Realmente es inexplicable la tendencia que tenemos los argentinos a quejarnos
de situaciones que nosotros mismos propiciamos. El fin de semana pasado recorría
la zona de Avenida Costanera y, detenido en el semáforo, observaba grandes
carteles colocados en la reja de aeroparque que informan que esta es una zona de
peligro. El espíritu del cartel es evitar hasta el paso de peatones por el lugar
y en contra de este razonamiento, había decenas de autos estacionados en la
vereda a escasos 50 centímetros de la reja, familias enteras con reposeras y
niños y adultos colgados del limite de hierro que los separa de jets que
aterrizan con 300 toneladas a más de 200 kilómetros por hora. Mientras tanto, las
Policías Aeronáutica de adentro y Federal de afuera patrullan ¿para qué?
En ese momento pasó por mi cabeza la tragedia de Lapa y la desgraciada inacción
que tienen nuestras fuerzas de seguridad ya que, si quisieran intervenir en este
tema, seguramente se levantarían aireadas voces, diciendo que no se molesta a
nadie.
La pregunta es quién le pone el cascabel al gato, ya que lo que vemos suma a la
teoría del "vidrio roto" donde dos investigadores de la Universidad de Nueva York
observaron edificios donde habitaban decenas de familias, algunos tenían sus
vidrios rotos, mientras que otros los tenían en perfectas condiciones. Lo que no
encontraron fue edificios mixtos con vidrios rotos y vidrios buenos. Los
investigadores concluyeron que cuando los habitantes de un edificio no reparan
de manera inmediata un vidrio roto, no será difícil que venga alguien, rompa
otro y más tarde otro, hasta llegar a la total destrucción.
En otras palabras, si
la sociedad tolera la destrucción y el desorden en las cosas pequeñas,
irremediablemente los problemas se agravarán hasta volverse incontrolables.
Textualmente dijeron: “si en el ámbito de la criminalidad se toleran pequeñas
violaciones, lo mismo la ciudadanía respetuosa de la ley que los delincuentes
más violentos, se acostumbran a ignorar las pequeñas infracciones, a pasar por
alto las normas. En principio las reglas más elementales, como las de tránsito y
eventualmente se producirá la comisión de delitos graves”.
Ahora bien, vemos del análisis pormenorizado de las metodologías de seguridad que
se aplican hoy en día en nuestro país que ninguna de ellas es sustentable a largo
plazo. La inseguridad institucional en la que vivimos, donde desgraciadamente
gobierna un partido y no las instituciones, nos acostumbra a que no nos quejemos y que
propiciemos los problemas que vivimos a diario. Como ya adelantara Tribuna de
Periodistas en otras notas, esto se repite, no ya como una variable, sino por el
contrario como una constante de rutina insegura.
¿Por qué motivo permitimos que nuestros funcionarios nos
mientan sistemáticamente? Si estos fueran empleados en una empresa de
servicios se los echaría a patadas por no cumplir los objetivos para los que
fueron contratados.
Y ahora, para finalizar, yo me planteo ¿no es el Estado una gran empresa de
servicios, que nos tiene a todos los ciudadanos como clientes? ¿Qué estamos
esperando para echar a los inútiles que nos prometen soluciones a los problemas
como la seguridad y que permiten que todos los días haya familias destrozadas
por el violento deceso de alguno de sus integrantes?
Alberto Weckesser
Especialista en Seguridad