Con cuarenta y dos años de diferencia, la
estatua de Julio A. Roca, en la intersección de Diagonal Sur, Perú y Alsina de
esta ciudad, fue testigo del avasallamiento de dos gobiernos al trabajo y la
investigación en el sector público, destruyendo una tarea de décadas y de cuya
recomposición nadie está en condiciones de dar garantías.
A pocos metros de la estatua, un 29 de julio de 1966 la
policía del dictador Juan Carlos Onganía comenzaba el proceso de deterioro de la
educación superior con la represión en la antigua sede de la Facultad de
Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Gracias a la pluma de Julio
Argañaraz el hecho se hizo conocido como "La noche de los bastones largos".
En la otra esquina, el 21 de julio de 2008, una fuerza de
choque que suele actuar con la tranquilidad de quienes se sienten protegidos
irrumpió en el local que los trabajadores de la Asociación de Trabajadores del
Estado tienen en la sede del Instituto Nacional de Estadística y Censos
(INDEC),
rompiendo todo lo que encontraban a su paso. Hasta el momento, la única
respuesta oficial fue el silencio, más allá de un comunicado en el que termina
endosándosele la responsabilidad a las víctimas del atropello.
El derrumbe de la educación universitaria, en recursos
físicos, financieros y humanos, no se puede limitar a la represión de un solo
día, de la misma manera que nadie puede decir que el proceso de destrucción del
sistema estadístico nacional haya comenzado el lunes pasado. Por el contrario,
ya va un año y medio de manipulación estadística permanente y sistemática, que
comenzó con el índice de precios al consumidor y se extendió a la mayoría de los
indicadores elaborados en el INDEC. Mes a mes, se asiste al insólito espectáculo
de un gobierno que presenta a la población como verdadera una información que ya
todos de antemano saben que es falsa. Aquellos que crean que la comparación de
las dos represiones es una exageración, quizás no hayan tomado en cuenta aún la
real dimensión del desastre que se está realizando con las estadísticas
nacionales desde enero de 2007. Una muestra de ese desinterés general es la
escasa participación ciudadana en las protestas de los trabajadores del INDEC,
con adhesiones reducidas a un grupo de legisladores conscientes del problema, la
Línea Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo y algunos partidos de izquierda.
Tampoco se repara en que la Estadística, como rama de la
Matemática, forma parte de las mismas ciencias exactas que fueran blanco de la
represión de 1966. Y que la manipulación de la información del INDEC ataca a un
insumo fundamental de la sociología, la economía, la geografía, la historia y la
demografía, entre otras disciplinas.
En tanto se crea que el problema se limita a una inflación
"dibujada", que puede ser reemplazada por estimaciones privadas y la
"percepción" del ama de casa, el proceso de destrucción del INDEC continuará y
se profundizará.
Por el contrario, el problema es mucho más grave y ya afecta
a decisiones en diferentes ámbitos: los trabajadores no cuentan con un parámetro
confiable para saber si sus ingresos reales mejoraron o se deterioraron y, en
consecuencia, tampoco para fijar una posición en las discusiones paritarias.
Inquilinos y locadores tampoco tienen una regla común a la que atenerse, al
igual que cualquier persona o empresa que tenga que renovar un contrato, en
tanto la medición de los costos empresarios pasó a convertirse en un absurdo, si
fuera cierto que algunos comercios venden más barato que lo que compran. Los
jubilados que esperan una movilidad de haberes en base a algún coeficiente
oficial podrán lamentar el particular "efecto acumulativo" de haber bastardeado
las estadísticas: sus ya menguados ingresos reales se verán recortados mes a
mes. Y a los jubilados del futuro, ya saben cómo se indexan los títulos
públicos.
Pero los efectos de la trampa se expandieron hasta llegar a
afectar a sus propios autores, embelesados por un espectacular crecimiento
nominal de la recaudación que oculta la verdadera incidencia de la inflación en
los ingresos. ¿En base a qué pautas de inflación y de crecimiento del PBI se
elaborará el Presupuesto 2009, que formalmente deberá presentarse al redivivo
Congreso en menos de dos meses? El problema puede no ser tan dramático para un
gobierno acostumbrado a reformular la ex ley de leyes a través de decisiones
administrativas, pero ¿cómo diseñar, por ejemplo, un programa de inclusión
social si las propias estadísticas oficiales esconden no solo la cantidad real
de pobres sino también su localización geográfica? ¿Qué capacidad de diagnóstico
tendrán los funcionarios políticos y técnicos de las diferentes áreas? El
desconcierto también se hizo palpable en medio del conflicto entre el Gobierno y
las entidades agropecuarias, en cuyo transcurso se produjo lo inconcebible: la
actividad económica "creció" 1,4 por ciento de abril a mayo, mientras en muchas
ciudades y pueblos del interior la parálisis industrial, agropecuaria y
comercial daba paso a la ruptura de la cadena de pagos. En ese marco, no resulta
extraño que las discusiones sobre los niveles de rentabilidad se hayan
convertido en un diálogo de sordos.
A lo largo de dieciocho meses pueden citarse muchos más
ejemplos. Por acción u omisión, la responsabilidad política de lo realizado
excede al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que al momento de
escribirse estas líneas permanece en el cargo. Los compromisos generados en ese
tiempo son su mejor garantía de permanencia: Pasaron dos presidentes, un jefe de
Gabinete (¿o dos?), cuatro ministros de Economía y tres directores generales del
INDEC. A ellos deben agregarse tres secretarios de Política Económica, de los
que dependen funcionalmente el organismo, pero a quienes no se les escuchó
siquiera una queja por la intromisión de otro funcionario ajeno al área.
¿Estarán interesadas esas trece personas en que Moreno diga todo lo que sabe?
Quizás alguno de ellos haya leído el artículo 17 de la ley 17.622, de creación
del Instituto: "Los funcionarios o empleados que revelen a terceros o utilicen
en provecho propio cualquier información individual de carácter estadístico o
censal, de la cual tengan conocimiento por sus funciones, o que incurran
dolosamente en tergiversación, omisión o adulteración de datos de los censos o
estadísticas, serán pasibles de exoneración y sufrirán además las sanciones que
correspondan conforme con lo previsto por el Código Penal (Libro II, Título V,
Capítulo III)".
Horas después de la patoteada en el INDEC, Moreno se hizo
presente en Casa de Gobierno, donde se celebraba el acto de traspaso de
Aerolíneas al Estado. Se sentó al lado de Hugo Yasky, secretario general de la
CTA a la que están afiliados, precisamente, los trabajadores de ATE-INDEC. Al
día siguiente, Yasky volvió a la Rosada, para participar de la reunión
preparatoria del Consejo del Salario. En esa oportunidad, se sentó al lado de
Andrés Rodríguez, líder de la UPCN a la que los trabajadores de ATE INDEC
atribuyen participación en los incidentes. Al parecer, los trámites para que la
CTA obtenga la personería están avanzando... Queda en la inteligencia del lector
deducir cuál será la moneda de cambio.
Marcelo Bátiz