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Peronismo en traumatología

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Nada será lo que fue.
Nada será lo que fue.

Entre el quiebre santafesino y el de la votación en Diputados por la suspensión de las PASO, el peronismo es una fuerza que deberá transitar largas sesiones de traumatología y kinesiología.

Pero no por un accidente circunstancial, sino que hace rato que las radiografías -elecciones 2021 y 2023- indican que es una fuerza política con osteoporosis: si no se alimenta con calcio, va a tener quebraduras sistemáticas ¿in arreglables?

 

Sin duda que existen razones de desgaste estructural: el mundo cambió lo suficiente como para que se vuelva difícil adaptarse a la velocidad vertiginosa del siglo XXI. Si no lo pudo hacer el PRO, que fue creado precisamente para estos tiempos y después de 20 años lo está barriendo LLA, el desgaste de algo que va a cumplir 80 años es mucho más probable.

Pero la conducción debió haber tenido eso en cuenta después de 2019, cuando ganó por los errores de Macri y el acierto circunstancial de CFK. Cuando algo se rompe sistemáticamente, no es solo por la conducta egoísta o irracional de los protagonistas, sino porque algo del modelo de liderazgo no está funcionando. Ya son muchas las situaciones en las cuales no solo se produjo desgaste, sino que además nadie se tomó el trabajo de reconstruir un esquema interno alternativo.

Así, se profundiza un círculo vicioso: el liderazgo principal no da lugar a la renovación, ergo desincentiva la aparición de figuras de recambio, ergo el sistema se envicia, y consolida un sistema vetusto. Es la mejor manera de arruinar un proyecto político de largo plazo.

El tsunami tecnológico, cultural, social, económico y político finalmente golpea a las puertas del movimiento popular con mayor capacidad de adaptación de posguerra. El PRI mexicano, desde que dejó de hacer fraude, solo llegó al poder un período.

El peronismo supo tener una flexibilidad mayúscula para navegar distintos océanos, siempre protagonizando la demanda de cambio del momento. Desde el menemismo al kirchnerismo, todos unidos triunfaban, hasta que llegó Cristina y el sistema terminó obturándose. Paradójicamente, ella que siempre denostó al “pejotismo”, termina presidiéndolo en una etapa de crisis y agotamiento.

A los bifes: ¿por qué le está costando a la jefa conducir al conjunto? En primer lugar, porque se convirtió en juez y parte, en vez de conductora ecuménica. El poder interno de La Cámpora -cuestionada adentro y afuera del peronismo- obturó todo tipo de debate y renovación interna. El general echó a los Montoneros de la plaza cuando el desafío era hacia él. En segundo lugar, el contexto cambió y CFK no autorizó un aggiornamiento. Perón tomó nota con las crisis post ´49 y viró hacia una versión desarrollista en el segundo mandato. Tercero, el cambio ambiental trajo otras novedades como Milei, quien ha sido el único líder en captar votos de la base peronista desde 1946, sin estructura y sin Estado.

Cristina de Kirchner dejó de ser una novedad para las nuevas generaciones que experimentan otras realidades cotidianas. Ese fenómeno social lo captaron los dirigentes hace bastante. Algunos lo transmitieron y no fueron escuchados. Uno de los primeros fue Massa, luego Randazzo y así sucesivamente.

El resultado está a la vista. El manual de instrucciones de este siglo indica que se debe oler a las bases para así conducirlas. No tratar de cambiarle la cabeza a las bases para entonces guiarlas. No obstante lo dicho, la responsabilidad nunca es solo de la cúpula, sino también de los militantes que no se animan a tomar el bastón de mariscal.

De todos modos, también se debe decir que, a veces, el desorden interno es un mecanismo de conducción, sobre todo cuando resulta difícil unificar criterios. Por ejemplo, en la votación de Diputados para suspender las PASO hubo massistas apoyando, leales a CFK como el jefe de bloque que se abstuvieron, o varios “sin tierra” que votaron a favor como los mendocinos y los chubutenses. Los que responden a gobernadores no fueron solo los catamarqueños más los santiagueños, sino que también acompañaron los santacruceños y algún fueguino. De los 99 integrantes, solo 43 se pronunciaron en contra.

Cuando se ven este tipo de situaciones es donde uno se pregunta si hay quiebre, impericia, mayor habilidad oficialista o picardía. Porque en este juego nada debe ser descartado. ¿Cristina bajó línea? ¿o frente a la fragmentación evidente se corrió y dio libertad de acción implícita? Solo para tomar un ejemplo, ¿los diputados de Zamora ayudaron al gobierno con o sin el ok de la jefa? ¿No hablaron antes del dictamen de comisiones? Muchos interrogantes van a quedar pendientes para aclarar en los próximos días.

El peronismo / kirchnerismo no está muerto, ni por lejos. Sin embargo, la digestión interna de la derrota electoral de 2023 quizá sea más larga de la esperada.

 

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