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UNA MUESTRA DE CIVISMO

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EL CAMPO GANÓ LA PULSEADA CON EL GOBIERNO ¿Y MAÑANA?
EL CAMPO GANÓ LA PULSEADA CON EL GOBIERNO ¿Y MAÑANA?

BUENOS AIRES

    Cada uno mostró lo suyo en el acto del 25 de mayo: el campo, que en medio del conflicto más grave que atraviesa, es capaz de convocar a multitudes detrás de sus reclamos; el Gobierno, que sigue no dispuesto a mostrarse presionado por las demandas de un solo sector. La pregunta es qué ocurrirá mañana: el mensaje de la presidenta Cristina Kirchner dio muy pocas pautas sobre el futuro inmediato.
    Cristina Kirchner volvió a presentar a la administración que comenzó el 25 de mayo de 2003, cuando asumió la Presidencia su esposo, Néstor Kirchner, en medio de una de las peores crisis modernas, como la que pudo encarnar el cambio y la recuperación de la soberanía política, frente a las presiones del primer mundo representado en el poder de los organismos financieros internacionales.
    Habló con palabras casi copiadas a las que solía utilizar su antecesor en sus discursos públicos y sólo efectuó alusiones indirectas a la crisis en el campo, que marca el momento más crítico de su joven gestión. Fue cuando destacó que "antes que el sector y nuestra individualidad, están los intereses del país" y cuando se refirió una vez más a las enormes ganancias que obtuvieron los productores agropecuarios con la recuperación de la economía iniciada en el gobierno anterior.
    "La Patria somos todos", fue el lema elegido por el Gobierno para definir el acto que hoy realizó en Salta y que distó años luz del sueño de la primera mandataria de presentar hoy el Pacto Social para el Bicentenario.
    Apenas la mención al próximo festejo de los 200 años de la independencia del país la hizo cuando convocó a "todos" para participar del mentado cambio para lograr como una de las principales metas, la redistribución de la riqueza, otra indirecta sobre el problema de las retenciones.
    La realidad es que el enfrentamiento con el campo, que tiñó a toda la política de los últimos casi tres meses, le impidió al gobierno plantear un acuerdo sectorial para contener precios y salarios y rediseñar la política a través de una reforma cada vez más alejada de una posibilidad cierta.
    Sólo el sindicalismo, en la persona de Hugo Moyano, líder de la CGT, los movimientos sociales oficialistas encarnados en la única figura presente de Luis D´Elía, acompañaron a la mandataria en una jornada que se había programado como histórica. Fue un acto con escaso lucimiento en el que la Presidenta apenas pudo ratificar su convicción de que con la asunción de su esposo y su continuidad en la Casa Rosada el país ingresó a un cambio fundamental.
    Más allá de los números de los convocados —se habla de menos de cien mil en el acto oficial en Salta, y de más de 200 mil en el acto del campo en Rosario— fueron los productores agropecuarios, quienes desde la tribuna hablaron concretamente sobre sus reclamos.
    Los dirigentes de las cuatro entidades que vienen piloteando la protesta más larga de la historia de su sector hicieron esfuerzos por evitar que sus discursos quedaran ceñidos a sus reclamos excluyentes: expresaron su preocupación por la pobreza y por los presuntos ataques al federalismo que le atribuyen al Gobierno, pero dejaron en claro que hoy se sienten protagonistas de la historia del país.
    Además de la masiva concurrencia al acto frente al Monumento a la Bandera, se pudo constatar el éxito de los organizadores en haber logrado un encuentro totalmente pacífico, aventados así los temores de que infiltrados intentaran generar incidentes.
    Se cuidó especialmente, y se logró, que tampoco quedara plasmada la convocatoria en un acto "de la oposición", como venía anticipando el Gobierno, habida cuenta de que si hubo líderes de la oposición, se cuidaron muy bien de no aparecer en las primeras filas de la concentración ni frente a las cámaras, y ninguno de ellos hizo declaraciones.
    Todo el protagonismo se cedió al reclamo de los productores por que la administración central deje de "confiscar" su renta para "engrosar la chequera de Buenos Aires", como alertó Eduardo Buzzi, uno de los oradores más fuertes, como se esperaba, del encuentro.
    La voz del multimediático dirigente de Gualeguaychú, Alfredo de Angeli, advirtiendo que el mismo martes si no se logra encaminar el acuerdo con el Gobierno, se volverá a la protesta, quedó aislada en él; ninguno de los siguientes discursos retomó esa convocatoria. La prudencia en las palabras fue lo que dominó a la tribuna a orillas del río Paraná.
    Concluyeron así los dos actos, de oficialismo y del campo, pero quedó abierto el gran interrogante: ¿qué pasará mañana? ¿algo cambiará el rumbo del conflicto? La respuesta podría ser poco alentadora. De las sutiles palabras de la Presidenta, se podría deducir que continuará el Gobierno considerando que el reclamo de los productores refleja el anhelo de un solo sector, al que no se piensa subordinar a toda la sociedad.
    Si para hoy se anticipaba una pulseada, ésta se concretó y en cuanto a números, ganó el campo, porque obviamente convocó a un número mucho mayor de adherentes. Pero nada de eso será tenido en cuenta por el Gobierno a la hora de retomar las negociaciones.
    Hasta ahora, Cristina Kirchner sigue demostrando que no tiene intenciones de volver atrás en su política de retenciones y que sólo está dispuesta a aplicar algunos paliativos. Como el cuento de la "buena pipa": todo seguiría igual. Para mañana lunes a las 16 se aguarda otra reunión entre la dirigencia agropecuaria y el Gobierno: no hay señal alguna que indique la posibilidad de que del lado del oficialismo se decida de una vez ceder algo para lograr que impere nuevamente la concordia y que de una vez por todas se normalice la actividad agropecuaria, que sigue siendo la mayor fuente de ingresos del país.
    Si el Gobierno apuesta al desgaste, 75 días de protesta han demostrado que en el campo los productores no están dispuestos a mostrarse vencidos. La única apuesta posible es la de buscar con inteligencia, creatividad, y honestidad una salida a esta crisis que no podrá sostenerse mucho más en el tiempo.
    Hoy los productores vuelven a ocupar el lugar vacío que deja la oposición, tanto en el Parlamento como en el seno de la sociedad. Como antes había pasado, en tiempos de Néstor Kirchner, con un ignoto padre de un joven asesinado por la inseguridad, Juan Carlos Blumberg, que logró convocar multitudes unidas por el reclamo para que pare la delincuencia.
    Ni paró la inseguridad ni Blumberg se convirtió, como él mismo anheló, en un emergente dirigente político social. Pasará lo mismo con los directivos de las entidades agropecuarias. Ellos tampoco podrán ocupar el lugar que cede la dirigencia política de la oposición. En ese contexto es difícil imaginar cómo avanzará la vida política del país y del Gobierno hacia el imperativo reclamo de la gente común por volver a la normalidad de las cosas, para aventar el fantasma recurrente de las crisis políticas que vienen alternándose desde la recuperación de la democracia.

 

Carmen Coiro
Agencia DyN

 

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