Los vientos dialoguistas de cambio que aguardaba el campo deberán esperar un poquito más, a pesar de la oxigenación que se produjo esta semana en la cartera agropecuaria nacional: el flamante titular del área prevé convocar a la dirigencia representativa del sector, pero de manera individual y no en forma inmediata.
Fue el segundo golpe bajo que Carlos Cheppi le dio al gremialismo ruralista pocas horas después de asumir como Secretario de Agricultura. El primero fue su negativa, de entrada, para aceptar el convite a la inauguración oficial de Palermo 2008, que abrió sus puertas esta semana.
Así, esa caja de resonancia que históricamente fue la Exposición Rural, este año parece más orientada que nunca a canalizar reclamos y propuestas del agro nacional y transformarse en el termómetro que marque, al instante, el verdadero humor del hombre de campo, sea cual fuere su extracción gremial.
De arranque, la dirigencia ruralista consolidó su presencia en la apertura de la megamuestra y allí estuvieron los presidentes de las cuatro entidades, en un hecho inédito para el historial de las ediciones de Palermo que, en esta ocasión, tampoco pudo exhibir presencia oficial, ni siquiera de segunda línea.
Dicen que, como están las cosas, viene mal la mano, pero habría que recordar que la muestra recién comienza y si algo cautiva a la conducción Kirchner es el factor sorpresa, esa actitud a la que siguen rindiendo culto artero tanto el ex presidente como la presidenta de la Nación.
En el campo saben a ciencia más que cierta que el voto "no positivo" de Julio Cobos en el Senado marcó un punto de inflexión entre el sector y las autoridades nacionales; no desconocen que persiste el sabor amargo que aquella madrugada dejó en los paladares más sensibles del Gobierno y que serán los productores (aunque no deberían), el eslabón más débil de la cadena, el que pagará por las culpas que no cometió, como en el resabio de una música de tango.
Ahora, aunque muestren una férrea posición de unidad, los mismos dirigentes saben que los separan diferencias abismales históricas, que tratarán de suavizar por lo menos mientras se extienda la Exposición, pero que no podrán ocultar por mucho tiempo. Valga como mensaje el que dio Eduardo Buzzi el mismo día de la apertura de La Ganadera.
Dijo que habrá que disfrutar de la muestra y celebrar la genética creciente que aparece cada año en el predio de Palermo... pero que no hay que descartar que el campo vuelva a las rutas o la protesta si no hay diálogo ni convocatorias ni reconocimiento oficial, en especial para analizar un tema que desvela a los pequeños productores: el devenir de las alícuotas vigentes para las retenciones. A ellos, ya no les cerraban los números antes del 11 de marzo. Ahora, sólo retoman el discurso y, sin duda, se harán oír.
Sus pares del gremialismo aseguran que acompañarán los reclamos pero se percibe mayor énfasis en el resto de los temas sectoriales que piden soluciones a gritos, como la crisis sonora que exhibe la falta de rentabilidad en lechería y la producción de carne y granos, como botón de muestra, sin mencionar por ahora el fuerte crecimiento que muestran los precios de los insumos básicos para encarar la campaña agrícola nueva.
En gateras, también esperan destino millones de toneladas de granos y oleaginosas retenidas en silos y acopios, en espera de un escenario comercial más claro y previsible que, por el momento, no parece una meta cercana para alcanzar. Hasta el 5 de agosto, cuando clausure La Ganadera, seguramente se respirará paz, debajo de cuya piel se amontona una bronca contenida que, en algún momento y después de esa fecha, alumbrará.