Adivinado por la noche de los tiempos,
el Cono Sur cabalga, aún podríamos decir después de esas dos décadas de
espanto. Geografía de grandes paradojas, lugar pionero y también punto de
terror, escalofríos para todos los cuerpos y gustos.
Los archivos, documentales, los desaparecidos, torturado y
los muertos, siguen hablando, en otro lenguaje y tiempo, en la dimensión humana
de las cosas. No es un secreto que en el Con Sur anidó el cuervo que le arrancó
los ojos al hermano y olvidó un generoso pasado de convivencia, libertades,
principios democráticos y paz.
Cono Sur se traducía como el principio sin fin del terror,
lugar del espanto, lamentablemente. Toneladas de documentación acreditan este
viaje a la nada de miles de argentinos, chilenos, uruguayos, paraguayos en los
setenta y ochenta. Unos tres millones de personas terminaron por abandonar sus
casas y país. La historia no por conocida, es menos vergonzosa, y aún se
siente el aire enrarecido purulento de la impunidad. Cualquiera de nosotros pudo
haber cruzado con anticipación el río, descendido como un bulto de un helicóptero
en algún lugar del océano, distribuido con otros en una fosa común.
Una noche o un mediodía, no había tiempo para encontrar una
muerte segura. Hago un poco de memoria, en un mundo apurado pro poner fin a la
historia y viajar a otros planetas.
Ha transcurrido un tiempo desde aquellos días y
no pocos eventos nuevos, y no pocas heridas continúan abiertas en medio de la
impunidad, la ausencia de una verdadera justicia. Son tantos los casos, muchos
irreparables, que sólo voy a registrar uno, emblemático, que recoge a
muchos otros en distintos países. El Cono Sur es un estado de ánimo, una
franquicia del alma, una atmósfera muy nuestra, una manera de ser.
Me refiera a la desaparición de María Claudia García
Irureta Goyena, nuera del poeta Juan Gelman, ocurrida en 1976, y que ha
terminado por arrastrar una polémica entre el gobierno de Uruguay y Argentina.
Lo importante es que aparezcan los restos de María Claudia,
que durante tantos años reclama el poeta Juan Gelman y que hoy cuenta con el
apoyo del presidente Néstor Kirchner, para fortuna de la dignidad de los
derechos humanos en el Cono Sur.
Gelman, quien perdió también a su hijo en manos de la
dictadura, identificó al victimario de su nuera. En cualquier lugar civilizado
del planeta, la justicia actuaría acorde con unos principios mínimos.
Tenía 19 años y estaba embarazada de siete meses, y su hija
fue secuestrada por sus asesinos. No es mucho lo que podemos agregar, poeta
Gelman, usted lo ha dado todo. Nos parece que está llegando al final del
camino. El presidente de Uruguay, Jorge Batlle, tendrá que dar una respuesta
satisfactoria a la petición suya y del presidente de Argentina. El Cono Sur,
orgullosamente humanista, los respalda.
Rolando Gabrielli