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Como arquero que fue, Milei celebra más evitar goles que hacerlos

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Con una plaza repleta de venezolanos que aclamaron a quien el Gobierno argentino reconoce como el presidente electo de Venezuela, Javier Milei arrancó formalmente este año en el que tanto pone en juego.
Con una plaza repleta de venezolanos que aclamaron a quien el Gobierno argentino reconoce como el presidente electo de Venezuela, Javier Milei arrancó formalmente este año en el que tanto pone en juego.

A la hora de alzar la copa para darle la bienvenida a 2025, no hay ninguna duda de que los Milei deben haber pensado más en el año que dejaban que en lo que viene, que -optimistas- imaginan venturoso. Un 2024 que, por mérito propio y sobre todo la anuencia de sus votantes, que mantuvieron el aval brindado en el balotaje, resultó absolutamente positivo y seguramente más favorable de lo imaginado.

 

Resulta clave en ese sentido la reacción de una sociedad que acompañó mayoritariamente un ajuste que el presidente se empeña en presentar como “el más grande de la historia de la humanidad”, y que se asienta sin duda en el principal logro de esta administración, que es precisamente la gran promesa de la campaña de Javier Milei: bajar la inflación. Con un costo muy alto, sin duda, se alcanzó en una magnitud que aún no es suficiente -la inflación mensual de la Argentina es la que los países “normales” tienen en todo un año-, pero que pocos esperaban se consiguiera en esa dimensión en tan corto plazo.

Ese es el principal activo de esta administración, cuyo desafío será profundizar la baja y especialmente mejorar el poder adquisitivo. En un año en el que el Gobierno tendrá a su favor que todos los números serán favorables dadas las circunstancias del profundo ajuste aplicado a lo largo del año que se fue. Nada mejor para encarar un año electoral que el Gobierno afronta con el desafío de ir a contramano de todos sus antecesores, pues sin emisión no derramará plata en la calle para activar la cadena de la felicidad, ni habrá obra pública por parte de Nación, que seguirá profundizando el ajuste en las áreas que lo necesiten o sigan tolerando.

Se verá a lo largo del año, pues no hay una hoja de ruta para anticipar lo que vaya a suceder, ya que el Gobierno ha decidido por segundo año consecutivo no tener presupuesto. En efecto, el lunes se publicó en el Boletín Oficial la prórroga del Presupuesto 2023, elaborado entonces por Sergio Massa. Con esa medida, se concretó otro hecho inédito para este gobierno que no deja de marcar récords: por primera vez una administración reconducirá un presupuesto pasado dos veces consecutivas. Habrá que ver si, tras las elecciones de medio término y la nueva configuración que tendrán los bloques oficialistas en el Congreso, el Gobierno cumple esta vez en llevar al recinto el proyecto que envíe el próximo 15 de septiembre, más allá de que pase lo que pase en las elecciones de este año no tendrá mayoría en ninguna de las dos cámaras.

Sí contará con mejores números que los actuales, pues no expone ningún senador y solo 7 de sus 39 diputados. Esto es, le vaya como le vaya en estas elecciones, será todo ganancia para el oficialismo. Vayamos a números concretos. Si el oficialismo repitiera para el Senado la gran elección que hizo el año pasado, llegaría a tener apenas 13 senadores: menos que los que tenía Cambiemos cuando llegó al gobierno en 2015 (15). ¿Y en Diputados? Si consiguiera hacer una elección arrolladora, similar a la que hizo Cristina Kirchner en 2011, por ejemplo, con números más similares a una elección presidencial que a una legislativa, donde el electorado se diversifica más y el oficialismo de turno carece del efecto arrastre que le da poner toda la carne en el asador, se alzaría con 75 diputados y llegaría a tener una bancada propia de 114. Ergo, le faltarían 15 para tener quórum propio.

Convengamos que esa es una cantidad muy difícil de conseguir, pero vale el dato. Sobre todo porque aun teniendo un resultado inferior, el efecto simbólico que tiene un resultado victorioso hace que la oposición menos dura se avenga a apoyar las propuestas oficiales, como sucedió este año en función del resultado del balotaje.

Si bien el Gobierno no puede quejarse de su primer año en el Congreso, es más la sensación de éxito con la que cerró el año legislativo que el efecto práctico que tuvo. Los números hablan por sí solos: este año se aprobaron 44 leyes, la cifra más baja para un primer año de gestión de las últimas cuatro presidencias. Un número incrementado por la cantidad de acuerdos internacionales pendientes aprobados.

El oficialismo no aprobó ninguna de las “leyes anticasta” que el presidente anunció el 1 de marzo. Y de los 26 proyectos de ley enviados al Congreso por el Poder Ejecutivo, solo 3 fueron aprobados: la Ley de Bases y el paquete fiscal, que llevaron la atención exclusiva del primer semestre, y la modificación del Registro de Datos Genéticos. La oposición impuso la aprobación de dos muy relevantes, movilidad jubilatoria y financiamiento universitario, pero el presidente las vetó y luego logró sostener ese veto en el Parlamento.

De hecho, arquero como fue en su juventud, Javier Milei parece haber celebrado más los goles que su gobierno evitó que los pocos que pudo concretar. Esa fue la recriminación que le hizo en el recinto Miguel Angel Pichetto: en lugar de buscar conformar una nueva mayoría, conformarse con haber consolidado el tercio necesario para poder conservar su capacidad de veto. Lejos de aceptar el consejo, el presidente terminó poniendo a Pichetto del lado de “los malos”, y llegó a tildarlo de “ignorante” y “miserable”, entre otros calificativos no menos gruesos.

Está en la naturaleza de Milei ser tan drástico. Ya lo confirmó en diálogo con el Gordo Dan, cuando se diferenció de los perros, a los que consideró “superiores espiritualmente” respecto de él, ya que mientras los canes aman de manera incondicional, “yo no olvido ni perdono a los que me han hecho daño, a todos los que me han ensuciado, calumniado, injuriado en todos estos años: los recuerdo a cada uno de ellos”, dijo con sinceridad absoluta.

Es ahí donde la ligan Pichetto, o Ricardo López Murphy, alguien que puede dar fiel prueba del rencor extremo de Milei. Que se corroboró también esta última semana con Jorge Lanata, cuya muerte se produjo el lunes pasado, sin que el presidente le dedicara el más mínimo comentario, pese a tratarse de uno de los periodistas más determinantes de la Argentina contemporánea. Pesó en la actitud presidencial el hecho de que Lanata lo hubiese denunciado penalmente por haberlo calificado de “ensobrado”. Causa que, dicho sea de paso, quedó en manos del juez Ariel Lijo, a quien Milei propuso para integrar la Corte.

El presidente guardó silencio sobre el deceso de Lanata, y cuando el periodista de espectáculos Ángel De Brito le mandó un mensaje para consultarlo sobre el tema, la que contestó fue, con un audio enviado a través del celular del presidente, Amalia “Yuyito” González, quien aclaró que su pareja “solo responde sobre asuntos ligados a su gestión”.

Milei no tuvo el gesto que sí exhibió en cambio su amigo Donald Trump, al que verá pronto cuando asuma nuevamente la presidencia de Estados Unidos, y que ante la muerte del expresidente demócrata Jimmy Carter publicó en las redes un mensaje de condolencias a su familia ante “este difícil momento”, en el que si bien aclaró que “discrepábamos políticamente”, resaltó que el fallecido “amaba profundamente a su país” y que su dedicación merecía “nuestro respeto”.

Convengamos que es preferible el silencio a mensajes como el que el día de la muerte de Lanata escribió el usuario @MileiEmperador, que se presenta como John, y que se atribuye al asesor presidencial “todoterreno” Santiago Caputo: “Lanata construyó el relato oficial sobre la década del 90 y nos legó toda una generación de periodistas pelotudos que creen que ser zurdos es ser inteligentes. No alcanzaron sus últimos años de antikirchnerista para reparar ese daño. Que Dios se apiade de su alma”. Nunca el joven Caputo salió a desmentir a quienes le adjudican la propiedad de esa cuenta, que suele atender con dureza a quienes osan enfrentarse al presidente Milei, como es el caso del senador formoseño Francisco Paoltroni, al que el citado John dedicó este mensaje contemporizador, antes que lo echaran del bloque del Senado por expresar su rechazo a la candidatura de Lijo para la Corte: “El gordo Paoltroni me puede chupar la pija. Que disfrute la beca porque su carrera se terminó. Espero que ese discurso principista superfluo y pelotudo venga sin siquiera una multa de conducir”.

Tampoco se pronunciaron sobre la muerte de Lanata los kirchneristas, ni mucho menos su líder, Cristina Fernández. Previsible, en ambos casos. Aunque no deje de llamar la atención, por una cuestión de humanidad. Más llamativo es el silencio que guardan frente a situaciones como el secuestro del gendarme Nahuel Gallo por parte del régimen chavista en Venezuela. El Gobierno argentino apeló esta semana a la Corte Penal Internacional, habida cuenta de que no hay muchos caminos para recorrer ante la inflexibilidad de la dictadura de Nicolás Maduro. 

En ese contexto Javier Milei recibió en la Casa Rosada a Edmundo González Urrutia, a quien el Gobierno argentino reconoce como amplio vencedor de las elecciones del 28 de julio del año pasado. Nunca mejor elegido el escenario para ese encuentro que bien podría haberse realizado en la quinta presidencial de Olivos, habida cuenta de ser un día sábado. Pues al cabo del encuentro, el presidente argentino invitó al venezolano a asomarse al balcón para saludar a la masiva multitud de venezolanos congregada en Plaza de Mayo, con lo que el visitante tuvo un conmovedor estímulo para el difícil camino que tendrá que recorrer en las próximas semanas.

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. Coincido con el autor de la nota.Menos mal que no opino sobre la muerte de Lanata.Podria haber salido,tal cual es su deplorable costumbre,con cualquier guarangada..Otro tema.En el balotaje no se dio ningun aval.Simplemente se voto en contra de.Una pesima costumbre argentina que nos llevo a donde estamos.

  2. Nunca pudo llegar a ser arquero profesional porque no tiene la altura suficiente, es petiso. Además, cuentan sus ex compañeros, siempre estaba insultando a quien pensaba distinto a él. También se sabe de su micropene por compartir vestuario, donde también le hacían bullying como en su casa lo hacían sus padres y de ahí su fijación incestuosa con su hermana. Sin dudas, Milei es un trastornado, distrófico digital y acomplejado por su micropene. Para calmar sus ataques de locura, consume clonazepam hace más de 15 años, es dependiente de ese medicamento, el no tomarlo le hace tener ataques como el que tuvo en el G20 que sus propios custodios debieron contenerlo y se defecó encima, por eso lo tuvieron que llevar a escondidas al hotel donde su hermanovia lo medicó. Argentina salió de la cueva de chorros del kirchnerismo y entro un cotolengo repletos de orates y memes de tuiter. ¡Pobre país!

  3. Que los acólitos de Milei -@MileiEmperador- hablen mal de Lanata- y que los kirchneristas y su líder, Cristina Fernández.- hagan silencio - habla muy bien de Lanata - y una vez mas no se equivocó - son todos garcas -los de arriba -los de abajo-y los del costado - Como lo describió Exigente -"El PERSONALISMO de Milei y su METODO PERONISTA " - huelgan las palabras -

  4. Como arquero, Milei es tambien anormal, pues, por su arco anal deja pasar de todo, menos los huevos, de sus amados sionistas.

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