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Estado (catastrófico) de la Nación

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Davos, para Milei, fue como Vicentín para Alberto. La cripto superchería equivale a la "fiesta de Olivos".
Davos, para Milei, fue como Vicentín para Alberto. La cripto superchería equivale a la “fiesta de Olivos”.

Raquitismo institucional

 

El presidente Javier Milei, el Panelista de Intratables, produjo, en la inauguración del ciclo legislativo 2025, el discurso más insatisfactorio y auto celebratorio del mandato.

Fervorosamente aplaudido por los funcionarios disciplinados que le quitan la cabeza a la guillotina.

Ocurre que los ministros y secretarios se resisten a continuar el ejemplo devastador de la guillotinada señora Diana Mondino. Inspirado en el fusilamiento fundacional del cordobés Osvaldo Giordano. O del inoxidable amigo Nicolás Posse, compañero guillotinado de la Corporación.

El Panelista fue también gloriosamente estimulado en el Parlamento por la algarabía festiva de la hinchada libertaria.

Supieron desparramarse entre los palcos de la barra brava, donde los periodistas se encontraban penosamente inadvertidos.

De manera explícita el Artista de Variedades se lanzó a patinar sobre la nieve derretida para describir el Estado (catastrófico) de la Nación que preside. Sin sólida modestia se auto definió como el presidente “del mejor gobierno de la historia”.

A esta altura considera que debe ser “celebrado por sus logros”. Por los méritos de los “resultados”.

En la plenitud del raquitismo institucional, el Panelista se ufana por carecer del menor diálogo con la vicepresidenta, la señora Victoria Villarruel, la Cayetana (siempre por Álvarez de Toledo).

La Cayetana es la anfitriona que le proporcionó el nada desdeñable “voto militar”. O mejor, el “voto seguridad”. Costado autoritario de la derecha patriótica que prefirió atribuírsele a la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien.

Bastó con la vulgaridad del protocolo antipiquete, y con puntuales denuncias contables, para que Patricia facilitara la aventura del desplazamiento por el Artificio Autónomo de la Capital.

Aparte, el “mejor gobierno de la historia”, en 41 años de esta versión de la democracia, es el primero que se atreve a gobernar contra el modelo keynesiano de la sustancial Provincia del Pecado que pretende intervenir.

 

El gobierno más endeudado de la historia

En el recinto desértico pudo destacarse la estampa provocativa, en cierto modo heroica, del reconocido científico radical Facundo Manes, Cisura de Rolando. Lo acompañaba Luis Juliano, el diputado exclusivo que Manes colgó como presidente del breve bloque radical que fundó.

Pudo Manes provocar, desde su banca, con la exhibición desafiante de una copia de la Constitución Nacional, mientras Milei se dedicaba a pontificar sobre sus éxitos. Correspondía entonces que el científico fuera “escrachado” desde la ironía altiva del poder presidencial, transitoriamente impune, aunque se encuentra marcado. Boleteado. Herido desde aquel discurso insólito de Davos, cuando el confundido presidente del gobierno “más endeudado de la historia” picó su propio boleto con el riesgo de quedarse, en efecto, sin retorno.

El Panelista profundizó la serie autoritariamente disparatada de Netflix con el despido de la embajadora, señora Sonia Cavallo.

La guillotinó sin piedad por un dato intrascendente emanado del informe mensual del padre economista de la embajadora, el “impresentable” Domingo Cavallo, otrora el ministro que Milei, incluso, más admiraba.

Para completar la temporada terminó con la patanería de amagar con la intervención de La Provincia del Pecado.

Debía interpretarse simplemente como un intento desesperado de quitar de la centralidad a la cripto superchería delictiva desatada por otro maldito tuit del “fenómeno barrial” que desembocaba en la portada del New York Times.

 

El desacierto de la ausencia

La militancia de los diversos partidos se encuentra huérfana de línea. Abunda el desconcierto entre los fragmentos que se multiplican.

Tampoco los observadores lúcidos que siguen Netflix ni siquiera comienzan a asumir el fantástico desacierto de la ausencia.

Pifiada consensuada entre los legisladores que se oponen, de frente, a la modalidad del autoritarismo prepotente.

La programada ausencia de los opositores implica la concesión gratuita del privilegio inmerecido. Brinda la gráfica ideal para consolidar la interpretación que alude a la carencia de opositores. “Es que Milei nada tiene enfrente”.

Solo imágenes fantasmales que muestran la representación del fracaso. Ejemplificadas en dos rostros con trayectorias que en el fondo legitiman a Milei. La Doctora y Mauricio, El Ángel Exterminador.

Ausentarse de las grandes paradas libertarias es la manera fácil de deslizarse por la torpeza del error colectivo.

Cuando lo que más le afecta al Panelista es, precisamente, la presencia, la impugnación. Es lo que menos banca.

La atención de la resistencia, concentrada entre los legisladores que desprecian las bravuconadas. Los desplantes de la pedantería.

 

El milagro de unificar al peronismo

Con sus horrores, sin proponérselo, de manera indirecta el Panelista resuelve las diferencias internas del peronismo que lo creó. Del peronismo que Milei se propone destruir, acaso para recrear.

El afán de desplazar como fuera de la centralidad la cripto-superchería que universalmente lo condena, y que equivale, gráficamente, a la “fiesta de Olivos” de Alberto, El Poeta Impopular.

Entonces el Panelista impulsa la burda ofensiva descalificadora contra Axel, El Gótico, gobernador de la “Provincia del Pecado”.

Amaga con intervenirla. Le pide que “se corra”, “que renuncie”. Para acabar con “el baño de sangre” en un año.

A la desorientación políticamente adolescente aquí se le suma la ansiedad como antesala de la desesperación.

Para reproducir el milagro dialéctico de unificar al peronismo. Una hazaña de Milei. Justamente en el año electoral impar.

Con sistemática ingenuidad, lo que el Panelista desplaza del primer plano son los entretenidos desacuerdos de Axel con Máximo, En Nombre del Hijo, y con La Doctora, en la lucha de cajas que dramáticamente amenazaba con la fatal división. El último desplante provocó hasta la reaparición de Sergio Massa, El Profesional.

Se trata del rival del ballotage que supo financiar al Panelista para demoler las aspiraciones sucesorias de los titanes silenciosos de Juntos por el Cambio. Pero a quien El Profesional demolió fue al Panelista que en su momento incentivó.

Al invento instrumental para ganarle a Mauricio y a Patricia que se convirtió en el Fenómeno Milei.

Al Panelista que ahora siente infortunadamente perder la paulatina eficacia del encanto como artista de variedades.

Todavía a Los Milei les cuesta asumir que tienen el boleto picado. Que de la cripto superchería no zafan.

Los Milei más Santiaguito, el “fundido” Triángulo de Hierro. Se encuentran servidos, en bandeja. Para la impotencia brusca del puntapié. O del cachetazo.

 

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