Hace unas semanas, la best seller
chilena, Isabel Allende, se despachó en una entrevista con la prensa argentina
a Cervantes y Borges. De alguna manera los consideró pasados de moda, aburridos
y textos obligados de colegio, y, como toda literatura, dijo, efímeros,
transitorios, pasajeros.
Yo escribí una nota, donde, advertía a la flamante
narradora Allende que el Quijote había nacido con estrella desde el día en que
fue lanzado a circulación hace casi 400
años, porque se vendieron más de seis ediciones del clásico manchego, ese
mismo año. Borges, un autor de iniciados, de culto, sigue permaneciendo en el
tiempo y crece su lectura, a pesar de no ser un autor que haga concesiones al
lector. Palabras más o menos, a los días, Isabel Allende, residente en
California, Estados Unidos, se retractó de lo que dijo que no había dicho.
Para dicha de los lectores de habla inglesa, especialmente
norteamericanos, el caballero de la triste figura, fue traducido a la lengua de
Shakespeare y en un mes se han vendido 50 mil ejemplares.
Edith Grossman es la traductora y muy elogiada por el crítico
Harold Bloom, desató la apasionante aventura de los lectores norteamericanos,
fascinados por este héroe que enloqueció tras leer libros de caballería y
recuperó su mente para morir como cualquier hijo de vecino. La primera traducción
inglesa, de Shelton, data de 1612. hoy está traducido a más de 40 lenguas.
(tus obras los rincones de la tierra/ llevándolas en grupa Rocinante/
descubren, y ala envidia mueven
guerra, vaticinó el propio Cervantes). Las ediciones superan las mil 500.
La primera edición de lujo correspondió a Inglaterra, fue
hecha en 1738 por Lord Carteret. El francés Gustavo Doré ilustra
maravillosamente el Quijote con 380 láminas, en 1863. es considerada
quizás la más extraordinaria de las representaciones gráficas hasta
ahora del best seller español, el Cervantes de todos los tiempos. Lo real y
absurdo, como en la obra de Cervantes.
Hazaña, la pluma de Cervantes, el Manco de Lepanto,
olvidado, prisionero de la cárcel y la pobreza, autor de esta novela llena de
humanismo, aventuras y esperanza, trágica, cómica, dolorosa, tan realista como
los mejores suelos de su época, que nos siguen deleitando con los dos
personajes espléndidamente retratados: el Quijote y Sancho. El señor y su
escudero, un espejo que se mira en sus caras perfectas y multiplica en cada
escenario de la vida con bondad, singular picaresca,
y maravilloso sentido del humor y la tragedia.
Grossman relata en una entrevista a La nación de Argentina
suscrita por Pedro Armendáriz, que lo más difícil de traducir del Quijote es
la poesía de Cervantes. La novela está llena de poesía, dijo, y bastante
mala, muchas de ellas.
Describió
como su momento culminante en la traducción, la célebre introducción que hace
Cervantes del libro :
Somewhere
in La Mancha, in a place whose name I do not care to remember, a gentleman lived
not long ago, one of those who has a lance and ancient shield on a shelf and
keeps a skinny nag and a greyhound for racing. An occasional stew, beef more
often than lamb, hash most nights, eggs and abstinence on Saturdays, lentils on
Fridays, sometimes squab as a treat on Sundays -these consumed three-fourths of
his income. The rest went for a light woolen tunic and velvet breeches and hose
of the same material for fest days, while weekdays were honored with dun-colored
coarse cloth."
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme, no ha mucho tiempo que vivía hidalgo de los de lanza en astillero,
adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que
carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos lo sábados, lentejas
los viernes, y algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres
partes de su hacienda.
Rolando Gabrielli