tipo que siempre vivió del Estado, es un tipo que fue el que comandó la bancada del kirchnerismo en el Senado, el que usó los artilugios institucionales para protegerla a Cristina y es el mismo que se queja porque hay gente cantando en el Congreso y no dijo nada cuando tiraban las banderas de Néstor y Cristina”. Y fue más allá: lo describió como “un ser inconsistente e incoherente” que, “de estar con el kirchnerismo, se fue con Macri y después se junta con personas verdaderamente siniestras”.
Semejante artillería utilizada contra el jefe de uno de los bloques clave para este gobierno lleva a pensar que el oficialismo ya debe pensar que con las leyes que tiene le alcanza; que si no le aprueban el Presupuesto, tanto mejor, y que con el poder de vetar todo lo que la oposición imponga le es suficiente. Lo mismo pasa con la UCR cuyo bloque podría romperse esta semana. A LLA lo entusiasma la idea.
No es exactamente lo que se supone esperan en el FMI, ni mucho menos esos inversores de los que hablábamos. A los que tampoco debe tranquilizar demasiado una fractura expuesta en la mismísima fórmula presidencial, con una vicepresidenta haciendo una visita de Estado en Europa, con agenda propia y potente. Y de yapa un encuentro sorprendente con Isabel Perón, a quien homenajeó con un busto en el Senado elaborado en el más estricto secreto. Mensajes enigmáticos que en el Gobierno interpretaron dirigidos a una parte del peronismo nacionalista que la mira con cierta simpatía. La coincidencia con los libertarios es que también ellos se desviven haciendo gestos hacia el peronismo.