La parcialidad de un trabajo académico que
produjo la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP) sobre algunas coberturas mediáticas del conflicto
entre el Estado y el campo, pone en evidencia la falta de rigurosidad de los
Observatorios de Medios y también en duda ese tipo de metodología que parece
apuntar al control de los contenidos periodísticos.
Si se analiza con cierta profundidad el trabajo en cuestión
puede concluirse, casi de modo indubitable, que hace gala, al menos, de tantos
prejuicios y subjetividades como los que, desde el mismo, se les endilga a los
medios relevados, Clarín, La Nación, Página 12 y Crítica
de la Argentina.
La evaluación apunta a describir y a analizar cómo cubrieron
esos diarios durante la primera mitad de junio lo que se presenta sin tapujos,
ya desde el encabezamiento, como "la crisis registrada entre las entidades
patronales del agro y el Estado Nacional".
¿Por qué llama la atención el lenguaje empleado por el equipo
platense desde el mismo título de este pretendida observación imparcial? En
principio, por dos miradas contradictorias que surgen del mismo trabajo, que
dejan demasiado descolocados a sus autores en cuanto a su intencionalidad.
En primer lugar, porque resulta extraño que se use para
describir el conflicto la palabra "crisis", utilizada según el Observatorio de
modo recurrente por el diario La Nación, y así se la critica, ya que a
través de la misma "se intenta transmitir la idea de que todos los indicadores
económicos están empeorando". Por otro lado, porque mientras el equipo de
analistas destaca que Página/12 es un diario al que se define como de
"clara intencionalidad favorable... a las posiciones del gobierno" y comenta
que utilizó como ningún otro la expresión "empresarios del agro", emparentada
con los términos "lockout" o "boicot", por otro, el Observatorio emplea la misma
construcción para definir a una de las partes, lo que lo coloca transitivamente
debajo del paraguas de una de las posiciones. Ante tamaña evidencia, se
desprende que no guardar las formas de la imparcialidad en un Informe
pretendidamente científico más que extraño parece infantil.
Sin embargo, y ya desde el fondo de la cuestión, el punto más
controvertido del manifiesto platense es que para hacer el seguimiento de las
noticias, junto a un análisis cualitativo de las mismas, el Observatorio no ha
tomado en cuenta —y ni siquiera lo ha mencionado— el concepto de libertad de
prensa, quizás una antigualla que parece querer reemplazar por cierta
observación subjetiva, a la que se define como la "intencionalidad" de cada
medio.
Esa libertad, que para la UNLP parece no existir, es
todavía, sin embargo, el sustento de la profesión periodística, un valor que
todos quienes la integran resguardan tanto como la búsqueda de la verdad,
otro concepto que para los autores del trabajo tampoco merece comentario alguno.
Este último punto sí podría emparentarse con el concepto de
"intencionalidad", ya que toda verdad es relativa debido a los tamices de cada
sujeto, pero nunca el irrenunciable concepto de libertad, como sustento de la
expresión. Salvo que se haya decidido arbitrariamente dejarlo de lado, porque se
lo considera una pantalla que cubre los intereses de las empresas, aunque bien
habría valido la pena que se explicite el punto para poner boca arriba las
cartas de las preferencias por los pensamientos regimentados.
En cuanto al lenguaje que emplea el Observatorio, allí
también hay mucho de subjetividades y de prejuicios. En algunos casos con
supuestos que no se prueban, al estilo de "se intenta transmitir la idea..." o
"se percibe la intención...".
Como un acierto del trabajo puede mencionarse el conteo que
se hizo de "las fuentes, actores y sujetos" que respaldaron a cada medio, lo que
se juzgan insuficientes y sobre todo parciales, trabajo que le sirve para
concluir que "la sociedad careció de información amplia, plural y de voces
suficientes", salvo en el caso de "Crítica..." que, según el trabajo, construye
así "una mirada diferente sobre los acontecimientos".
Si de dudar de las intenciones se trata, puede que no haya
sido la intención, pero un Informe armado de esta manera resulta funcional a
los autoritarismos y les sirve como pantalla ideal para acusar a la prensa o
quizás para desanimarla y condicionarla, con el propósito de acallar las
críticas y hacerla dócil. Sin embargo, lo que el Observatorio no consigue
observar es que, con todos sus defectos y asignaturas pendientes, pero gracias a
esa libertad que ningunean sus expertos de laboratorio, la ciudadanía —el
verdadero contralor de los medios— ha sido anoticiada del modo más plural
posible sobre los hechos, personajes y circunstancias del conflicto y alertada
además sobre las consecuencias de los pasos que viene dando cada uno de los
actores. Y esto no es poco, para estos tiempos de tanta confusión conceptual.
Hugo Grimaldi
Agencia DyN