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TESIS: EVOLUCIÓN DE LOS ENSAYOS REVOLUCIONARIOS

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DESDE LA PROTESTA A LA LUCHA ARMADA Y EL TERRORISMO
DESDE LA PROTESTA A LA LUCHA ARMADA Y EL TERRORISMO

Breve reseña histórica

   Prácticamente la agitación combativa, el activismo y el terrorismo, fue y es en la actualidad llevado a la práctica en diversas partes del mundo mediante un abanico de organizaciones, las que exceptuando a muy pocas el resto en su amplia mayoría posee como común denominador la doctrina política e ideológica sustento de sus acciones. Dentro de éstas la causa mas invocada oscila en reivindicaciones del tipo socialista-comunistas en su amplia gama de variedades que van desde posiciones marxistas-leninistas, trotskistas, maoístas, castro-guevaristas, y algunos lineamientos donde lo básico de éstas ideologías se fusiona con reivindicaciones de otro tipo, algunas de ellas con fundamentos de orden religioso como en el caso del grupo denominado Septiembre Negro, el que combinaba un mixado de doctrina marxista con filosofía islámica, hasta las de índole étnica como es el caso actual de los movimientos Indigenistas con el ejemplo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), o la organización separatista vasca, ETA.
    Desde el llamamiento a la lucha de clases y la revolución proletaria mundial lanzada en la primera Internacional a fines del siglo XIX, la acción clasista ha intentado a través de distintas metodologías como el bloqueo de rutas (Piquetes), Mitines combativos, acción política, sabotaje, huelga, lucha armada y terrorismo, la toma del poder y la imposición de su diktat en los distintos países en donde la reacción contestataria llevaba a cabo su ensayo.
    Tras la revolución de Octubre y la toma del poder en Rusia, luego de la expulsión de los reformistas (Mencheviques) y la consolidación de los Bolcheviques, el internacionalismo de la lucha de clases cobra fuerza a nivel mundial y aunque ocupado en reforzar su propia situación interna, no desatiende su compromiso moral en relación a sus principios y extrapola la causa comunista a diversas partes del mundo a las que no solo ésta da su apoyo ideológico sino también sustento logístico.
    Durante los años 20, 30, y 40 en tanto se consolida la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como potencia mundial, diversos números de países van sucumbiendo ante las manos de los comunistas que de una forma u otra van tomando el poder; entre ellos destaca preponderantemente la sovietización de China que se transforma en República Popular bajo la conducción de Mao Tsé Tung.
    El fin de la Segunda Guerra Mundial (SGM) y el Acuerdo de Yalta hacia mediados de 1945, marca un nuevo reordenamiento estratégico global perfilando a su vez la conformación de un mundo bipolar y el reparto de éste en dos grandes bloques bajo la influencia de las dos principales potencias vencedoras de la SGM; Estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
    El inicio de la Guerra Fría y la desenfrenada carrera armamentista que arrastró a ambas potencias en su periplo por la hegemonía mundial, había dado lugar a la conformación de dos esferas de poder e influencia que desinhibidamente corrían contra el tiempo por polarizar la mayor cantidad de países y naciones a favor de uno u otro bloque de poder. Los EE.UU. se agrupaban junto a sus aliados bajo la denominada Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la vez que la URSS hacía lo propio junto a los suyos, entorno al llamado Pacto de Varsovia; tratados mediante los cuales pretendían ambas potencias expandir su influencia política y militar hacia otras orbes.
    El contexto global que se plantea durante las décadas del 50 y 60 es el de un mundo bipolar confrontado en donde dicha confrontación no se da en forma abierta sino a través del apoyo político y militar, encubierto a veces o no, a los estados satélites de una determinada potencia en detrimento o perjuicio de la otra, como es el caso del apoyo brindado por los Estados Unidos a países como Afganistán, Kasakjistán, Turkmenistán, Irak, etc; en detrimento del accionar de los del Pacto de Varsovia, o en donde ésta última hacía a su vez lo propio con países como Corea, Vietnam, Angola, cuba, etc, tratando de cercar el espectro de influencia de la OTAN. Es además, justamente en éste período donde se produce el auge de los movimientos insurgentes que con apoyo de la URSS van tomando su posición en el escenario insurgente mundial a la vez que consolidando la idea de la alternativa armada como fase indisociable de la lucha por la liberación.
    El creciente avance del marxismo y la profundización de la lucha armada, amenazaba con desembarcar masivamente en los ya sensibilizados países del Tercer Mundo en donde las condiciones objetivas eran mas que óptimas en la mayoría de éstos para favorecer el terreno para la preparación del ensayo combativo revolucionario.
    La lucha armada comienza a tomar nuevas formas. La guerrilla urbana, el foquismo, la guerrilla de monte, y el terrorismo; acentúan y recrudecen la reacción combativa, la que comienza a golpear considerablemente a Latinoamérica de una manera desestabilizante, tras la creación de la Organización de Solidaridad para los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL), también conocida como la “Tricontinental”, celebrada los días 15 y 16 de Agosto de 1966 en la Habana, Cuba, donde se establece que “los grupos revolucionarios marxistas participantes, proponen el enfrentamiento militar y la infiltración o entrismo en los Partidos políticos mayoritarios latinoamericanos, determinando la creación de un Ejército de Liberación (ELN) para toda América Latina, bajo la conducción del Comandante Ernesto “Che” Guevara y con diversos jefes en otros países”; dando con ello un verdadero empuje a la lucha armada en Latinoamérica, contando ya con el apoyo de la URSS a través de su socio caribeño, Cuba.
    Latinoamérica contaba ya con Cuba como base de apoyo logístico para extrapolar la lucha armada a diversos países del continente.
    Los sucesivos años a la declaración de la Tricontinental, producen el desemboque hacia mediados de la década del 70 de una Latinoamérica incandescente y jaqueada por el foquismo y la guerrilla en pleno auge, que había tomado forma, se consolidaba o iba apareciendo en países como Nicaragua a través del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); El Salvador, donde hacía lo propio el Frente Farabunto Martí (FFM); en Colombia, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas – Ejército del Pueblo (FARC-EP), y otros movimientos menores; en Chile, de la mano del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR); en Uruguay, con el Movimiento Revolucionario “Tupac Amaru” (MRTA); en Perú, con el maoísta Sendero Luminoso; en Bolivia, con el Ejército de Liberación Nacional (ELN); y hasta en la propia Argentina donde es ya conocida sobremanera la actuación que desempeñaron organizaciones terroristas como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Montoneros y otras estructuras como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), y las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), entre otras.
    En su mayor medída es indispensable y hasta crucial el papel de la URSS y precisamente de Cuba en el accionar de las estructuras revolucionarias armadas, como base de apoyo tanto político como logístico.
    La particularidad de los 70 ceñía su atención sobre los distintos tipos de guerrilla; urbana, de monte, etc que lograban consolidarse mas allá de las cuestiones inherentes a las metodologías empleadas, en algunos países, en tanto que en otros como en el caso particular de Argentina; levantándose en armas combatían tanto a gobiernos constitucionales como de facto mediante acciones terroristas que incluyeron una ola de secuestros, torturas, copamientos, atentados y ejecuciones entre otros, que muy poco tenían de ser sobre blancos u objetivos operacionales selectivos y quirúrgicos, atacando por el contrario a todo aquello que se identificara con el orden institucional, fundamentalmente contra las Fuerzas Armadas y de Seguridad a quienes por entonces consideraban como “perro guardián del imperialismo” y “brazo armado de la burguesía y la oligarquía terrateniente”.
    Conforme las relaciones Este-Oeste se iban modificando y el escenario global tomaba otro contexto, los ensayos setentistas sufrían durísimos reveses, aunque mayoritariamente en algunos lugares se consolidaban con la toma del poder, en el caso latinoamericano la contrainsurgencia lograba su cometido derrotando o reduciendo en el plano militar el accionar de las organizaciones armadas revolucionarias, las que cuando no eran del todo desestructuradas, persistían de manera "foquista" y aislada u optaban por desmembrarse y exiliarse lo que quedaba de ellas en el extranjero (generalmente los principales cuadros) desde donde en todo caso continuar o no con la lucha por otros medios.
    En el contexto latinoamericano, los comienzos de los años 80 marca en líneas generales; exceptuando algunos focos en Centroamérica, la crisis y posterior decadencia de la lucha armada, ya por el fracaso e inviabilidad de la aplicación práctica de la teoría, dificultada e interferida en su ejecución por fuerzas contrainsurgentes, como por la variación en la estrategia de la URSS de no continuar apoyando a través de Cuba, la lucha armada y la exportación de la revolución.
    Si bien esto no afectó a las organizaciones tanto en lo económico dado que la amplia mayoría de las estructuras revolucionarias poseían fuentes o medios de ingresos y recursos propios destacándose entre éstos el secuestro y la extorsión de donde obtenían a cambio fuertes sumas de dinero; si lo fue en lo político, generando fuertes disidencias y cambios profundos en el seno de dichas organizaciones a la vez que una oleada desmoralizadora sacudió al orbe insurgente en donde algunas han pasado desde el simple descreimiento al "realineamiento" estratégico (cambio de adhesión a los principios de una Internacional por otra) o hasta el abandono de la alternativa radical y la adopción de posturas reformistas o socialdemócratas, como consecuencia directa de las relaciones y el balance de poder entre las dos superpotencias (EE.UU. y URSS).
    Un nuevo escenario político a nivel mundial influye directamente en el desmoronamiento de la lucha armada y la línea de restauración democrática para América Latina propulsada por el Departamento de Estado Norteamericano; en efecto consecuente con no dar mas apoyo abierto a los Golpes de Estado o regímenes de facto, tiñendo de esa manera a Latinoamérica de situaciones paradójicas. Particularmente la Argentina fue uno de esos países en el que dicha paradoja se manifestó de forma contundente; durante los sucesivos procesos electorales celebrados en ese país, donde las organizaciones armadas revolucionarias y sus cuadros demostraron que solo habían perdido la lucha en uno solo de sus planos: el militar, no así en el político donde paradójicamente tras la llegada al poder del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, por la Unión Cívica Radical, quien es además representante para América Latina de la Internacional Socialista, se produjo una amplia amnistía para los “Detenidos Políticos” quienes uno a uno fueron ocupando cargos bajo su administración.
    El “reflujo” al que aludían algunas de las organizaciones de izquierda combativa en referencia al momento de cambio favorable que le permitiese mediante el amplio trabajo "entrista" realizado en distintos partidos políticos y organizaciones sindicales en años anteriores, llegar al poder; ya era una realidad práctica.
    Esta situación vivida en la Argentina, simultáneamente se dio a lo largo de todo el continente, en donde los procesos electorales abiertos producían el arribo al poder en mayor o menor ingerencia de cuadros revolucionarios de todos los espectros que en años anteriores se encontraban sumidos en el más oscuro de los ostracismos.
    A mediados de los años 80, todavía con un mundo bipolar y una Unión Soviética en apertura, las organizaciones clasistas, algunas desaparecidas durante la apertura del proceso democrático o fusionadas sus estructuras o sus cuadros a partidos constitucionales mayoritarios, formulan un nuevo reordenamiento táctico y cambian el eje táctico de la lucha pasando de ser combatientes y soldados de un ejercito irregular, tal como se autodefinían durante los años de lucha armada, a inevitables e inocentes víctimas de la “represión y el genocidio”, trasladando su acción nuevamente a la lucha política que comienza a desatarse bajo la acción de los movimientos “antirepresivos” y de “Derechos Humanos”, donde no quedando fuera la aplicación práctica del Gramscismo, se allana el camino a distintos cuadros revolucionarios para su establecimiento definitivo en las esferas tanto privadas como estatales de los ámbitos educacionales, jurídicos, culturales, literarios, periodísticos (Radio, TV, Revistas, publicidad, etc) de la salud, la economía, etc, y en menor caso las Fuerzas Armadas y de Seguridad; desde donde con asiento seguro “poder subvertir el orden de las cosas”.
    A mediados de los años 80 la oleada democrática, la amnistía para los presos políticos, el ascenso al poder producido en determinados países de dirigentes y cuadros revolucionarios, y la situación política mundial en referencia a la relación entre las dos superpotencias; particularmente en las variaciones sufridas en materia de la política exterior de la URSS fueron factores incisivos que habían contribuido en líneas generales además de la pérdida en diversos países de la lucha en el plano militar, al desmoronamiento y posterior crisis de la adopción de la vía armada para la toma del poder como única alternativa que aunque minoritariamente, continuaba siendo sostenida por algunas organizaciones como por ejemplo las FARC-EP en Colombia, el FSLN en Nicaragua y Sendero Luminoso en Perú entre otras, por lo que orientadas nuevamente a la lucha política la mayoría se avocarán en el campo de los Derechos Humanos desde donde llevarán a cabo un ataque sistemático a las instituciones a la vez que idéntica dirección tomarán los cuadros posicionados en los medios masivos de comunicación tanto nacionales como internacionales, particularmente la Prensa desde donde se formularán sendas críticas sobre la legitimidad de la democracia y la validez de las instituciones atacando con particular ahínco a las Fuerzas Armadas y de Seguridad instaurando la duda en la sociedad sobre quienes fueron los agresores y quienes los agredidos, pretendiendo mostrarse como víctimas de la Represión y el Genocidio y ocupándose de mitificar y mistificar los verdaderos hechos transcurridos durante los años de lucha armada, distorsionando con ello la historia de manera pornográfica y lanzando al mundo una campaña de desinformación centrada en la impostación de cifras simbólicas cuantiosamente aumentadas sobre el número de terroristas caídos con cuyos efectos se intentó dar la imagen de que un verdadero genocidio sistemático había sido llevado a cabo; socavando con ello la conciencia popular de quienes vivieron la situación al corriente durante esos años y preparando el terreno para que como se verá mas adelante las nuevas generaciones adopten merced a la crisis de identidad histórica producida, la realidad falsificada como la historia oficial.
    Como claramente se puede observar la Contraofensiva o el Reflujo haciendo a un lado la lucha armada y atacando al poder desde éste mismo lograba conseguir los objetivos que años atrás no había podido mediante la lucha armada viendo reflejada su derrota en el terreno de lo militar; lo que irónicamente había arrojado años mas tarde la consolidación de los derrotados en el plano político.
    Planteada ya la inviabilidad de la lucha armada aunque con algunos resabios reticentes a abandonarla pese a ya no contar con el soporte que significaba tener atrás a la Unión Soviética como de hecho ocurrió en la Argentina donde algunos persistiendo en su ciega soberbia e ignorando los cambios que se percibían en el mundo insistían en la violencia; el claro ejemplo se produce la mañana del 23 de Enero de 1989 cuando un contingente de militantes del autodenominado Movimiento Todos por la Patria (MTP) que por entonces lideraba el terrorista Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, alias Gungo, llevaba a  cabo el sangriento ataque sorpresa al Regimiento de Infantería Mecanizada (RIM3) Nº 3 “Gral. Belgrano” con asiento en la localidad Bonaerense de La Tablada, donde supuestamente según sus argumentos habían tratado de impedir un Golpe de Estado para lo cual habían, vistiendo ropas militares copado a sangre y fuego dicha unidad militar y distribuyendo propaganda en la que se pretendía hacer creer que la acción era realizada por un grupo de militares Carapintadas invocando además que adherían a la causa de los militares Aldo Rico y Mohamed Alí Seineldín. Era el último de los hechos sangrientos de éstas características que sacudiría al país antes de que hacia  fines de ese mismo año se produjera un hecho que revolucionaría el contexto político y económico mundial; la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del régimen comunista en la URSS, había producido además de las ya conocidas consecuencias como ser el reordenamiento estratégico global y la desaparición de la confrontación Oriente-Occidente a la par que erigía a éste último en indiscutido vencedor y potencia hegemónica, un  receso masivo de la actividad contestataria mundial al tiempo que el comunismo global en sus varias acepciones: revisionista, científica, etc., se ocupaban de formular críticas y de buscar los justificativos ante la eventual catástrofe que los intelectuales de izquierda de todo el mundo de manera "insustanciable" se ocupaban en defender.
    De una forma u otra la URSS ya no exportaba ni apoyaba la revolución proletaria en ninguna parte del mundo, con lo que las organizaciones revolucionarias armadas supervivientes y las que en algún futuro no escatimando ésta alternativa pretendían subscribirse y adherir, así como las alineadas políticamente en este orbe, se vieron de la noche a la mañana abandonadas a su propia fortuna y defendiendo una causa y un régimen que probablemente había mostrado ante los ojos del mundo el horror de sus crímenes y su magnánimo y colosal fracaso.


Luchas sociales en la Argentina
1990: el modelo económico y la protesta social

    Con el aporte de una gran acción psicológica estructural y masiva de base, cuyos efectos cumplimentaban de forma tal con el vacío provocado por la ansiedad popular imperante que neutralizaba la tensión, la apatía y la expectativa generalizada; los pocos años que separaban los fines de la década del 80 signados por la agitación y el desborde social que desembocó en la sucesiva oleada de saqueos que precipitaron en primera instancia el adelantamiento de los comicios electorales con lo que el en ese entonces Presidente, Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, debió ceder en forma antelada el mando presidencial a su sucesor, Carlos Menem; de la del 90 en la que el estado prevaleciente de ansiedad y expectativa centrada sobre el nuevo gobierno, provocó un vacío cumplimentado por la tregua que los principales grupos de presión, tanto políticos, como económicos y sindicales conciliaron con éste último a la espera de un desenvolvimiento favorable; había atenuado y contenido considerablemente el descontento popular cuya categoría descendió de la acción directa a la tensa calma; con lo que el solo recambio de décadas generó la ilusión de haberse encontrado distante una de otra por varios lustros.
    Conforme transcurrían los primeros años de la década del 90 a la par que los de la nueva administración que encaraba Menem; ésta situación comenzaba a cambiar, y con ella a hacerse presente el padecimiento de los problemas derivados de las políticas adoptadas; el primero de ellos surgido por la confiscación de los depósitos y el congelamiento de las cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos, que afectando a un considerable sector de la sociedad al que movilizó activamente; desmitificó la existencia de salidas milagrosas y la infalibilidad del nuevo gobierno; y el segundo mas complejo por sus derivaciones fue el de la aplicación compulsiva del “modelo de privatización” que bajo la idea fuerza “Mayor eficiencia – Menores costos” trajo aparejado como consecuencia el cierre de lo que no se consideraba rentable, y por ende la consecuente reducción de personal traducida en despidos masivos, provocando un problema estructural de fondo, mucho mas grave: la desocupación.
    A los miles de despidos masivos como consecuencia de la privatización de empresas estatales —Segba, Obras Sanitarias, YPF, Ferrocarriles Argentinos y Gas del Estado, sólo por citar algunas de las principales—, sumado al recorte en el gasto público que conllevó al cierre de varias ramas de la producción estatal que recayó fundamentalmente en el sector minero y petrolero, se agregó otro que era consecuente con los primeros resultados que traía aparejado el modelo y que se agravaba a medida que se avanzaba mas en la Ley de Convertibilidad; el de las importaciones que afectó principalmente a la industria nacional, que negándose a obtener una menor rentabilidad para poder competir con éstas y tratar de mantener en vilo la producción nacional; dejando de lado cualquier susceptibilidad optó por abocarse de lleno a la importación en sustitución de la primera, y en la mayoría de los casos trasladándose al Brasil donde la rentabilidad era mucho mayor, con lo que cada día que pasaba, mas fábricas producían su cierre o reducían drásticamente su personal; y mientras por un lado la industria argentina entraba en colapso, el índice de desocupación iba aumentando.
    La política de privatizaciones y recorte estatal, si bien afectó a todos los sectores en general, esta se acentuó gradualmente sobre regiones específicas a las que transformó en polos de desocupación; fundamentalmente a aquellas regiones y localidades en las que su principal sostén, y cuando no el único, estaba sujeto a la actividad estatal petrolera o minera. Es así que de la noche a la mañana, pueblos enteros desaparecieron y con ellos la vida de miles de familias que de improviso debieron afrontar las consecuencias de la falta de trabajo y de recursos.
    Como consecuencia directa del modelo, las cepas del conflicto social se iban germinando en Tartagal, Embarcación, y Gral. Mosconi en Salta; en Gral. San Martín, en Jujuy; en Plaza Huincul y Cutral Co, en Neuquén; y en Sierra Grande, Provincia de Río Negro; y es precisamente en éste último lugar donde sin saberlo y con motivo de la medida de fuerza llevada a cabo por centenares de trabajadores que manifestándose contra el cierre de la Mina Estatal de Hierro HIPASAM, habían cortado a punta de pico, un tramo de la Ruta Nacional Nº3, impidiendo a su vez la circulación vehicular mediante la ocupación de la misma; llamando con esta nueva metodología implementada que algunos atribuyen a huelguistas anarquistas españoles de principios del siglo XX, la profunda atención de las autoridades locales y nacionales, conmocionando a la opinión pública en general, donde surge por primera vez el término “Piqueteros” para designar a quienes llevaban a cabo éste singular tipo de protesta. El piquete de por entonces, aunque difiriendo en algunos aspectos, del de hoy día, compartía por entonces el mismo objetivo: llamar la atención de distintas autoridades; según donde se efectuaba el reclamo, sobre una situación en particular.
    Y es también en el marco de este auge que 1991 comienza a ser testigo de otras formas de protesta que aunque no tan novedosas, y en mayor medida de carácter mas colectivo, volvían a hacerse presentes en la realidad nacional; Jujuy es testigo de eso, y la movilización multisectorial que logró hacer renunciar al en ese entonces Gobernador provincial, Carlos Ficoseco y que además había logrado conseguir un aumento de 155 pesos en los sueldos estatales; rompiendo de esta manera con el denominado Plan de Estabilidad y Convertibilidad impuesto por Domingo Cavallo, que impedía entre otras cosas cualquier tipo de aumento salarial; hace que la “Pueblada”  expresada por el agregado de la partícula “....azo”  al final de cualquiera de las ciudades en donde se producían grandes movilizaciones populares que marcaban hechos trascendentes, en general de desobediencia civil; se transformara en un término a la orden del día.
    El comienzo de los 90, marca claramente el planteo de nuevas metodologías contestatarias y el surgimiento de nuevas formas de lucha y escenarios en una escalada que sin vuelta atrás; algunas rozando la insurrección, otras exclusivamente reivindicativas o meramente simbólicas, se instalarán para quedarse e intervenir en todos los aspectos de la cotidianeidad nacional, donde la reacción social dejará atrás la estigmatización relacionada con hechos aislados y periféricos característicos de focos específicos remitidos a bolsones de pobreza para extenderse inexorablemente bajo nuevas formas organizativas, a cualquier lugar donde existiesen las mínimas condiciones objetivas para la lucha; logrando prender en distintos puntos del Conurbano Bonaerense, y hasta en la propia Capital Federal.


El “santiagazo” y el auge de masas

   Por entonces durante la década de los años 80 y fines de los 90 la protesta social en la Argentina era reducida y se caracterizaba entre otros aspectos principalmente por no ser sistemática ni estructural y por su aislamiento y desarticulación con otras fuerzas o fracciones sociales, donde por lo general los distintos tipos de accionares que en este sentido se producían eran generados por sectores específicos en base a reclamos sectoriales y menos generalizados como ser por ejemplo el caso de asalariados que reclamaban ante despidos; la reducción de sus salarios o el cierre de fuentes de trabajo. Hechos que por otra parte sin lugar a duda muchos tenían algo de génesis espontánea pero que sería ingenuo y falso menoscabar el rol que elementos agitadores o agentes de provocación de clara orientación clasista, muchos de ellos de conocida filiación y trayectoria política, desempeñaban en la formación y desarrollo de tales eventos.
    Las sucesivas oleadas de luchas que habían comenzado a sucederse de Mayo a Junio de 1989 y de febrero a marzo de 1990 con la concatenación y proliferación de Ollas populares y saqueos que precipitaron en ese entonces la salida del poder del Presidente Raúl Alfonsín, había dado inicio a un nuevo período en la protesta social y en la lucha popular, caracterizado por un resurgimiento de la actividad contestataria, traducida en el incremento de manifestaciones callejeras, huelgas generales, mitines clasistas, ataques a sedes del gobierno y residencia de los políticos, ocupación de edificios públicos y contemplando la aparición de nuevas formas metodológicas como el corte de ruta y las tan mentadas puebladas; a la vez que daba por concluido con el ciclo abierto a mediados de la década del 70 con la guerra insurgente – contra insurgente que protagonizaron las distintas organizaciones revolucionarias armadas por un lado, y las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado, por el otro respectivamente.
    Pero hacia fines de 1993, la situación abierta en el 89-90 comienza a cerrarse y la coyuntura política y social precipita el surgimiento de un nuevo contexto en la protesta social que marcará a su vez el fin de una faceta caracterizada por la pseudo desmovilización popular, la desarticulación y el aislamiento social de la protesta, para pasar a un nuevo período de reflujo favorable al modelo de insurrección popular y de lucha sistemática y organizada, secundada por un significativo crecimiento cuantitativo y cualitativo que señalarán la magnitud y variedad en la composición social de sus participantes; es en este nuevo escenario que sobre la teoría del Auge de Masas, y de organizar y proyectar la desobediencia civil, se hará una verdadera gimnasia revolucionaria.
    Es así que en medio de un clima de tensión social generalizada iniciado por los saqueos del 89-90, y continuado por las sucesivas protestas que se llevaban a cabo a lo largo de todo el país durante los primeros años de la década del 90, en contra de los despidos, los retiros voluntarios, y los recortes de salarios; la Plaza del No, los cortes de ruta de los mineros de HIPASAM en Sierra Grande, Río Negro en 1991; la Huelga General por 24 horas, convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT) el 9 de noviembre de 1992; se llega al escenario que se precipita el 16 de diciembre de 1993 sobre la Provincia de Santiago del Estero, como síntesis de una crisis que venía haciendo frente desde hacía varios meses atrás, ante un fuerte déficit del Estado Provincial, que además se encontraba retrasado en mas de dos meses en el pago a los trabajadores estatales, lo que había generado de por sí una situación verdaderamente explosiva, que se hacía mas grave aún ante la exigencia del Estado Nacional que condicionaba el envío de fondos de la coparticipación Federal para el salvataje provincial a cambio de la aplicación de una política de ajuste de los gastos públicos.
    La aprobación en el mes de noviembre, en la Legislatura Provincial por los Legisladores del PJ, a excepción de los Juaristas y con la colaboración de los de la UCR quienes con su presencia en el recinto facilitaron el Quórum; de la denominada “Ley Omnibus”, cuya aplicación significaba la cesantía de alrededor de 10 mil empleados estatales y la drástica reducción de salarios para el resto. Fue la condición determinante que aceleró el curso del proceso crítico que se desencadenó cuando el Ministro de Economía Provincial, aplicando la “Ley Omnibus” decide reducir en un 50 por ciento los salarios adeudados pertenecientes al mes de noviembre y dejar los de septiembre y octubre para “Ejercicios Vencidos”; el estallido era inminente.
    El 16 de Diciembre de 1993, bajo la crítica situación política, económica y social imperante en la Provincia de Santiago del Estero, y en medio de un clima de tensión generalizada, la incontenible situación estalla luego de que miles de manifestantes que se habían movilizado hacia la Casa de Gobierno Provincial; entre los que se encontraban Trabajadores estatales de distintos gremios, jubilados, y estudiantes universitarios y secundarios, en reclamo de la derogación de la “Ley Omnibus” y el pago de los salarios adeudados, comienzan a enfrentarse con la policía provincial que súbitamente se ve desbordada y retrocede ante el imparable avance de los manifestantes, produciéndose en este mismo momento el  denominado “Santiagazo” propiamente dicho, que continúa expandiéndose ante la atónita mirada de los policías; muchos de ellos lo hacían autoacuartelados, con la toma y la destrucción por parte de la turba, de la Gobernación, la Legislatura y el Palacio de Justicia Provinciales, así como también con el asalto y saqueo de las viviendas de los dirigentes políticos y sindicales identificados con la aprobación de la “Ley Omnibus” y de aquellos que eran considerados corruptos o responsables de la catástrofe provincial. Horas mas tarde y en medio de una atmósfera incandescente de repudio generalizado hacia la clase política dirigente y a la política nacional que representaba en ese entonces el Presidente Carlos Menem; la pueblada, acéfala en su conducción y sin un objetivo preciso mas que atacar y destruir todo lo que se identificara con el poder provincial o estatal; ya ante el retiro de la fuerza policial y con la toma de la capital en su poder, ésta continúa extendiéndose a diversas fracciones sociales que comienzan a participar del levantamiento, ahora con desocupados y el pueblo movilizado en general, el Santiagazo se propaga geográficamente hacia la ciudad de La Banda, que en cuestión de minutos corriendo igual suerte que la Capital, es testigo del asalto y saqueo de viviendas de políticos y de instituciones estatales y provinciales quedando bajo completo dominio de los manifestantes.
    La incontenible furia popular logra extenderse durante toda la jornada del día 16 y hasta la del 17, pese a que en la noche de la primera, en un desesperado esfuerzo por evitar la profundización total del caos, el Congreso Nacional dispone la intervención provincial  de los tres poderes y el envío de la Gendarmería Nacional y la Policía Federal, que hacen arribo en la madrugada del 17 junto con el recién nombrado Interventor Provincial, Schiaretti, cuando con en pleno auge los manifestantes aún continuaban con la destrucción y el asalto y el saqueo de edificios públicos y las viviendas de los políticos, situación que progresivamente comienza a atenuarse conforme la presencia de los efectivos de la Gendarmería Nacional y de la Policía Federal, van saturando las calles hasta lograr medianamente disuadir los principales núcleos de manifestantes que continuaban llevando a cabo la protesta, tratando de retomar el control de las ciudades tomadas, mientras que como contrapartida se trataba de desinflar la situación desde el orden institucional con medidas como la implementada por el interventor provincial Schiaretti, quien dispone un tope de 3500 pesos para los salarios de privilegio en la administración pública local y el pago de uno de emergencia de 500 pesos para los 60 mil empleados públicos y de 300 para los jubilados.
    El Santiagazo, escapando a todo lo previsible había asestado un duro golpe al sistema institucional y a la clase dirigentes provincial, a su vez que pronunciaba su repudio manifiesto a la política nacional implementada por la administración del entonces Presidente Carlos Menem, a quien además identificaban como responsable directo de la debacle provincial; el quiebre de la relación pueblo- representantes estaba clara, pero lo espontáneo del suceso y la falta de organización y de un objetivo fueron las determinantes que impusieron el carácter que tuvo la jornada, el de un motín y que no solo impidió que que el pueblo tomara el poder en sus manos, sino que se implementaran nuevos ensayos de formas de autogobierno o autogestión.
    En conclusión, a grandes rasgos es a partir de ese momento histórico que por la variedad y magnitud de los estratos sociales movilizados, así como por el resultado de su acción que llevó a la subversión del orden y al quiebre institucional establecido, aunque circunstancial y espontánea en su organización, asistemática y transitoria en su desarrollo, y carente de una línea de conducción de objetivos puntuales y reclamos específicos, que el Santiagazo se constituye en modelo y ejemplo permanente de insurrección popular y se establece como antecedente directo de la metodología predilecta a emplear por las diversas tendencias clasistas, en los sucesivos años.
    No es antes, sino después de este hecho en particular que tomando como modelo de base la metodología del Santiagazo, se producen las puebladas en Tartagal, Cutral Co, Cipolletti, Plaza Huincul, Gral. San Martín, Moscóni, Pico Truncado, embarcación, y tantos otros “...azos” que a lo largo de todo el país no solo concentrarían la atención mediática, sino que además depondrán autoridades, jaquearán gobiernos y conseguirán ciertas reivindicaciones, con lo que ampliamente desarrollado por distintas organizaciones, y con una clara estrategia clasista delineada, el piquete y la pueblada dejarán de ser sinónimo de situaciones objetivas para expandirse gradualmente y pasar a formar parte de un marco estratégico superior, organizado y dirigido, el de la Guerra Social.


Grupos de autodefensa
Introducción

    Si bien el actual contexto socio político dista mucho del de las décadas del 60 y 70, no puede desestimarse que los Grupos de autodefensa de hoy día no mantengan alguna analogía en lo que a la estructura orgánica y proyección estratégica o hasta utópica, si se quiere, respecta de sus predecesoras en décadas pasadas.
    A más de una década de la Glasnost (Apertura); de la caída del Muro de Berlín, de la fragmentación de la Unión Soviética y de la salida del poder del régimen comunista que significó la pérdida de apoyo logístico mediante el cual se sustentaba la acción política y militar en distintos países del mundo; la mayoría de las estructuras revolucionarias que enarbolando la vía armada fueron derrotadas en el plano militar durante las guerras de contrainsurgencia que tuvieron lugar a lo largo de los 60, 70, y 80´s; luego de años de proscripción e inactividad retornaron nuevamente a la escena política ya no bajo un mundo bipolar confrontado sino unipolar y globalizado en donde a diferencia del primero el eje táctico central no pasa ya por la concientización de las masas, sino que tomando como prioridad el concepto de Guerra Social ha dado lugar a la formación y desarrollo de nuevos actores sociales y métodos de acción cuya puesta en ejecución ha devenido en el alcance de objetivos en rédito propio, que en otras épocas no hubieran sido obtenidos ni con la mas prolongada de las luchas armadas.
    Estos nuevos métodos de acción política han comenzado a ser puestos en práctica en la era de las Guerras o Luchas Sociales del siglo XXI, bajo la catalogación de Movimientos Sociales, Territoriales, y Sindicales Combativos; por fundamentalmente sindicatos, y movimientos de desocupados y sin tierra clasistas, a lo largo de todo el mundo.
    La expresión nacional de todos estos tipos de movimientos que han encontrado lugar bajo la generalidad de piqueteros, también contienen; con diferentes concepciones estratégicas, al igual que los ensayos revolucionarios de décadas atrás; grupos que en vista a la evolución de las luchas sociales, tienen como meta constituirse en las futuras columnas del Ejercito Popular o Revolucionario; aunque en algunos casos se dé en etapa germinal y en otros considerablemente desarrollados, es hoy prácticamente imposible disociar el concepto de Grupos de Autodefensa del de la palabra piqueteros; al punto tal que la escena cotidiana permite corroborar con los hechos, la intencionalidad de la existencia de las Autodefensas en relación a los objetivos que sus líneas políticas persiguen.


Antecedentes históricos

  Los antecedentes más próximos de los Grupos de Autodefensa pueden registrarse desde mediados de la década del 60 hasta fines de la del 70, en donde surgidas en su mayoría al amparo del modelo revolucionario de insurrección popular o de masas; han tenido como tarea por parte de distintas organizaciones alrededor del mundo que mediante la lucha de clases y la vía armada, pretendían instaurar la dictadura del proletariado; la responsabilidad de crecer hasta un nivel superior ya sea cuantitativo o cualitativo que le permitiera constituirse en la vanguardia armada de avanzada del proletariado; es decir en la facción o ejercito revolucionario que impulse mediante el uso de las armas, el asalto al poder.
    En base a estos conceptos se desprende que la denominación de autodefensa obedece a la caracterización que estos grupos en particular, asumen durante la etapa temprana de preparación pre insurreccional en la que se trabaja para lograr ese salto cuantitativo o cualitativo que determine el traspaso hacia un nivel superior de organización o preparación desde donde poder lanzar la ofensiva armada; momento a partir del cual, luego de autoevaluarse en capacidad de llevar a cabo la acción directa, las Autodefensas deviniendo en bocetos de milicias populares, con las correspondientes modificaciones tácticas y estratégicas que ello implica, pasan a incluirse dentro de la orbe de los Ejércitos Irregulares, autodenominándose Ejércitos Populares o Revolucionarios.
    Es decir; concluyendo, que de la consideración de Autodefensa a la de Milicia Popular o Ejercito Revolucionario, solo distan ese sobresalto cuantitativo o cualitativo que separa a ambos conceptos, y la decisión de pasar de la acción política no armada, a la acción directa.


Movimientos sociales y autodefensas

   A partir de lo que se considera como el inicio del período de auge de masas del movimiento obrero y popular que se produjo el 16 de Diciembre de 1993 con el Santiagazo; han venido teniendo lugar en un proceso en espiral abierto por dicha etapa, picos de alta tensión y calma relativa en lo referente a la protesta social.
    Los sucesivos enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad (FF.SS) en que devenían estas acciones fomentadas y dirigidas por los Movimientos sociales, sindicales y territoriales combativos a lo largo de todo el país, fueron los sujetos de la formación de las autodefensas; que distantes de las actuales escuadras disciplinadas, organizadas, con equipos de comunicaciones,  armas, escuelas propias de adoctrinamiento y casas seguras; tenían en su origen tareas sencillas tales como conseguir neumáticos, traer alimentos y víveres, al corte de ruta, así como también buscar casas seguras para ocultar a sus militantes en caso de enfrentamientos.
    Tales situaciones motivaron que estos embriones de autodefensa fueran haciéndose a la idea a la vez que adquirían mayor experiencia durante los enfrentamientos con las FF.SS, en el campo del combate; de la necesidad de no solo construir una escuadra orgánica sino de dotarla de una mayor performance. Pero no es sino muchos años después de los primeros ensayos; ya a mediados del 2000, en donde puede verse un considerable sobresalto en los aspectos organizativo, cualitativo, y cuantitativo de dichas estructuras, que comenzaban a hacer práctica concreta sobre las experiencias acumuladas a lo largo de los últimos años y de la que han sumado además sus aportes algunos actores de otras experiencias en el campo de combate adquiridas décadas pasadas en distintos teatros de operaciones.
    En la actualidad puede verse en cualquier movilización combativa, comúnmente decenas de jóvenes con el rostro cubierto y provisto de bastones de madera que componen los grupos de Autodefensa o de Seguridad; aunque estos hoy día se presentan de forma organizada en casi todas las estructuras clasistas, la mayoría de ellas no las consiguió producto de la práctica sino imitando modelos y esquemas que una vez compartieron en un comienzo en donde este tipo acciones las hegemonizaba un solo grupo.
    Las primeras experiencias organizativas de las Autodefensas surgen en La Matanza en 1997, cuando tomando ejemplos de las puebladas en Jujuy, en Salta, Cutral-Co y Santiago del Estero; los desocupados nucleados por entonces en el embrión de lo que sería luego el tan mentado Movimiento de Desocupados de la Corriente Clasista y Combativa (MDCCC), junto con el dirigente de la Junta Vecinal del Barrio María Elena de Laferrere, Juan Carlos Alderete, salían a cortar la Ruta Nacional Nº 3 en reclamo de trabajo y vivienda. En ese entonces una pequeña formación de veinte hombres dotados de palos y algunas hondas, se encargaban de responder al enfrentamiento con las Fuerzas de Seguridad demorando su avance en tanto se evacuaban del piquete a las mujeres, los niños y los ancianos.
    Por aquel entonces la idea de llevar palos y hondas a los piquetes parecía muy extremista y provocaba resistencia y críticas hacia los conductores del movimiento por parte de quienes consideraban a estas acciones muy osadas o de provocación a la violencia y solo un contando numero de cuadros tenían tal predisposición, fundamentalmente los provenientes del PCR, quienes además hacían cuando estuviera a su alcance para legitimar las acciones y avanzar en la concientización de la necesidad de organizar la autodefensa de masas.
    Los cortes de rutas se sucedían con sus consecuentes desalojos por las FF.SS. por lo que continuaba abierto y cada vez se hacía mas intenso el debate sobre la necesidad de auto defenderse. También continuaba el miedo y la resistencia no solo a portar palos y gomeras, sino de hecho simplemente a cortar rutas.
    Pero paulatinamente algunos desocupados comenzaban a tener confianza y espontáneamente se iban sumando mientras que en otros menos reticentes al piquete permanecían a un costado de la ruta; aunque también “los mirones”, como se los denominaba por su actitud, no quedaban ajenos de la organización y tenían como tarea entre otras cosas, el aprovisionamiento de víveres, alimentos, la búsqueda de casas seguras en caso de represión, encargarse de conseguir maderas para las ollas populares, y cubiertas de vehículos para quemar; en pocas palabras la tarea logística, no quedando nadie sin participar y sin ocupar su respectivo rol.
    Paulatinamente la mentalidad iba cambiando, y este cambio comenzaba a manifestarse en la actitud de las bases del Movimiento de Desocupados que gradualmente conforme se llevaban a cabo las primeras movilizaciones a los hipermercados, muchos perdían el miedo, y por primera vez en forma masiva y contundente los manifestantes dejando atrás la estigmatización, la reticencia y el miedo, comenzaban a mediados del 99 a concurrir a las movilizaciones, muñidos de bastones y gomeras.
    El cambio de actitud señalado en las bases hizo que la dirección del PCR apuntalara con mayor ahínco la necesidad la necesidad de la conformación de la Autodefensa en la línea del Movimiento de Desocupados y en su propio seno para lo que a partir de dicho momento comienza a dársele una forma más orgánica a la estructuración de las escuadras de seguridad y autodefensa señaladas.
    Los cortes de ruta, marchas y distintos tipos de protesta, análogamente al eje plenamente reivindicativo, comenzaban entonces a formarse en terreno de ejercitación, práctica, experimentación y perfeccionamiento de la teoría de la seguridad y la autodefensa en el ámbito de los movimientos sociales, territoriales, y sindicales combativos.
    Es así que en este marco de construcción definida se decide dejar dicha tarea; que aunque bajo las estrictas directivas del PCR, en manos de un grupo de veteranos de la guerra de Malvinas que dentro de la línea de la CCC bajo la conducción de Rubén Ramón Arce, Nombre de guerra “Moncho”, progresivamente se solidificara día a día con el aporte de la praxis cotidiana sumadas a las experiencias integradas por distintos cuadros extranjeros y nacionales con alguna práctica adquirida en el terreno de la insurgencia y lucha armada en ésta y otras partes del mundo.
    Estos hechos marcaron un avance significativo en la organización de las Autodefensas, cuyo germen desorganizado, desde los comienzos de 1997 cuando se decidió por entonces hacer el primer ensayo, que contaba con escasos efectivos; había pasado a transformarse a comienzos de Noviembre de 2000 en una organización realmente considerable con un número de 300 efectivos que además hacían sus primeras armas en el uso de equipos de comunicaciones que habían conseguido prestados y que finalmente adquirieron como propios hacia comienzos de 2001, período en el cual debutaba precisamente en el mes de Febrero de dicho año, con una estructura disciplinada y organizada que con la puesta en práctica del despliegue de sus efectivos sobre distintas áreas y situaciones, la realización de ejercicios de acción y respuesta; la práctica del relevo de personal y la implementación de los primeros “Códigos de disciplina” para el ingreso a las Autodefensas, entre estos se señala no apto para el ingreso a las mismas quienes consuman drogas o alcohol, establecerse como una organización seria y complemento armado del movimiento político, en su trayecto hacia la toma del poder, y a su vez en modelo y ejemplo de imitación por parte del resto de las organizaciones integrantes del orbe combativo.


Información de Inteligencia, las investigaciones de la SIDE

    Durante mi paso por la Secretaría de Inteligencia de Estado, ahora SI (EX SIDE), puntualmente la Dirección de Contraterrorismo, Base Cnl. Díaz, hoy cerrada, dependiente de la Dirección General de Reunión Exterior, se han llevado a cabo investigaciones de relevante importancia.
    Dentro de las labores cotidianas, hasta que por órdenes de “Arriba” (llámese Señor 5, Poder Ejecutivo) se decidiera dejar de investigar el terrorismo internacional, dado que los nexos locales de varias organizaciones terroristas internacionales poseían vínculos mas que estrechos con dirigentes políticos locales de renombre, se trabajaba realmente en pos de la defensa de los intereses de la Nación efectuando una verdadera tarea preventiva.
    En ese lapso que duró seis años aproximadamente pudimos ver como la Argentina se fue transformando desde la Presidencia del Dr. Carlos Menem, hasta la de Néstor Kirchner; de un país de tránsito a un país donde las bases operativas del terrorismo comenzaron a establecerse a proliferar y a fortalecerse.
    Por aquellos tiempos, se habían detectado los principales nexos de organizaciones tales como los ex brigadas rojas italianas; los ex integrantes del FPMR (Frente Patriótico Manuel Rodríguez de Chile); las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP); el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); la vasca Euskadi Ta Askatasuna (ETA); sus “cachorros” etaberri; con lo que eran en ese entonces las embrionarias organizaciones sociales, sindicales y territoriales combativas; los primeros embriones de los movimientos de desocupados.
    Ya para el año 2000, los nexos se afianzaban, y los dirigentes de las organizaciones de desocupados y piqueteros que habían comenzado a recorrer el mundo para dar testimonio de su experiencia a lo largo de distintos países del continente americano como así también Europa y África comenzaron a estrechar estas relaciones que habían dejado de ser protocolares para pasar a ser estrictamente complementarias.
    A comienzos del año 2001, estos embriones ya habían comenzado a dejar de serlo para transformarse en ensayos a escala de lo que podría llegar a transformarse en la idea impuesta a nivel mundial y en el foro de Manta, catalogadas como Luchas o guerras Sociales, como medio para la toma del poder por parte de estas estructuras.
    Es así que se comienzan a detectar por primera vez la presencia en La Matanza de representantes de las FARC-EP, puntualmente la de Alfonso Jairo Lemes Bulles (A) Javier Calderón, quien junto con el Difunto Raúl Reyes, fuesen los embajadores de las FARC para el Cono Sur. Calderón usaba distintas identidades para ingresar a cada país del cono sur, en Brasil, utilizaba documentos apócrifos con el nombre de Javier Cienfuegos.
    El aporte de las FARC, siempre se hizo mas visible en la Matanza con la estructura territorial de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Movimiento de Desocupados de la CCC, liderada por Juan Carlos Alderete, miembro del Partido Comunista Revolucionario, quien a diferencia de su par, el maestro Luis Ángel D`elía, era realmente un cuadro preparado ideológicamente, y fiel a sus principios como lo ha demostrado el transcurso de los años inclusive actualmente, donde Alderete nunca “se casó” con ningún gobierno a diferencia de D`elía, que si lo hizo con cualquiera que tuviera oportunidad.
    Sin embargo, esto no fue obstáculo para que desde la selva colombiana se le negara Apoyo y solvencia económica. D`elía también era parte del experimento de la impostación de las Luchas Sociales en América del Sur.
    Para ese entonces, las estructuras “madres”; soporte logístico de las argentinas, veían a nivel mundial la Argentina como el primer ensayo, dadas las condiciones políticas y sociales, y desde el punto de vista marxista, objetivas, para la lucha de clases, era un hecho. La Argentina se había transformado en una pequeña placa de petri, un observatorio para los espectadores extranjeros, patrocinadores del ensayo.
    Comienzan luego a aparecer en la Matanza personajes que de la mano de la CTA, empiezan a visitar a los dirigentes sociales y además de darle apoyo económico les proporcionan una agenda de contactos mas amplia.
    Es así que D`elía empieza a tomar contacto con el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, la cual a través de sus servicios de inteligencia está decidida a apoyar la “Revolución Social” en la Argentina.
    La Argentina había dejado de ser ya, un país de tránsito para el terrorismo internacional, transformándose en base de operaciones.
    En ese tiempo comienzan a detectarse la realización de entrenamiento militar y orden cerrado por parte de las denominadas estructuras de “Autodefensa” tanto del MD-CCC, de Juan Carlos Alderete, como de la Federación por la Tierra la Vivienda y el Hábitat (FTV-CTA) de Luis D´elía. Entrenamiento que era impartido por cuadros de las FARC, y de ex brigadistas Rojos, como así también del FPMR, cada uno adherido según su tendencia a una de las dos estructuras principales que a su vez concentraban otras menores. Cabe destacar que por su carisma, la estructura con mayor poder de movilización, organización y despliegue, siempre fue la de la CCC de Alderete, comando que para ese entonces a nivel nacional se había establecido de la siguiente manera:
    El apoyo económico entonces llegaba por parte de ETA y FARC a la cuenta de la CCC, ubicada en el Banco Galicia, Caja de Ahorro Nº: 400-1462-1153-5, a nombre del titular Haydee Margarita Peñailillo (Ver gráfico al pie).
    Para ese entonces la La FTV-CTA estaba compuesta por las siguientes organizaciones. 

 
  • CTA

  • Sectores del Frepaso.

  • Polo Social

  • Sectores de Izquierda Independietes.

  • Partido Revolucionarios de la Liberación (PRL)

  • Patria Libre.

  • Frente de la Resistencia.

  • Partido Comunista.

  • Movimiento de Trabajadores Desocupados(MTD)

  • Movimiento Teresa Rodríguez.

  • Centro de Organizaciones Barriales(C.O.B)

  • Red de Barrios Desocupados.

  • Coordinadora de Unidad Barrial. (C.U.B.A)

  • Partido Socialista Autentico.(PSA)

  • Sectores Montoneros.

  • Frente Único de Trabajadores Desocupados.(F.U.Tra.De)

  • Sectores Sindicalistas.

  • Seineldinistas.

  • Sectores de Suteba.

    Asimismo, se le detecta los nexos con las FARC, luego de la presencia de Javier Calderón en el Congreso Anfictiónico Bolivariano llevado a cabo en la Mutual Sentimiento del Barrio de la Chacarita.
    Según informaciones, se advierte desde aproximadamente mediados del año 2000 y comienzos del 2001, la existencia y funcionamiento de una célula de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas – Ejercito del Pueblo (FARC-EP);en estado operativo y activo en la República Argentina.
    Dicha célula contaría con al menos cinco (5) miembros del sexo femenino de nacionalidad colombiana, las que en su mayoría se desempañarían como “Acompañantes” en el local nocturno de la recoleta denominado “New Port”. Así mismo se informa que sus objetivos se concentrarían entre otros en la recaudación y adquisición de finanzas y el establecimiento de contactos políticos y empresariales, tareas que realizan mediante maniobras de extorsión y chantaje contra sus propios “Clientes” dado que dicho lugar es muy frecuentado por políticos y empresarios a quienes filman en situaciones comprometedoras para luego coaccionarlos bajo amenaza de exponerlos.
    La información señala como responsable de la célula a la Sta. Julieta Rojas Pinillas, de nacionalidad colombiana, de cabellos rubios, de entre 42 a 45 años y quien es sobrina de una viejo comandante del M19 colombiano. Según se sabe JRP habría tomado contacto con el responsable FARC-EP, para el Cono Sur, Alfonso Jairo Remes Bulles (A) Javier Calderon, en varias de las distintas ocasiones en que éste estuvo en nuestro país.
    Julieta Rojas Pinillas operaría en nuestros país con el seudónimo de Susana o Julieta Castro y tendría documentación personal y pasaporte de la República Dominicana.
    Paralelamente a éstos hechos, otras informaciones señalan que JRP, tendría una relación muy cercana, mas allá de lo estrictamente “Profesional” con el Sr. Jorge Paveto, en realidad Aníbal Jorge Paveto, DNI 11.353.138, quien fuera Ex Secretario de la Federación Juvenil Comunista (FJC-PCA), y además asiduo concurrente a dicho local nocturno.
    Jorge Paveto, quien se habría alejado por disidencias, del seno del PCA, habría estado formándose intelectualmente durante años atrás en países como Cuba y la ex Unión Soviética (URSS).
    Actualmente Paveto se encuentra operando para la estructura partidaria del Diputado Provincial, Luis Ángel D´elía, ocupando la tercera jerarquía en dicha organización y se presentaría en las próximas elecciones como candidato por la misma, que llevaría la fórmula Luis D´elía Gobernador, Eduardo Slustski Vicegobernador. Su lugar de operaciones es la zona de Tres de Febrero y San Martín donde tiene a su cargo una escuela de formación de cuadros para la estructura partidaria.
    Paveto y Pinillas, a su vez estarían relacionados con otro ex PCA, el Diputado por el ex FREPASO, Alejandro Mosquera, quien también frecuentara en su oportunidad el local nocturno “New Port”; Mosquera a su vez le habría  facilitado la compra a Paveto, de una vivienda a través de la cooperativa “Honor y Patria”.
    Paveto, quien antiguamente se domiciliara en la calle Belgrano 4329 de la localidad de Caseros, Partido de Tres de Febrero; gracias a los contactos con Mosquera, pudo conseguir la vivienda en la que actualmente reside ubicada en la calle Pueyrredón 4639 PB, de la localidad de San Martín.
    De todo lo expuesto se desprende que dadas las filiaciones políticas tanto de Paveto como de Mosquera; ambos tengan alguna vinculación política con la otrora PC de Colombia, Julieta Rojas Pinillas, y a su vez con las FARC-EP. Cabe destacar además que Mosquera junto con el Intendente de Avellaneda Oscar Laborde, son participes activos de la estructura que conformará D´elía para los próximos comicios electorales, denominada “Nueva Democracia”.

Iván Germán Velázquez
Especial para Tribuna de Periodistas

Corriente Clasista y Combativa (CCC)
Comunicación, circuitos y enlaces con la Provincia de Buenos Aires


 

 

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