Breve reseña histórica
Prácticamente la agitación combativa, el activismo y el terrorismo, fue y es en
la actualidad llevado a la práctica en diversas partes del mundo mediante un
abanico de organizaciones, las que exceptuando a muy pocas el resto en su amplia
mayoría posee como común denominador la doctrina política e ideológica sustento
de sus acciones. Dentro de éstas la causa mas invocada oscila en
reivindicaciones del tipo socialista-comunistas en su amplia gama de variedades
que van desde posiciones marxistas-leninistas, trotskistas, maoístas, castro-guevaristas,
y algunos lineamientos donde lo básico de éstas ideologías se fusiona con
reivindicaciones de otro tipo, algunas de ellas con fundamentos de orden
religioso como en el caso del grupo denominado Septiembre Negro, el que
combinaba un mixado de doctrina marxista con filosofía islámica, hasta las de
índole étnica como es el caso actual de los movimientos Indigenistas con el
ejemplo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), o la organización
separatista vasca, ETA.
Desde el
llamamiento a la lucha de clases y la revolución proletaria mundial lanzada en
la primera Internacional a fines del siglo XIX, la acción clasista ha intentado
a través de distintas metodologías como el bloqueo de rutas (Piquetes), Mitines
combativos, acción política, sabotaje, huelga, lucha armada y terrorismo, la
toma del poder y la imposición de su diktat en los distintos países en
donde la reacción contestataria llevaba a cabo su ensayo.
Tras la
revolución de Octubre y la toma del poder en Rusia, luego de la expulsión de los
reformistas (Mencheviques) y la consolidación de los Bolcheviques, el
internacionalismo de la lucha de clases cobra fuerza a nivel mundial y aunque
ocupado en reforzar su propia situación interna, no desatiende su compromiso
moral en relación a sus principios y extrapola la causa comunista a diversas
partes del mundo a las que no solo ésta da su apoyo ideológico sino también
sustento logístico.
Durante los
años 20, 30, y 40 en tanto se consolida la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS) como potencia mundial, diversos números de países van
sucumbiendo ante las manos de los comunistas que de una forma u otra van tomando
el poder; entre ellos destaca preponderantemente la sovietización de China que
se transforma en República Popular bajo la conducción de Mao Tsé Tung.
El fin de la
Segunda Guerra Mundial (SGM) y el Acuerdo de Yalta hacia mediados de 1945, marca
un nuevo reordenamiento estratégico global perfilando a su vez la conformación
de un mundo bipolar y el reparto de éste en dos grandes bloques bajo la
influencia de las dos principales potencias vencedoras de la SGM; Estados Unidos
de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El inicio de la
Guerra Fría y la desenfrenada carrera armamentista que arrastró a ambas
potencias en su periplo por la hegemonía mundial, había dado lugar a la
conformación de dos esferas de poder e influencia que desinhibidamente corrían
contra el tiempo por polarizar la mayor cantidad de países y naciones a favor de
uno u otro bloque de poder. Los EE.UU. se agrupaban junto a sus aliados bajo la
denominada Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la vez que la
URSS hacía lo propio junto a los suyos, entorno al llamado Pacto de Varsovia;
tratados mediante los cuales pretendían ambas potencias expandir su influencia
política y militar hacia otras orbes.
El contexto
global que se plantea durante las décadas del 50 y 60 es el de un mundo bipolar
confrontado en donde dicha confrontación no se da en forma abierta sino a través
del apoyo político y militar, encubierto a veces o no, a los estados satélites
de una determinada potencia en detrimento o perjuicio de la otra, como es el
caso del apoyo brindado por los Estados Unidos a países como Afganistán,
Kasakjistán, Turkmenistán, Irak, etc; en detrimento del accionar de los del
Pacto de Varsovia, o en donde ésta última hacía a su vez lo propio con países
como Corea, Vietnam, Angola, cuba, etc, tratando de cercar el espectro de
influencia de la OTAN. Es además, justamente en éste período donde se produce el
auge de los movimientos insurgentes que con apoyo de la URSS van tomando su
posición en el escenario insurgente mundial a la vez que consolidando la idea de
la alternativa armada como fase indisociable de la lucha por la liberación.
El creciente
avance del marxismo y la profundización de la lucha armada, amenazaba con
desembarcar masivamente en los ya sensibilizados países del Tercer Mundo en
donde las condiciones objetivas eran mas que óptimas en la mayoría de éstos para
favorecer el terreno para la preparación del ensayo combativo revolucionario.
La lucha armada
comienza a tomar nuevas formas. La guerrilla urbana, el foquismo, la guerrilla
de monte, y el terrorismo; acentúan y recrudecen la reacción combativa, la que
comienza a golpear considerablemente a Latinoamérica de una manera
desestabilizante, tras la creación de la Organización de Solidaridad para los
Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL), también conocida como la
“Tricontinental”, celebrada los días 15 y 16 de Agosto de 1966 en la Habana,
Cuba, donde se establece que “los grupos revolucionarios marxistas
participantes, proponen el enfrentamiento militar y la infiltración o entrismo
en los Partidos políticos mayoritarios latinoamericanos, determinando la
creación de un Ejército de Liberación (ELN) para toda América Latina, bajo la
conducción del Comandante Ernesto “Che” Guevara y con diversos jefes en otros
países”; dando con ello un verdadero empuje a la lucha armada en
Latinoamérica, contando ya con el apoyo de la URSS a través de su socio
caribeño, Cuba.
Latinoamérica
contaba ya con Cuba como base de apoyo logístico para extrapolar la lucha armada
a diversos países del continente.
Los sucesivos
años a la declaración de la Tricontinental, producen el desemboque hacia
mediados de la década del 70 de una Latinoamérica incandescente y jaqueada por
el foquismo y la guerrilla en pleno auge, que había tomado forma, se consolidaba
o iba apareciendo en países como Nicaragua a través del Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN); El Salvador, donde hacía lo propio el Frente
Farabunto Martí (FFM); en Colombia, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias
Colombianas – Ejército del Pueblo (FARC-EP), y otros movimientos menores; en
Chile, de la mano del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR); en Uruguay, con
el Movimiento Revolucionario “Tupac Amaru” (MRTA); en Perú, con el maoísta
Sendero Luminoso; en Bolivia, con el Ejército de Liberación Nacional (ELN); y
hasta en la propia Argentina donde es ya conocida sobremanera la actuación que
desempeñaron organizaciones terroristas como el Ejército Revolucionario del
Pueblo (ERP), Montoneros y otras estructuras como las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR), las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), y las Fuerzas
Armadas Peronistas (FAP), entre otras.
En su mayor
medída es indispensable y hasta crucial el papel de la URSS y precisamente de
Cuba en el accionar de las estructuras revolucionarias armadas, como base de
apoyo tanto político como logístico.
La
particularidad de los 70 ceñía su atención sobre los distintos tipos de
guerrilla; urbana, de monte, etc que lograban consolidarse mas allá de las
cuestiones inherentes a las metodologías empleadas, en algunos países, en tanto
que en otros como en el caso particular de Argentina; levantándose en armas
combatían tanto a gobiernos constitucionales como de facto mediante acciones
terroristas que incluyeron una ola de secuestros, torturas, copamientos,
atentados y ejecuciones entre otros, que muy poco tenían de ser sobre blancos u
objetivos operacionales selectivos y quirúrgicos, atacando por el contrario a
todo aquello que se identificara con el orden institucional, fundamentalmente
contra las Fuerzas Armadas y de Seguridad a quienes por entonces consideraban
como “perro guardián del imperialismo” y “brazo armado de la burguesía
y la oligarquía terrateniente”.
Conforme las
relaciones Este-Oeste se iban modificando y el escenario global tomaba otro
contexto, los ensayos setentistas sufrían durísimos reveses, aunque
mayoritariamente en algunos lugares se consolidaban con la toma del poder, en el
caso latinoamericano la contrainsurgencia lograba su cometido derrotando o
reduciendo en el plano militar el accionar de las organizaciones armadas
revolucionarias, las que cuando no eran del todo desestructuradas, persistían de
manera "foquista" y aislada u optaban por desmembrarse y exiliarse lo que quedaba
de ellas en el extranjero (generalmente los principales cuadros) desde donde en
todo caso continuar o no con la lucha por otros medios.
En el contexto
latinoamericano, los comienzos de los años 80 marca en líneas generales;
exceptuando algunos focos en Centroamérica, la crisis y posterior decadencia de
la lucha armada, ya por el fracaso e inviabilidad de la aplicación práctica de
la teoría, dificultada e interferida en su ejecución por fuerzas
contrainsurgentes, como por la variación en la estrategia de la URSS de no
continuar apoyando a través de Cuba, la lucha armada y la exportación de la
revolución.
Si bien esto no
afectó a las organizaciones tanto en lo económico dado que la amplia mayoría de
las estructuras revolucionarias poseían fuentes o medios de ingresos y recursos
propios destacándose entre éstos el secuestro y la extorsión de donde obtenían a
cambio fuertes sumas de dinero; si lo fue en lo político, generando fuertes
disidencias y cambios profundos en el seno de dichas organizaciones a la vez que
una oleada desmoralizadora sacudió al orbe insurgente en donde algunas han
pasado desde el simple descreimiento al "realineamiento" estratégico (cambio de
adhesión a los principios de una Internacional por otra) o hasta el abandono de
la alternativa radical y la adopción de posturas reformistas o socialdemócratas,
como consecuencia directa de las relaciones y el balance de poder entre las dos
superpotencias (EE.UU. y URSS).
Un nuevo
escenario político a nivel mundial influye directamente en el desmoronamiento de
la lucha armada y la línea de restauración democrática para América Latina
propulsada por el Departamento de Estado Norteamericano; en efecto consecuente
con no dar mas apoyo abierto a los Golpes de Estado o regímenes de facto,
tiñendo de esa manera a Latinoamérica de situaciones paradójicas.
Particularmente la Argentina fue uno de esos países en el que dicha paradoja se
manifestó de forma contundente; durante los sucesivos procesos electorales
celebrados en ese país, donde las organizaciones armadas revolucionarias y sus
cuadros demostraron que solo habían perdido la lucha en uno solo de sus planos:
el militar, no así en el político donde paradójicamente tras la llegada al poder
del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, por la Unión Cívica Radical, quien es además
representante para América Latina de la Internacional Socialista, se produjo una
amplia amnistía para los “Detenidos Políticos” quienes uno a uno fueron ocupando
cargos bajo su administración.
El “reflujo” al
que aludían algunas de las organizaciones de izquierda combativa en referencia
al momento de cambio favorable que le permitiese mediante el amplio trabajo
"entrista" realizado en distintos partidos políticos y organizaciones sindicales en años anteriores, llegar al poder; ya era una realidad práctica.
Esta situación
vivida en la Argentina, simultáneamente se dio a lo largo de todo el continente,
en donde los procesos electorales abiertos producían el arribo al poder en mayor
o menor ingerencia de cuadros revolucionarios de todos los espectros que en años
anteriores se encontraban sumidos en el más oscuro de los ostracismos.
A mediados de
los años 80, todavía con un mundo bipolar y una Unión Soviética en apertura, las
organizaciones clasistas, algunas desaparecidas durante la apertura del proceso
democrático o fusionadas sus estructuras o sus cuadros a partidos
constitucionales mayoritarios, formulan un nuevo reordenamiento táctico y
cambian el eje táctico de la lucha pasando de ser combatientes y soldados de un
ejercito irregular, tal como se autodefinían durante los años de lucha armada, a
inevitables e inocentes víctimas de la “represión y el genocidio”, trasladando
su acción nuevamente a la lucha política que comienza a desatarse bajo la acción
de los movimientos “antirepresivos” y de “Derechos Humanos”, donde no quedando
fuera la aplicación práctica del Gramscismo, se allana el camino a distintos
cuadros revolucionarios para su establecimiento definitivo en las esferas tanto
privadas como estatales de los ámbitos educacionales, jurídicos, culturales,
literarios, periodísticos (Radio, TV, Revistas, publicidad, etc) de la salud, la
economía, etc, y en menor caso las Fuerzas Armadas y de Seguridad; desde donde
con asiento seguro “poder subvertir el orden de las cosas”.
A mediados de
los años 80 la oleada democrática, la amnistía para los presos políticos,
el ascenso al poder producido en determinados países de dirigentes y cuadros
revolucionarios, y la situación política mundial en referencia a la relación
entre las dos superpotencias; particularmente en las variaciones sufridas en
materia de la política exterior de la URSS fueron factores incisivos que habían
contribuido en líneas generales además de la pérdida en diversos países de la
lucha en el plano militar, al desmoronamiento y posterior crisis de la adopción
de la vía armada para la toma del poder como única alternativa que aunque
minoritariamente, continuaba siendo sostenida por algunas organizaciones como
por ejemplo las FARC-EP en Colombia, el FSLN en Nicaragua y Sendero Luminoso en
Perú entre otras, por lo que orientadas nuevamente a la lucha política la
mayoría se avocarán en el campo de los Derechos Humanos desde donde llevarán a
cabo un ataque sistemático a las instituciones a la vez que idéntica dirección
tomarán los cuadros posicionados en los medios masivos de comunicación tanto
nacionales como internacionales, particularmente la Prensa desde donde se
formularán sendas críticas sobre la legitimidad de la democracia y la validez de
las instituciones atacando con particular ahínco a las Fuerzas Armadas y de
Seguridad instaurando la duda en la sociedad sobre quienes fueron los agresores
y quienes los agredidos, pretendiendo mostrarse como víctimas de la Represión
y el Genocidio y ocupándose de mitificar y mistificar los verdaderos
hechos transcurridos durante los años de lucha armada, distorsionando con ello
la historia de manera pornográfica y lanzando al mundo una campaña de
desinformación centrada en la impostación de cifras simbólicas cuantiosamente
aumentadas sobre el número de terroristas caídos con cuyos efectos se intentó
dar la imagen de que un verdadero genocidio sistemático había sido llevado a
cabo; socavando con ello la conciencia popular de quienes vivieron la situación
al corriente durante esos años y preparando el terreno para que como se verá mas
adelante las nuevas generaciones adopten merced a la crisis de identidad
histórica producida, la realidad falsificada como la historia oficial.
Como claramente
se puede observar la Contraofensiva o el Reflujo haciendo a un
lado la lucha armada y atacando al poder desde éste mismo lograba conseguir los
objetivos que años atrás no había podido mediante la lucha armada viendo
reflejada su derrota en el terreno de lo militar; lo que irónicamente había
arrojado años mas tarde la consolidación de los derrotados en el plano
político.
Planteada ya la
inviabilidad de la lucha armada aunque con algunos resabios reticentes a
abandonarla pese a ya no contar con el soporte que significaba tener atrás a la
Unión Soviética como de hecho ocurrió en la Argentina donde algunos persistiendo
en su ciega soberbia e ignorando los cambios que se percibían en el mundo
insistían en la violencia; el claro ejemplo se produce la mañana del 23 de Enero
de 1989 cuando un contingente de militantes del autodenominado Movimiento Todos
por la Patria (MTP) que por entonces lideraba el terrorista Enrique Haroldo
Gorriarán Merlo, alias Gungo, llevaba a cabo el sangriento ataque
sorpresa al Regimiento de Infantería Mecanizada (RIM3) Nº 3 “Gral. Belgrano” con
asiento en la localidad Bonaerense de La Tablada, donde supuestamente según sus
argumentos habían tratado de impedir un Golpe de Estado para lo cual habían,
vistiendo ropas militares copado a sangre y fuego dicha unidad militar y
distribuyendo propaganda en la que se pretendía hacer creer que la acción era
realizada por un grupo de militares Carapintadas invocando además que
adherían a la causa de los militares Aldo Rico y Mohamed Alí Seineldín. Era el
último de los hechos sangrientos de éstas características que sacudiría al país
antes de que hacia fines de ese mismo año se produjera un hecho que
revolucionaría el contexto político y económico mundial; la caída del Muro de
Berlín y el desmoronamiento del régimen comunista en la URSS, había producido
además de las ya conocidas consecuencias como ser el reordenamiento estratégico
global y la desaparición de la confrontación Oriente-Occidente a la par que
erigía a éste último en indiscutido vencedor y potencia hegemónica, un receso
masivo de la actividad contestataria mundial al tiempo que el comunismo global
en sus varias acepciones: revisionista, científica, etc., se ocupaban de
formular críticas y de buscar los justificativos ante la eventual catástrofe que
los intelectuales de izquierda de todo el mundo de manera "insustanciable" se
ocupaban en defender.
De una forma u
otra la URSS ya no exportaba ni apoyaba la revolución proletaria en ninguna
parte del mundo, con lo que las organizaciones revolucionarias armadas
supervivientes y las que en algún futuro no escatimando ésta alternativa
pretendían subscribirse y adherir, así como las alineadas políticamente en este
orbe, se vieron de la noche a la mañana abandonadas a su propia fortuna y
defendiendo una causa y un régimen que probablemente había mostrado ante los
ojos del mundo el horror de sus crímenes y su magnánimo y colosal fracaso.
Luchas sociales en la Argentina
1990: el modelo económico y la protesta social
Con el
aporte de una gran acción psicológica estructural y masiva de base, cuyos
efectos cumplimentaban de forma tal con el vacío provocado por la ansiedad
popular imperante que neutralizaba la tensión, la apatía y la expectativa
generalizada; los pocos años que separaban los fines de la década del 80
signados por la agitación y el desborde social que desembocó en la sucesiva
oleada de saqueos que precipitaron en primera instancia el adelantamiento de los
comicios electorales con lo que el en ese entonces Presidente, Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, debió ceder en forma antelada el mando presidencial a su sucesor, Carlos Menem; de la del 90 en la que el estado prevaleciente de ansiedad
y expectativa centrada sobre el nuevo gobierno, provocó un vacío cumplimentado
por la tregua que los principales grupos de presión, tanto políticos, como
económicos y sindicales conciliaron con éste último a la espera de un
desenvolvimiento favorable; había atenuado y contenido considerablemente el
descontento popular cuya categoría descendió de la acción directa a la tensa
calma; con lo que el solo recambio de décadas generó la ilusión de haberse
encontrado distante una de otra por varios lustros.
Conforme
transcurrían los primeros años de la década del 90 a la par que los de la nueva
administración que encaraba Menem; ésta situación comenzaba a cambiar, y con
ella a hacerse presente el padecimiento de los problemas derivados de las
políticas adoptadas; el primero de ellos surgido por la confiscación de los
depósitos y el congelamiento de las cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos
fijos, que afectando a un considerable sector de la sociedad al que movilizó
activamente; desmitificó la existencia de salidas milagrosas y la infalibilidad
del nuevo gobierno; y el segundo mas complejo por sus derivaciones fue el de la
aplicación compulsiva del “modelo de privatización” que bajo la idea
fuerza “Mayor eficiencia – Menores costos” trajo aparejado como
consecuencia el cierre de lo que no se consideraba rentable, y por ende la
consecuente reducción de personal traducida en despidos masivos, provocando un
problema estructural de fondo, mucho mas grave: la desocupación.
A los miles de despidos masivos como consecuencia de la
privatización de empresas estatales —Segba, Obras Sanitarias, YPF,
Ferrocarriles Argentinos y Gas del Estado, sólo
por citar algunas de las principales—, sumado al recorte en el gasto público que
conllevó al cierre de varias ramas de la producción estatal que recayó
fundamentalmente en el sector minero y petrolero, se agregó otro que era
consecuente con los primeros resultados que traía aparejado el modelo y
que se agravaba a medida que se avanzaba mas en la Ley de Convertibilidad;
el de las importaciones que afectó principalmente a la industria nacional,
que negándose a obtener una menor rentabilidad para poder competir con éstas y
tratar de mantener en vilo la producción nacional; dejando de lado cualquier
susceptibilidad optó por abocarse de lleno a la importación en sustitución de la
primera, y en la mayoría de los casos trasladándose al Brasil donde la
rentabilidad era mucho mayor, con lo que cada día que pasaba, mas fábricas
producían su cierre o reducían drásticamente su personal; y mientras por un lado
la industria argentina entraba en colapso, el índice de desocupación iba
aumentando.
La política de
privatizaciones y recorte estatal, si bien afectó a todos los sectores en
general, esta se acentuó gradualmente sobre regiones específicas a las que
transformó en polos de desocupación; fundamentalmente a aquellas regiones y
localidades en las que su principal sostén, y cuando no el único, estaba sujeto
a la actividad estatal petrolera o minera. Es así que de la noche a la mañana,
pueblos enteros
desaparecieron y con ellos la vida de miles de familias que de improviso
debieron afrontar las consecuencias de la falta de trabajo y de recursos.
Como
consecuencia directa del modelo, las cepas del conflicto social se iban
germinando en Tartagal, Embarcación, y Gral. Mosconi en Salta; en Gral. San
Martín, en Jujuy; en Plaza Huincul y Cutral Co, en Neuquén; y en Sierra Grande,
Provincia de Río Negro; y es precisamente en éste último lugar donde sin saberlo
y con motivo de la medida de fuerza llevada a cabo por centenares de
trabajadores que manifestándose contra el cierre de la Mina Estatal de Hierro
HIPASAM, habían cortado a punta de pico, un tramo de la Ruta Nacional Nº3,
impidiendo a su vez la circulación vehicular mediante la ocupación de la misma;
llamando con esta nueva metodología implementada que algunos atribuyen a
huelguistas anarquistas españoles de principios del siglo XX, la profunda
atención de las autoridades locales y nacionales, conmocionando a la opinión
pública en general, donde surge por primera vez el término “Piqueteros”
para designar a quienes llevaban a cabo éste singular tipo de protesta. El
piquete de por entonces, aunque difiriendo en algunos aspectos, del de hoy
día, compartía por entonces el mismo objetivo: llamar la atención de distintas
autoridades; según donde se efectuaba el reclamo, sobre una situación en
particular.
Y es también en
el marco de este auge que 1991 comienza a ser testigo de otras formas de
protesta que aunque no tan novedosas, y en mayor medida de carácter mas
colectivo, volvían a hacerse presentes en la realidad nacional; Jujuy es testigo
de eso, y la movilización multisectorial que logró hacer renunciar al en ese
entonces Gobernador provincial, Carlos Ficoseco y que además había logrado
conseguir un aumento de 155 pesos en los sueldos estatales; rompiendo de esta
manera con el denominado Plan de Estabilidad y Convertibilidad impuesto
por Domingo Cavallo, que impedía entre otras cosas cualquier tipo de aumento
salarial; hace que la “Pueblada” expresada por el agregado de la
partícula “....azo” al final de cualquiera de las ciudades en donde se
producían grandes movilizaciones populares que marcaban hechos trascendentes, en
general de desobediencia civil; se transformara en un término a la orden del
día.
El comienzo de
los 90, marca claramente el planteo de nuevas metodologías contestatarias y el
surgimiento de nuevas formas de lucha y escenarios en una escalada que sin
vuelta atrás; algunas rozando la insurrección, otras exclusivamente
reivindicativas o meramente simbólicas, se instalarán para quedarse e intervenir
en todos los aspectos de la cotidianeidad nacional, donde la reacción social
dejará atrás la estigmatización relacionada con hechos aislados y periféricos
característicos de focos específicos remitidos a bolsones de pobreza para
extenderse inexorablemente bajo nuevas formas organizativas, a cualquier lugar
donde existiesen las mínimas condiciones objetivas para la lucha; logrando
prender en distintos puntos del Conurbano Bonaerense, y hasta en la propia
Capital Federal.
El “santiagazo” y el auge de masas
Por entonces durante la década de los
años 80 y fines de los 90 la protesta social en la Argentina era reducida y se
caracterizaba entre otros aspectos principalmente por no ser sistemática ni
estructural y por su aislamiento y desarticulación con otras fuerzas o
fracciones sociales, donde por lo general los distintos tipos de accionares que
en este sentido se producían eran generados por sectores específicos en base a
reclamos sectoriales y menos generalizados como ser por ejemplo el caso de
asalariados que reclamaban ante despidos; la reducción de sus salarios o el
cierre de fuentes de trabajo. Hechos que por otra parte sin lugar a duda muchos
tenían algo de génesis espontánea pero que sería ingenuo y falso
menoscabar el rol que elementos agitadores o agentes de provocación de clara
orientación clasista, muchos de ellos de conocida filiación y trayectoria
política, desempeñaban en la formación y desarrollo de tales eventos.
Las sucesivas oleadas de
luchas que habían comenzado a sucederse de Mayo a Junio de 1989 y de febrero a
marzo de 1990 con la concatenación y proliferación de Ollas populares y saqueos
que precipitaron en ese entonces la salida del poder del Presidente Raúl
Alfonsín, había dado inicio a un nuevo período en la protesta social y en la
lucha popular, caracterizado por un resurgimiento de la actividad contestataria,
traducida en el incremento de manifestaciones callejeras, huelgas generales,
mitines clasistas, ataques a sedes del gobierno y residencia de los políticos,
ocupación de edificios públicos y contemplando la aparición de nuevas formas
metodológicas como el corte de ruta y las tan mentadas puebladas; a la vez que
daba por concluido con el ciclo abierto a mediados de la década del 70 con la
guerra insurgente – contra insurgente que protagonizaron las distintas
organizaciones revolucionarias armadas por un lado, y las Fuerzas Armadas y de
Seguridad del Estado, por el otro respectivamente.
Pero hacia
fines de 1993, la situación abierta en el 89-90 comienza a cerrarse y la
coyuntura política y social precipita el surgimiento de un nuevo contexto en la
protesta social que marcará a su vez el fin de una faceta caracterizada por la
pseudo desmovilización popular, la desarticulación y el aislamiento social de la
protesta, para pasar a un nuevo período de reflujo favorable al modelo de
insurrección popular y de lucha sistemática y organizada, secundada por un
significativo crecimiento cuantitativo y cualitativo que señalarán la magnitud y
variedad en la composición social de sus participantes; es en este nuevo
escenario que sobre la teoría del Auge de Masas, y de organizar y proyectar la
desobediencia civil, se hará una verdadera gimnasia revolucionaria.
Es así que en
medio de un clima de tensión social generalizada iniciado por los saqueos del
89-90, y continuado por las sucesivas protestas que se llevaban a cabo a lo
largo de todo el país durante los primeros años de la década del 90, en contra
de los despidos, los retiros voluntarios, y los recortes de salarios; la
Plaza del No, los cortes de ruta de los mineros de HIPASAM en Sierra Grande, Río
Negro en 1991; la Huelga General por 24 horas, convocada por la Confederación
General del Trabajo (CGT) el 9 de noviembre de 1992; se llega al escenario que
se precipita el 16 de diciembre de 1993 sobre la Provincia de Santiago del
Estero, como síntesis de una crisis que venía haciendo frente desde hacía varios
meses atrás, ante un fuerte déficit del Estado Provincial, que además se
encontraba retrasado en mas de dos meses en el pago a los trabajadores
estatales, lo que había generado de por sí una situación verdaderamente
explosiva, que se hacía mas grave aún ante la exigencia del Estado Nacional que
condicionaba el envío de fondos de la coparticipación Federal para el
salvataje provincial a cambio de la aplicación de una política de ajuste de
los gastos públicos.
La aprobación en el mes de noviembre, en la Legislatura Provincial por los
Legisladores del PJ, a excepción de los Juaristas y con la colaboración de los
de la UCR quienes con su presencia en el recinto facilitaron el Quórum; de la
denominada “Ley Omnibus”, cuya aplicación significaba la cesantía de alrededor
de 10 mil empleados estatales y la drástica reducción de salarios para el resto.
Fue la condición determinante que aceleró el curso del proceso crítico que se
desencadenó cuando el Ministro de Economía Provincial, aplicando la “Ley
Omnibus” decide reducir en un 50 por ciento los salarios adeudados
pertenecientes al mes de noviembre y dejar los de septiembre y octubre para
“Ejercicios Vencidos”; el estallido era inminente.
El 16 de
Diciembre de 1993, bajo la crítica situación política, económica y social
imperante en la Provincia de Santiago del Estero, y en medio de un clima de
tensión generalizada, la incontenible situación estalla luego de que miles de
manifestantes que se habían movilizado hacia la Casa de Gobierno Provincial;
entre los que se encontraban Trabajadores estatales de distintos gremios,
jubilados, y estudiantes universitarios y secundarios, en reclamo de la
derogación de la “Ley Omnibus” y el pago de los salarios adeudados, comienzan a
enfrentarse con la policía provincial que súbitamente se ve desbordada y
retrocede ante el imparable avance de los manifestantes, produciéndose en este
mismo momento el denominado “Santiagazo” propiamente dicho, que continúa
expandiéndose ante la atónita mirada de los policías; muchos de ellos lo hacían
autoacuartelados, con la toma y la destrucción por parte de la turba, de la
Gobernación, la Legislatura y el Palacio de Justicia Provinciales, así como
también con el asalto y saqueo de las viviendas de los dirigentes políticos y
sindicales identificados con la aprobación de la “Ley Omnibus” y de aquellos que
eran considerados corruptos o responsables de la catástrofe provincial. Horas
mas tarde y en medio de una atmósfera incandescente de repudio generalizado
hacia la clase política dirigente y a la política nacional que representaba en
ese entonces el Presidente Carlos Menem; la pueblada, acéfala en su conducción y
sin un objetivo preciso mas que atacar y destruir todo lo que se identificara
con el poder provincial o estatal; ya ante el retiro de la fuerza policial y con
la toma de la capital en su poder, ésta continúa extendiéndose a diversas
fracciones sociales que comienzan a participar del levantamiento, ahora con
desocupados y el pueblo movilizado en general, el Santiagazo se propaga
geográficamente hacia la ciudad de La Banda, que en cuestión de minutos
corriendo igual suerte que la Capital, es testigo del asalto y saqueo de
viviendas de políticos y de instituciones estatales y provinciales quedando bajo
completo dominio de los manifestantes.
La incontenible
furia popular logra extenderse durante toda la jornada del día 16 y hasta la del
17, pese a que en la noche de la primera, en un desesperado esfuerzo por evitar
la profundización total del caos, el Congreso Nacional dispone la intervención
provincial de los tres poderes y el envío de la Gendarmería Nacional y la
Policía Federal, que hacen arribo en la madrugada del 17 junto con el recién
nombrado Interventor Provincial, Schiaretti, cuando con en pleno auge los
manifestantes aún continuaban con la destrucción y el asalto y el saqueo de
edificios públicos y las viviendas de los políticos, situación que
progresivamente comienza a atenuarse conforme la presencia de los efectivos de
la Gendarmería Nacional y de la Policía Federal, van saturando las calles hasta
lograr medianamente disuadir los principales núcleos de manifestantes que
continuaban llevando a cabo la protesta, tratando de retomar el control de las
ciudades tomadas, mientras que como contrapartida se trataba de desinflar la
situación desde el orden institucional con medidas como la implementada por el
interventor provincial Schiaretti, quien dispone un tope de 3500 pesos para los
salarios de privilegio en la administración pública local y el pago de
uno de emergencia de 500 pesos para los 60 mil empleados públicos y de 300 para
los jubilados.
El
Santiagazo, escapando a todo lo previsible había asestado un duro golpe al
sistema institucional y a la clase dirigentes provincial, a su vez que
pronunciaba su repudio manifiesto a la política nacional implementada por la
administración del entonces Presidente Carlos Menem, a quien además
identificaban como responsable directo de la debacle provincial; el quiebre de
la relación pueblo- representantes estaba clara, pero lo espontáneo del suceso y
la falta de organización y de un objetivo fueron las determinantes que
impusieron el carácter que tuvo la jornada, el de un motín y que no solo impidió
que que el pueblo tomara el poder en sus manos, sino que se implementaran nuevos
ensayos de formas de autogobierno o autogestión.
En conclusión,
a grandes rasgos es a partir de ese momento histórico que por la variedad y
magnitud de los estratos sociales movilizados, así como por el resultado de su
acción que llevó a la subversión del orden y al quiebre institucional
establecido, aunque circunstancial y espontánea en su organización, asistemática
y transitoria en su desarrollo, y carente de una línea de conducción de
objetivos puntuales y reclamos específicos, que el Santiagazo se
constituye en modelo y ejemplo permanente de insurrección popular y se establece
como antecedente directo de la metodología predilecta a emplear por las diversas
tendencias clasistas, en los sucesivos años.
No es antes, sino después
de este hecho en particular que tomando como modelo de base la metodología del
Santiagazo, se producen las puebladas en Tartagal, Cutral Co, Cipolletti,
Plaza Huincul, Gral. San Martín, Moscóni, Pico Truncado, embarcación, y tantos
otros “...azos” que a lo largo de todo el país no solo concentrarían la
atención mediática, sino que además depondrán autoridades, jaquearán gobiernos y
conseguirán ciertas reivindicaciones, con lo que ampliamente desarrollado por
distintas organizaciones, y con una clara estrategia clasista delineada, el
piquete y la pueblada dejarán de ser sinónimo de situaciones
objetivas para expandirse gradualmente y pasar a formar parte de un marco
estratégico superior, organizado y dirigido, el de la Guerra Social.
Grupos de autodefensa
Introducción
Si bien el actual
contexto socio político dista mucho del de las décadas del 60 y 70, no puede
desestimarse que los Grupos de autodefensa de hoy día no mantengan alguna
analogía en lo que a la estructura orgánica y proyección estratégica o hasta
utópica, si se quiere, respecta de sus predecesoras en décadas pasadas.
A más de una
década de la Glasnost (Apertura); de la caída del Muro de Berlín,
de la fragmentación de la Unión Soviética y de la salida del poder del régimen
comunista que significó la pérdida de apoyo logístico mediante el cual se
sustentaba la acción política y militar en distintos países del mundo; la
mayoría de las estructuras revolucionarias que enarbolando la vía armada fueron
derrotadas en el plano militar durante las guerras de contrainsurgencia
que tuvieron lugar a lo largo de los 60, 70, y 80´s; luego de años de
proscripción e inactividad retornaron nuevamente a la escena política ya no bajo
un mundo bipolar confrontado sino unipolar y globalizado en donde a diferencia
del primero el eje táctico central no pasa ya por la concientización de las
masas, sino que tomando como prioridad el concepto de Guerra Social ha
dado lugar a la formación y desarrollo de nuevos actores sociales y métodos de
acción cuya puesta en ejecución ha devenido en el alcance de objetivos en rédito
propio, que en otras épocas no hubieran sido obtenidos ni con la mas prolongada
de las luchas armadas.
Estos nuevos
métodos de acción política han comenzado a ser puestos en práctica en la era de
las Guerras o Luchas Sociales del siglo XXI, bajo la catalogación
de Movimientos Sociales, Territoriales, y Sindicales Combativos;
por fundamentalmente sindicatos, y movimientos de desocupados y sin tierra
clasistas, a lo largo de todo el mundo.
La expresión
nacional de todos estos tipos de movimientos que han encontrado lugar bajo la
generalidad de piqueteros, también contienen; con diferentes
concepciones estratégicas, al igual que los ensayos revolucionarios de décadas
atrás; grupos que en vista a la evolución de las luchas sociales, tienen como
meta constituirse en las futuras columnas del Ejercito Popular o
Revolucionario; aunque en algunos casos se dé en etapa germinal y en otros
considerablemente desarrollados, es hoy prácticamente imposible disociar el
concepto de Grupos de Autodefensa del de la palabra
piqueteros; al punto tal que la escena cotidiana permite corroborar con
los hechos, la intencionalidad de la existencia de las Autodefensas en relación
a los objetivos que sus líneas políticas persiguen.
Antecedentes históricos
Los antecedentes más
próximos de los Grupos de Autodefensa pueden registrarse desde mediados de la
década del 60 hasta fines de la del 70, en donde surgidas en su mayoría al
amparo del modelo revolucionario de insurrección popular o de masas; han
tenido como tarea por parte de distintas organizaciones alrededor del mundo que
mediante la lucha de clases y la vía armada, pretendían instaurar la dictadura
del proletariado; la responsabilidad de crecer hasta un nivel superior ya sea
cuantitativo o cualitativo que le permitiera constituirse en la vanguardia
armada de avanzada del proletariado; es decir en la facción o ejercito
revolucionario que impulse mediante el uso de las armas, el asalto al poder.
En base a estos conceptos
se desprende que la denominación de autodefensa obedece a la caracterización que
estos grupos en particular, asumen durante la etapa temprana de preparación pre
insurreccional en la que se trabaja para lograr ese salto cuantitativo o
cualitativo que determine el traspaso hacia un nivel superior de organización o
preparación desde donde poder lanzar la ofensiva armada; momento a partir del
cual, luego de autoevaluarse en capacidad de llevar a cabo la acción directa,
las Autodefensas deviniendo en bocetos de milicias populares, con las
correspondientes modificaciones tácticas y estratégicas que ello implica, pasan
a incluirse dentro de la orbe de los Ejércitos Irregulares,
autodenominándose Ejércitos Populares o Revolucionarios.
Es decir; concluyendo,
que de la consideración de Autodefensa a la de Milicia Popular o Ejercito
Revolucionario, solo distan ese sobresalto cuantitativo o cualitativo que separa
a ambos conceptos, y la decisión de pasar de la acción política no armada, a la
acción directa.
Movimientos sociales y autodefensas
A partir de
lo que se considera como el inicio del período de auge de masas del movimiento
obrero y popular que se produjo el 16 de Diciembre de 1993 con el Santiagazo;
han venido teniendo lugar en un proceso en espiral abierto por dicha etapa,
picos de alta tensión y calma relativa en lo referente a la protesta social.
Los sucesivos
enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad (FF.SS) en que devenían estas
acciones fomentadas y dirigidas por los Movimientos sociales, sindicales y
territoriales combativos a lo largo de todo el país, fueron los sujetos de la
formación de las autodefensas; que distantes de las actuales escuadras
disciplinadas, organizadas, con equipos de comunicaciones, armas, escuelas
propias de adoctrinamiento y casas seguras; tenían en su origen tareas sencillas
tales como conseguir neumáticos, traer alimentos y víveres, al corte de ruta,
así como también buscar casas seguras para ocultar a sus militantes en caso de
enfrentamientos.
Tales
situaciones motivaron que estos embriones de autodefensa fueran haciéndose a la
idea a la vez que adquirían mayor experiencia durante los enfrentamientos con
las FF.SS, en el campo del combate; de la necesidad de no solo construir una
escuadra orgánica sino de dotarla de una mayor performance. Pero no es sino
muchos años después de los primeros ensayos; ya a mediados del 2000, en donde
puede verse un considerable sobresalto en los aspectos organizativo,
cualitativo, y cuantitativo de dichas estructuras, que comenzaban a hacer
práctica concreta sobre las experiencias acumuladas a lo largo de los últimos
años y de la que han sumado además sus aportes algunos actores de otras
experiencias en el campo de combate adquiridas décadas pasadas en distintos
teatros de operaciones.
En la
actualidad puede verse en cualquier movilización combativa, comúnmente decenas
de jóvenes con el rostro cubierto y provisto de bastones de madera que componen
los grupos de Autodefensa o de Seguridad; aunque estos hoy día se presentan de
forma organizada en casi todas las estructuras clasistas, la mayoría de ellas no
las consiguió producto de la práctica sino imitando modelos y esquemas que una
vez compartieron en un comienzo en donde este tipo acciones las hegemonizaba un
solo grupo.
Las primeras
experiencias organizativas de las Autodefensas surgen en La Matanza en 1997,
cuando tomando ejemplos de las puebladas en Jujuy, en Salta, Cutral-Co y
Santiago del Estero; los desocupados nucleados por entonces en el embrión de lo
que sería luego el tan mentado Movimiento de Desocupados de la Corriente
Clasista y Combativa (MDCCC), junto con el dirigente de la Junta Vecinal del
Barrio María Elena de Laferrere, Juan Carlos Alderete, salían a cortar la Ruta
Nacional Nº 3 en reclamo de trabajo y vivienda. En ese entonces una pequeña
formación de veinte hombres dotados de palos y algunas hondas, se encargaban
de responder al enfrentamiento con las Fuerzas de Seguridad demorando su avance
en tanto se evacuaban del piquete a las mujeres, los niños y los ancianos.
Por aquel
entonces la idea de llevar palos y hondas a los piquetes parecía muy
extremista y provocaba resistencia y críticas hacia los conductores del
movimiento por parte de quienes consideraban a estas acciones muy osadas o de
provocación a la violencia y solo un contando numero de cuadros tenían tal
predisposición, fundamentalmente los provenientes del PCR, quienes además hacían
cuando estuviera a su alcance para legitimar las acciones y avanzar en la
concientización de la necesidad de organizar la autodefensa de masas.
Los cortes de
rutas se sucedían con sus consecuentes desalojos por las FF.SS. por lo que
continuaba abierto y cada vez se hacía mas intenso el debate sobre la necesidad
de auto defenderse. También continuaba el miedo y la resistencia no solo a
portar palos y gomeras, sino de hecho simplemente a cortar rutas.
Pero
paulatinamente algunos desocupados comenzaban a tener confianza y
espontáneamente se iban sumando mientras que en otros menos reticentes al
piquete permanecían a un costado de la ruta; aunque también “los mirones”,
como se los denominaba por su actitud, no quedaban ajenos de la organización y
tenían como tarea entre otras cosas, el aprovisionamiento de víveres, alimentos,
la búsqueda de casas seguras en caso de represión, encargarse de
conseguir maderas para las ollas populares, y cubiertas de vehículos para
quemar; en pocas palabras la tarea logística, no quedando nadie sin participar y
sin ocupar su respectivo rol.
Paulatinamente
la mentalidad iba cambiando, y este cambio comenzaba a manifestarse en la
actitud de las bases del Movimiento de Desocupados que gradualmente conforme se
llevaban a cabo las primeras movilizaciones a los hipermercados, muchos perdían
el miedo, y por primera vez en forma masiva y contundente los manifestantes
dejando atrás la estigmatización, la reticencia y el miedo, comenzaban a
mediados del 99 a concurrir a las movilizaciones, muñidos de bastones y gomeras.
El cambio de
actitud señalado en las bases hizo que la dirección del PCR apuntalara con mayor
ahínco la necesidad la necesidad de la conformación de la Autodefensa en la
línea del Movimiento de Desocupados y en su propio seno para lo que a partir de
dicho momento comienza a dársele una forma más orgánica a la estructuración de
las escuadras de seguridad y autodefensa señaladas.
Los cortes de
ruta, marchas y distintos tipos de protesta, análogamente al eje plenamente
reivindicativo, comenzaban entonces a formarse en terreno de ejercitación,
práctica, experimentación y perfeccionamiento de la teoría de la seguridad y la
autodefensa en el ámbito de los movimientos sociales, territoriales, y
sindicales combativos.
Es así que en
este marco de construcción definida se decide dejar dicha tarea; que aunque bajo
las estrictas directivas del PCR, en manos de un grupo de veteranos de la guerra
de Malvinas que dentro de la línea de la CCC bajo la conducción de Rubén Ramón
Arce, Nombre de guerra “Moncho”, progresivamente se solidificara día a
día con el aporte de la praxis cotidiana sumadas a las experiencias integradas
por distintos cuadros extranjeros y nacionales con alguna práctica adquirida en
el terreno de la insurgencia y lucha armada en ésta y otras partes del mundo.
Estos hechos
marcaron un avance significativo en la organización de las Autodefensas, cuyo
germen desorganizado, desde los comienzos de 1997 cuando se decidió por entonces
hacer el primer ensayo, que contaba con escasos efectivos; había pasado a
transformarse a comienzos de Noviembre de 2000 en una organización realmente
considerable con un número de 300 efectivos que además hacían sus primeras armas
en el uso de equipos de comunicaciones que habían conseguido prestados y que
finalmente adquirieron como propios hacia comienzos de 2001, período en el cual
debutaba precisamente en el mes de Febrero de dicho año, con una estructura
disciplinada y organizada que con la puesta en práctica del despliegue de sus
efectivos sobre distintas áreas y situaciones, la realización de ejercicios de
acción y respuesta; la práctica del relevo de personal y la implementación de
los primeros “Códigos de disciplina” para el ingreso a las Autodefensas, entre
estos se señala no apto para el ingreso a las mismas quienes consuman drogas o
alcohol, establecerse como una organización seria y complemento armado del
movimiento político, en su trayecto hacia la toma del poder, y a su vez en
modelo y ejemplo de imitación por parte del resto de las organizaciones
integrantes del orbe combativo.
Información de Inteligencia, las investigaciones de la SIDE
Durante mi paso
por la Secretaría de Inteligencia de Estado, ahora SI (EX SIDE), puntualmente la
Dirección de Contraterrorismo, Base Cnl. Díaz, hoy cerrada, dependiente de la
Dirección General de Reunión Exterior, se han llevado a cabo investigaciones de
relevante importancia.
Dentro de las
labores cotidianas, hasta que por órdenes de “Arriba” (llámese Señor 5, Poder
Ejecutivo) se decidiera dejar de investigar el terrorismo internacional, dado
que los nexos locales de varias organizaciones terroristas internacionales
poseían vínculos mas que estrechos con dirigentes políticos locales de renombre,
se trabajaba realmente en pos de la defensa de los intereses de la Nación
efectuando una verdadera tarea preventiva.
En ese lapso
que duró seis años aproximadamente pudimos ver como la Argentina se fue
transformando desde la Presidencia del Dr. Carlos Menem, hasta la de Néstor
Kirchner; de un país de tránsito a un país donde las bases operativas del
terrorismo comenzaron a establecerse a proliferar y a fortalecerse.
Por aquellos
tiempos, se habían detectado los principales nexos de organizaciones tales como
los ex brigadas rojas italianas; los ex integrantes del FPMR (Frente Patriótico
Manuel Rodríguez de Chile); las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –
Ejército del Pueblo (FARC-EP); el Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN); la vasca Euskadi Ta Askatasuna (ETA); sus “cachorros” etaberri; con lo
que eran en ese entonces las embrionarias organizaciones sociales, sindicales y
territoriales combativas; los primeros embriones de los movimientos de
desocupados.
Ya para el año
2000, los nexos se afianzaban, y los dirigentes de las organizaciones de
desocupados y piqueteros que habían comenzado a recorrer el mundo para dar
testimonio de su experiencia a lo largo de distintos países del continente
americano como así también Europa y África comenzaron a estrechar estas
relaciones que habían dejado de ser protocolares para pasar a ser estrictamente
complementarias.
A comienzos del
año 2001, estos embriones ya habían comenzado a dejar de serlo para
transformarse en ensayos a escala de lo que podría llegar a transformarse en la
idea impuesta a nivel mundial y en el foro de Manta, catalogadas como Luchas o
guerras Sociales, como medio para la toma del poder por parte de estas
estructuras.
Es así que se
comienzan a detectar por primera vez la presencia en La Matanza de
representantes de las FARC-EP, puntualmente la de Alfonso Jairo Lemes Bulles (A)
Javier Calderón, quien junto con el Difunto Raúl Reyes, fuesen los embajadores
de las FARC para el Cono Sur. Calderón usaba distintas identidades para ingresar
a cada país del cono sur, en Brasil, utilizaba documentos apócrifos con el
nombre de Javier Cienfuegos.
El aporte de
las FARC, siempre se hizo mas visible en la Matanza con la estructura
territorial de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Movimiento de
Desocupados de la CCC, liderada por Juan Carlos Alderete, miembro del Partido
Comunista Revolucionario, quien a diferencia de su par, el maestro Luis Ángel
D`elía, era realmente un cuadro preparado ideológicamente, y fiel a sus
principios como lo ha demostrado el transcurso de los años inclusive
actualmente, donde Alderete nunca “se casó” con ningún gobierno a diferencia de
D`elía, que si lo hizo con cualquiera que tuviera oportunidad.
Sin embargo,
esto no fue obstáculo para que desde la selva colombiana se le negara Apoyo y
solvencia económica. D`elía también era parte del experimento de la impostación
de las Luchas Sociales en América del Sur.
Para ese
entonces, las estructuras “madres”; soporte logístico de las argentinas, veían a
nivel mundial la Argentina como el primer ensayo, dadas las condiciones
políticas y sociales, y desde el punto de vista marxista, objetivas, para la
lucha de clases, era un hecho. La Argentina se había transformado en una pequeña
placa de petri, un observatorio para los espectadores extranjeros,
patrocinadores del ensayo.
Comienzan luego
a aparecer en la Matanza personajes que de la mano de la CTA, empiezan a visitar
a los dirigentes sociales y además de darle apoyo económico les proporcionan una
agenda de contactos mas amplia.
Es así que
D`elía empieza a tomar contacto con el gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela, la cual a través de sus servicios de inteligencia está decidida a
apoyar la “Revolución Social” en la Argentina.
La Argentina
había dejado de ser ya, un país de tránsito para el terrorismo internacional,
transformándose en base de operaciones.
En ese tiempo
comienzan a detectarse la realización de entrenamiento militar y orden cerrado
por parte de las denominadas estructuras de “Autodefensa” tanto del MD-CCC, de
Juan Carlos Alderete, como de la Federación por la Tierra la Vivienda y el
Hábitat (FTV-CTA) de Luis D´elía. Entrenamiento que era impartido por cuadros de
las FARC, y de ex brigadistas Rojos, como así también del FPMR, cada uno
adherido según su tendencia a una de las dos estructuras principales que a su
vez concentraban otras menores. Cabe destacar que por su carisma, la estructura
con mayor poder de movilización, organización y despliegue, siempre fue la de la
CCC de Alderete, comando que para ese entonces a nivel nacional se había
establecido de la siguiente manera:
El apoyo
económico entonces llegaba por parte de ETA y FARC a la cuenta de la CCC,
ubicada en el Banco Galicia, Caja de Ahorro Nº: 400-1462-1153-5,
a nombre del titular Haydee Margarita Peñailillo (Ver gráfico al
pie).
Para ese
entonces la La FTV-CTA estaba compuesta por las siguientes organizaciones.
-
CTA
-
Sectores del Frepaso.
-
Polo Social
-
Sectores de Izquierda Independietes.
-
Partido Revolucionarios de la Liberación (PRL)
-
Patria Libre.
-
Frente de la Resistencia.
-
Partido Comunista.
-
Movimiento de Trabajadores Desocupados(MTD)
-
Movimiento Teresa Rodríguez.
-
Centro de Organizaciones Barriales(C.O.B)
-
Red de Barrios Desocupados.
-
Coordinadora de Unidad Barrial. (C.U.B.A)
-
Partido Socialista Autentico.(PSA)
-
Sectores Montoneros.
-
Frente Único de Trabajadores Desocupados.(F.U.Tra.De)
-
Sectores Sindicalistas.
-
Seineldinistas.
-
Sectores de Suteba.
Asimismo, se le
detecta los nexos con las FARC, luego de la presencia de Javier Calderón en el
Congreso Anfictiónico Bolivariano llevado a cabo en la Mutual Sentimiento del
Barrio de la Chacarita.
Según informaciones, se
advierte desde aproximadamente mediados del año 2000 y comienzos del 2001, la
existencia y funcionamiento de una célula de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
Colombianas – Ejercito del Pueblo (FARC-EP);en estado operativo y activo en la
República Argentina.
Dicha célula contaría con
al menos cinco (5) miembros del sexo femenino de nacionalidad colombiana, las
que en su mayoría se desempañarían como “Acompañantes” en el local
nocturno de la recoleta denominado “New Port”. Así mismo se informa que sus
objetivos se concentrarían entre otros en la recaudación y adquisición de
finanzas y el establecimiento de contactos políticos y empresariales, tareas que
realizan mediante maniobras de extorsión y chantaje contra sus propios
“Clientes” dado que dicho lugar es muy frecuentado por políticos y
empresarios a quienes filman en situaciones comprometedoras para luego
coaccionarlos bajo amenaza de exponerlos.
La información señala
como responsable de la célula a la Sta. Julieta Rojas Pinillas, de nacionalidad
colombiana, de cabellos rubios, de entre 42 a 45 años y quien es sobrina de una
viejo comandante del M19 colombiano. Según se sabe JRP habría tomado contacto
con el responsable FARC-EP, para el Cono Sur, Alfonso Jairo Remes Bulles (A)
Javier Calderon, en varias de las distintas ocasiones en que éste estuvo en
nuestro país.
Julieta Rojas Pinillas
operaría en nuestros país con el seudónimo de Susana o Julieta Castro y tendría
documentación personal y pasaporte de la República Dominicana.
Paralelamente a éstos
hechos, otras informaciones señalan que JRP, tendría una relación muy cercana,
mas allá de lo estrictamente “Profesional” con el Sr. Jorge Paveto, en
realidad Aníbal Jorge Paveto, DNI 11.353.138, quien fuera Ex Secretario de la
Federación Juvenil Comunista (FJC-PCA), y además asiduo concurrente a dicho
local nocturno.
Jorge Paveto, quien se
habría alejado por disidencias, del seno del PCA, habría estado formándose
intelectualmente durante años atrás en países como Cuba y la ex Unión Soviética
(URSS).
Actualmente Paveto se
encuentra operando para la estructura partidaria del Diputado Provincial, Luis
Ángel D´elía, ocupando la tercera jerarquía en dicha organización y se
presentaría en las próximas elecciones como candidato por la misma, que llevaría
la fórmula Luis D´elía Gobernador, Eduardo Slustski Vicegobernador. Su lugar de
operaciones es la zona de Tres de Febrero y San Martín donde tiene a su cargo
una escuela de formación de cuadros para la estructura partidaria.
Paveto y Pinillas, a su
vez estarían relacionados con otro ex PCA, el Diputado por el ex FREPASO,
Alejandro Mosquera, quien también frecuentara en su oportunidad el local
nocturno “New Port”; Mosquera a su vez le habría facilitado la compra a Paveto,
de una vivienda a través de la cooperativa “Honor y Patria”.
Paveto, quien
antiguamente se domiciliara en la calle Belgrano 4329 de la localidad de
Caseros, Partido de Tres de Febrero; gracias a los contactos con Mosquera, pudo
conseguir la vivienda en la que actualmente reside ubicada en la calle
Pueyrredón 4639 PB, de la localidad de San Martín.
De todo lo
expuesto se desprende que dadas las filiaciones políticas tanto de Paveto como
de Mosquera; ambos tengan alguna vinculación política con la otrora PC de
Colombia, Julieta Rojas Pinillas, y a su vez con las FARC-EP. Cabe destacar
además que Mosquera junto con el Intendente de Avellaneda Oscar Laborde, son
participes activos de la estructura que conformará D´elía para los próximos
comicios electorales, denominada “Nueva Democracia”.
Iván Germán Velázquez
Especial para Tribuna de Periodistas
Corriente Clasista y Combativa (CCC)
Comunicación, circuitos y enlaces con la Provincia de Buenos Aires