Así se reiría Roberto Bolaño, si leyera el
poco afortunado y mal intencionado comentario que hace en el blog de la 34a
Feria del Libro de Argentina, el diario Clarín de Buenos Aires y que a
continuación reproduzco textualmente:
"El chileno Roberto Bolaño, quien murió en el 2003 con 50
años, ha tenido un éxito póstumo extraordinario. Es el novelista del momento. En
los Estados Unidos es el autor que hay que leer. Los snobs literarios
esperan ansiosamente la traducción de 2666 tras la exitosa edición de Los
detectives salvajes.
Estuvo presente, también, en la Feria, pero sin mucho éxito.
Al “Homenaje a Roberto Bolaño” apenas asistió un puñado de personas, y la
mayoría –por la tonada– eran chilenos.
En el video, uno de los presentadores se niega a explicar
la razón que justifica el gran boom de popularidad de su compatriota
novelista".
Roberto Bolaño se consagró con sendos premios (Herralde)
en 1998 y 1999 (Rómulo Gallegos) por su novela Los Detectives Salvajes, aunque
su obra supera con creces los lauros que recibió en vida. No estamos ante un
escritor postmorten que comienza a reconocerse, ya era un hecho conocido que es
el eslabón entre el viejo boom latinoamericano y la actual generación.
Isabel Allende lleva décadas en Estados Unidos, es una best
seller a nivel mundial, Piglia es novelista y vive hace muchos años en ese país
del Norte como Tomás Eloy Martínez, y otros tantos escritores, pero ninguno ha
entrado con la fuerza de Bolaño, el reconocimiento a su obra, como lo ha
comentado el New York Times y otras revistas norteamericanas
prestigiosas. La notícula citada, habla de los snobs norteamericanos que esperan
ansiosamente la traducción de 2666, novela póstuma de Bolaño. Los Detectives
salvajes fueron traducidos por sugerencia, antes de morir, de Susan Sontag, una
de las mentes más lúcidas y brillantes de Estados Unidos durante el siglo XX.
Cuando menos, muy despectivo para Bolaño y Chile, el
comentario de marras, para la propia novela latinoamericana, que no termina de
acomodarse desde la muerte de Bolaño. Bolaño es un lector más para argentinos,
acostumbrados a Borges, Cortázar, que para norteamericanos. El autor de Rayuela,
mentor del boom latinoamericano, hubiese disfrutado y aplaudido la narrativa de
Bolaño, porque se reflejaría en sus páginas su propio mundo y porque Cortázar
tenía un olfato de sabueso además de la grandeza de su espíritu. Vivir fuera de
la patria, de las faldas de la madre, enseña a morir más intensamente, como
frente a un precipicio, pero sin caerse, cada día yu cuando uno está en la
orilla siempre alguien te da la mano, aunque sea la otra tuya. Cuando "el
monstruo barroco caribeño", el poeta José Lezama Lima, estaba abandonado a su
propia suerte, como una gran ballena varada en las playas de Varadero, Cuba, fue
Cortázar quien sacó a la luz y reconoció la novela Paradiso. El
porteño de Banfield no tenía complejos.
Tengo entendido que algunos escritores chilenos debatieron
sobre la novelística de Bolaño en el marco de la Feria y ese es el tema del que
debiera ocuparse el diario. En el video relámpago mostrado por Clarín, el
chileno que habla, dice que la obra crece sola, con una sonrisa muy andina, sin
mayor gesto, como cerrada en sí misma.
Tom Wolfe, novelista y periodista norteamericano, invitado
estrella a la Feria, llegó precedido de declaraciones inflamatorias y
apocalípticas sobre la novela anunciando su fin. No soy novelista, pero pienso
que la novela es un género camaleónico, crece en la diversidad, cambia, muta, y
alguien da en el blanco de tiempo en tiempo, por encima de los éxitos. Bolaño se
encargó de ese otro espacio, el del novelista a hierro y fuego.
Estuve en la Feria del libro de Panamá con un invitado
estrella, best seller, conversamos en varias ocasiones, nunca compré su libro,
ni mientras lo firmaba ante un público que se notaba con mente de telenovela.
Cuando intentamos hablar de literatura, me dijo que no leía. No tengo tiempo.
Después la TV española se dio un banquete con el libro y el tema. En la Feria de
Colombia del pasado año, pasé tres o cuatro veces por un mismo stand, y vi cómo
se vaciaba de la novela del japonés Haruki Murakami. Me refiero a Kafka en la
orilla. No estaba el novelista y su obra volaba entre las manos del público y
los vendedores no suelen ser grandes conocedores de la obra para impulsarla. Las
Ferias son una caja de Pandora, ocurren muchas cosas y en especial están
montadas para el marketing. No siempre llega y se lee lo mejor.
Volviendo a Bolaño, era como Borges, todo remitía a la
literatura, él mismo formaba parte de sus personajes. Nos hereda ese oficio
implacable que es más bien un vicio, como su compromiso y coraje. Mucho se habla
de sus dos grandes novelas, pero es un cuentista notable. En ese noveleta El
Nocturno de Chile, pone en descubierto un gran tema de nuestro y otros tiempos,
el poder y la literatura amén de otras bellezas de la dictadura chilena. Hay que
leer a Bolaño, antes de feriarlo.
Rolando Gabrielli©2008
http://rolandogabrielli.blogspot.com/