La verdad tiene pocos amigos y, los que
tiene, son suicidas, escribió Antonio Porchia en sus memorables Voces,
que por estos días se reflotan con fuerza, en especial desde el ámbito
agropecuario: por decir verdades y reclamar su credibilidad, los productores del
campo fueron confinados casi al olvido por parte del Gobierno.
Casi, pues no bajarán los brazos y, en rigor, la Exposición
Rural de este año marcó un punto de inflexión, o una impasse, para dejar
que la megamuestra transcurriera sin mayores sobresaltos. Pero la
problemática sectorial, esa que se tradujo en la mayor protesta histórica del
agro nacional, sigue intacta como antes del 11 del marzo.
Ahora, después de Palermo 2008, los chacareros esperan más
que un gesto; quieren ser convocados, dialogar y buscar consenso con las
autoridades nacionales para comenzar a diseñar políticas ciertas que se orienten
a resolver cada uno de los problemas que, vertiginosamente, están llevando al
sector hacia un despeñadero que será difícil, o imposible de remontar, si no se
acelera la búsqueda de soluciones.
Todos y cada uno de los actores de este escenario tiene
poder; es indiscutible y sólo resta conciliar desde las diferencias, aunque sea
una de las tareas más arduas que le esperen a la gestión de gobierno de Cristina
Kirchner.
Por estos tiempos y menos desde el ámbito agropecuario,
nadie habla de "pasar facturas", sino hasta de compartir culpas por errores que
involuntariamente pudieron haberse cometido. Desde ambos sectores, pero
esto, parece escrito en arameo para las autoridades.
De otro modo no se entiende esta forma continua de castigo a
la gente que más divisas deja al país. Primero fue la falta de aceptación
—pública por lo menos—, que desde hace dos semanas, una votación en el Senado
marcó la cancha para que, entre otras cosas, se comenzara a trabajar en forma
conjunta, sin rencores, resabios ni represalias. Después vinieron las actitudes
casi adolescentes, como fue el retiro de stands de la Rural, por parte de
aquellos que habían contratado espacios y, derogada la cuestionada 125,
desaparecieron del predio ... y de los lugares que solían frecuentar, ya que aún
no cancelaron la deuda contraída con los organizadores de la megamuestra.
La cuestión era ver —y demostrar—, quién y cómo golpeaba más
bajo o, dicho de otro modo, quién contaba con mayores dotes para ejercer el
capricho. La gente del campo hasta clamó que las autoridades asistan a la Rural.
"Allí verán la realidad que queremos mostrarles. Allí estamos todos", dijeron
una y m il veces los productores del campo. Pero nada. No hubo respuesta de
nadie.
La gente de la Mesa de Enlace que agrupa a los cuatro
entidades agrarias estará en el palco, el que históricamente ocuparon los
funcionarios del Gobierno, como muestra de espaldarazo a la fenomenal generación
de divisas que produce n las actividades agroempresarias en el país. El sector
oficial está invitado pero nadie respondió al convite...y, a horas de la
inauguración oficial de la muestra, los expositores se esperanzan con algún
potencial milagro: "quizá venga alguien sin avisar", deslizan.
La gente de la Rural, abroquelada con sus pares del
gremialismo del campo, se prepara para concretar una inauguración histórica: con
las cuatro entidades en el palco oficial, en una muestra de unidad que, lejos de
ser desafiante, muestra que, aún desde el disenso y las diferencias ideológicas,
también se puede dialogar para buscar soluciones que se acerquen, lo más que se
pueda, a lo que busca cada uno. Y esto incluye, y cómo, al Gobierno Nacional: es
el principal receptor de la calidad y el crecimiento productivo que logre el
sector agroempresario en su conjunto.
Gladys de la Nova