El reciente spot publicitario del Banco de la Nación Argentina cumple con todos los requisitos para ser considerado una publicidad oficial ilegal.
El artículo 42 de la Ley de Ética en el Ejercicio de la Función Pública establece que “La publicidad de los actos, programas, obras, servicios y campañas de los órganos públicos deberá tener carácter educativo, informativo y de orientación social, no pudiendo constar en ella, nombres, símbolos o imágenes que supongan promoción personal de las autoridades o funcionarios públicos”. Asimismo, siendo la publicidad oficial una actividad de los funcionarios públicos, debe regirse, también, por las normas genéricas ética pública que la legislación impone a los funcionarios, tales como, la de privilegiar el interés público sobre el interés particular y la de no emplear los bienes y servicios del Estado con fines particulares.
En el caso analizado, el spot en cuestión se ocupa, por un lado, de elogiar al sector agropecuario de nuestro país y, por otro, de cuestionar a los gobiernos que maltrataron a dicho sector. Más aún, en el video puede escucharse la voz de Cristina Kirchner diciendo “piquetes de la abundancia”, aquella recordada frase pronunciada por la hoy condenada, durante el conflicto entre su primer gobierno y el campo. Está claro, entonces, que esta publicidad no se orienta al interés público, sino al interés partidario del gobierno y al interés de un sector productivo en particular.
Caer en la trampa de discutir si es verdad o no lo que dice el spot, nos impediría analizar lo relevante, a saber: si es el Estado, con el dinero de los contribuyentes, quien debe difundir este tipo de contenidos.
La realidad es que la comunicación oficial no tiene como finalidad que una entidad pública le haga publicidad a un sector de la economía (se trate del campo, la industria o quien sea) o que se ocupe de denostar a un sector político de la oposición.
La comunicación oficial, en cambio, tiene como objetivo que los ciudadanos nos enteremos de lo que el Estado hace con los dineros públicos. Lamentablemente, en el spot analizado, no se hace referencia, siquiera, a un producto o servicio concreto que la citada entidad bancaria esté ofreciendo en el mercado financiero. En definitiva, el Banco no solo ha vulnerado normas de ética pública, sino que se ha perdido una oportunidad de dar a conocer cuáles son sus servicios, a potenciales clientes. Y todo ello, en beneficio de un discurso que debería ser ejecutado y solventado por las entidades representativas del campo (en todo lo que hace a la difusión de sus reconocidas virtudes) y por el partido de gobierno (en lo que hace al cuestionamiento del kirchnerismo).