El estilo político del vicepresidente
Julio César Cobos está marcado por su profesión de ingeniero, la racionalidad
fría de un rector universitario y el espíritu de largo aliento de un corredor
cotidiano, casi un maratonista.
Lo dicen sus colaboradores inmediatos, para quienes la
sorpresa es una constante diaria y lo reafirman sus adversarios, ahora el bloque
oficialista de senadores, que tienen problemas para prever su estrategia y tras
la votación histórica de la madrugada del 17 de julio, les resulta difícil
adivinar y anticipar sus movimientos.
Cobos se recibió de ingeniero en construcciones en la
universidad Tecnológica de Mendoza en 1979 y de ingeniero civil en 1988, fue
profesor y decano electo del mismo centro de altos estudios de 1997 a 2001 y
reelecto para el período 2001-2005, aunque interrumpió el mandato para ser
gobernador por cuatro años en el 2003.
Se afilió al radicalismo en 1991, de donde fue expulsado en
el 2007 tras aceptar ser candidato a vice de la esposa de Néstor Kirchner en las
elecciones del 2007, y gusta correr en las cintas del gimnasio y en algunos
tramos callejeros al menos tres veces por semana.
A fuerza de mirarlo fijo para advertir indicios de su
posición, los ahora enojados con Cobos han conseguido descubrir que el
presidente del Senado necesita rodearse de su familia en vísperas de una
definición decisiva para su carrera política.
El día del debate de las retenciones móviles en el Senado,
los dirigentes del bloque kirchnerista comenzaron a preocuparse por el voto de
Cobos a la media tarde, cuando se enteraron que su esposa, Cristina Cerutti, y
una de sus dos hijas, Virginia y Maria Eugenia, estaban en el despacho.
Este espíritu "familiero" también estuvo presente cuando
después de la votación, todos los rayos que partían de la residencia de Olivos
buscaban estrellarse contra su humanidad, por lo que se fue a su provincia,
agitó banderas argentinas desde la ventana de su casa y se fue a descansar con
sus parientes directos.
Un político más tradicional toma definiciones después de
consultarlo largamente con sus pares, y/o sus asesores, de quienes recibe la
cuota de realismo imprescindible para juzgar la racionalidad de su planteo y las
consecuencias de su acción.
Cobos en cambio mantiene un silencio extremo en la etapa de
las cavilaciones y no anticipa sus movimientos —salvo que lo haga con personas
que guardarán sus secretos en tumbas selladas— y esta es la causa por lo que en
aquella jornada produjo una sorpresa de bocas abiertas y un impacto desbordado.
La misma técnica de silencio y sorpresa la usó para aceptar
el convite de Néstor Kirchner para aceptar la candidatura a vicepresidente de la
Concertación Plural, con lo que produjo un hecho conmocionante para un partido
de oposición como la Unión Cívica Radical y terminó con su expulsión del
partido.
En ese estilo frío y reservado se muestran las huellas del
Cobos ingeniero, que planifica con anticipación, que dibuja líneas en silencio,
detalla mapas sin consultar y después apuesta.
Nadie dirá nunca que el vicepresidente actúa por emociones
violentas, por enojos ingobernables o por calenturas momentáneas. O, para
decirlo más preventivamente, al menos hasta ahora no se lo ha visto
psicológicamente "sacado" por un asunto, en los momentos trascendentes que
importan.
Así como el ingeniero tiene que haber terminado su
planificación para comenzar cualquier trabajo, la experiencia de rector de una
universidad técnica acentúa su carácter de político de acciones concretas, poco
amante de los grandes discursos, con escasa elocuencia dedicada a provocar
adhesiones emotivas y un carisma de bajo perfil.
Cobos practica además largas corridas —a veces solo en las
cintas de un gimnasio— pero ha tenido participaciones en maratones, un deporte
en el que vale, no la salida vistosa y triunfal de los primeros cien metros,
sino la marcha constante, la reserva de energía, la preservación del esfuerzo de
largo plazo y finalmente sí, definir con alguna gracia el último tramo.
Aplicando estas características a un episodio que definirá su
suerte en el gobierno y en la política, los colaboradores de Cobos dicen que
la reunión que alguna vez deberá tener con la presidenta Cristina Fernández se
producirá hoy a las 18 hs, pero no va a ser anunciada con bombos y platillos
"para que haya cientos de periodistas detrás de las puertas en espera de largar
todo tipo de preguntas".
"Este no es el estilo de Julio (Cobos)", en caso el que ese
encuentro dependiera del Vicepresidente. "Si hay anuncio de la reunión será
porque el Gobierno lo quiere hacer", pero "no sería sorprendente que Cobos vaya
un día en silencio a la Casa Rosada y aguarde hasta hablar con la Presidenta y
luego, sí, regrese y cuente algo de lo que pasó".
Como siempre, el ingeniero frío, el corredor de largo
aliento, el político con sorpresas, se dictará a sí mismo una política tal vez
imprevista. Habrá que esperar para verla.
Diego Dulce