Bronca cuando ríen satisfechos,
al haber comprado sus derechos.
Bronca cuando se hacen moralistas,
y entran a correr a los artistas.
Bronca cuando a plena luz del día,
sacan a pasear su hipocresía.
Bronca de la brava de la mía.
Bronca que se puede recitar.
Para los que toman lo que es nuestro,
con el guante de disimular.
Para el que maneja los piolines,
de la marioneta general.
Para el que ha marcado las barajas,
y recibe siempre la mejor.
Con el as de espadas nos domina
y con el de bastos entra a dar y dar.
Marcha, un, dos
No puedo ver tanta mentira organizada
sin responder la voz ronca,
de bronca, de bronca.
(Marcha de la bronca, de Miguel Cantilo y Jorge Durietz)
Se respira en el ambiente, y a veces cala
los huesos como la humedad. Crispa los puños, frunce el seño, agiliza el ritmo
cardíaco y desata improperios devastadores. Luego de la cancelación de la
reunión entre el gobierno nacional y los dirigentes ruralistas, ese es el
sentimiento imperante de mucha gente que se siente hastiada de tanto manoseo al
gas. Esto era vislumbrado luego del ostentoso fracaso oficialista en Salta, que
a pesar de los millones gastados no pudieron convocar a más de 15 mil rentados
de todo el país. Mientras que al pie del Monumento a la Bandera rosarino, no
cabía ni un alfiler dado que la concurrencia era superior a las 300.000 almas.
El impacto fue comparable a un puñetazo en el mentón,
evidenciado por dos perlitas luego de ambos actos. La primera, refieren
fuentes confiables que la Presidente estaba tan ofuscada que se piró primero
para estos pagos en el Tango 01, dejando a pie a varios ministros que
puteando volvieron en un avión de línea, y la segunda, un dirigente rural
salteño se topó en el mismo vuelo con el inefable Sergio Moreno. Aprovechando la
ocasión, le preguntó acerca de cómo seguiría esta cuestión. La respuesta sonó
como un cañonazo, pintando de cuerpo entero al personaje: “¡Pa los del campo, ni
mierda!”.
“Ah, bueno, gracias”, contestó el chacarero.
“Ni mierda”, evidencia el naufragio de todo intento de
negociación y entendimiento civilizado entre dos partes. Es un abrupto final que
pone los pelos de punta al más pintado, e irrita sobremanera no sólo a quienes
están envueltos en este conflicto.
No va más
Entonces, a esta altura de la tarde mientras se redondean
estas líneas, queda ya muy patentizado quiénes son los que no están interesados
en arreglar nada. Frente a un escenario plagado de desaguisados, corridas
financieras y pánico en ciernes, lo único que tienen para ofrecer al público
hastiado es la antinomia del enfrentamiento. Y no es sólo retórica, pues ha
aumentado en forma alarmante la cantidad de personas que reaccionan furiosamente
ante la sola mención del nombre de la Presidente, o su apellido o el de su
esposo. O peor aún, cuando su imagen aparece en la televisión hay muchos que
iracundos arrojan a la pantalla chancletas, zapatillas o lo primero que
encuentra su mano.
Esta escalada peligrosa se podría haber evitado, pero ya se
sabe que no interesa a los Kirchner.
Es la sumatoria de 6 años de menosprecio, mentiras y
autismo, que estallaron al unísono gracias al grosero error de cálculo de
alguien obsesionado por alabarse a sí mismo.
Como siempre, mal que le pese a algunos, la realidad
sigue siendo la única verdad. Y cuando se ignora, sobreviene la bronca, y no hay
vuelta que darle.
Fernando Paolella