Los platillos de la balanza de la política
han encumbrado durante la semana al Poder Legislativo como un órgano vivo. Con
todas sus imperfecciones a cuestas, aunque haya un oficialismo demasiado
dependiente del Ejecutivo o una oposición poco propositiva y aunque hayan sido
sólo siete los votos de diferencia y a sabiendas de que parte de las retenciones
móviles volverán a ser fijas hasta el 31 de octubre próximo, un soplo de aire
fresco llegó desde la Cámara de Diputados. ¡Qué alivio representa para la
ciudadanía saber que el Congreso existe!
Del otro lado, como contrapeso, ha quedado bastante
desinflada la figura de Néstor Kirchner, el titular del PJ a quien le gusta
jugar al agua en Carnaval, pero con una particularidad rayana en la histeria:
cuando lo mojan… se enoja. Y ya se sabe que, en política, el que se enoja
comete errores y también que, a la corta o a la larga, pierde. Hoy, su
credibilidad está en terapia intensiva. Por ejemplo, el ex presidente suele
hablar siempre muy suelto de cuerpo y con amplitud mental de la diversidad de
opiniones, de las verdades relativas y pide siempre tolerancia cuando expresa un
pensamiento, pero cuando alguien se le anima a expresar una crítica o al menos
una divergencia, saca siempre un furioso latigazo contra las ideas de los demás
o busca descalificar a las personas antes que a los argumentos, ya sean de
opositores, periodistas, del vicepresidente de la Nación o de la mismísima Corte
Suprema. Sin embargo, éste no es el único fallido que ha mostrado por estos días
cómo Kirchner ha perdido manejo a favor de una obcecación creciente, impropia de
un político de raza, quien ha mostrado como su mayor pecado el hecho de haber
esmerilado de modo indirecto la figura de su esposa, la presidenta de la Nación.
Merced a ese protagonismo, Cristina ha quedado relegada a un segundo plano casi
protocolar, función que quedó expuesta el viernes, cuando le entregó la bandera
nacional a Emanuel Ginóbili para que la lleve a los Juegos Olímpicos, mientras
recomendaba hacer deportes, casi como si fuera un tratamiento para políticos en
desgracia ("oxigena la cabeza y ayuda a pensar mejor").
Desde lo comunicacional, no sólo la propaganda oficial que
mezcla a exportadores con productores, fechas de venta con fechas de embarque y
tonelajes con precios muestran un manejo muy primitivo de la situación, ya que
no convencen a nadie (ni a los que entienden ni a los que no entienden) sino que
la irritación permanente del ex presidente genera un claro rechazo de su
discurso por los moderados y es posible que hasta canse a muchos que se decían
sus seguidores. Lo que es seguro es que sus arengas para la televisión no le
suman militantes, mientras cada día los de afuera se le animan un poco más, ya
que su mayor debilidad es que le han tomado el tiempo, aunque el peligro para su
imagen y la del Gobierno todo está en que, ante esta circunstancia, se siga
radicalizando.
El doble discurso de Kirchner también se ha repetido en la
forma en cómo se intentó destrabar el desaguisado de las retenciones móviles.
Con la moneda en el aire todavía, ya que aún falta la instancia del Senado, lo
que se desprende con mayor claridad del proceso que derivó en el envío de la
Resolución 125 al Congreso es que la pasión para no se toque ese instrumento
puede ser para el ex presidente parte sustancial de su epitafio político.
Después de casi cuatro meses de tironeos y para no desairar al Ejecutivo, ya que
aprobar a libro cerrado lo que mandaron los Kirchner era inviable políticamente,
los diputados utilizaron una fórmula que, por carácter transitivo, desactivó
totalmente la pretensión de la Casa Rosada de mantener la 125 a pleno, aunque lo
diga el artículo 1 del proyecto de Ley. En rigor de verdad, el tratamiento
legislativo la diluyó en buena parte, con un alto costo en materia política,
aunque también con una ineficiencia manifiesta en lo que hace a la
instrumentación, ya que la solución abordada de aplicarla y restituir luego el
dinero recaudado significa algo así como ir de Buenos Aires a Mar del Plata,
aunque haciendo una parada en Bahía Blanca.
La singularidad del método no resigna algo que cala hondo en
la ideología gobernante, como es la potestad del Estado burocrático de ser el
asignador discrecional de recursos, pero lo cierto es que lo que anunció
durante la madrugada el jefe del bloque del Frente para la Victoria,
Agustín Rossi —que luego se plasmó en el dictamen votado— transformó para los
productores más chicos la fiereza inicial de las retenciones en un gatito
alimentado con leche.
La llave para destrabar la reticencia de muchos diputados
fueron esas compensaciones diferenciadas, las que reducirán las retenciones
móviles durante esta campaña agrícola y las dejarán en un valor fijo mucho
menor, cueste lo que cueste el cereal. Así lo dijo justamente el muy leal Rossi,
quizás sin advertir que estaba mostrando el traspié de los Kirchner de modo
flagrante: "más de 85 por ciento de nuestros productores van a quedar fuera del
alcance de la Resolución 125 y quienes produzcan hasta 300 toneladas van a pagar
una retención efectiva de 30 por ciento", número que inclusive está por debajo
de aquel 35% que impuso el ex presidente en noviembre último y que rigió hasta
el 10 de marzo. Como se eliminó la segmentación por superficie explotada, quedó
en claro que se pagarán retenciones por el volumen de producción y en ese orden
el paquete de compensaciones se amplió para los que produzcan entre 300 y 750
toneladas de soja o girasol, quienes ahora van a tributar 35%, mientras que a
los productores de hasta 1.500 toneladas, por las primeras 750 se les retendrá
un neto de 35% y recién desde allí comenzará a jugar la movilidad, ya que el
resto se regirá por el sistema diferencial de alícuotas que establece la
Resolución 125. En tanto, la media sanción de los diputados promete ahora la
liquidación de esos reintegros a los 30 días —si la AFIP lo autoriza— mientras
que se mantuvieron las compensaciones por flete para los productores ubicados a
más de 400 kilómetros de los puertos. Además, se le transfirió a la ONCCA
(órgano descentralizado que depende de la secretaría de Agricultura) toda la
manija "reglamentaria e interpretativa", lo que ya ha puesto a los dirigentes
agropecuarios en alerta, debido a que la dependencia tiene línea directa con
Néstor Kirchner.
El ex presidente se ha enredado tanto en la ideologización de
su discurso y en la crispación de las formas que hasta pasan de largo algunas
apelaciones a la sensatez, como la que hizo el jueves ante los metalúrgicos de
la UOM, cuando pidió que el campo acepte de buen grado el resultado de la
votación del Congreso, como resultado del juego democrático, sin cortes ni
trastornos para la población. La idea de volver a las rutas había estado
rondando en la mente de algunos dirigentes del agro, aunque más como presión que
como algo efectivo, situación que fue desactivada al término de la votación por
las declaraciones contemporizadoras de los presidentes de las cuatro entidades.
En todo caso, los dirigentes agrarios, o aún los chacareros
que se sientan perjudicados, podrán ir en queja a la Justicia, quien deberá
expedirse sobre todo en relación a las alícuotas que se consideran
confiscatorias. Con esta Ley en vigencia, quienes producen más de 750
toneladas pagarán, a estos valores internacionales de la soja, una alícuota
superior a 50 por ciento, un número que la jurisprudencia de la Corte debería
fulminar.
En ese aspecto, el modo tan poco elegante que usó Néstor
Kirchner para dirigirse al titular del Tribunal, Ricardo Lorenzetti ha sido una
mancha más para el titular del justicialismo, quien le pidió que desmienta una
información que involucraba a la Presidenta y a un pretendido consejo suyo sobre
la eventual inconstitucionalidad de la Resolución 125. Fue de tal calibre la
intromisión pública del ex presidente y tan desdorosa para la investidura del
magistrado que no le dejó a la Corte más salida que un Comunicado que gambeteó
la situación con una frase hecha, pero efectiva, del orden de no nos metemos en
situaciones políticas y hablamos por nuestros fallos. Durante la semana, también
siguió el cruce entre el Ejecutivo y el vicepresidente de la Nación, Julio César
Cobos, de quien los Kirchner dicen que llegó allí exclusivamente por su voluntad
y a quien ministros y algunos de sus pares kirchneristas de la Cámara Alta han
mandado durante la semana con poca elegancia a tocar la campanita en el Senado.
Más allá de algunas actitudes que se consideraron belicosas
en la Casa Rosada, Cobos quedó de la vereda de enfrente del Gobierno, apenas
minutos después de que Kirchner pidiera "votos" y obediencia y cuando el vice
dijo con todas las letras "consenso, no votos". Allí, el titular del Senado
blanqueó que estaba en contra de la proyecto oficial y adelantó que los
diputados de la Concertación K (en realidad 6 de 10) apoyarían el texto
alternativo de Felipe Solá. La paranoia oficial le endilga al vicepresidente ser
un factor de desestabilización, para quedarse con el Gobierno, como si eso fuera
posible para un ex radical sin apoyatura y con la avidez del peronismo por
detrás. Lo que es seguro es que se operará cada día más fuerte para aislarlo,
como también que el oficialismo no se podrá dar el lujo de llegar con paridad a
la votación en el Senado, ya que Cobos no puede votar, pero sí puede desempatar.
Por ese motivo, se le ha pedido a Eric Calcagno, segundo suplente de Cristina
Fernández que vuelva a su banca en la Cámara Alta desde su puesto en el
ministerio de Economía (está con licencia), para sumar un voto más a la causa
presidencial. Por último, la Presidenta declinó por segunda vez viajar a España,
en una visita a la que se iba a dar el carácter de "oficial plus", es decir con
llegada al Rey Juan Carlos, inclusive. Si bien hay temas de la agenda económica
bilateral que están vidriosos (Aerolíneas Argentinas, Telefónica) desde la
Moncloa dicen comprender que Cristina haya suspendido el viaje con menos de 10
días de anticipación, debido a los problemas internos que adujo, derivados de la
crisis con el campo, en la que su vicepresidente le patea en contra. ¿Cómo
traspasarle el mando a quien hoy se considera un enemigo? Vale.
Hugo Grimaldi
DyN