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El “motín de las trenzas”

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Primera rebelión contra los "porteños" y comienzo de la impunidad.
Primera rebelión contra los “porteños” y comienzo de la impunidad.

A las 8 de la mañana del 11 de diciembre de 1811, los habitantes de la pequeña ciudad escuchan los redobles de tambores que indicaban que comenzaba la ejecución. Los condenados salieron en fila de la fortaleza, se les ataron las manos y se cubrieron sus ojos. Sus mentes pobladas por imágenes se sucedían vertiginosamente y registraban los acontecimientos más destacados de sus vidas. Aquella ansiedad tenía que ser dominada en un intento de afrontar las realidades con firme confianza… Eran hombres de carne y hueso, con nombre y apellido capaces de interpretar su delito que fueron colocados de espaldas al paredón del Fuerte, donde fueron fusilados. La descarga de los fusiles dejo flotando en el aire la niebla penetrante de la pólvora que aún hoy se puede respirar…

 

El negro Bonifacio Calixto, detenido por delitos comunes, era el único verdugo que tenía la ciudad de Buenos Aires, y cuando no había a nadie a quien ejecutar, era el pregonero. Ganaba 150 pesos al año y desde que había asumido la Primera Junta no se cansaba de reclamar un aumento, que nunca llegó. Y entonces, en sus ratos libres, se tentaba a robar.

Ese martes 11 debía participar de la ejecución de 10 condenados, los que habían sido encontrado culpables de lo que la historia conocería como el “Motín de las Trenzas”.

El verdugo Calixto colgó sus cuerpos para expectación pública y así quedaron durante varias horas. Todos pertenecían al cuerpo militar más glorioso, que se cubrió de laureles combatiendo al invasor inglés y que más tarde respaldaría la instalación de la Primera Junta de Gobierno.

Muchos quisieron ver en la rebelión de un grupo de suboficiales y soldados el rechazo a cortarse las trenzas que lucían, característica distintiva del Regimiento de Patricios. Otros olieron algo más político, en la puja entre morenistas y saavedristas.

Los antecedentes

El 16 de noviembre de 1811 los regimientos 1ro y 2do se refundan, pasando a ser el Nro. 1 de Patricios, asumiendo su jefatura el coronel Manuel Belgrano “por no ser con forme con las atenciones del señor Brigadier Don Cornelio Saavedra el desempeño de las obligaciones de este importante cargo”.

La noche del 6 de diciembre el flamante jefe se presenta en el cuartel con el objeto de realizar una inspección antes de retirarse a su domicilio a descansar. Allí es recibido por el oficial de la segunda lista en una de las compañías de granaderos.

A raíz de esta situación, el oficial aplicó un castigo y amenazó que en lo sucesivo al que faltase a la lista de revista se le cortaría el pelo. Hubo entonces un cambio de palabras, con réplicas de a viva vos con frases como: “primero preferimos el presidio”, y que “no se los iba afrentar”. Es la primera vez que se habla de corte de pelo -no se menciona las trenzas- lo que permite interpretar que la versión sobre la existencia de una orden similar emitida con anterioridad.

En el proceso consta que el coronel Belgrano procedió a recorrer las distintas cuadras, “para cerciorarse del ánimo de la tropa, y halló la gente quieta”. Más tarde abandonó el cuartel, no sin antes dar la orden al oficial de guardia de que “si se movían los acabase a balazos”. Por lo que se interpreta que existía ya un malestar en estado de acaloramiento de los ánimos.

De pronto, a los pocos minutos de llegar el jefe del regimiento a su domicilio, comenzaron los disturbios. El abanderado Borja Anglada, que vivía frente al cuartel, se presentó en su domicilio para comunicarle que el conflicto se encontraba “en plena convulsión”. Belgrano y el abanderado regresaron inmediatamente al cuartel, pero los amotinados ya habían tomado la guardia de prevención y armamento.

Belgrano declara en el proceso: “les dije por tres veces que me tirasen; calculando que no conseguiría tranquilizarlos, preferí trasladarme al cuartel de América y de Pardos, remitiendo aviso al Triunvirato de que el desorden iba en aumento”.

Por su parte, el abanderado Borja Anglada, decidido a ingresar de cualquier forma en el regimiento para intentar apaciguar los ánimos, desde el contiguo cuartel de Pardos y Morenos, artilleros Gregorio Ceballos y Agustín Quiñones, quienes le manifiestan que exigían “la cabeza del coronel y que se quitase al sargento mayor”; y que en reemplazo del primero debía nombrarse al capitán Juan Antonio Pereyra y como segundo del cuerpo, en lugar del teniente coronel Gregorio Ignacio Perdriel, al capitán Domingo Basabilbaso. Un dato interesante y llamativo es la baja graduación de los oficiales elegidos, dado que para ejercer el comando de una unidad militar debe poseerse, como mínimo, la jerarquía de teniente coronel. Esto hace presumir en una identificación de los amotinados con la oficialidad joven, más allá de la amistad que ambos oficiales propuestos mantenían con su exjefe Cornelio Saavedra.

Mientras Anglada regresaba al regimiento de Pardos y Morenos se presenta el miembro del Triunvirato Feliciano Antonio Chiclana para mediar en el conflicto y solicitando a los sublevados la formación de una comisión que expusiera sus quejas.

A todo esto, en el interín se desarrolla otro acontecimiento que pone de relieve la crispación reinante, cuando ingresa al regimiento el capitán José Díaz, comisionado por Chiclana para mediar en el conflicto. Éste no sólo no es escuchado, sino que es detenido en calidad de rehén.

Una vez redactado el petitorio, fue llevado personalmente por el cabo Agustín Quiñones al cuartel de Pardos y Morenos, y decía textualmente:

Rexmto. Nro. 1 de Patricios

Exmo Sor. A quien ama este cuerpo de veras

1ro Capítulo quiere este cuerpo qe. senos trate como ha fieles ciudadanos libres y no como Tropas de línea.

2do. Pedimos al Sor. Dm Juan Anto. Pereyra por coronl. De Rexmto. Excluyéndose al Sr. Dn. Manl. Belgrano Peres.

3ro. Por Mayor del Rexmto. Don Domingo de Basabilbaso, Exluyéndose a Dn. Grego Perdriel.

4to. Extinguiéndose al Sor. Ayudte. Pedro Banti.

5to. Pide todo el Rexmto sean indultados todos los presos qe. actualmente existÍan en los calabozos de Do. Rexmto.

6to. Aseguramos la vida de V.S.

7to. Como igualmente asegurrá las Ntras. Baxo de palabra de honor.

8to. Existiendo en Ntro. Cuartel hasta preber la resolución de V.E. apresando de rehenes Dn. Josef Dias.

Do Gua. A V.S. m. a. el Pexmto. Nro. 1 de Patricios.

Exmo. Sor. ha dispuesto el rregimto. qe. la firma de 4 es la de todos y no hay como sujetarlos, debiendo V.S. premediarlo como está en su mano asiendo la gracia de Esceder a lo pedido y en un Cuarto de hora de conforme. V.L.M. de V.S. – Patricios”.

Como apreciamos en su contenido no alude en ningún momento al corte de trenzas que, según ha quedado como tradición, fue el desencadenante del motín. En cambio, sí resalta la animosidad contra Manuel Belgrano, el jefe del Regimiento y otros oficiales que desempeñaban cargos de importancia. La mención de camaradas sancionados con la pena de calabozo, pone en evidencia que Belgrano había acentuado la disciplina no bien asumiera la jefatura. Es muy posible que bajo la conducción de Saavedra los Patricios gozaran de privilegios reñidos con las obligaciones de la vida militar. También es probable que el nuevo jefe tomara al pie de la letra las directivas expresas dadas por el Triunvirato, cuyos miembros aspirarían a borrar la influencia de Saavedra y su carismática autoridad moral en seno de ese cuerpo.


2da intimación firmada por Rivadavia

 

A todo esto, leído el pliego, Chiclana puso como condición “sine qua non” que antes de proceder a su estudio los amotinados tenían que deponer las armas. Esto contribuyó a la consolidación del motín.

Mientras tanto, al día siguiente, el Triunvirato lleva a cabo otro intento de conciliación comisionando al Edecán de Turno, Francisco Xavier de Igarzábal que portaba una intimación escrita que decía:

Soldados: es ésta la última intimación que os hace vuestro Gobierno; rendid las armas, retiraos, confiad en su clemencia y nada temáis. El os empeña su palabra de honor a nombre de la Patria, de oirá vuestras peticiones cuando las deduzcáis con subordinación al gobierno que habéis obedecido; pero no obstinados pensáis sostener el desórden, la fuerza armada y el pueblo irritado, os hará conocer vuestros deberes. Determinad dentro de un cuarto de hora o preparáos a las resultas”.

En los cuarteles vecinos, mientras tanto, se tomaban medidas: habían sido puestos en estado de alerta, por si se producía un combate, distintas piezas de artillería que apuntaban hacia los Patricios.

La misión del Edecán Igarzánal en un primer momento parecía encaminarse a un verdadero éxito, dado que algunos insurrectos habían optado por deponer las armas, como los servidores del cañón que permanecía en la entrada del cuartel que habían decidido entregarlo. Pero la rendición no se produjo. Según constancias procesales, intervino el sargento Manuel Alonso quién ordenó que todos permanecieran en sus puestos e increpó al Edecán exigiéndole el retiro de las tropas leales que cercaban al regimiento, y negándose a que los efectivos rebeldes desfilasen sin armas hacia el fuerte, lo cual hubiera sido una humillación que los Patricios no aceptarían jamás.

Por otra parte, se llevaron a cabo otros intentos de apaciguamiento como el protagonizado por el doctor Juan José Castelli que, en ese momento, cumplía un arresto en ese cuerpo para ser sometido a juicio por la derrota del Desaguadero. El día 7 le fue levantada la sanción y al presentarse al Fuerte, fue aceptada su oferta de servir de mediador pero su intento no logró los resultados esperados.

Como última instancia, el Triunvirato apeló al apoyo eclesiástico y una comisión integrada por el obispo de Buenos Aires, Benito Lue y Riega, que contaba con la presencia del exobispo de Córdoba, Rodrigo de Orellana, reunió a los sublevados en el patio central del cuartel y procedió a arengarlos. En un principio la prédica parecía ir bien encaminada dado que contaba con la buena predisposición de los sublevados. Pero, la intervención de dos Cabos, Agustín Quiñones y Manuel Pinto, junto con el soldado Herrera Juan mostraban su desconfianza con frases tales como “que no se dejaran engañar…”;…y que en el supuesto de no concedérseles lo pedido preferían morir como chinches”, trajo como resultado otro fracaso.

Proclama del gobierno del 11 de diciembre justificando las medidas tomadas para castigar a los culpables

 

Como puede apreciarse, el motín no contó con un líder. Las decisiones que se tomaron fueron a raíz de órdenes de sargentos, cabos y soldados. Es importante consignar que en aquella época la suboficialidad se reducía a Sargento 1ro., Sargento y Cabo que eran considerados como parte de la tropa que, por la cantidad de grados y jerarquías que posee actualmente, tendría que haber prevalecido un principio de subordinación a quién, por grado y antigüedad, le correspondía asumir su conducción.

Ahora bien, fracasada la gestión eclesiástica, la comitiva emprendió el regreso y es aquí donde se produce el fuego del primer cañón por parte de personal militar amotinado que significó el comienzo de la lucha.

 

Un inglés

Nunca falta un inglés que heche leña al fuego cuando los criollos están enfrentados. Según los documentos “El primer cañonazo fue disparado por la pieza a cargo del artillero Ricardo Norfres que como dejamos dicho se había destacado por su lenguaje exaltado”. Domingo Matheu, por su parte, dejó escrito que la acción tuvo lugar “porque un maldito inglés, soldado del cuerpo, pegó fuego a un obús cargado a metralla, y mató a uno y lastimó a seis…”

El coronel French, a todo esto, en un informe al Triunvirato habla del citado Nonfres “…a más de habernos insultado antes de la acción indecentemente, fue el primero que dio fuego al cañón…” A todo esto, es de suponer que los patricios sublevados, por más que sus ánimos estaban exaltados, les hubiera costado atacar a sus camaradas.

Como hemos visto ya ante el coronel Belgrano -blanco principal de esta insurrección- habían adoptado una actitud verbalmente agresiva, pero en ningún momento que llegaran a las acciones físicas.

Nonfres era inglés, tal como queda confirmado en el proceso, y fue el responsable de la imprevista e injustificada ruptura de negociaciones.

 

Relato de la lucha armada

El disparo del inglés Nonfres decidió el ataque. Desde los cuarteles vecinos y la torre de San Ignacio, se descargó un sostenido fuego de fusilería, respondido con igual intensidad por los Patricios parapetados en las azoteas.

Una columna al mando del General Rondeau, fuerte de… 300 dragones desmontados y 25 a caballo…, irrumpió a paso de carga… por la calle que baja al Colegio… en dirección a la Aduana”, es la calle Moreno hoy o bien de la imprenta, Villanueva o San Francisco, según las designaciones de cada época.

Llegados al cañón que les tiraba, no dieron tiempo a ser empleado nuevamente; el mismo Rondeau se apodera de él, lo carga, lo vuelve contra el enemigo y… “emboqué una bala por una de las ventanas del Colegio…” según sus declaraciones.

En la sección norte, el combate fue corto. El teniente Rufino Falcón, con 100 hombres de un escuadrón de Dragones, hizo echar pie a tierra a su gente.

Dejaron los rifles en pabellón en la acera opuesta al Convento de San Francisco y empuñando los sables acometieron por la calle Alsina -San Carlos, Alzaga, Potosí o Santa Clara- contra los dos obuses que cubrían la esquina de San Ignacio.

Cierta confusión prodújose al querer dominar dicha encrucijada. El Regimiento Nro. 5 de América, había destacado desde el lado contrario y casi simultáneamente, una poderosa avanzada conducida por el capitán José Cipriano Pueyrredón, para “atacar el punto de la Plaza Chica, donde estaban posesionados los insurgentes…”

Tomada la posición, informó el capitán Pueyrredón que de improviso… “fuimos atacados por una furiosa División de Húsares que sable en mano se arrojaron sobre nuestras fuerzas creyendo que aún ocupaban los insurrectos aquel punto…”

Reunidos los destacamentos, convergieron hacia el portal del cuartel y a…”la voz de avance se precipitaron sobre la esquina nominada de los Patricios sin que en verdad pueda decir a V.S. quién fue el primero en llegar, pues ocupado en contener el ardor de nuestros soldados a fin de que no dejasen la formación que les tenía ordenada para este caso por ambas veredas…”

El parte de Pueyrredón termina especificando que en esos instantes vio con sentimiento… “morir al soldado Nicolás Urtaza, avanzando más de diez pasos hacia la puerta del cuartel” El cadete de nueve años de edad Manuel Alejandro Pueyrredón, hijo de Don José Cipriano y más tarde Coronel de la Independencia, disparado de su casa, permaneció junto a su padre en esta etapa de la acometida.

El jefe del Regimiento de Castas, teniente coronel Soler entregó al siguiente día una nómina de los soldados escapados por los techos y rendidos antes de comenzar la refriega, adjuntando de igual modo lista de… “los trescientos cuarenta y tantos” prisioneros al derrumbarse la resistencia.

Aparte de los efectivos ya indicados, intervinieron en la represión los Regimientos de Fernando VII, Nro. 2 de Patricios, Nro.6 de Pardos y Morenos, una Compañía de Artillería de la Banda Oriental. Se aceptó también el concurso de muchos civiles, a quienes el coronel French, apreciando el entusiasmo demostrado, consintió en… “franquear armas y municiones”.

La oposición duró escasos minutos, como acabamos de ver, pero los suficientes para ocasionar cuantiosas víctimas. Los jefes de Regimiento dieron detalles de las bajas experimentadas en las filas leales, y la mención íntegra fue publicada por el gobierno; ofrece un total de 8 muertos y 35 heridos”.

 

Los condenados

Los integrantes del Triunvirato se encargaron personalmente de instruir el proceso. Constituido en Tribunal, fueron llevados ante él, los principales protagonistas del motín. Los procesados niegan, en forma unánime, influencias externas y dan como causas el temor de verse obligados a cortarse el pelo -el tema de las trenzas brillan por su por su ausencia- como también el de sustituir al coronel Belgrano por el capitán Pereyra.

Gastos preparativos ejecución presentados por Dn Juan Gregorio Belgrano

 

En los documentos puede advertirse respuestas evasivas y ambiguas sin la intensión de comprometer a ningún personaje externo, y al insistirse sobre el grado de participación que a cada uno le correspondió, en su mayoría alegaron haber sido empujados por los demás.

Se advierte que la instrucción sumaria es rápida y contundente; se cometen injusticias, un número determinado de culpados son condenados sin tomárseles declaración y son juzgados sin ser oídos.

Pocos días después -firmada por Chiclana, Sarratea, Paso, Rivadavia y Herrera- se produce la sentencia que dice en su parte ejecutoria:

2do.) En esta virtud sean degradados, pasados por las armas, puestos a la expectación pública sin la menor demora y en presencia de las tropas, los sargentos Juan Ángel Colares, de la 5ta. Compañía del 2do batallón, Domingo Acosta, de la 1ra. De Granaderos; Manuel Alfonso de la 3ra del 1ro. Y José Enríquez, de la 2da de Granaderos, Agustín Quiñones y Gregorio Ceballos, de la Compañía de Artilleros de dicho Regimiento; los granaderos de 1ra y 2da. Agustín Castillo y Juan Herrera y los artilleros Mariano Carmen de la citada del número 1 y Ricardo Norfes del Cuerpo de Cuerpo de la Unión.

3ro.) Que en virtud de haber fugado el cabo Gregorio Ceballos, se libren las correspondientes cartas a la justicia y comandantes militares del territorio, para que empleado que sea su aprehensión, se le pase por las armas dentro de las 24 horas.

Asimismo quedan rebajados de sus jinetas y escuadras, todos los sargentos y cabos de la Compañía de fusileros que se hallaban dentro del cuartel hasta el momento de romperse el fuego, recargándoles 6 años de servicio.

4to.) Que atendiendo al influjo que tuvieron en la revolución, más o menos calificado, el distinguido con grado de Alférez Don Cosme Cruz, el sargento de la 1ra del 2do, Juan Andrés Méndez, el sargento 1ro de fusileros naturales Cornelio Gamba, los cabos de escuadra, José María Valdez, Francisco Carosola, José Santos Ríos; los granaderos José María Portillo, Martín Orrego, Agustín Rosales, Gregorio Arrieta, José María Olmedo, Juan Vicente Sueldo, Toribio País, Pascual Pomposo, Manuel Pereyra, Ramón Sarmiento, Tiburcio Zavala, Evaristo Ferreyra, José Pereyra, y el soldado de la 3ª del 1ro. Pedro Antonio Vera, se les condena al primero a dos años de presidio, cuatro al segundo, y diez a los restantes, que deberán cumplir en la isla de Martín García”.

El artículo 5to. Disuelve las compañías 1ra. Y 2da. De granaderos y la de artilleros del Nro. 1. por ser las primeras que dieron la voz de la sedición. El 6to. establece que “aunque en rigor de la Ordenanza debía correr igual suerte el regimiento, se decreta su existencia con sólo la variación del nombre y uniforme, según se prescribirá en determinación posterior”.

Sentencia

Parte de heridos

Parte de los muertos en el enfrentamiento

 

La cena de despedida

Durante esa noche les fue imposible pegar un ojo. Sus mentes se encontraban en esa difusa frontera que abarca retazos de conciencia con gotas de recuerdo. Divagaban anécdotas de diversos personajes, las imágenes de sus madres, sus hermanos, sus queridas… buscando huir de la anarquía de ese escándalo inconexo para canalizar el odio en forma clara y precisa.

La sentencia lleva fecha 10 de diciembre de 1811. Al otro día, a las 8 de la mañana, los cuatro sargentos, los dos cabos y los cuatro soldados sentenciados, fueron sacados del Fuerte, donde se encontraban presos, y fusilados. Más tarde sus cuerpos fueron colgados de sendas horcas y quedaron expuestos por varias horas para la expectación pública.

A los diez condenados se les ofreció una “cena de despedida”, llevada a cabo en la prisión del fuerte. Una de las facturas proviene del Café de Marco, y dice:

 

Razón del gasto hecho en el Fuerte por orden del Exmo. Cabildo.

A saber:

Por 6 bot. de licor……………………………………. 6

Por 6 otras de vino de jerez…………………….. 4 - 4

Por 4 v Bizcochos tostados………………………. 2 – 4

Por 3 pesos de cigarros……………………………. 3

Por 4 r. de azúcar…………………………………….. 0 – 4

Por 2 pesos de chocolate………………………… 2

Por otros 2 de café………………………………….. 2

Por 4 r. de Pan…………………………………………. 0 – 4

Por 1 tipa de carbón y 2 v de Yerba…………. 1 – 2

Suma pesos corr. Tes………………………… 22 – 2

Buenos Ayres, Diciembre 24 de 1811

Por mi primo Don Pedro José Marco

Fdo.) Juan Francisco Forindo”

Factura presentada por el café de Marco

 

La otra factura, es presentada por Ramón Aignasse, propietario de una fonda cercana al Fuerte.

Cuenta qe. presentó Dn. Ramn. Aignasse al Exmo. Cabildo de la sena qe. se dio a los Individuos qe pasaron por las Armas pr. La Convulcn. del día 7 del presente.

Carne…………………………………………….1 – 4

Cuatro galletas de 4 r …………………. 2

Cuatro limetas de vino generoso .. 3

Pan, garbanzos, arroz, etc …………… 1

Sigarros ………………………………………. 2

Yerba y Azúcar ……………………………. 1 – 4

Bizcochos, 4 va …………………………… 2 – 4

Carbón ……………………………………….. – 4

Un vaso que se rompió ………………. – 3

Suma ps……………………………………… 14 – 3

Buenos Ayres, 30 de Diciembre 1811

Recibí: Ramón Aignasse”

Otro rostro del proceso

A los miembros del Triunvirato no les entraba en la cabeza que una simple amenaza de corte de pelo y el deseo de un cambio de jefes, fueran los motivos verdaderos del motín. En el proceso se dejaba constancia que… “se proceda pronunciar sentencia en el estado de sumario en que se halla, debiendo ser esto sin perjuicio de continuar las averiguaciones acerca del movimiento popular que se tramaba del que asisten poderosos indicantes…”

Ahora bien, ¿Cuáles eran los “poderosos indicantes”?... Al capitán José Ambrosio Carranza, mientras se encontraba al frente de s compañía integrando las fuerzas de la represión, le ocurrió un “extraño percance”, que más tarde daría cuenta a la superioridad. Casi en plena lucha se le acercó “Don N. Cardozo en ton o de seducción le dio cómo era que iban contra los Patricios, que eso no era más, que sostener al coronel Belgrano y que no fuese tonto…”

El tal Cardozo, poseedor de las primeras órdenes eclesiásticas, era nada menos que secretario del Deán Funes. Es ciado y se le toma declaración, en la que queda involucrado José Tomás de Aguiar, personaje sospechoso por sus antecedentes conspirativos, quién, apremiado, confiesa haber intrigado con jefes y soldados, denunciando como cabeza de la conspiración al Dean Funes.

Aquí comienza el “Vía Crucis” de Gregorio Funes. Se lo pone bajo arresto en el Fuerte. Recién el 13 de abril del año siguiente se le permite abandonarlo, continuando su arresto en domicilio propio, bajo custodia. El26 de mayo de ese mismo año, le conceden la libertad “para andar por el pueblo y sus arrabales”.

Mientras sigue la causa, y el Dean sigue proclamando y defendiendo su inocencia. Pasa otro año, ser han sucedido los gobiernos y la causa sigue, acumulando fojas y fojas. El 13 de marzo de 1813, el Dean efectúa una presentación ante la Asamblea General Constituyente, donde se quejaba de la lentitud del proceso que se le había iniciado un año y tres meses antes, “con motivo de conspiraciones para derrocar gobiernos anteriores”.

Recién el 8 de octubre de 1814, el Director Gervasio Antonio Posadas propicia un proyecto de amnistía que promueve el dictado de la Ley del Olvido, para todos, a excepción de Saavedra y Campana. El Dean Funes resulta beneficiado con esa Ley, pero el misterio sobre su participación o no en el célebre motín proseguirá a través del tiempo. El misterio se ahonda porque el voluminoso sumario que le fuera incorporado, fue sacado del archivo por manos anónimas sin reposición.

 

Para terminar, recordemos que en 1865 se construyó la puerta de entrada del “mercado viejo” (Alsina y Perú) y durante las excavaciones se encontró un túnel dónde se hallaron una bayoneta y cabello trenzado. En principio se pensó que se trataba de cabello de mujer, hasta que un erudito dictaminó que pertenecían a los sublevados del Regimiento de Patricios. Leyenda o realidad el enigma sigue dando que hablar y siempre se recordará la orden atribuida a Belgrano de cortarlas.

 

Los Antecedentes

Cabe recordar que no mucho tiempo antes de la sublevación habían ocurrido ciertos cambios programáticos en el nivel gubernamental. En el apartado décimo de la tercera acta del Cabildo del 25 de mayo se había agregado una disposición sin que mediara el voto. En la misma se determinaba: “… la elección de representantes del interior con vistas… a reunirse a la mayor brevedad en esta capital para establecer la forma de gobierno que se consideraba más conveniente…”

Esto estaría vinculado con la revuelta que estallaría después en el Regimiento de Patricios, dado que la Junta, a través de una circular cursada a los pueblos del Virreinato, había modificado la cláusula prometiendo que los diputados serían incorporados a ella conforme y por orden de llegada a la capital. El recelo provenía de la política centralista de Buenos Aires. En 1806 y 1807, la sociedad porteña rechazo al invasor inglés gracias al propio esfuerzo y en mayo de 1810 estalló la revolución sin consultarse a “los pueblos del interior”. Los hombres de Buenos Aires asumieron la conducción sin otros medios que los disponibles. Creían poseer los derechos inalterables que no tenían por que ser compartidos con quienes permanecieron al margen de los acontecimientos decisivos.

La llegada de los diputados del interior ahonda el recelo y acentúa la lucha entre Saavedra y Moreno. Triunfa Saavedra y a Moreno se lo envía a una misión Diplomática. El 5 de abril -orquestada por Saavedra, en lo que se dio en llamar “el campanazo”, una muchedumbre se congrega en la Plaza de la Victoria reclamando cambios sustanciales. Muchos patriotas de la primera hora como Rodríguez Peña, Vieytes, Beruti y French, entre otros, se vieron desterrados a lugares distantes y una avalancha de mediocres se apoderó de los puestos directivos

Los acontecimientos de abril junto con el llamado “Motín de las Trenzas”, se exteriorizaron las primeras diferencias políticas y sociales producidas después de la Revolución de Mayo fueron expresiones de un sentir popular canalizado a través del prestigio del Presidente y Comandante de los Patricios, Don Cornelio Saavedra.

Mariano Moreno desde su cargo de Secretario había dado al movimiento libertador su itinerario recto y firme, pero le sobraron choques con la fracción encabezada por Saavedra que agrupaba a los diputados que querían participar de la gestión de gobierno.

Las desavenencias de ambos culminaron el 18 de diciembre y sagazmente explotadas las ambiciones de los representantes del interior aprobó la mayoría de la anhelada integración. Fue un triunfo de Saavedra pero la derrota la soportó la revolución.

Aún cuando no haya sido posible determinar los verdaderos “cerebros” de conjura, los propulsores del movimiento, los que se beneficiaron con los resultados, los que entre bambalinas y desde las sombras manejaban los títeres. A pesar de imputaciones directas que no pudieron probarse por la negativa rotunda dejaron en el espíritu del jugador sólo una sospecha. Los autores materiales sufrieron el castigo a que se habían hecho acreedores por su acción y se descargó sobre ellos todo el peso de la ley.

Una aventura como la que emprendieron los Patricios, tuvo que responder a móviles más graves, que los condujeron hasta el derramamiento de sangre, obligando al gobierno a replicar con mano dura. Las diez horcas levantadas en la Plaza Mayor señalarían una acción desproporcionada con el pretexto invocado. El gobierno supo que la insurrección cuartelera llevaba intensiones de agrandarse con el fin de lograr una revolución.

Algunos historiadores coinciden en afirmar que diversos factores se conjugaron para dar como resultado el estallido del llamado “Motín de las Trenzas”, pero que representó, en realidad una verdadera revolución,

La orden del nuevo comandante General Manuel Belgrano, al disponer el corte de la trenza o coleta que distinguía en su atuendo a los Patricios, constituyó el detonante del levantamiento. Los Patricios consideraron vulnerada, con esa disposición, su dignidad, ya que la trenza era para ellos un signo varonil, que los enorgullecía y tal circunstancia fue uno de los factores que entraron en juego, junto a la inquietud de diversos cuerpos por el advenimiento al poder de los elementos centralistas, el destierro de Saavedra, -que fue enviado al norte tras el desastre de Huaqui- cuyo prestigio continuaba intacto en los Patricios y los habitantes, junto al desplazamiento de los Diputados del interior, integrantes de la Junta Grande y luego de la Junta Conservadora, la supresión de esta última, también se sumaron como factores decisivos del movimiento.

En el motín, existió germen de una revolución, cuyos autores pretendieron devolver el poder a Saavedra y al Dr. Joaquín Campana, añorando el régimen de la Junta Grande. La misma represión del gobierno, a instancias de Rivadavia, Secretario de Gobierno y Relaciones Exteriores del primer Triunvirato, evidenciaron que el “Motín de las trenzas” pudo haber tenido otros alcances mayores, además del pedido de substitución de Belgrano y de la anulación de la orden de corarse la trenza o coleta.

A los instigadores les permitió encubrir sus propósitos, mientras que el gobierno dejó propalar el rumor para aplacar los ánimos y el pueblo encontró una aureola de romanticismo en la rebeldía de los soldados.

En ese germen de revolución se advierte la presencia de los elementos identificados con Saavedra y Campana, los mismos que habían apoyado en las jornadas del 5 y 6 de abril, la adhesión de los Patricios a su primer Jefe, con quien se habían batido en los épicos sucesos de 1807 y lo habían acompañado en las gloriosas horas del 25 de mayo de 1810, el apoyo a los Patricios de algunos de los Diputados del interior deseosos de recuperar el poder del que habían sido despojados y dispuestos a en frenarse con el centralismo, representado por el nuevo gobierno; era la expresión de la lucha entre la capital y la campaña, los hombres de la urbe, frente a los de los suburbios y a los del interior, preanuncio, en síntesis, de nuestras contiendas civiles.

  • Anticipo del libro versión digital: “Belgrano, el patriota que pensó un país” próximo a publicarse.

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Artículo Previo La Justicia
Armin Vans

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2 comentarios Dejá tu comentario

  1. La agenda 2030 es una tiranía global y el calentamiento global no existe es un cuento que inventaron los politicos fascistas para instalar un nuevo orden mundial para controlarte , manipularte y cobrarte más impuestos ,la plandemia fue un experimento global para instalar esa agenda además que esas supuestas vacunas genéticas milagrosas no sirven para nada sólo te enferman y matan .

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