Todavía se recuerda el último comercial
del que fuera protagonista Víctor Sueiro, en el que una caterva de diversos
personajes grotescos le ordenara que apagara la luz, so pretexto de
ahorrar más energía. Uno de ellos, un sujeto pelado de guardapolvo blanco, aduce
que su gesto “nos beneficiará a todos”. Esto parece ser el leit motiv
tanto de Clarín, como de La Nación, sin duda aliados para que
los ruralistas se sienten como nenes buenos a negociar y desactiven (sin
duda alguna) la movilización del próximo domingo 25 de mayo. Mientras se
escriben las presentes líneas, arriba un mail del segundo que anuncia nada menos
que “crecen las expectativas ante la reunión que podría ponerle fin al paro
agropecuario”.
Y se adivina detrás de estas letras engañosas a Alberto
Fernández cruzándose los dedos, mientras mira de ojito tanto a Balcarce 50 como
a Puerto Madero. Mientras del otro lado de la valla, crece la indignación a
pasos agigantados como lo demuestra con creces este mail llegado a la casilla de
este servidor: “Ayer estábamos con los ruralistas de Vidal, Mar del Plata,
Dolores, Balcarce, asqueados e indignados, por el panquequismo de los
medios más poderosos de Argentina. Tratamos de imaginar....de qué manera poder
informar la verdad, de lo que plantea el campo, el mensaje a las ciudades, a los
políticos...Sin distorsión alguna...te cuento que había gente muy poderosa,...
pero también estaban sus empleados, los comerciantes de pueblos...el
peluquero...el alambrador...Y nos sentimos manipulados mal. Vos estarás hasta la
coronilla, de ver estas situaciones panquecas...Digo yo, ¿hay otra
forma de 'dejarse comunicar'....? ¿O soy muy iluso?”
La cuestión ahora radica en —como en innumerables veces— esta
hora capital de nuestra historia. ¿Qué tiene más peso, la transa permanente o la
razón de la gente ultrapodrida de siempre salir perdiendo?
Pues si se deja sin efecto el paro agropecuario, y su
correlato rosarino, sin la garantía de discutir las retenciones, todo vuelve a
fojas cero y acá nunca pasó nada. Y la siniestra e inmisericorde maquinaria
improductiva y prebendaria del cristinismo kirchnerista seguirá triturando
voluntades hacia la meta final del Cuarto Mundo.
Y lo peor del caso, la Argentina perderá la oportunidad única
de cambiar para siempre un estilo nefasto de hacer y sentir la política.
Cinco años de oprobio
Si para muchos analistas durante el Proceso imperaba
la noción del “país jardín de infantes”, durante la gestión del Pingüino Néstor
lo que primó fue la generación permanente de las buenas noticias. Una versión
corregida y aumentada del tinellesco "pum para arriba", en la cual para
el ciudadano lo único que se le mostraba era el lado bello de la transversalidad
superadora. De ahí que en las tapas de los principales matutinos todo el
panorama se pintaba color de rosa, mientras que en los noticieros a toda hora se
contabilizaban los accidentes de tránsito y se informaba, con lujo de detalles
morbosos, los sucesos policiales. Sobre todo, durante 2003-04 se asistió a una
verdadera paranoia en ciertos barrios de la Capital Federal en los cuales
parecía que se desató una epidemia de violaciones. Cuando esta pareció
amainar, sobrevino el cuento chino y cuando este ya no se sostenía con
nada fue el turno del eterno retorno de los fondos voladores de Santa Cruz.
El conflicto del campo provocó un tembladeral informativo tan
contundente, que dio por tierra esta forma oprobiosa de escamotear la realidad.
Ante el temor de la gente en la calle puteando a voz en cuello, los medios
masivos de comunicación hicieron "saludo uno" ante la requisitoria oficial de
omitir todo. Por eso, como se puntualizó anteriormente, pasaron de negar cámara
a torpedear el estado de asamblea permanente que se vive en el interior del
país.
Por eso, el sin duda ahora impopular gobierno de Cristina K y
los pulpos mediáticos se abrazan estrechamente, buscando estrangular con ese
maridaje a la luz que sigue prendida en el campo. Y si lo hacen, toda la Nación
se sumirá en tinieblas.
Fernando Paolella